lunes, septiembre 10, 2018

La Batalla de Chile: los cordones industriales y el debate sobre la toma del poder



La trilogía que tuvo la colaboración del director francés Chris Marker, el cineasta Pedro Chaskel, y la académica Marta Hanecker –entre algunos- es una pieza clave del cine político mundial, y un registro audiovisual sin precedentes sobre los últimos años del gobierno de la Unidad Popular y el golpe de Estado.

Este 2018, se han cumplido 43 años desde que Patricio Guzmán, uno de los mayores exponentes del cine documental chileno a nivel internacional, consiguiera dar vida -desde el exilio- a una de las obras fundamentales del cine latinoamericano para entender el periodo de dictaduras, “La Batalla de Chile”.
Si bien, la obra se conforma por tres partes (Primera parte: Insurrección de la burguesía; segunda parte: El golpe de Estado; y tercera parte: El poder popular), su última parte, el poder popular, tiene un interés particular, ya que en ella se concentra, por un lado, el registro histórico del proceso evolutivo de la conciencia de clase por parte de los cientos de miles de trabajadores en todo el país, y por otro lado, el tensionamiento del régimen entre la derecha y la unidad popular, y la potencialidad que adquiere el movimiento obrero, el cual amenaza con rebasar la legalidad burguesa.

Polarización en el régimen y el ataque de la derecha

La película comienza con el paro patronal de transportistas de octubre de 1972. La derecha busca desestabilizar al gobierno de Allende, y hacerlo caer antes de las próximas elecciones parlamentarias. Con la ayuda de la CIA norteamericana, la burguesía ataca desabasteciendo los distintos stocks del país, y bloqueando la importación de repuestos industriales provenientes desde Estados Unidos.
Por otra parte, se han implementado una serie de reformas que han llevado a que el presidente Allende y el gobierno de la UP, cuente con un fuerte respaldo de la población. La nacionalización del cobre, la estatización de los bancos, y la profundización de la reforma agraria, han sido ejes centrales en la política del gobierno hacia amplios sectores populares.

El rol reaccionario de la Democracia Cristiana

No obstante, un gran miedo comienza a gestarse dentro del régimen. La Democracia Cristiana -quien jugará un papel golpista en el futuro- intentará invalidar constitucionalmente al presidente Allende, al sentir que la legalidad comienza a ser sobrepasada por los movimientos sociales. Una forma de conciliar con la Democracia Cristiana, será a través de la conformación del gabinete cívico-militar, el cual tendrá supuestamente como objetivo restituir el orden, en el periodo de polarización en el que se encuentra la población. Este será el primer indicio de que la realidad misma, irá empujando al gobierno de la UP a frenar la efervescencia de los sectores más activos de trabajadores, y poder conciliar con los sectores más conservadores de la DC.

La emergencia de los cordones industriales frente a la crisis económica

Una respuesta a esta coyuntura fueron los llamados “Cordones industriales”, organismos embrionarios de poder obrero, que frente al desabastecimiento, la inflación y el bloqueo económico, supieron dar respuesta desde los propios sindicatos y lugares de trabajo, a las necesidades de la población. Es al calor de la lucha contra la derecha que nace el Cordón Cerrillos, un conjunto de más de 250 fábricas del sector Sur de Santiago, y que frente a la experiencia del paro patronal de Octubre, ven en la auto-organización de los trabajadores y la independencia de los patrones -que han abandonado los lugares de trabajo- una respuesta directa a la crisis abierta. Así hasta mediados de 1973, se habrán creado alrededor de 31 Cordones Industriales en todo el país, perteneciendo 8 de ellos solamente a Santiago.
Será por medio del poder de los cordones industriales, que en conjunto con los Comandos Comunales -comités de coordinación territorial- sirvan como un puente que permita dar solución a la alimentación, la salud, la educación, transporte, etc. Será desde los mismos cordones industriales donde se formarán comitivas de trabajadores, dedicadas a ayudar a campesinos y trabajadores del sector rural a la apropiación y toma de terrenos, esto sin embargo obstaculizados por la barrera del carácter del estado burgués que aún se mantiene.

El valor de la cinta y el debate estratégico que encierra

La importancia del film es inconmensurable y, si bien, la obra de 4 horas y media cobra vida en su trilogía, la tercera parte encierra un debate fundamental, entorno a los balances y lecciones de la izquierda en Chile de aquellos años, que se desprenden de los distintos momentos registrados.
Es así como podemos ver en casi 1 hora y media de grabación, marchas multitudinarias, tomas de fábricas y terrenos, calles desbordadas por los movimientos sociales que salen a exigir sus derechos. Trabajadores, pobladores y estudiantes, quienes mancomunadamente salen al combate de las células fascistas que comienzan a emerger, junto con la ofensiva derechista que busca atacar las conquistas conseguidas por los trabajadores y el pueblo.
Pero es en esta situación de polarización, que también podemos ver las distintas visiones y posiciones, que van entrando en contradicción a medida que comienza a agudizarse aún más el conflicto, y la crisis comienza a golpear con más fuerza a los trabajadores, donde se vuelve impostergable el debate sobre la toma del poder.

Los cordones industriales y la toma del poder

La obra de Patricio Guzmán, es fundamental para poder entender el cine documental latinoamericano de denuncia, y que en este caso concentra los últimos momentos del gobierno de la Unidad Popular, hasta el Golpe de Estado.
Es en la tercera parte “El poder Popular”, que a través de las declaraciones y tomas de distintos trabajadores y trabajadoras, comienza a palparse la necesidad de la toma del poder. Es por medio de la experiencia desarrollada a través de los cordones industriales -organismos que antes del paro patronal de los camioneros no existía- que los mismos trabajadores pasaron a desarrollar este germen de poder obrero, comenzando a extenderse por todo lo largo y ancho del país, cuestionándose el carácter del estado. Fundos y terrenos tomados por comitivas del Cordón Vicuña Mackenna, articulación del Cordón Cerrillos con el Comando Comunal del sector. Fábricas abandonadas por los patrones y puestas a funcionar por los mismos trabajadores, quienes solidarizaban –desde los sindicatos- con las Juntas de Abastecimiento y Precios. Tractores y máquinas de distintas fábricas, trasladando decenas de trabajadores, para contrarrestar el paro de los transportistas. Piezas y herramientas creadas por los mismos obreros frente al bloqueo económico de EE.UU. Los trabajadores han salido a la ofensiva y la polarización es prácticamente insostenible.

La importancia del legado histórico

Es este legado -del cual se tiene muy poco conocimiento- fundamental rescatar, y traer aquella experiencia de más de 31 cordones en todo Chile, al presente. Y que el nombre del Cordón Cerrillos-Maipú, Cordón Vicuña Mackenna, Cordón Huachipato –por nombrar algunos- reverberen en la cabeza de los miles de trabajadores que hoy salen a luchar junto con los estudiantes, en contra de los empresarios, los políticos corruptos y toda la herencia de la dictadura, cuya bota fascista tiñó de sangre un 11 de Septiembre de 1973.

Edson Elgueta
Valparaíso, Chile

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