“Destaco el carácter de colaborativo de la relación donde las ayudas se realizan sin ejercer ningún tipo de presión”, esas fueron las palabras que escogió Máximo Kirchner para definir el carácter del financiamiento que espera obtener por parte de China, diferenciándolo del que proviene del Fondo Monetario. Lo cierto es que ni uno ni otro está exento de condicionamientos y ambos acentúan el sometimiento colonial de Argentina.
Lo que el dirigente camporista omite es que, a cambio de ampliar la cantidad de yuanes que podrán utilizarse del Swap, el gigante asiático exigirá la preeminencia de sus empresas en ramas claves de la economía de nuestro país como las telecomunicaciones (la instalación del 5G a manos de Haweii) y la minería del litio. Lejos de tratarse de un “préstamo colaborativo”, implicará una mayor extranjerización de los recursos estratégicos de Argentina, agravando la dependencia nacional.
Por otra parte, es falso que exista una dicotomía entre los intereses de China y el FMI, cuando el país es el tercer accionista del organismo de crédito, y, por lo tanto, promotor del programa fondomonetarista que está hundiendo al pueblo argentino. Evidentemente, ver en la relación bilateral con China una vía de emancipación para la Argentina no se corresponde con la realidad.
A su vez, la prédica antiimperialista de Máximo Kirchner es pura demagogia. Así como decidió secundar a Massa en su gira por China en busca de ampliar el Swap y destrabar créditos de los Brics, también apoya las negociaciones que lleva adelante el ministro para lograr un adelanto del FMI. Le es indistinto de dónde provenga el endeudamiento, en un cuadro donde las reservas líquidas del Banco Central ostentan un rojo de $7 mil millones y peligra la posibilidad de seguir importando insumos para la industria.
Finalmente, el kirchnerismo no plantea un programa que ponga fin al drenaje de divisas que nos condujo a esta bancarrota, sino que apuesta a contraer más deuda externa para seguir financiando la fuga de capitales. Así las cosas, el diputado del Frente de Todos busca reforzar la tutela del país por parte del Fondo Monetario y del resto de los acreedores a los que acude. De este modo, contribuye a aumentar la “presión” de la que tanto se queja.
Ahora bien, como los intereses de China en la región chocan con los de Estados Unidos, un acuerdo del gobierno con Xi Jinping podría dificultar la llegada de los créditos que se comprometió a gestionar Biden a cambio de un realineamiento geopolítico a su favor por parte de Argentina. Esta encerrona es consecuencia del “síndrome de la sábana corta” que pone contra las cuerdas al oficialismo y ubica al país como rehén de la guerra comercial entre las grandes potencias.
Necesitamos revertir esta orientación colonial a la cual tributan todos los políticos capitalistas. Para eso es necesario que gobiernen los trabajadores, la única clase social interesada en desarrollar al país y terminar con el atraso y el saqueo.
Sofía Hart
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