Si bien Pelosi no es la primera funcionaria en visitar la isla desde los acuerdos con el Partido Comunista de China con EEUU, que se comprometió a mantener únicamente relaciones informales con las autoridades de Taiwán y mientras, por otro lado, la Casa Blanca dice que todavía se guía por la política de la China única, la visita de Pelosi constituye un paso más en el rumbo de preparar una guerra contra China. Claramente es un intento de poner a prueba la tolerancia y respuestas del PCCh. Seguidamente, países auxiliares de EEUU, como el Reino Unido y Lituania anunciaron también que enviarán delegaciones a Taiwán siguiendo el ejemplo de Pelosi (The Guardian 1/8).
Los movimientos más grandes que puede hacer EEUU sin embargo se están cocinando en el Congreso, precisamente presidido por Pelosi. Hay una serie de leyes que se están discutiendo, principalmente el Menendez Bill, que alteraría fundamentalmente la política norteamericana con respecto a Taiwán y que en la práctica entierra los compromisos con China para avanzar decididamente a una política separatista en Taiwán (Responsible Statecraft, 1/8). Como parte de este proyecto de ley, se contempla armar a Taiwán hasta los dientes de una manera que, de nuevo, infringe todos los acuerdos existentes y tomando como ejemplo el modelo israelí (Defense News, 2/8). Sucede que Taiwán tiene un valor geoestratégico tanto para la República Popular de China como para EEUU; para los primeros se trata de una puerta al Pacífico mientras que para los segundos es un eslabón central de la Primera Cadena de Islas (junto con Japón y Filipinas y otros), cuyo propósito es bloquear y eventualmente aislar a China de las rutas marítimas por las que trae buena parte de materias primas, petróleo, etc. EEUU necesita evitar a como de lugar la ´reunificación´ entre Taiwán y China, que ya son en gran medida interdependientes económicamente (aunque en diferente grado, la economía de la isla es 20 veces más chica que la de China continental).
Esta crisis viene acompañada de una escalada militar que recuerda a episodios previos, pero la escala por sí misma de los despliegues la hacen más grave. En los días previos a la visita de Pelosi, la Armada de EEUU posicionó en las aguas adyacentes entre el este de Taiwán y entre Japón y las Filipinas, a los buques de asalto anfibio USS Essex y USS Tripoli (que además sirven como ´mini portaaviones´) y los ´súper portaaviones´ USS Abraham Lincoln y el USS Ronald Reagan (USNI, 1/8), además de sus respectivas escoltas de destructores, cruceros y submarinos. Por su parte, los chinos hicieron a la mar a sus propios portaaviones, el Lianoning y el Shandong (Global Times, 2/8). En paralelo, comenzó una concentración de tropas terrestres a gran escala en las ciudades de la provincia de Fujian, la más cercana a Taiwán, sus playas y las calles están atestadas de tanques, tropas y vehículos blindados (Express, 2/8). Con Pelosi ya en tierra, China declaró el inicio de ejercicios militares a gran escala, incluyendo tropas terrestres, aéreas y marítimas. El Comando del Teatro Oriental ha anunciado que los ejercicios navales (que ya han comenzado y durarán unos días) tendrán lugar en seis zonas que rodean completamente la isla principal de Taiwán, prácticamente un bloqueo naval, y al mismo tiempo serán los más cercanos a sus costas que se tenga memoria (People´s Daily, 3/8).
Al momento de escribir estas líneas, es muy poco probable que el gobierno chino use estos ejercicios como cobertura de operaciones militares reales (como sí hicieron los rusos a principio de año), pero representan una respuesta muy dura a la provocación estadounidense.
Leib Erlej
04/08/2022
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