viernes, junio 03, 2016

El PCE y el cine durante la guerra española



La historia del PCE plantea no pocos problemas de interpretación en general, aunque desde el cine quizás sea doblemente complicada. Aunque aparece como parte de otra Internacional obrera, su trayectoria estará especialmente marcada tanto por su conexión con la Rusia soviética. La primera revolución social, admirada por los trabajadores pero también la que provoca el fascismo después de una reacción del “pánico social” que sigue a diversas crisis sociales (Alemania-Austria 1918-1923, Hungría 1918, Italia 1923) El PCE aparece en el contexto del “bienio bolchevista”, como una amenaza y también como un competidor para socialistas y anarcosindicalistas, que crean sus propios cortafuegos tomando distancia de las imperfecciones y dificultades de la Rusia soviética que se postula como el “prólogo” de una revolución internacional.
Su desarrollo será arduo y accidentado, apenas sí ha empezado a andar en 1923, cuando tiene lugar un golpe de Estado. Una dictadura que reprime duramente a comunistas y anarquistas, al tiempo que “respeta” a los socialistas que se resguardan. Por otro lado, el ascenso del estalinismo distorsiona gravemente que da lugar a una disidencia “trotskista” importante. Minoritario hasta 1936, se convertirá en un año de guerra en el “partido antifascista” por excelencia en un contexto internacional de “prosovietismo”, una ilusión que en España será reforzada por las Brigadas Internacionales y por una singular ayuda soviética especialmente controvertida…Una conexión sobredimensionada tanto por la CEDA como luego por los golpistas. No hay matices: hay que oponer Dios y la civilización cristiana “contra el comunismo”, una definición en la que puede incluirse toda resistencia, un mito que se aplicará sin demasiados problemas en la Sudáfrica del “apartheid”, en maniobras golpistas de “limpieza de marxistas” por ejemplo en Indonesia (1965) o Chile (1973) por mencionar solamente un par de ejemplos.
Una conexión que servirá al franquismo durante la “guerra fría”, cuando los EEUU –por influencia británica-, establece una alianza con el régimen. Una afinidad que encontrará una expresión particular en una extensa filmografía anticomunista.
Durante la guerra, el PCE no produjo largometrajes de ficción. Hasta entonces su influencia careció –de muy lejos- del arraigo de la CNT. Lo que hizo fue agenciar la importación de películas soviética. En principio disponía de siete películas como fondo fílmico, todas ellas soviéticas. Después de cinco meses de existencia, la empresa llegó a contar con unos veinte filmes soviéticos y siete complementos o películas cortas, Era su nuevo cine; historias en las que los personajes son unidimensionales; personajes que sólo viven para el partido que es la único “alma” de la revolución. De hecho, la demanda de esta clase de filmes se hizo cada vez mayor, aparecían como una exaltación del pueblo y evocaban una sociedad que se quería creer mucho mejor que la nuestra. Películas como Chapaief, el guerrillero rojo o Los marinos de Kronstadt, se hicieron habituales. Este cine representó un 37% de la totalidad de proyecciones que vieron los madrileños durante un sitio durante el cual la ciudad recibió a los internacionales creyendo que eran los rusos. El creciente peso de un cine español en alza y de cinematografías emergentes como la rusa, no contradicen el hecho de que los gustos del cine popular de Hollywood ya habían conquistado plaza.
En febrero de 1937 se constituyó una productora Film Popular que realizó a Nuestros enemigos, un ataque a las democracias occidentales que se prestaron a la farsa de la no intervención; Y cuando Lister llegó, sobre su papel en la batalla de Brunete, y Ejército Popular, mostrando en qué medida la victoria bolchevique en Rusia se debió a la creación del Ejército Rojo, sin ninguna alusión a Trotsky, de lo contrario habría sido un milagro. La Subsecretaría de Propaganda del Ministerio de estado produjo una serie de cortos de dos o tres minutos de duración para los descansos. Los realizaban Fernando Mantilla, el mejor documentalista de la República filmó Por la unidad hacia la victoria, sobre la conferencia gubernamental de Valencia en marzo de 1937. Entre los oradores estaban La Pasionaria, José Díaz, secretario del PCE, dos hombres de Stalin en España, Jacques Duelos, llya Ehrenburg, así como Santiago Carrillo. Un cartel reproduce un párrafo de una carta de Stalin a José Díaz: “La causa del pueblo español es la de toda la humanidad progresista”.
El conjunto es muy variopinto. Por ejemplo cabría que hablar de la figura de Juan Piqueras (1904-1936), pionero de la historiografía cinematográfica española; fundador del primer cineclub en nuestro país (donde se estrenaría en España Un perro andaluz y La caída de la casa Usher de Jean Epstein, entre otras obras de gran importancia histórico-cultural); ayudante de dirección de René Clair; representante de una distribuidora cinematográfica en Francia; máximo experto autóctono en cine soviético. Militante comunista, fue el primer divulgador en nuestro país del cine soviético clásico e introductor de películas de Eisenstein, Pudovkin, etc. Fundador de la primera revista cinematográfica española rigurosa en el análisis crítico y la contextualización de los materiales de los que se hablaba (Nuestro Cinema), condenado a la desaparición física e histórica por el fascismo, que aunque estaba gravemente enfermo, lo fusiló en un pequeño pueblo vallisoletano. La recuperación de su biografía fue el resultado de una dura y prolongada batalla de Juan Manuel Llopis, paisano suyo que concluyó su Piqueras, el Delluc español, biografía y antología de textos, en dos volúmenes que fue editada póstumamente por la Filmoteca de Valencia, cuando la dirigía Ricardo Muñoz Suay (Valencia, 1917-1997), que fue otro personaje inclasificable. Adolescente revolucionario; ejerció de comisario político del PCE durante y después de la guerra, después de la cual vivió seis años oculto en un zulo familiar (al parecer Alfonso Ungría se basó en su historia para Un hombre oculto) y pasó casi tres en una cárcel franquista. Su nombre nunca apareció en destacado, a lo más fue de ayudante de producción o de dirección en títulos de Bardem, García Berlanga, Francesco Rosi, Cesare Zavattini o Gonzalo Suárez. “Él era un agitador, un promotor cultural, un instigador, siempre desde las sombras: “Su agenda valía oro” Según Semprún, su camarada de entonces: “Vivió todas las guerras que había que vivir, las reales y las culturales”, Estalinista convencido en la juventud –confesó en un artículo para Triunfo que por entonces se habría prestado a gusto para acabar con Trotsky. Abandonó el PCE en los años sesenta, y en los años ochenta se convirtió en un neoliberal rubicundo, en un partidario de la “contra” nicaragüense.
Durante la larga posguerra, los resquicios de resistencia son escasos aunque también son los únicos posibles. Ya hemos señalado el trabajo de la UNINCI, los esfuerzos de Bardem, 4/ así como la implantación lograda por el PCE en el “nuevo cine español”… Aquí cabría registrar el nombre de Andrés Linares, autor de diversas contribuciones de denuncia política: La vida en rojo (2008) ambientado en la España franquista y protagonizado por José Luís Gómez, Ingrid Rubio, Miguel Ángel Solá, Sergio Peris Mencheta y Pilar Bardem e inspirada libremente en la novela El vano ayer, de Isaac Rosa. Sin apenas difusión, la cinta ha intentado captar “la esencia” de una historia en las desapariciones del estudiante Andrés Sánchez, y del profesor de universidad Julio Denis, permiten analizar el sufrimiento de muchas personas bajo la dictadura. Linares tiene una larga trayectoria que comienza con el documental Amnistía y libertad (1976), es coautor de Dolores (1981), y autor de Doblones de a ocho (1990), más Alzados del suelo (2004), trabajos situados en una discreta y escasamente valorada línea de compromiso a pesar de enfrentarse contra las consecuencias del franquismo.
Entre los muchos personajes históricos que tuvieron una relación con la guerra española, Stalin fue el más controvertido, en parte porque el franquismo lo utilizó como el Diablo que estaba detrás de la República, pero también porque sus métodos suscitaron trágicos problemas con la izquierda revolucionaria y finalmente, con casi todos las demás corrientes republicanas que convergerán en la Junta de Casado en su rechazo al “numantinismo” de Negrín. 7/ En este discurso anticomunista el prisma escogido por aportes del tipo URSS-España: la huella soviética, documental dirigido por la cineasta (Mikhail Ordovsky, Rusia, 2015) que presume “desmitificar” el papel de la URSS, “revelando” entre otras cosas que en 1937, Stalin decidió reducir los suministros de armas a los republicanos, aunque rectificó a finales de 1938, cuando decidió aumentar de nuevo el armamento, cuando ya era demasiado tarde. Ordovsky recoge materiales de archivos, recuerdos de participantes y testigos, comentarios y opiniones de historiadores de nivelas tan abismales como las existentes entre Ángel Viñas y César Vidal, que no se diferencian solamente en eso. La presencia de este último se percibe en tesis como la que asegura que la “revolución” de la República fue “instigada por el Kremlin”, una afirmación tan disparatada que desacredita al autor por completo: el 14 de abril el PCE era un “grupúsculo” sectario y casi aislado, mientras que para el Komintern no fue “más importante que una huelga” (Manuilski) sus apreciaciones sobre el tema del “oro de Moscú” carecen del rigor reconocido en el documental de Mª Dolors Genovés. La ORTF produjo el documental Staline en Espagne. Une guerre civile dans la guerre civile: 1936-1939 (Francia, 1996) producido a raíz del 60 aniversario de la sublevación militar contra la República, y que está centrado en las luchas internas dentro del bando republicano: el antagonismo de la CNT-FAI y el POUM, por un lado, y los comunistas afines a la Unión soviética, por otro al tiempo que recuerda a los antiguos combatientes de las Brigadas Internacionales originarios de los países del Este, fueron víctimas, un episodio que –según el testimonio de Wilebaldo Solano- refuerza todavía más el alcance de la crisis española.
Sobre la dificultad de analizar este episodio más allá de los estereotipos, baste mencionar un programa de TV2 con un cierto prestigio como La Noche Temática montó un “dossier” en base de tres documentales (Stalin, el tirano rojo, La Isla de los Caníbales, Stalin, el tirano rojo), en los que Stalin era demonizado sin más y de paso “el comunismo”, un proyecto social adoptado en oposición al de socialdemócrata por la actuación de la mayoría de la II Internacional con ocasión de la “Gran Guerra”. De difícil clasificación resulta El Efecto K. El montador de Stalin (Helena Sánchez Bel y Valentí Figueres, 2013) realizado con fragmentos de realidad, un documental histórico filmado con los engranajes de la ficción que pretende contar la extraña y asombrosa historia de Máxime Stransky narrada a través de sus filmaciones amateurs, sus home movies privadas. Los autores la presentan la vez una historia de aventuras, un cuento mítico sobre el cine, la leyenda de una amistad, la narración sobre el sufrimiento universal del ser humano, el mito del héroe y su descenso a los infiernos. Esta es la historia de un actor-espía que al fin supo decir NO a Stalin.
Como en el caso libertario, la vena más explorada es la del “retratos” documental, que en el caso del PCE se pueden citar los siguientes:
–Valentín González “El Campesino” (1904-1983), es el más reconocido popularmente. Durante la guerra ya fue objeto de de alguna evocación, por ejemplo Con “El Campesino” (Manuel Ordóñez de Barraicúa, 1937) exaltando su figura como dirigente de la 46 División; también aparece en Quinto Regimiento (Antonio Vistarini, 1938) corto encargado por el propio Valentín. Luego, sus peculiares trazos personales y de vestuario, más su fama de brutal le llevaron a ser instrumentalizado como un arquetipo de comunista sin escrúpulos en títulos tan dispares como Raza o Las nieves del Kilimanjaro (en la que aparece disparando contra sus propios soldados que huyen). De hecho, Hemingway se inspiró en él para el personaje de Pablo (Akim Tamiroff en la película) de ¿Por quién doblan las campanas? La lista sigue, por ejemplo en Golpe de mano (1969) en la que se ofrece una imagen entonces insólitamente respetuosa. Ocupa un lugar en la serie “Héroes de la República” junto con otros camaradas suyos como Enrique Líster, Juan Modesto, Manuel Tagüeña, etc. El propio Valentín contribuyó a crear su propia leyenda con mentiras y baladronadas propias. Después de refugiarse en la URSS como parte del equipo dirigente del PCE, acabó protagonizando una fuga animada por un “volta face” ideológico espectacular que le llevó a ponerse a los pies de Julián Gorkin para refrendar la escritura de Vida y muerte en la URSS (1939–1949) una autobiografía de muy dudosa fiabilidad. Afortunadamente contamos. Más tarde concedió varias entrevistas para RTVE (1982) en una suerte de documental-entrevista en cinco entregas durante las cuales la actriz Mónica Randall trató de sacarle alguna verdad. De lo que no hay duda es que el retrato invita al espectador a preguntarse sobre el nivel de personajes como él, encumbrada como parte de las técnicas estalinistas de “culto a la personalidad”.
—Lister, pronunciado Líster (2007), guión y dirección de Margarita Ledo Andión 5/ En este caso se trata de un encargo familiar gracias al cual la autora ha contada con un material gráfico de partida importante en base al cual reconstruir el perfil de este militante comunista que añadió la “r” a su apellido original. Enrique Líster (1907-1994)) es evocado desde su infancia en una aldea gallega en una trayectoria que le llevará a ser nombrado general. Comunista de partido en el sentido más estrecho del término, entusiasta con la URSS donde se formará, Líster consiguió el grado de teniente coronel en la guerra y llegó a comandar el V Cuerpo de Ejército. En su mayor momento de gloria, Antonio Machado le dedicó un poema que terminaba con estos versos: “Sí mi pluma valiera tu pistola de capitán, contento moriría”, aunque su actuación contra las colectivizaciones de Aragón será retratada de manera demoledora por Ken Loach en Tierra y Libertad, una actuación que, por lo demás no desmiente sus declaraciones al respecto, dignas de un avieso funcionario soviético. Exiliado en la URSS, tomó parte también en la guerra mundial, en la que llegó a ser general de tres ejércitos: ruso, polaco y yugoslavo, para ocupar luego ocupó altos cargos en la URSS. Esta carrera le animará a denunciar como traición el rechazo del PCE de la intervención de los tanques rusos en agosto del 68 en Praga. “habla de la Europa del Frente Popular y analiza lo que quieta de esa Europa a través de una biografía que abarca todo el siglo XX y de la visión que de ella tienen otras personas”. Ledo Andión se refiere a Líster como “un personaje muy complejo un amante de la vida, de la fiesta, de los amoríos y de la conversación, un prototipo de emprendedor nacido en el seno de una familia de canteros, y emigrante en Cuba cuando sólo contaba once años”.
–Ignacio Hidalgo de Cisneros (1894- 1966) aparece estudiado de una manera más distante en Camarada general (Mikel Donazar, 2013). Resulta una detallada aproximación a la biografía de, el aristócrata y comunista que jugó un papel en la historia de la Aviación española, fue el mando militar republicano con más proyección internacional de su época. En plena guerra civil se entrevistó en varias ocasiones con Stalin y los mariscales Vorochilov y Zhukov en el desempeño de importantes misiones diplomáticas, señaladamente de trasunto aeronáutico-armamentístico, por encomienda del presidente.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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