Se espera que esta tarde Massa anuncie, entre otras medidas económicas, nuevos incentivos a los productores y exportadores de soja para persuadir al sector de que liquide la totalidad de la cosecha. La novedad sería que los actores mencionados podrán tener acceso al dólar ahorro por el 50% de sus ventas, en lugar del 20% dispuesto previamente. De todas maneras, nada indica que esto vaya a resolver la crisis de reservas, la cual se aceleró en el mes de julio.
Ahora bien, el capital agrario no recibió con demasiado entusiasmo los trascendidos. Posiblemente continúe reteniendo parte de los granos a la expectativa de ver qué ocurre finalmente con la cotización del dólar oficial, en un cuadro donde las corridas y las presiones devaluatorias están al rojo vivo. Además, no querrá perder su poder de fuego a la hora de pugnar él mismo por una devaluación; más habiendo tomado nota de que la tendencia del gobierno es a ceder ante cada una de sus extorsiones. A su vez, ampliar el acceso a divisas para el sector puede causar el efecto contrario al esperado: profundizar el drenaje en lugar de favorecer la acumulación de reservas.
Por otra parte, si la medida diera resultado y el “campo” efectivamente procediera a liquidar toda la soja que atesora en sus silobolsas, tampoco se revertiría la bancarrota del Banco Central. Si bien las exportaciones de la oleaginosa y sus derivados del primer semestre 2022 cayeron un 6% en dólares respecto al mismo período del año pasado, las de todo el complejo agroexportador crecieron un 17,2% interanual, representando un ingreso de U$S 19.144 millones, fruto de los altos precios de las commodities. Sin embargo, esto no evitó que las reservas líquidas hoy se encuentren en niveles negativos.
Además del peso de las compras del exterior, producto del encarecimiento de algunos insumos importados como la energía, tuvieron lugar múltiples mecanismos de fuga, entre los cuales podemos mencionar la venta de divisas por pate del BCRA para contener la brecha cambiaria (financiando la corrida hacia los dólares financieros) o el retiro de los depósitos bancarios nominados en moneda extranjera, los cuales cayeron un 5,5% en los últimos 20 meses, partiendo de un piso de por sí bajo dado que nunca se recompusieron de la corrida de 2019 a pesar de que en todo este tiempo hubo superávit comercial.
A todas luces, una reconfiguración del gabinete al servicio de profundizar las concesiones al gran capital. Mientras la pobreza asola al pueblo trabajador, el gobierno pone sus prioridades en beneficiar al agro que especula con la devaluación, otorgándole mayor flexibilidad cambiaria. Estamos hablando de capitalistas que amasaron fortunas en el último tiempo, valiéndose de los altos precios internacionales de las materias primas; suba que, a su turno, trasladaron sin demoras a las góndolas locales horadando todavía más el bolsillo popular.
Esta renta agraria exorbitante fue acaparada por un puñado de monopolios, en su mayoría foráneos. Como sabemos, el 70% de la producción de soja recae sobre el 20% de los productores y apenas 10 empresas concentran el 90% de la exportación de porotos, harina y aceite. Como si fuera poco, “el Estado, desde el Banco Nación, financia a los productores en pesos y con tasas más bajas que las del mercado” (El Cohete a la Luna, 24/7).
Como vemos, en estos términos, las posibilidades que tiene el gobierno de mantener a raya el dólar oficial son muy acotadas. Una devaluación más pronunciada constituiría un nuevo golpe a los salarios y jubilaciones, cuando ya la situación social es verdaderamente inaguantable. Es hora de imponer la agenda de las mayorías por medio del paro nacional y el plan de lucha.
Sofía Hart
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