Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
lunes, enero 05, 2009
Una caravana que jamás se detendrá
Es enero de 1959.
El primer mes del año se abrió para los cubanos a la libertad y a la dignidad, conquistadas por pinos viejos y nuevos, con dureza de caguairanes.
Los mambises de entonces sí pudieron entrar en Santiago, y parten desde la Cuna de la Revolución, con Fidel al frente, en una invasión de paz de Oriente a Occidente, pero con los fusiles engrasados y listos, porque se sabe que el enemigo no va a dejar de acechar y amenazar y golpear.
La Patria toda hierve de fervor. Se cantan himnos. Se declaman poemas. Se gritan consignas. Se izan banderas cubanas y del 26 de Julio. Las ciudades visten de verdeolivo y millones aplauden al paso de los libertadores, como ahora, cincuenta años después, lo reeditan nuestros niños y jóvenes acompañados por veteranos de aquel histórico momento.
Camilo y Che rinden a las últimas guarniciones batistianas y esperan en Columbia y La Cabaña por la llegada del Comandante en Jefe, que se abre paso entre multitudes que lo aclaman, mientras pronuncia palabras nunca dichas en Cuba y que todos queremos escuchar.
El 8 de enero, La Habana despierta en calles y avenidas, si es que acaso ha dormido. La Caravana de la Libertad avanza lentamente. Nunca en la historia de la humanidad una columna de combatientes marchó a tan poca velocidad ni rodeada por cientos de miles de hombres, mujeres y niños de pueblo alguno.
Ya en la tribuna, entrada la noche, unas palomas caprichosas, como símbolos tremendos, se posan en hombros de Fidel, quien no vacila en preguntar a su hermano de luchas: "¿Voy bien, Camilo?".
Fidel lo advierte alto y claro: desde ahora todo será más difícil.
Y difícil ha sido este medio siglo transcurrido, de sudor y sangre, contra vientos y mareas casi siempre procedentes del Norte revuelto y brutal que nos desprecia.
Pero nuestra honda, que es la de David, ha mantenido a raya al Goliat avasallador, y aquella Caravana de la Libertad, que desde enero de 1959 jamás ha dejado de marchar, avanza ahora por otras tierras del mundo, y somos muchos más millones en Nuestra América los que vamos a continuar luchando, para que jamás se detenga esta gran humanidad, que con el ejemplo de Cuba, ha dicho basta, y ha echado a andar.
HÉCTOR ARTURO
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