Stanley e IDEA
La coalición que quiere encabezar Massa viene siendo trabajada por el gran capital y el Departamento de Estado. En un foro empresario, el embajador Marc Stanley reclamó a viva voz a Larreta que concuerde con un gobierno de unidad nacional desde “ahora”. Semanas después, los popes de IDEA advirtieron que había que “Ceder para crecer” (sic), o sea, salir de la ‘grieta’. Naturalmente, la señal más clara de esta entente política fue la aprobación del Presupuesto 2023, que contó con el quorum opositor y el voto positivo de media bancada de Juntos para el Cambio. La otra mitad que votó en contra aseguró el desarrollo de la sesión, para reservar su voto cuando se discutieran, “en particular”, las prebendas del Presupuesto.
El gabinete de Massa trabaja para desarrollar este “hilo”, peleando por el ingreso a los Estados Unidos de los tubos petroleros de Techint y las exportaciones de otros grupos empresarios. El mismo Presupuesto, por otra parte, asegura los recursos para el gasoducto del sur, con el acero de los Rocca y el gas de los grupos petroleros de Vaca Muerta. Finalmente, el régimen minero para el litio es un guiño poderoso para los gobernadores del Noroeste, incluido el radical Morales. Aunque una coalición de primera vuelta no los albergue a todos, la bandera de una coalición de gobierno sería usada para cerrar el paso a una “polarización”.
Una candidatura de Massa depende, naturalmente, del actual proceso económico, o sea, de las contradicciones explosivas que el `superministro’ intenta patear hacia adelante. Las calificadoras internacionales han bajado a la categoría “basura” la deuda argentina en dólares; la que está en pesos sobrevive por sucesivos rescates del Banco Central, con una emisión inflacionaria. El financiamiento de las importaciones hizo crecer la deuda comercial privada, sin la perspectiva de que el Banco Central reúna las divisas para pagarla a su vencimiento. Esta crisis de financiamiento acelera la presión para que se libere el mercado de cambios, de modo que las divisas necesarias sean aportadas por exportadores o inversores externos. El propio Presupuesto estableció la posibilidad de que las empresas utilicen dólares no declarados para importar –o sea, con el incentivo de blanqueo de dinero no declarado que ha evadido impuestos-. Los asesores económicos agujerean el cepo cambiario por todos los medios e intensidad, para dejar servida la devaluación final. La desorganización de la economía es el método massista para reorganizarla. La coalición responde a la necesidad de evitar una explosión económica, en tanto que la tendencia hacia esa explosión desataría una polarización política con la intervención de los trabajadores.
Una política para los trabajadores.
La ‘grieta’ que cruza al gran capital y a sus bloques políticos en Argentina refracta una división mundial. La carga de la guerra, una crisis sanitaria sin precedentes y la crisis social plantea a la burguesía cómo sortear las inevitables rebeliones populares.
En Argentina, el “hilo” de Stanley-Massa-CFK tiene un punto de apoyo en la burocracia sindical. La burocracia cabalga sobre los acuerdos paritarios en cuotas, incluso a sabiendas de sus límites insuperables.
Devaluación, destrucción de los convenios y de las jubilaciones, liquidación del hospital público. Este es el carro al que se suben los “nacionales”, “populares” y camporistas, junto a sus dirigentes sindicales. A despecho de ellos, el camino es el de las autoconvocatorias, como ocurre con los residentes y concurrentes que han emplazado a Larreta en la CABA con una huelga indefinida. Por un salario mínimo igual a la canasta familiar, por ocho horas de trabajo; indexación mensual de los salarios y jubilaciones; apertura de los libros de los remarcadores de precios; abajo los tarifazos, repudio de la deuda y nacionalización de la banca. Gobierno de trabajadores.
Marcelo Ramal
02/11/2022
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