Según la Afip, la recaudación de impuestos de mayo ascendió a $3,18 billones, lo que representó una caída del 5,3% interanual con respecto a la inflación. Sin embargo, en el marco de esta merma de los ingresos, la recaudación por IVA aumentó casi 39 puntos por encima del índice de precios del mismo periodo. Está en marcha un poderoso proceso de confiscación del salario obrero.
A través del IVA ingresó $1 billón al fisco. Es una cifra que equivale a un tercio de la recaudación total. Los ingresos provenientes del impuesto al consumo crecieron un 148,7% en términos nominales. Este incremento es una muestra de que la escalada inflacionaria beneficia al Estado, a costa de lo que pagan las mayorías trabajadoras.
En abril, la inflación fue de un 8,4%. Los alimentos, las bebidas y la indumentaria vienen subiendo por encima del promedio inflacionario. Y todo parece indicar que el índice de precios de mayo será más o menos similar o más alto; según las proyecciones, este mes cerraría con un alza de precios de entre el 8,5% y el 9,1% (La Nación, 28/5). El gobierno del Frente de Todos contribuye al aumento de precios a través de la implementación del plan de ajuste fondomonetarista (tarifazos, aumentos, suba de tasas, devaluación, etc).
Esto afecta principalmente a los trabajadores, que son quienes destinan la mayor parte de sus ingresos al consumo, y sobre todo a los productos de primera necesidad, los cuales lideran las subas. Los sectores de mayores ingresos tienen la posibilidad de ahorrar en plazos fijos u otras formas para precaverse de la inflación, y los capitalistas mayormente invierten su dinero, aunque sea en la especulación financiera (gracias a las altas tasas que paga el propio Estado).
Además, para las grandes empresas el trato es bien distinto al que reciben los trabajadores. Por ejemplo, las retenciones sobre la exportación de litio, cobre y plata son de un miserable 4,5%; para el oro son de un 8%. Los pulpos petroleros llegan a beneficiarse con retenciones 0%. Todos estos sectores capitalistas gozan también de exenciones impositivas y beneficios cambiarios de distinto tipo. Los trabajadores, por el contrario, tienen prácticamente vedado el acceso al dólar, lo que les imposibilita resguardar sus ingresos de la estampida devaluatoria.
Tal es el carácter regresivo del sistema impositivo argentino, que no solo es defendido por el gobierno nacional, sino por todos los políticos capitalistas. Detrás de las quejas de Milei, Bullrich y Larreta sobre la “presión impositiva”, subyace el intento de reducir solo los impuestos que pagan los capitalistas. Y como lo que se pierde por un lado debe recuperarse por el otro, esa rebaja impositiva en beneficio de los capitalistas traería consigo un mayor ajuste contra los salarios, las jubilaciones y los presupuestos de salud o educación.
El Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, viene de anunciar una rebaja en el pago de Ingresos Brutos, diciendo que se trata de una política antiinflacionaria. Sabe que los precios no van a bajar y que las empresas se embolsarán lo que no paguen por ese tributo. El carácter farsesco de su preocupación por disminuir la inflación queda evidenciado en el hecho de que el propio Larreta, al igual que Bullrich y Milei, promete eliminar las retenciones a la exportación agraria, lo que terminaría por equiparar los precios locales de los granos (y con ellos los de toda la base de la industria alimenticia) con los precios internacionales.
El Frente de Izquierda es la única fuerza política que tiene un programa para terminar con la presión fiscal sobre los trabajadores. Hay que eliminar el IVA y el Impuesto a las Ganancias sobre la cuarta categoría (salario) y avanzar en la implementación de impuestos a las grandes rentas y fortunas, a la banca, la especulación financiera, a los terratenientes, los especuladores inmobiliarios y a todos los que viven del trabajo ajeno.
Nazareno Suozzi
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