sábado, diciembre 28, 2013

30 años de democracia… al servicio de los ricos



¿Cuál fue el origen y qué tipo de democracia se instauró en 1983?
Para contestar esta pregunta tenemos que hacer un poco de historia.
Los medios de comunicación y el gobierno, han realizado actos, suplementos, programas especiales festejando los 30 años de democracia, mostrándonos que los militares entraron en crisis con la guerra de Malvinas (abril-junio de 1982), pero sin referirse a lo transcurrido hasta el 10 de diciembre de ese año, cuando Alfonsín ganó con el 52,8% de los votos.
La dictadura militar instaurada con el golpe del ’76 sobre 30.000 desaparecidos, miles de detenidos, torturados y exiliados, perseguidos, hijos apropiados, provocó un corte histórico con la experiencia que habían comenzado los trabajadores con el peronismo entre 1973-75. Este régimen militar que venía a parar este proceso e imponer el plan económico dictado por el imperialismo, fue una verdadera contrarrevolución. El movimiento obrero resistió a la dictadura desde 1977 y en abril de 1979 realizó un paro general. En ese año, la crisis económica, social y política se profundizó y en 1981-82, con la crisis económica mundial, la clase media comienza a pasarse a la oposición. El 30 de marzo de 1982, una movilización convocada por la CGT por reclamos salariales y contra la dictadura fue fuertemente reprimida. Luego de esta movilización, la dictadura planta bandera en Malvinas para represtigiarse frente a la población, sin contar con la reacción del imperialismo, de forma aventurera y sin tocar los intereses de las empresas imperialistas agresoras en el país. La derrota de Malvinas al mismo tiempo que fortaleció al imperialismo y significó nuevas cadenas para la opresión nacional, terminó de desprestigiar a las FF.AA. frente a las masas. Los sucesivos gobiernos no pudieron utilizarlas para reprimir a las masas hasta el 4 de octubre de este año, cuando en Río Gallegos, Santa Cruz, una fuerza coordinada de Gendarmería, Prefectura y la Armada (a quien pertenecían las tierras), encabezada por Berni, desalojó brutalmente a miles de personas carentes de vivienda.
La derrota en la guerra a manos del imperialismo, fomentó la ideología en la población de que “al imperialismo no se lo puede enfrentar” (luego reflejado, por ejemplo, en que “no se podía dejar de pagar la deuda externa”). Idea refrendada por la UCR que con Alfonsín trabajó por la “desmalvinización”, calificando a la guerra como un “carro atmosférico”.
El período ausente en relato de los medios y los partidos patronales es el transcurrido entre la derrota militar de Malvinas, las luchas de las masas contra la dictadura, la crisis de gobierno durante una semana y el pacto cívico-militar entre la Multipartidaria (formada por el PJ, UCR, la Democracia Cristiana, el Partido Intransigente y el PC) y los militares. Este pacto le permitió al genocida Bignone presidir la transición y que éste le entregue el poder “de forma ordenada” a un régimen democrático burgués, permitiendo salvar a la dictadura (con la ayuda de la burocracia sindical) de una caída abrupta en manos de los trabajadores y el pueblo.
Esta política de “transiciones a la democracia”, fue implementada por el imperialismo desde la revolución portuguesa de 1974, sobre todo después de la derrota de EE.UU. en Vietnam. De distintas formas se implementaron aperturas o desvíos de las dictaduras implantadas en los ’70 en Latinoamérica (ver Juan Chingo y Laura Lif, “Transiciones a la democracia”, EI Nº 18, 2000 y Gabriela Liszt, “Historia y balance del MAS argentino”).
El 16 de diciembre de 1982, la Multipartidaria convoca una movilización a Plaza de Mayo para ratificar que Bignone llamaría a elecciones para... octubre de 1983 (a la que no concurrió el MAS).
Del acuerdo cívico-militar surgió esta democracia para ricos, que intentó salvar a los militares de una debacle (como hizo Alfonsín con el Punto final en 1986 y en el ’87 en Semana Santa con la Obediencia Debida). Por otro lado, los partidos patronales tradicionales, el PJ y la UCR, necesitaban recomponerse, ya que habían quedado maltrechos por su participación con cargos durante la dictadura. Entre junio de 1982 y diciembre de 1983, hubo una transición pactada entre los partidos (menos el PST y el PO) hacia una “apertura democrática”. Es decir, crearon ilusiones en las masas que las elecciones democráticas instaurarían un régimen que resolvería sus problemas, y así desviaron las tareas que tenían que tomar los trabajadores en sus manos: terminar de derrotar al ejército, abrir los archivos de la represión, crear sus organismos independientes que tiraran por la borda a los partidos patronales, barrer con la burocracia sindical y levantar un programa de alianza entre los trabajadores y el pueblo. Una Asamblea Constituyente durante la crisis de la Junta militar hubiera sido un camino para ello. Pero ni siquiera la izquierda, aunque pequeña en ese momento, como el PST (antecesor del MAS), tuvo esta política ya que consideraba cumplida la “primera etapa de la revolución”, o Política Obrera (antecesor del Partido Obrero), que llamó a concurrir al acto (¡para cambiar su contenido!) donde Juan Pablo II pidió la “paz” a la Argentina, o sea, la rendición frente a Inglaterra.
Cualquiera que haya vivido esta “apertura”, sintió la diferencia entre la dictadura antes y después de Malvinas. Durante el gobierno de Bignone, comenzaron a abrirse locales partidarios a los que afluían militantes; las marchas de las Madres eran cada vez más grandes; el arte antes prohibido comenzaba a florecer. Pero no estaba dicho de antemano (aunque aún pesaba la derrota de 1976), que no se pudiera luchar en contra de este desvío levantando: ¡Abajo el gobierno de Bignone sostenido por la Multipartidaria! (ver “Historia…”, op. cit.) y que, por el contrario, se aceptara las elecciones llamadas por la burguesía como un triunfo de las masas (Ver Nahuel Moreno, “Argentina: una revolución democrática triunfante.1983”, Escuela de cuadros, Crux ediciones, 1992). De ese acuerdo cívico-militar surgió esta democracia al servicio de los ricos que garantizó y aumentó considerablemente el pago de la deuda externa al FMI y otras instituciones imperialistas a costa del pueblo.
Una democracia que impidió que se juzgaran a todas las fuerzas represivas del Estado, y que a través de la CONADEP (presidida por el escritor Sábato) se juzgara sólo a las tres juntas militares, en el marco de la teoría de los “dos demonios”. Es decir, se ponía al mismo nivel el terrorismo de Estado con los dirigentes guerrilleros que (a pesar de que no acordamos con sus métodos y estrategia) luchaban contra el orden existente. Todos los gobiernos desde entonces, intentaron reconciliar al pueblo con las FF.AA.
Para el PTS, 1983 fue el triunfo de la política del imperialismo de las transiciones a las democracias burguesas, que instauró una democracia que luego profundizó las derrotas del movimiento obrero y de masas con las políticas “neoliberales” (privatizaciones, fortalecimiento de las fuerzas represivas, pago de la deuda a costa de los trabajadores, etc.) que aunque en crisis, aún sufrimos hasta nuestros días.

Gabriela Liszt

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