viernes, septiembre 14, 2018

El POUM, una aproximación cinéfila



Creado en 1935 como parte de un acuerdo de unificación marxista que implicaba a todos aquellos que habían dado apoyo a la Alianza Obrera (PSOE caballerista, JJSS de Carrillo, PCE, y otros grupos menos), el POUM representa el sector más radical y crítico de una tradición revolucionaria que hunde sus raíces en la AIT marxista y anarquista, y que se forja en la crítica al estalinismo y en la defensa de Trotsky y de la vieja guardia bolchevique que comienza a ser exterminada por la burocracia estalinista por la misma época en que la oligarquía española financia la sublevación militar-fascista. Situado como Trotsky en la línea de los cuatro primeros Congresos de la Internacional comunista, de la política de frente único, el POUM será condenado por Stalin por varios motivos: porque aboga por una revolución que considera un estorbo para sus acuerdos con Francia e Inglaterra, han tratado de dar asilo a Trotsky y han criticado su liderazgo en nombre de la “democracia obrera”, un concepto en base a cual ha establecido importantes puentes con la demás organizaciones obreristas incluyendo el PCE y lo que liego será el PSUC.
Tal como se ha dicho tantas veces, es un pequeño partido pero muy influyente sobre el cual cada vez se publican más libros. 1/.
Quizás una de las maneras más asequibles para un acercamiento introductorio sea el cine, empezando claro está por Tierra y Libertad, cuyo éxito hizo clamar a Pierre Broué: “¡Hemos ganado la batalla por Andreu Nin!”. Conviene recordar que dichas referencias fílmicas existían en los algunos de los documentales sobre la guerra, pero especialmente en la casi mítica Mourir a Madrid, realizada en 1962 por Fréderic Rossif, apreciada en los medios poumistas de la época dado que rompía el “hielo” que el PCF había creado en la cultura francesa, mentas que no lo fue nada en absoluto por Manuel Fraga Iribarne, a la sazón ministro de Información y Turismo del régimen franquista y que auspició una patética respuesta titulada Morir en España y que fue dirigida por un sumiso Mariano Ozores como parte de la macrocampaña propagandista sobre los “Veinticinco años de paz” o sea 25 años después de la guerra que habían provocado contra “el comunismo y la masonería”. Por cierto, Nin lo había sido y así figuraba en las fichas policiacas.
También tuvo un peso destacado en ignotos documentales cenetistas como Entre el fraude y la esperanza, o en ¿Porqué perdimos la guerra? (1977), está última escrita y dirigida por Diego Santillán, hijo de Abad de Santillán, en la época situado en el sector más “socialdemócrata” del anarquismo (realizó encendidos elogios de países como Suecia y Suiza como modelos sociales), y que abunda en los mismos argumento que el libro homónimo del padre, por lo que cayó fatal en los medios antifranquistas que no podían aceptar su tesis central según la cual Stalin trató de controlar la zona republicana para pactar en mejores condiciones con Hitler, tesis que en el libro viene avalada singularmente por el texto escogido de Julián Gorkin. En el más famoso de todo estos documentos, La vieja memoria (1977), obra ampliamente reconocida del especialista Jaume Camino, el POUM estará dignamente representado por los rostros y las voces de Julián Gorkin y Ramón Fernández Jurado que aquí explican con rigor y sobriedad una versión de los acontecimientos en la que la actuación del estalinismo viene explicada por la política llamada de No-intervención auspiciada por las “democracias” de Gran Bretaña y por Francia (en una condición impuesta por el partido radical de Herriot al Frente Popular francés con la “comprensión” de Stalin, y por lo mismo del PCF.
También cabe registrar L’espoir pour memoire (1993), obra de Jorge Amat (hijo de un exiliado español en Francia), una serie dividida en tres capítulos para France 3, y en la que aparecen numerosos testimonios de los brigadistas, interviene Wilebaldo Solano junto con Hugh Thomas, Rafael Alberti, Santiago Carrillo, Enrique Líster. En su opinión la mayoría de los internacionales se alistaron a las milicias catalanas fue como Orwell, a través del POUM porque “era un partido marxista independiente, pero que pertenecía a una organización internacional que se llamaba el Buró de Londres, en la cual se reunían los partidos socialistas y comunistas independientes de la época, que eran muy importantes”.
El mismo Wilebaldo será el rostro y la voz del POUM en otro documental francés titulado Staline en Espagne. Une guerre civile dans la guerre civile: 1936-1939 (1996) producido a raíz del 60 aniversario de la sublevación militar contra la República, y que está centrado en las luchas internas dentro del bando republicano: el antagonismo de la CNT-FAI y el POUM, por un lado, y los comunistas afines a la Unión soviética, por otro al tiempo que recuerda a los antiguos combatientes de las Brigadas Internacionales originarios de los países del Este, fueron víctimas. Como ya es habitual, Santiago Carrillo manifiesta que desconocía las injerencias de la URSS en la guerra española. 2/
La mayor parte de estos documentales fueron producidos para el gran público (como es el caso de la británica de Granada Productions, emitida por la BBC), y tienden a establecer una línea de equidistancia entre los “los dos bandos”, y a no dedicar excesiva atención a las diferencias políticas internas en el campo republicano. En esta que conoció una gran difusión por video en la mitad de los años ochenta, y que fue asesorada por Ronald Fraser junto con dos reconocidos conservadores como Hugh Thomas y Javier Tusell, se trata de equiparar la barbarie militar con los “excesos revolucionarios”, en la mayor parte de caso tratados genéricamente, y se utiliza la denuncia de la actuación del estalinismo para desprestigiar la revolución y el comunismo. Esto resulta todavía más acentuado en una serie producida por TVE en la que era demasiado obvia la voluntad de establecer una equidistancia entre los extremos en favor de una España moderada de un lado u otro. Por otro lado, justo es señalar que la presencia del POUM por más del problema que pudo significar la presencia de Julián Gorkin quién había jugado en el desprestigiado Congreso por la Libertad de la Cultura que se había revelado como financiado por la CIA; una página ulterior a su militancia poumista sobre la cual mantuvo una fidelidad incuestionable.
El desmentido final a la campaña de calumnias estalinista lo pondría en este terreno Operación Nikolai, de Mª Dolors Genovés y Llibert Ferri. Después, en todos los trabajos documentales que le siguieron, y buena prueba de ello ha sido la serie “Zona Roja” ofrecida desde los canales autonómicos de Catalunya y Valencia, y en el que la presencia de rostros poumistas (Solano, Carmel Rosal, Víctor Alba, etc.), resulta constante de manera que las posiciones poumistas han quedado más o menos detalladamente explicadas como lo están igualmente en otros tantos documentales producidos en los últimos tiempos, como lo está en el ya clásico Asaltar los cielos…

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Si nos atenemos a los largometrajes de ficción, la lista no es muy larga, aunque sin duda algunos especialistas podrían citar incierto número de títulos en los que el POUM o algún representante suyo tengan una presencia como la tiene -por citar un ejemplo- en un capítulo de la serie Cuéntame y en la se ofrece una “bienaventurada” pincelada “conciliatoria” haciendo coincidir en una misa del Gallo a un poumista que acaba de salir de un largo presidio con un franquista “bonachón”, detalle más demostrativo del “espíritu” de una serie que se “atreve” a presentar a unos “rojos” de los sesenta-setenta como gente buena y normalita.
Así pues, sin ánimos de apurar el registro, servidor puede dar constancia de al menos un par de titulo de cierta entidad, y en los tres casos el POUM adquiere un significado metafórico en el mejor sentido del término. El primero se encuentra en la adaptación que Vicente Aranda escribió y dirigió (en 1988) de la novela de Juan Marsé, Si te dicen que caí, que obtuvo una celebridad añadida cuando fue prohibida -y editada simbólicamente en México- por la censura franquista en uno de los sus últimos estertores. Para quien no lo sepa, bueno es informar que el Guinardó, el barrio en el que Marsé contextualiza su universo literario, fue una comunidad eminentemente ácrata-poumista, y que él mismo fue un gran amigo de un personaje tan polémico y contradictorio como Víctor Alba.
Esta es una obras más sórdida y lograda del autor de Libertarias, y en su enrevesada trama destaca un personaje, Marco (interpretado por Antonio Banderas), al que su hermano, el oportunista que encarna Jorge Sanz, tiene oculto como un “topo”. Cuando Marco sale de su agujero, pregunta insistentemente con un aire trágico y sonambulesco por el Andreu Nin, por lo que cabe imaginar perfectamente que y permanecía oculto desde mayo de 1937. Cuando logra salir del agujero y trata de incorporarse a la vida, lo hace tomando parte en una partida anarquista dejando claro que él piensa de otra manera, pero que en la lucha son sus iguales. Su historia entronca con una pasión de antes de la guerra, y en la escena final, ambos consiguen escapar de una manera plenamente liberadora, como dejando atrás todo el horror que habían atravesado.
Mucho más explícita políticamente será otra adaptación, esta vez basada en la obra de Manuel Vázquez Montalbán, El pianista que llevará al cine en su “ópera prima” el director de teatro Mario Gas que también firma el guión junto con André Grall y Gustavo Hernández. A nadie le escapa que a pesar de sus controvertidas obediencias psuqueras (“leninistas” en el famoso V Congreso), Manolo siempre mostró una cierta debilidad por Trotsky y por el POUM (recordemos que tomó parte en el homenaje al creador del Ejército Rojo que la Fundación Andrés Nin organizó en 1989), debilidad que tomó un carácter claramente vindicativo en esta novela que Gas trata de “sintetizar” torpemente en un retraje de 94 minutos. Demasiado “material” literario sobre el que Gas alumbra diversas reflexiones acerca de la idea del arte (instrumento de poder y seducción), baraja conceptos como la ética, la dignidad y el compromiso, computa una parábola sobre vencedores y vencidos, triunfos individuales y derrotas morales (y viceversa) -muy a tono con el pensamiento montalbaniano de que ciertas derrotas merecen más la pena que determinadas victorias, o de que a veces el éxito encierra la peor de las derrotas, derrota doble en el caso del personaje central, el pianista Albert Rossell (Pere Ponce/Serge Reggiani), ya que, como poumista ha sufrido primero la de la revolución, y después la de la guerra y todo lo demás (con muchas semejanzas psicológicas con el incombustible Vincenç Ballester, que llegó a ser uno de los animadores de la Fundació Andreu Nin), todo lo contrario que su amigo de aventuras vanguardistas, Lluís Doria (Jordi Mollà/Laurent Terzieff), que recuerda vivamente el personaje de Dalí, que simpatizó y colaboró brevemente con el Bloc Obrer i Camperol, un tiempo que no tardó el olvidar.
Aquí habría que reseñar también…Y llegó el día de la venganza Behold a Pale Horse (1964), del cineasta antifascista Fred Zinnemann, cuyos problemas fueron mucho más allá que los propios de la censura ya que el régimen amenazó con vetar a su productora. Una conexión imaginada por Wilebaldo Solano, tomando como referente a un mítico militante del POUM, Antonio Franquesa alias “el Toni”: “En momentos en que atravesar la frontera pirenaica ilegalmente representaba una acción heroica, en el decenio 1940-1950, Antonio Franquesa, recién salido de la cárcel de Barcelona, donde estuvo preso a pesar de su extrema juventud por ser militante del POUM, se transformó rápidamente en un guía excelente. ¡Cuántos y cuántos antifranquistas perseguidos, sin distinción de tendencia, logró salvar de la cárcel o del pelotón de ejecución con sus travesías! Con una audacia que rayaba casi la temeridad, burlaba constantemente las encerronas preparadas por la Guardia Civil, a la que, muy a menudo, hacia frente. En una de estas operaciones, Antonio Franquesa cayó gravemente herido. Llevado a cuestas por sus compañeros, durante horas, a través de la montaña, fue salvado milagrosamente. Casi invalido a consecuencia de las heridas recibidas, con el rostro marcado por las trazas de las balas, su primera obsesión, una vez recuperadas las fuerzas, fue la de reanudar su anterior actividad, aún a sabiendas de que, físicamente disminuido, acabaría fatalmente por caer”.
Igualmente encontramos unos sugerentes apuntes en la última del un tanto conservador Eric Rohmer: El agente secreto (L´agent secret, Francia, 2004), aunque se trata de una referencia mínima al protagonista que acaba en una “cheka” al lado del “desaparecido” Andreu Nin en el curso del que acabó siendo el asesinato más famoso de la guerra después del de García Loca. Se trata de una película sobre la cual habría mucho que hablar

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Notas

1/ Los datos sobre estos dos últimos documentales están extraídos del libro de Magi Crusells, Las Brigadas Internacionales en la pantalla (Universidad de Castilla-La Mancha) En cuanto a la bibliografía creciente sobre el POUM, sirva de ejemplo las últimas ediciones aparecidas en Renacimiento (Retratos poumistas; El fantasma de Trotsky. España, 1916-1940), pero sobre todo en Laertes, especialmente la biografía de Andreu Nin por Pelai Pagès así como Comunismo, revolución y movimiento obrero en Cataluña 1920-1936. Los orígenes del POUM, de Andy Durgan)
2/ Todavía en 1986, al celebrar el 50 aniversario del PSUC con una exposición, sus responsables reproducían los números de Treball en los que se vertían la campaña contra el POUM sin ofrecer ninguna nota justificativa. No fue hasta 1990 que su secretario general publicó una severa autocrítica con un homenaje a Nin, actitud reproducida en un acto en el Parlament con la intervención de todos los grupos derivados del PSUC.

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