jueves, junio 07, 2018

Alain Touraine y la “virtud” de la derrota en el Mayo francés



El sociólogo francés, Alain Touraine dijo: "en mayo del 68 inventamos los movimientos sociales". A 50 años del Mayo Francés, polemizamos con el intelectual que reniega del movimiento obrero.

Al cumplirse los 50 años del Mayo Francés, el intelectual Alain Touraine inició una polémica diciendo que el movimiento estudiantil estuvo por encima del movimiento obrero, como una suerte de “competencia” entre los dos actores políticos que se articularon en las barricadas que dio origen a la huelga general más importante de Occidente en la segunda posguerra.
Touraine menciona que aquella lucha que convulsionó al mundo fue "el despertar de una juventud cargada de una nueva conciencia, que supo leer el sentido de la historia”. Además aclara que “el mayo del 68 supuso la erupción de los movimientos sociales frente al ideal de la revolución proletaria”.
Touraine considera que la intervención del movimiento obrero "no fue más que un detalle" ya que "quedó sumergido por la masa estudiantil".

10 millones en huelga: pequeño “detalle”

En lucha contra la burocracia de la Segunda Internacional, a inicios del siglo XX en la Europa que se preparaba para ser testigo de la carnicería humana que significó la Primera Guerra Mundial, Rosa Luxemburgo sentenciaba las dos alternativas políticas ante el capitalismo: “Reforma o Revolución”. Y en gran medida esas dos alternativas cruzaron los debates en las calles, en las fábricas y barricadas del Mayo Francés. Tanto es así, que ese debate se puede ver en el film “Grandes noches, pequeños amaneceres” de William Klein.
A comienzo de 1968 en Francia, las revueltas del estudiantado y la clase obrera generó una enorme irrupción que atravesó todo tipo de espacios, fronteras y generaciones. Esta enorme ebullición, fue partera de una época revolucionaria a nivel internacional. En ese marco la rebelión estudiantil, fue uno de los grandes fenómenos que se repitió en todo el mundo alentando a la juventud obrera a tomar partido.
A pesar de estos errores y más allá de la crítica que pueda hacerse al movimiento estudiantil, es importante remarcar que tanto en el Mayo Francés como en distintos lugares del mundo, existió la unidad obrero-estudiantil. En las universidades ocupadas se ponían en pie comités de enlace obrero-estudiantil.
En este sentido, veamos dos postales que nos sirven para graficar la situación. Por un lado el entusiasmo que despertó en las capas más precarizadas de la juventud trabajadora como bien relata Daniel Bénard uno de los protagonistas de aquellas jornadas (En 68. Cuando obreros y estudiantes desafiaron al poder, Buenos Aires, Ediciones CEIP, 2018). Esa irrupción de la juventud si bien logró expresar la conciencia “que supo leer el sentido de la historia” como dice Touraine; fue exactamente en el sentido opuesto, a 180° de lo que el sociólogo reniega. Es decir, solo ocupando universidades, o reformando las carreras universitarias, no alcanzaba. Había que ir por todo y afectar los cimientos del orden burgués, para ello hacia falta que entre en escena el movimiento obrero. Los únicos que podían dar un golpe mortal a la propiedad privada de los medios de producción.
La otra postal es la que grafican las portadas de L’Humanité, el diario del Partido Comunsta Francés estalinista. Acusando a los estudiantes de “izquierdistas”, “anarquistas” y todo tipo de injurias. ¿Cuál era el fin de tales calumnias? Apartar a la juventud estudiantil que solidariamente se acercaban a las puertas de las fábricas ocupadas. Los expulsaban por “pequeño burgueses”, esa fue la política del estalinismo para dividir a la juventud universitaria de los trabajadores.
El movimiento obrero a pesar de su dirección oficial, léase: el propio PCF a través de la central sindical mayoritaria la CGT, ocupaba fábricas, algunas con tomas de rehenes y en algunas dejaban entrar a los estudiantes para soldar esa unidad en la lucha.
Ante esto, Touraine hace una maniobra ideológica, dice que "todo el mundo recuerda a Cohn-Bendit y nadie es capaz de decir quién era el secretario general de la CGT". Habría que preguntarle a los trabajadores de Renault y Citröen , algunas de las fábricas ocupadas mas importantes donde el secretario general Séguy fue abucheado y no pudo si quiera terminar su discurso para levantar la huelga y hacer pasar como un “triunfo” lo que en verdad era una traición estalinista: mejoras salariales más elecciones, todo a la medida de conservar al reaccionario presidente De Gaulle. Dentro de esta alianza, los principales promotores para contenerla y derrotar no fue solo el Estado imperialista. Contó con el auxilio de la CGT y el PCF y el PS que pusieron freno a la construcción de aquella alianza histórica, abandonando a su suerte a la clase obrera/estudiantil.
Entre las estadísticas de la policía, y el ministerio de trabajo y la cantidad de fábricas ocupadas en las huelgas de mayo y junio del 68 en Francia, los datos muestran que entre 7 y 10 millones de trabajadores y estudiantes se movilizaron, ocuparon fábricas y universidades, desafiaron a las fuerzas policiales de las CRS y lentamente comenzaba el cuestionamiento al orden capitalista. Todo eso durante tres semanas, otro pequeño “detalle” que el renegado Touraine olvida.

Conclusión

La izquierda trotskista considera que la unión obrero-estudiantil fue (y continúa siendo) uno de los motores de la lucha de clases y que la formación de una dirección revolucionaria es la lección fundamental para triunfar hoy.
El sociólogo hace de la derrota una virtud. Es decir, allí donde el movimiento obrero no logró ser hegemónico, Touraine nos ofrece un nuevo sujeto menos ofensivo para el capitalismo como nos presenta a los movimiento sociales en general, es decir con el proletariado diluido dentro de él, en el mejor de los casos. El atajo del neo-reformismo termina a contramano de la lucha de clases. Esa tragedia griega le tocó a Syriza y ahora Podemos en el Estado Español hace de auxilio al régimen franquista en plena crisis tras la caída de Rajoy. Nada más utópico que el neo-reformismo.
Por último, Alain Touraine le hecha a la culpa a los obreros y también a la izquierda. Dice: "la izquierda trata ahora de construir una nueva mayoría asentada en los trabajadores del llamado sector público. La Francia industrial ha desaparecido y el poco proletariado que queda vota al Frente Nacional. Y el sector público ya no es mayoritario". Muy similar a los que en Argentina tiran la bronca a los trabajadores que votaron por Macri o a los obreros norteamericanos por votar a Trump. Muy cómodo.
Sin embargo nada dice de la “extrema izquierda” en Francia. Nos referimos al caso del NPA y su campaña electoral de un obrero de la Ford. El spot decía que votar por un obrero y por un programa anticapitalista “es decirles que no queremos pagar su crisis”. Como vemos esa campaña tiene más que ver con los nuevos aires que recorren hoy al país galo que con la lección que sacó del Mayo Francés el sociólogo. Mientras tanto los trabajadores de la energía se prestan a reconectar la luz a los barrios pobres y cortarla a las empresas que despidan trabajadores, en lo que se conoció como la operación Robin Hood, un homenaje en la práctica de los propios trabajadores a sus hermanos de clase de hace 50 años.
Tan a destiempo está Alain Touraine que hasta intelectuales como Toni Negri vuelven a prestar atención al movimiento obrero en Francia. Justo el teórico del autonomismo con quien polemizó Christian Castillo, y sin embargo saludamos su solidaridad con los trabajadores ferroviarios en lucha. Si hasta intelectuales como Negri se entusiasman es porque las potencialidades del movimiento obrero deben ser enormes y sus fuerzas intactas. Por lo que se reactualiza la lección que hasta el propio Jean Paul Sartre sacó del Mayo Francés: hace falta un partido revolucionario.

Daniel Lencina
Miqueas Camiolo

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