domingo, octubre 02, 2016

Masacre en Alepo



El fin de semana pasado se quebró, en Siria, una de las tantas ‘treguas’ pactadas entre EEUU y Rusia. Como respuesta aparente a un “error involuntario” que dejó 70 soldados muertos del ejército sirio, como consecuencia de un bombardeo de EEUU y la ONU, Rusia y Bashar Al Assad han lanzado ataques aéreos a repetición sobre la ciudad de Alepo, que ha dejado ya más de 200 muertos y ha sembrado un terror sin paralelo en la población civil. Los corresponsales de prensa en el lugar coinciden en que la aviación de Rusia y de Siria han utilizado bombas de perforación e incluso de fósforo. Si estos crímenes de guerra fueron realizados en calidad de represalia implícita, no guardan relación ni con los autores de las muertes de tropas siria, ni con la envergadura de la masacre que ocasiona.
El gobierno de Siria había iniciado el asedio de Alepo, la segunda ciudad más importante del país, para desalojar a las llamada “fuerzas rebeldes”, que controlan más de la mitad de su territorio. El propósito del asedio era cortar las vías de comunicación a la ciudad, para reducir a la resistencia y a la población por medio del hambre. Los bombardeos sobre una población que no cuenta con capacidad de defensa antiaérea, anuncian, por el contrario, la intención de desalojar la ciudad y poner en fuga a sus habitantes. El mundo asiste impávido a una de las situaciones más crueles de una guerra reaccionaria. Los bandos que protagonizan esta guerra civil se encuentran bajo la dependencia, de un lado, del imperialismo norteamericano, la OTAN y los regímenes de Arabia Saudita y Turquía, y del otro, de Rusia e Irán, principalmente, que sostienen a la dictadura de Bashar al Assad.
En Siria se libra una guerra de carácter, por sobre todo, internacional. El pueblo de Siria no obtendría ningún beneficio ni el menor progreso con la victoria de cualquiera de los dos lados en disputa. El llamado “cambio de régimen” que impulsa el imperialismo yanqui y la OTAN significaría una salida reaccionaria a la dominación de la dinastía reaccionaria que gobierna Siria. El primer ministro de Rusia, Vladimir Putin, ha anunciado el propósito de negociar con Israel un “acuerdo de paz” apenas se logre una victoria del campo oficial, que de cualquier modo aparece lejana. Esto debería ser suficiente para quienes apoyan a Bashar al Assad en nombre del antiimperialismo. Entre Rusia y el régimen sionista se encuentra vigente un acuerdo militar, que monitorea las acciones militares de uno y otro.
Parece evidente que Rusia pretende explotar las contradicciones crecientes del campo de la OTAN, que se han manifestado con el pasaje de Turquía a una suerte de pseudo alianza con Rusia, cuando es un país de la OTAN que hasta el momento había sido el mayor exponente a favor del derrocamiento del gobierno sirio. Ocurre que Turquía, empeñada en una guerra contra la población del Kurdistán, en su territorio, se ha declarado amenazada por el avance de la nación kurda en el norte de Siria (fronteriza con Turquía) y lo mismo, en el Kurdistán iraquí. Asimismo, ha entrado en choque con EE UU y la UE, a los que acusa de haber fomentado el reciente golpe militar contra su gobierno. Hace pocas horas, la calificadora Moody’s ha rebajado a la condición de ‘basura’ la deuda de Turquía, lo que ha precipitado el derrumbe de la Bolsa de Estambul y de la lira turca. Las organizaciones turcas en Siria han aceptado la imposición de EE UU de evitar el control de la zona de frontera para no indisponer a Turquía - otra manifestación de la subordinación de los actores nacionales en el terreno a las grandes potencias.
Putin ha calculado su acción también en función del interregno político que provocan las elecciones norteamericanas, con el ingrediente de la expectativa de que un triunfo de Trump cambie los términos de la política norteamericana. El derechista yanqui no ha denunciado el bombardeo de Alepo.
Los trabajadores del mundo entero debemos movilizarnos contra las masacres que impulsan de uno y otro lado, en primer lugar, y por el retiro de todas las potencias del territorio sirio y por la libre determinación de su pueblo, así como por la autodeterminación nacional de los kurdos.

Jorge Altamira

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