Negocio narco, estado narco
En declaraciones a la prensa, Sergio Berni aseguró que “en el AMBA se venden 200 mil dosis diarias” sólo de cocaína. Puesto en números implica un mercado de 3 a 4 millones de dólares diarios. El lavado de dinero por un negocio de semejante magnitud exige un vasto circuito empresario y financiero, sin comparación con los "dealers" que trajinan las villas y asentamientos. Es un entrelazamiento de alcance internacional. El consorcio de periodistas de investigación reveló, en 2020, que bancos como el Deutsche, HSBC, Barclays, JP Morgan se involucraron en el lavado de dinero, sin distinción de negocios de origen. De arriba hacia abajo, el circuito involucra a todo el sistema judicial y de seguridad. Sin la menor vergüenza, el mismo Berni señaló que “todos los días tenemos alguna detención de policías vinculados con el narcotráfico”, como si él no encabezara desde hace dos años a la fuerza que está en la mira de la indignación popular. En los barrios donde fueron detectadas las cuevas de los narcos, numerosos vecinos y jóvenes acusan a la bonaerense –“saben perfectamente dónde se vende la droga”. La penetración del narcotráfico en todas las capas del Estado no ocurre solo en esa provincia.
Decadencia social
El consumo de drogas es la consecuencia de un constante agravamiento de la miseria social y es su mayor expresión. El horizonte de las grandes masas se restringe de modo catastrófico, a la par del ocio y el parasitismo de la clase capitalista dominante. La circulación de opioides en Estados Unidos, provistos legalmente por las farmacéuticas, ha provocado 80 mil muertes, en su mayoría entre trabajadores de la industria. Las autoridades norteamericanas acaban de multar a algunas de esas compañías, por las muertes entre la población aborigen. No es necesario que se adultere en las cuevas –para producir la muerte, alcanza la cantidad promedio de consumo de drogas. La corriente libertina, en la derecha y en la izquierda, simplemente ha elegido ignorar que la circulación masiva de drogas es una manifestación de la descomposición capitalista. El imperialismo se ha servido del opio para someter a los pueblos de Asia. Muchos adictos costean su consumo operando en el tráfico al menudeo. La miseria social no se refiere a la falta de trabajo, pues incluye la usura del ser humano en el trabajo, de 12 a 14 horas, sin contar el transporte. El capital y sus estados no sólo "toleran" esta situación, la protegen; no sólo responde a grandes negocios, especialmente bancarios, sino a una política de desmoralización de la juventud, para destruir la capacidad de lucha.
Esta realidad refuta la campaña de magnates como Soros y publicaciones como The Economist, que señalan a la legalización del comercio de drogas como una salida racional y saludable. Es lo que sostiene también una izquierda pequeño burguesa, que vegeta en los poros de la sociedad burguesa. Ha descubierto un liberalismo tardío, que también le ha servido para rechazar las medidas sociales para terminar con la circulación comunitaria del Covid. Con considerable grosería ha descubierto la ley de la oferta y la demanda, por la cual el "mercado", y no los traficantes, regulan la circulación de la droga, y las autoridades administrativas supervisan la pureza de su contenido. La humanidad no enfrenta una deficiencia regulatoria sino la descomposición de un régimen social y la miseria existencial.
“Convivir con la droga”
No hace falta la droga adulterada para reconocer los daños cognitivos irreversibles del consumo de cocaína y de categorías aún más explosivas. Está largamente comprobado por estudios científicos. La industria farmacéutica “legal” se enfrenta a juicios interminables por intoxicar letalmente a sus clientes. De nuevo, si de opiáceos se trata, nada menos que Johnson y Johnson acaba de ser condenada luego de un largo pleito en los Estados Unidos.
Entre los partidarios de la legalización de las drogas revistan notorios magnates y grupos financieros, que quieren incorporar a su cartera de inversión al filón de los estupefacientes. El índice de cotizaciones de Morgan Stanley podría irse en este caso hacia arriba, aunque Facebook y Apple vean derrumbarse las cotizaciones en la Bolsa. El acoplamiento de la izquierda libertaria a la corriente legalista constituye la manifestación estratégica más relevante de su adaptación y eventual pasaje al sistema capitalista. Sencillamente, ha renunciado a luchar contra el régimen social que engendra las adicciones y destruye a la juventud.
En la pandemia, primero los Trump y los Bolsonaro llamaron a “convivir con el virus”, en vez de extirpar sus raíces sanitarias y sociales. Lo mismo planteó la izquierda libertaria desde un comienzo, a partir del grupo la “Sopa de Wuhan”, con la que hemos polemizado desde el inicio.
En oposición a este acomodamiento a la descomposición capitalista, llamamos a la juventud a defender la vida y la salud, por medio de una lucha de clases que tiene que ser implacable. A concentrar nuestras energías y nuestra atención en la destrucción del régimen y los intereses sociales. El sistema de salud contra las adicciones se encuentra vaciado; la cosa empeorará con la crisis en curso y el sometimiento al FMI. Combatir el consumo de drogas no es penalizar a los consumidores, sino hacer un trabajo revolucionario y socialista de esclarecimiento y organización para combatir la deshumanización capitalista.
Somos socialistas, no somos bomberos. No luchamos para emparchar un régimen social en descomposición, que quiere convertir a la sociedad en una gigantesca Unidad de Terapia Intensiva o en un crematorio de explotados.
Convocamos a la juventud a adherir con todas sus fuerzas a esta tarea.
Redacción de Política Obrera
03/02/2022
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