viernes, septiembre 14, 2018

Franquistas, revisionistas, Ciudadanos, “rojos” arrepentidos…

No parece que el “Manifiesto por la historia y la libertad” esté teniendo toda la repercusión que sus promotores (PP, C´s, PRISA, RAH, etc.) esperaban. “Grosso modo” te viene a decir que la Transición lo santificó todo, y convierten el llamado “Valle de los Caídos” en un “una parte del patrimonio histórico-artístico de la etapa más reciente de España”. El texto repudia todo lo que la Europa antifascista por no hablar el Sudáfrica después del “apartheid”. En su lugar asimilan la Constitución en la parte que más les interesa: la de un borrón y cuenta nueva en la que los vencedores fueron exonerados de cualquier responsabilidad y en sus puestos, ahora bajo el paraguas de una monarquía votada…por Franco.
No hay que olvidar que la clave de la Transición fue, por decirlo con palabras de Manuel Sacristán, un “cambio” que se hizo a la medida del capital financiero. Siguiendo la estrategia USA del “colchón”, ya que lo de otro Pinochet no podía ser, sobre todo después del 74 portugués. En la escenificación de este proyecto, Felipe se puso el traje de pana y asumió el discurso alternativo tal como mostró en la “moción de censura” contra Suárez. Toda la “hemeroteca” de la época habla por sí misma y se puede sintetizar en el rechazo a la socialdemocracia en nombre del “socialismo”, en el referente de Largo Caballero en el terreno de la recuperación de la memoria o en los elogios a Olf Palme que, a diferencia de Willy Brandt, había denunciado la guerra del Vietnam. Este era el discurso con el que se ganaban afiliados presumiblemente a la izquierda de un PCE que sí quería ocupar el lugar de la socialdemocracia a la italiana (PCI)…Está claro que esta representación era obligatoria dada la temperatura social del país; también servía para enmascarar las ventajas legalistas que le caían como parte de una opción “reformista” neofranquista en el que más allá del PSOE estaba la Guardia Civil según declaró un socialista vasco,
También es verdad que tenía el santo de cara: mientras que los del “comunismo” estaba cada vez claro que era otra cosa, la socialdemocracia europea acababa de pasar una fase de amplias reformas, aquello del “espíritu del 45” contado por Ken Loach; también quedaba el prestigio del “partido de los fusilados”, porque el PSOE fue el primer partido de la República. Pero ya estaban en juego el dinero y el nombre de la socialdemocracia alemana, de la mano de Willy Brandt, un “escándalo” que lo integraba ante una derecha que cargaba en sus mochilas la corrupción infinita del franquismo. Gracias al poder del SPD alemán y se coloca muy bien posicionado en la política europea sin haber pasado ni un minuto en la cárcel, teniendo en cuenta que los que las habían sufrido lo único que querían era pasar página. Nadie niega que después del montaje del 23-F se impone una auténtica ola de prudencia (“más vale pájaro en mano”), pero esto no tenia que implicar una desmovilización tan radical que convierte el “resistencialismo” en el objetivo a liquidar. Será sobre el retroceso del pueblo militante que impuso las libertades contra los “profesionales” como el laureado “Billy el Niño”, que una lista de cortesanos que no soportan las medidas que el actual PSOE trata de ampliar, y contra la cual escriben un texto refinado que bien podían haber resumido en dos palabras: “el Valle no se toca”.
Todos y todas los sabemos: “España es, después de Camboya, el país del mundo con más enterramientos en cunetas y cementerios”, tal como asegura en la película Josu Ibargutxi, portavoz de las víctimas franquistas en el País Vasco. Pero este dato es incompleto porque, a) en Camboya los desaparecidos son de un lado u otro; b) no existe un bando enterrado con todos los honores (y beneficios porque la que nos impusieron fue también una “guerra de conquista”), y c) en Camboya se celebra cualquier recuperación sea de quien sea. Esto lo ignoran –mejor: lo quieren ignorar- los “abajos firmantes” del Manifiesto revisionista. Igualmente ignoran toda la legislación sobre los “crímenes contra humanidad” (¿Qué son si no los robos de niños que se prolongaron hasta los años ochenta?, sino lo saben que pregunte en Irlanda donde la Iglesia eran prepotente como la hispana) en Europa y América Latina…No parecen saber que plataformas como la “Comisión de la verdad” se establecieron ante historias de barbarie como la llevada a cabo por los supremacistas blancos en Sudáfrica.
De la lectura del texto parece que el franquismo desapareció con la Transición, que nos dejó una herencia más que obvia en la que parece sentirse tan satisfecho. Dentro de una lectura propia de las normas neoliberales sobre los negocios, el manifiesto desprende que el Estado no tiene nada que decir sobre los más 100.000 republicanos enterrados en cunetas, ni media palabra sobre el golpe de Estado del 36 ni de sus secuelas ulteriores que, por citar un ejemplo, llevó a muchísima gente a vivir escondida temerosas de las represalias hasta los años noventa. De todo lo que dice se desprende que no hay que darle más vueltas, y que al hacerlo se actúa de manera “soviética” o sea “totalitaria”, concepto que en ningún momento aplican al franquismo…
Entre los abajo firmantes, hombres (y casi ninguna mujer), franquistas notorios (un Milán del Bosch la familia de golpistas más añeja del país, el biógrafo de Franco), neoliberales y revisionistas como Stanley Payne y Pío Moa…Pero también una franja de izquierdistas “arrepentidos”: Jorge M. Reverte, Joaquín Leguina, el antaño ácrata Fernando Savater, el antiguo tiernista Javier Nart, y uno cuantos más modernizados en la nómina de Albert Rivera. El mal está claro: es la Ley de Memoria Histórica y dan base argumental para esa “Ley de concordia” de la habla Pablo Casado, que se llamaría mejor “ley de sometimiento”. Una ley que estaría por encima de todas las leyes internacionales de crímenes contra la humanidad, un pequeño detalle que ni tan siquiera les ha parecido digno de mencionar, en cuanto a las “fosas comunes” de republicanos, ni mención. A nadie le resulta extraño encontrar entre los firmantes ministros de Franco (Gonzalo Fernández de la Mora), a “demócratas como Jiménez Losanto que sugiere bombardear Catalunya y efectuar algún atentado en Alemania), ni filibusteros de la historia (Pío Moa), etcétera. Lo único extraño (al menos hasta cierto punto) ha sido encontrar firmas que hasta hace dos días figuraban como antifranquistas. Pero está claro que han encontrado una vía de “concordia” con el franquismo por el conducto abierto por Ciudadanos.
Con todo, hasta el momento parece que su premisa (“el Valle no se toca”), les está resultando una broma pesada. De momento se han quedado con el culo al aire.

Pepe Gutiérrez – Álvarez

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