martes, junio 02, 2020

La Revolución de Mayo y la Independencia



Antes de mayo

Los primeros habitantes de nuestro continente vivieron miles de años de la caza, la pesca y la recolección de hierbas y frutas, y por lo tanto en el nomadismo.
Sólo en unas pocas regiones como la Andina y Centroamericana superaron esta etapa y domesticaron el maíz y algunos camélidos. Aumentaron así la escala de la producción de los bienes básicos para la subsistencia y en consecuencia se hizo más compleja su estructura social con la división del trabajo, la aparición de clases privilegiadas y la explotación de la mayoría por parte de la estructura estatal, en un sistema similar al modo de producción llamado asiático o despotismo comunal.
De todas maneras, y pese a sumar decenas de millones de habitantes, no pudieron defenderse ante la llegada, a partir de fines del siglo XV, de unos pocos miles de españoles ante los cuales se encontraban en gran desventaja. Ninguno de los pueblos americanos trabajaba el hierro ni poseía animales de tiro, no utilizaban la rueda, además de no poder enfrentar las armas de fuego, el uso militar del caballo, las nuevas enfermedades y plagas ante las que carecían de defensas y una política astuta de los invasores que dividieron a los nativos aprovechando rivalidades y conflictos internos. Fueron diezmados por las guerras, las enfermedades, el hambre y la explotación. El saqueo de los recursos continentales se hizo en una escala nunca vista antes.
España incorporó estas regiones, de esta manera violenta, al mercado capitalista europeo. Y cumplió con ese papel pese a que su desarrollo capitalista interno era muy pobre y subordinado a las potencias industriales y comerciales europeas, principalmente Inglaterra y Francia. Desempeñó un rol de intermediaria en el intercambio de materias primas americanas extraídas a gran escala (fundamentalmente metales preciosos, cuero y algunos cultivos) por los productos industriales que las potencias capitalistas necesitaban colocar. Se desarrolló entonces lo que se ha llamado ¨capitalismo colonial¨.
Por supuesto que este gigantesco saqueo y explotación no fueron aceptados mansamente. Periódicamente se producían levantamientos de esclavos, rebeliones de los pueblos indígenas, alzamientos de criollos y hasta de españoles postergados. Pero fue recién hacia finales del siglo XVIII cuando una serie de acontecimientos mundiales permitieron que las colonias de América consiguieran su independencia en las décadas siguientes.

Guerras y revoluciones en Europa y América

El desarrollo de la economía capitalista europea chocaba con los límites de una superestructura estatal y jurídica con distintos grados de supervivencias feudales, según cada país: clases nobles parasitarias, fronteras interiores, impuestos y limitaciones al comercio, etc. Pero el poderoso desarrollo de las fuerzas productivas que impulsaba el naciente capitalismo (y en el que tuvo importancia fundamental la colonización de América: en acumulación originaria de capital y en la expansión global del mercado) iba deshaciendo esas barreras feudales. Y, como en todo proceso, esta superación de los restos superestructurales del feudalismo no se daba de manera gradual y tranquila, sino con fuertes choques, enfrentamientos sociales y guerras.
Las contradicciones se acumulaban y cuanto más se demoraba la demolición de la herencia feudal, más violento y furioso se volvía el conflicto cuando estallaba, y mayor proporción de la población se veía involucrada. Francia se convirtió en el centro y modelo clásico de la revolución burguesa desde la toma de la Bastilla en 1789, con sangrientos enfrentamientos entre clases y una guerra que comenzó como defensiva y se extendió por toda Europa movilizando masivamente a amplias capas de la población propia y extranjera. Un movimiento continental basado en la posibilidad de conseguir derechos económicos, sociales y políticos, bajo las banderas de igualdad, libertad y fraternidad. Se abría la posibilidad de conseguir la tierra, la igualdad legal (Declaración de los Derechos del Hombre), derechos frente al poder (Constituciones) y la participación política (Asamblea). Amplias masas populares se liberaban de una servidumbre de siglos y soñaban con tomar el destino en sus manos.
Años antes las colonias inglesas de Norteamérica se rebelaron contra la dominación de Inglaterra. La gota que colmó el vaso fue una serie de nuevos impuestos destinados a solventar los enormes gastos militares del imperio británico. Las protestas se convirtieron en acción directa (hundimiento de barcos comerciales) y se extendieron al reclamo contra el monopolio comercial y por derechos políticos. La represión inglesa llevó a una guerra de varios años que involucró a Francia y a España (cuyo apoyo a los colonos contradictoriamente favoreció uno de los más fuertes antecedentes para la independencia de sus propias colonias). En 1776, los EEUU declararon la independencia, estableciendo un modelo federal, republicano y con elementos democráticos, avanzados para la época, en la constitución de 1787.
En España, la corte de Carlos III se enfrentaba a una situación sin salida. Frente al atraso y la decadencia era necesario introducir algunos cambios. Pero salir de la inercia de siglos no era fácil y además abría la puerta a que las contradicciones acumuladas explotaran e hicieran inmanejables los rumbos que tomaría la situación. Entonces probaron con un doble movimiento.
Por un lado un intento de modernización que promovía cierta industrialización y educación práctica (formación en ciencia y técnica), lo que llevó a fuertes choques con sectores conservadores, como los eclesiásticos que monopolizaban la educación y la mantenían dentro de una tradición de lo más ortodoxa. Hubo rebeliones y los jesuitas fueron expulsados del reino y las colonias.
Y por otro un incremento del centralismo, del control y la opresión para evitar los efectos no deseados de la ¨apertura¨. Lo que tuvo graves repercusiones en las colonias y originó en 1780 la mayor rebelión hasta ese momento. Encabezados por un descendiente de los incas, Túpac Amaru, miles de indígenas y mestizos se levantaron contra la brutal explotación de siglos en minas, haciendas y plantaciones, en una amplia región que abarcaba desde el norte argentino hasta la actual Colombia. Pretendían el fin de la esclavitud y la servidumbre y la devolución de la tierra. Sostuvieron el enfrentamiento durante meses pero fueron masacrados.

Acontecimientos en el Río de la Plata

Esta región, que había estado relegada por España por no poseer metales ni mano de obra dócil y abundante como otras de América, prosperó en base al contrabando (mediante una ruta comercial que evadía el control del monopolio metropolitano) y a las ventajas naturales para el desarrollo de la ganadería bovina. La nueva política española decidió entonces jerarquizar la región formando un nuevo virreinato en 1776, en un intento de controlar el comercio ilegal y la producción, fundamentalmente de cuero y otros productos de las diversas regiones interiores. La creación del virreinato potenció al puerto de Buenos Aires como cabeza administrativa y en su importancia económica.
Los intereses vinculados al contrabando con Inglaterra, Francia y Portugal hermanaban a los hacendados (ganaderos) y a los comerciantes del puerto. A estos se sumaba una generación de intelectuales (abogados y economistas como Moreno, Vieytes y Belgrano) formados en las nuevas ideas, que aspiraban reformar la sociedad y modernizar la economía mediante el desarrollo de la agricultura y la industria y que eran enemigos del comercio monopólico. La ambición de cargos gubernamentales de una parte de estos jóvenes no debe ser descartada como factor que incidió en el proceso independentista.
Algunos hechos externos vinieron a exacerbar las contradicciones y aceleraron las definiciones. La derrota naval de España en 1805 dificultó su intermediación comercial y dejó dueña de los mares a Inglaterra que se instalaría en el Río de la Plata durante largos meses. La incapacidad de las autoridades españolas para rechazar las invasiones inglesas aumentó su desprestigio, y permitió la aparición de milicias que se encargaron de la defensa y la reconquista exitosas. Este avance de la participación popular (elegían sus comandantes en asamblea) potenció el fondo de descontento contra las autoridades coloniales. La sociedad se politizó y el cabildo (representación de los vecinos acomodados) tomó protagonismo, desplazando al virrey Sobremonte y nombrando al jefe militar Liniers.
La invasión napoleónica de España cambió las alianzas: los británicos dejaron de ser enemigos y se aceptó cierta libertad de comercio. El descontento social ahora era generalizado. Los sectores ligados al monopolio se sentían desplazados. La asonada de Alzaga, del 1 de enero de 1809, fue derrotada y los regimientos españoles que lo apoyaron, disueltos. Los que aspiraban a mayores libertades vieron la oportunidad de avanzar, las masas continuaban bajo la explotación y las rebeliones sociales de Chuquisaca y la Paz en mayo de 1809 fueron reprimidas militarmente por las tropas españolas.

Una semana que quedó en la historia

La caída de la junta de Sevilla (último gobierno español ante el avance de José Bonaparte) provoca un vacío de poder en toda América. El virrey Cisneros propone el viernes 18 crear una regencia americana, formada por los distintos virreyes, en nombre de Fernando VII. El sector porteño más avanzado exige la convocatoria a un Cabildo Abierto, aduciendo la ilegitimidad de Cisneros con la caída de la Junta de Sevilla que lo había nombrado. Los pedidos de Cabildo Abierto se multiplican el sábado Se destaca el protagonismo de Saavedra (jefe militar del principal regimiento porteño, los Patricios), Belgrano y Castelli.
El domingo 20 Cisneros reunió a los jefes militares y les pidió su apoyo ante una posible rebelión, pero todos se rehusaron a brindárselo. Para el lunes 21 el pedido de Cabildo Abierto se masifica en la plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo). Los cabildantes aceptan convocarlo para el 22.
De los 450 invitados sólo concurrieron 251. La discusión se extendió más de cuatro horas. La presión popular se ejercía desde la barra y desde la plaza. Los españoles reivindicaban su derecho a gobernar sobre los americanos. Juan José Castelli contesta que habiendo caducado el poder real, la soberanía debía volver al pueblo que podía formar juntas de gobierno tanto en España como en América. Los españoles tratan de ganar tiempo solicitando se consulte a los demás cabildos del virreinato. Juan José Paso dijo que había que formar inmediatamente una junta de gobierno y no perder más tiempo. Todos acordaban en que debía formarse un nuevo gobierno pero discutían sobre quiénes lo conformarían y cómo sería electo. Castelli propuso una junta de gobierno elegido por medio del voto popular. Y Saavedra, que fuera designada por el Cabildo. Pero muchos de los integrantes del mismo, españoles, seguían apoyando al virrey.
El miércoles 23 el virrey renuncia y el Cabildo asume el gobierno provisional. Y el 24 designa una junta presidida por el virrey, ignorando la voluntad popular. Las milicias y diversos grupos populares reaccionan. Esa noche una marcha encabezada por Castelli y Saavedra obtiene la renuncia de Cisneros. Se convoca a un nuevo Cabildo para el viernes 25.
Varios grupos de vecinos y milicianos se concentran desde temprano frente al cabildo. La lluvia y el frío atentan contra la participación popular. Adentro las discusiones se extienden. Las tropas no están dispuestas a sostener a la junta del virrey. Se elije una nueva, formada por criollos: el presidente era Cornelio Saavedra, Mariano Moreno y Juan José Paso, sus secretarios; fueron designados seis vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, el militar Miguel de Azcuénaga, el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu. Esta llamada Primera Junta queda en la historia como ¨primer gobierno patrio¨.
Aunque la junta asume ¨a nombre de Fernando VII¨, muchos historiadores sostienen que esto sólo era una táctica para ganar tiempo y poder organizar una resistencia frente a la inevitable reacción militar de los españoles. Lo cierto es que Inglaterra, principal beneficiada del libre comercio en la región, era transitoriamente aliada de España contra Napoleón y no podía avalar abiertamente la independencia.
Montevideo, Córdoba, Asunción, Santiago de Chile y las ciudades del Alto Perú se mantenían en manos españolas. Pero en toda América se producían en estos meses movimientos similares al rioplatense: México, Venezuela, Bolivia…

Tareas Pendientes

La Primera Junta enviaba ejércitos, milicias y guerrillas integrados por gauchos, mestizos y negros, que contaban con la simpatía de amplios sectores plebeyos (dispersos y sin programa), contra la reacción española. Este apoyo permitió el triunfo militar de fuerzas más débiles, mal organizadas y sin experiencia frente a los experimentados ejércitos regulares españoles, que además contaban con colaboración de los sectores más acomodados del interior. Esos mismos sectores que luego frenarían las reformas económicas y sociales.
Al mismo tiempo, entre la filas del movimiento se iba diferenciando un ala avanzada que propugnaba reformas sociales, políticas y económicas. Moreno (reparto tierras en la Banda Oriental, propuesta de confiscar grandes fortunas y nacionalización de minas), Castelli (decreto de liberación de indígenas en Tiahuanaco del 25/5/1811), Belgrano (desarrollar la agricultura y la industria) y algunos otros se manifestaban contra los privilegios y títulos, por reformas profundas y contra la explotación. Artigas, con gran influencia en todas las provincias del litoral, proponía un reglamento de tierras en 1815. Más adelante Dorrego propondrá un modelo federal, con elementos republicanos y democráticos tomados de la constitución de los EEUU.
Sin embargo la debilidad de la base de sustentación social en las grandes ciudades demoró o diluyó estas transformaciones más o menos profundas. No existía una burguesía industrial, preocupada por un mercado interno de dimensiones amplias (no sólo locales) como las burguesías nacionales europeas. La burguesía rioplatense era fundamentalmente comercial y ganadera, enfocada a la exportación y al consumo de bienes europeos. Sus intereses y compromisos le impedían avanzar en la modernización de la economía, en el reparto de tierras, en la concesión de derechos a las masas
Los mencionados sectores intelectuales avanzados (que habían adquirido cierta autonomía de las clases en disputa) dieron la batalla y consiguieron aprobar en distintos momentos algunas reformas, que pretendían impulsar desde arriba, desde el estado. En 1810 se lograron eliminar los títulos y distinciones de nobleza y se expropió a los españoles y se llevaron adelante algunas reformas económicas y educativas. En la Asamblea del año XIII, la libertad de vientres, la abolición de la servidumbre, prohibición de tormentos, establece los símbolos nacionales y la moneda. Y el Congreso de Tucumán desde 1816 declaró la independencia de las provincias unidas del Río de la Plata y sancionó la Constitución de 1819.
Si bien se declaró la libertad de todos los que nacieran en estas tierras, la esclavitud sería abolida definitivamente 40 años después. La servidumbre perdura en legislación laboral de peones rurales y trabajadores domésticos. La unidad del país en 1860-1880. Los derechos políticos democráticos fueron avanzando de revolución en revolución: las constituciones con avances y retrocesos (1819, 1926, pactos y acuerdos entre provincias, 1953, diversas reformas, 1949, golpe de 1955, otros golpes militares, 1994), el voto universal masculino en 1912, voto femenino en 1949. El modelo agroexportador y la fragmentación de Latinoamérica continúan como entonces.
De todas maneras, la burguesía nacional tampoco garantizó la realización de las tareas democrático nacionales de manera consecuente en muchos de los países europeos, donde aún hoy persisten monarquías e irresueltos conflictos nacionales (Irlanda, España, Balcanes).
Sólo la clase obrera, acaudillando a los sectores populares postergados, será capaz de cumplir las tareas pendientes planteadas por los revolucionarios de Mayo, barrer toda la vieja basura al tacho de la historia y realizar la unidad continental en una sociedad igualitaria bajo una federación socialista latinoamericana.

Sergio González

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