martes, junio 07, 2016

Lukács, la lógica dialéctica y los límites del pensamiento científico en el capitalismo



El 4 de junio de 1971 fallecía Georg Lukács, filósofo, crítico literario y miembro del Partido Comunista de Hungría. Presentamos una traducción de LID Brasil alrededor de un aspecto de su pensamiento.

Existe una enorme presión de la cultura burguesa y del propio pensamiento científico dominante en la sociedad capitalista que induce a la parcialización del modo de pensar. En el caso de los mismos científicos, apenas poseen una escasa formación filosófica, dialéctica, como muy frecuentemente adoptan fuera del laboratorio (o cuando atribuyen interpretaciones más teóricas a sus experiencias) una línea de pensamiento cartesiana, lineal, próxima al sentido común típicamente antidialéctico. Muchos finalizan sus conclusiones contrariando su propia experiencia, otros adoptan explicaciones reduccionistas y metafísicas para el universo o para su materia de estudios.
Lukács polemizó con este tipo de pensamiento e intentó reformular los postulados dialécticos del materialismo. Ese debate, ya clásico, se dio en el marco de los nuevos avances de las ciencias naturales de su tiempo, sobre todo de la física atómica y subatómica, de la mecánica cuántica avanzada. Estos debates continúan teniendo actualidad, como se vio hace poco en torno a la “partícula de Dios” (1). Y recurrentemente se ve con aquellos que conciben la materia como algo incorpóreo, metafísico y se proclaman “quánticos”.
Como se dijo al principio, el peso de la cultura dominante, incluso en los medios científicos, es tan colosal –y más aún en épocas conservadoras como fueron los años llamados neoliberales– que aquellos avances de las ciencias naturales reforzaron la visión filosófica antidialéctica de buena parte del mundo científico.
El motivo básico que hace que los avances científicos en la comprensión de la estructura de la materia impulsen toda una onda metafísica, irracional y hasta agnóstica en amplios medios intelectuales, tiene que ver con la tendencia del materialismo a actuar de forma mecanicista. Y por lo tanto, con su tendencia a no asumirse –como en la propuesta de Marx y Engels– en la condición de materialismo dialéctico, y por lo tanto no tomando en cuenta la lógica materialista de la materia.
O en palabras de Lúkacs,
“La gran subversión de la física moderna, esa subversión cuyo resultado concreto no se manifiesta para nosotros sino desde hace poco tiempo, data, como se sabe, de la primera década de nuestro siglo [XX, ndT]. Esa transformación se había manifestado, antes que nada, por el derrocamiento “brusco” de concepciones consideradas inalterables hace décadas e incluso siglos, sobre las cualidades y la estructura de la materia. La dualidad clásica de materia y energía, de materia y movimiento se volvió “repentinamente” vacilante. La necesidad de nociones físicas nuevas se presentaba al mismo tiempo motivada por la voluntad de dar a los fenómenos que se acababan de descubrir, una expresión adecuada a nivel del pensamiento. Ahora, sin el recurso del método dialéctico, la gran mayoría de los físicos filósofos, como de los pensadores especializados en comentar la evolución de las ciencias naturales, retrocedía desordenadamente frente a esas cuestiones decididamente insolubles. Esa fuga en pánico para el idealismo reaccionario debería arrastrar inclusive a algunos físicos que permanecieron sin embargo como materialistas en sus trabajos científicos.
La crisis teórica de las ciencias de la naturaleza se presentaba por un lado bajo el aspecto de una crisis de las concepciones establecidas y del otro –sobre todo en el terreno especulativo– como una crisis del materialismo. La transformación de la física significaba para algunos, la desaparición de la materia y, por lo tanto, el derrumbe de la ideología materialista. Sabemos que esa crisis de la filosofía no dejó de causar estragos en los medios marxistas: Más o menos en todas partes, en la II Internacional, el materialismo perdía terreno, mientras que el revisionismo filosófico, el kantismo, la doctrina de Mach encontraba adeptos”.
Más adelante Lúkacs continúa argumentando que:
“La crisis de la física es al mismo tiempo la del antiguo materialismo mecanicista. No es la materia que desaparece, no es la categoría gnoseológica de la materia la que cambia sino que es el método teórico del materialismo mecanicista que se desmorona por la incapacidad de aprehender fenómenos nuevos de una forma adecuada. Las causas de su falencia son antes que nada, la rigidez dogmática de sus categorías, la preponderancia de la teoría mecanicista, la incomprensión del relativismo de las teorías de la ciencia y finalmente, la ausencia del método dialéctico. (…) La negación de la inmutabilidad de la estructura y de las cualidades hasta entonces conocidas de la materia los condujo a la negación de la propia materia, en otras palabras, la negación de la realidad objetiva del mundo físico. La negación del carácter absoluto de las leyes fundamentales más importantes, los llevó a poner en duda la existencia de toda ley objetiva en la naturaleza y declarar que las leyes naturales eran simplemente “convenciones”, “necesidades lógicas”, etc. (2)
Científicos, filósofos y marxistas se sorprendieron con el relativismo de los conceptos de la física, por lo tanto, de la naturaleza de la materia y de ciertos conocimientos; muchas partículas descubiertas a veces se comportaban como materia, otras veces como energía. Un escándalo: la materia se desvanecía, desaparecía. La realidad objetiva aparecía como problemática, ultra relativa, irracional, campo del árbitro supremo.
Ganó terreno, en este marco, toda una onda subjetivista. Leyes, para muchos de estos intelectuales, darían lugar al cálculo de probabilidades. ¿Dónde está la necesidad si el azar parece prevalecer? En sus términos, tendríamos el daño de la lógica, el advenimiento del imperio de la ambigüedad, de la incertidumbre.
El terreno se vuelve muy fértil para la reacción y el irracionalismo filosófico. Por lo tanto, abierto a teorías ridículas que incorporan religión, metafísica y, en lugar del materialismo, la energía vital. Hasta ideas estrafalarias como que el ala de una mariposa que late al otro lado del mundo e impacta en el universo, comienzan a tener estatus de un pensamiento serio.
El conocimiento tiene, sí, su momento relativo; pero con eso no se pierde ni desvanece su momento absoluto, es decir, la validez de determinaciones necesarias, de niveles alcanzados del conocimiento. Si no fuese así –o sea, si el conocimiento fuera arbitrario, ultra relativo– no haríamos volar un avión y nunca se consolidaría la técnica de una operación quirúrgica de precisión.
Por otro lado, es válido decir, que por medio de las leyes de la atomística, de la física cuántica, no se puede localizar un electrón en determinado momento. ¿Pero quién esperaría eso? El materialismo mecanicista. El materialismo dialéctico no tiene semejante pretensión: tiene noción de que la casualidad no es todo, que existe la oposición de los contrarios, que existen múltiples determinaciones para un fenómeno concreto, singular. Como dice Lukács, la ley tendencial de la caída de la tasa media de ganancia no nos permite determinar si el capitalista fulano o mengano tendrá éxito o fracasará. No nos permite localizar un capitalista singular en sus particularidades. U otro ejemplo de esto: la ley objetiva de que la mayoría de los casamientos en el campo se dan en medio de la cosecha no nos permite saber si fulano se casará con mengana y, sin embargo, eso no niega aquella ley, no significa que reina el azar, que no hay necesidad, etc.
El fenómeno en realidad, debe ser situado dentro de la realidad concreta y de acuerdo con sus determinaciones, como las leyes tendenciales que explican su movimiento. Trotsky expresa muy bien esta cuestión con la teoría de la “unidad diferenciada” como fue destacado por Rees (3).
Sin embargo, el avance del conocimiento de la naturaleza de la materia, según lo explicado por Lukács, sólo puede servir de detonante para una crisis teórica de las ciencias naturales en la misma medida que sus pensadores y científicos no están acostumbrados a ponerse en la perspectiva dialéctica de pensamiento. Al contrario, por inercia filosófica y por presión del sentido común burgués, dominante, dualista, se sumergen en una brutal crisis de identidad, de percibir la realidad objetiva como “probabilísitica”, como regida en última instancia, por el azar o por una libertad subjetivista absoluta. Ahora bien, el carácter al mismo tiempo absoluto y relativo de la conciencia conforma una unidad dialéctica indivisible, decía Lukács. Por eso, añadimos, los aviones vuelan, las computadoras funcionan, la ecografía localiza y visualiza un hígado.
Creemos que es muy importante que cada revolucionario desarrolle constantemente el ejercicio del pensamiento dialéctico en su área de desempeño, como hace el pianista con el ejercicio de sus dedos; es una forma también de entrenar el pensamiento para llegar a trabajar la táctica estratégicamente y para concebir cada pequeña lucha política o sindical en los marcos de la gran política, del pensamiento dialéctico de conjunto, donde múltiples determinaciones, grandes y pequeñas, se proponen elevar al proletariado a ser sujeto político de la sociedad.

Gilson Dantas

Traducción: LID Historia de http://www.esquerdadiario.com.br/Lukacs-a-logica-dialetica-e-os-limites-do-pensamento-cientifico-no-capitalismo.

Notas:

1. Brevemente, el “bosón de Higgs” es una partícula descubierta en 2012 que recibió ese nombre místico por los grandes medios comerciales. Peter Higgs, de la Universidad de Edimburgo, y el belga François Englert ganaron el Nobel de física de 2013 por esta causa. En la escuela aprendemos que existen al menos 12 partículas mínimas de la materia; el bosón sería el responsable de la masa del conjunto de ellas.
2. Materialismo y dialéctica: crisis teórica de las ciencias naturales, 2011.
3. Trotsky utiliza el concepto de “unidad diferenciada” para distinguir el enfoque materialista dialéctico del reduccionista y determinista. Concepto que es crucial para la comprensión de la relación dialéctica entre varias esferas o niveles de complejidad en la naturaleza, entre las ciencias. Y que es particularmente útil para examinar la relación entre la dialéctica en la naturaleza y la dialéctica en la sociedad. Trotsky utiliza esta idea (la de la “unidad diferenciada”) en su análisis de las ciencias. Y “argumenta que la psicología reposa en la fisiología que a su vez reposa en la química, y así en adelante. Pero va más allá afirmando que “la química no es sustituto de la fisiología”. A decir verdad, “la química tiene sus propias llaves” que deben ser estudiadas separadamente utilizando “un abordaje especial, una técnica de investigación especial, hipótesis y métodos también especiales”. Y concluye que cada ciencia reposa sobre las leyes de otras ciencias solo en la así llamada “en última instancia”. Esta compresión evita que Trotsky, aplique simplemente leyes naturales a la sociedad. Advierte que sería un “error fundamental” cualquier intento de trasplantar para la sociedad humana “los métodos y avances de la química o de la fisiología, violando las fronteras entre las ciencias”. Es verdad, argumenta, que “la sociedad humana está cercada por todos lados por procesos químicos. Sin embargo, “la vida pública no es un proceso químico ni fisiológico, sino un proceso social formado por sus propias leyes” (p. 277 de The algebra of revolution – The dialectic and the classical marxist tradition, de John Rees, 1998, London: Routledge). Cursivas del autor.

Para profundizar una visión crítica de Lukacs ver Edison Salles, "Notas sobre Lukács y el estalinismo", Estrategia Internacional Nro. 25, enero 2009, p. 299.

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