Sudáfrica, además de aplicar un sistema de segregación racial dentro de su propio territorio durante muchas décadas, cumplió un papel de potencia colonialista y ocupante en el país vecino de Namibia. Éste fue una colonia alemana hasta el fin de la Primera Guerra Mundial. Al perder el país germano la guerra sus colonias africanas pasaron a otras manos imperiales. Namibia, por mandato de la Sociedad de Naciones, le tocó en suerte a Sudáfrica, cuyos dirigentes no se contentarían con “administrar” el territorio sino que procuraron gobernarlo como si de una provincia suya más se tratase y en donde acabarían por imponer el mismo régimen de “apartheid” que fueron diseñando para su propio país. La población negra namibia fue de este modo segregada y apartada de cualquier foco de poder o influencia política, económica, social o cultural.
Mientras este dominio sudafricano sobre Namibia se reforzaba el resto del continente comenzaba a despertar a la independencia; las colonias portuguesas entre ellas. En una éstas, Angola, tres movimientos armados lucharían contra el imperio portugués: el Movimiento para la liberación Popular de Angola (MPLA), el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) y la Unión Nacional para la Independencia Nacional de Angola (UNITA). Antes de acceder a la independencia acordada con el nuevo gobierno portugués surgido de la Revolución de los Claveles, la guerra civil estalló entre los tres movimientos. Los dos últimos apoyados por Zaire, EE.UU. y Sudáfrica, temerosa esta última de que un grupo que se declaraba marxista-leninista, y por supuesto anti-apartheid, acabara por instalarse al norte de la frontera de Namibia, considerada por Sudáfrica como su propia frontera. Por el contrario al MPLA lo apoyó militarmente un país pequeño y acosado:
Cuba, cuya intervención resultaría decisiva en la derrota de las tropas sudafricanas, las cuales invadieron Angola el 14 de octubre de 1975. Este fracaso no sólo fue el de un país colonialista e imperialista, sino también el de un régimen racista que intentaba expandir y consolidar su modelo supremacista blanco, tal y como estaba haciendo en Namibia, con el inestimable apoyo de los EE.UU. Así mismo, esta derrota fue muy importante desde el punto de vista psicológico, puesto que por primera vez en muchos años un ejército blanco era vencido por soldados negros (cubanos y angoleños), sufriendo de este modo el mito de la superioridad racial un fuerte golpe en todo el África austral. Entre otros sitios donde la influencia de esta victoria cubano-angoleña se hizo sentir destacaba Rodhesia donde, al igual que en Sudáfrica, se había implantado por parte de la minoría blanca, un sistema de segregación, sistema contra el que una guerrilla negra luchaba desde hacía años. La derrota sudafricana supuso un acorralamiento internacional de la Rodhesia blanca y racista e influyó en la firma de los acuerdos de Lancaster House (1979) que posibilitarían más adelante el fin de la guerra y el del “apartheid” década y media antes que en Sudáfrica, así como el nacimiento de la moderna Zimbabue (1980). De la misma manera, la victoria de Angola supuso para la guerrilla namibia que luchaba contra el dominio sudafricano el nacimiento para ella de un refugio seguro en la ex colonia portuguesa y con él, un reforzamiento de su lucha.
Ni que decir tiene que el gobierno sudafricano se oponía con todas sus fuerzas a la independencia de su colonia, y una de las maneras de luchar contra la resistencia namibia eran las continuas y repetidas incursiones de su ejército en territorio angoleño para atacar a aquélla y a su aliado, el ejército angoleño. Así, en septiembre de 1987 Sudáfrica lanza una ofensiva contra Angola, en el transcurso de la cual consiguió acorralar a las fuerzas armadas de este país en la localidad de Cuito Canavale. Acosadas y en peligro de ser derrotadas, de nuevo Cuba decidió ayudarlas enviando tropas de refuerzo al país africano, tropas que consiguieron que Sudáfrica no sólo no pudiera tomar Cuito Canavale sino que se viera forzada a retroceder hacia la frontera de Namibia.
Mientras la aviación cubana se hacía con la superioridad aérea de la batalla, y ante la eventualidad de que Angola y Cuba se internaran en Namibia, a EE.UU. y a Sudáfrica no les quedó más remedio que negociar con sus enemigos. La contra-ofensiva había sido tan exitosa, y la posibilidad de que las tropas afro-americanas entraran en Namibia tan acuciante, que se llegó a un acuerdo entre las partes. Por él, Sudáfrica se comprometía a retirar todas sus tropas de tierra angoleña antes del 1 de septiembre de 1988. Pero ahí no terminó el asunto, puesto que, mientras las de Cuba se estacionaban en la frontera de Namibia y su aviación dominaba la región, la conversaciones diplomáticas continuaron hasta dar el siguiente fruto: Pretoria reconocía el 22 de diciembre la independencia de Namibia y cesaba en su ayuda a la UNITA, que había seguido combatiendo contra el ejército angoleño con el apoyo de los supremacistas blancos. A partir de esa independencia, el régimen de “apartheid” namibio se desmontaría y Sudáfrica quedaría aislada en el África austral, con el único sustento de los gobiernos de EE.UU. y Reino Unido.
Todo esto ocurría mientras el principal líder de la lucha antirracista sudafricana, Nelson Mandela, permanecía en prisión desde que 26 años atrás un agente de la CIA lo delatara ante el Departamento de Seguridad sudafricana . Catorce meses después del reconocimiento de la independencia de la antigua colonia alemana, Mandela sería liberado.
Hoy, el antaño enemigo de Mandela, el gobierno de EE.UU., se rasga torpemente las vestiduras de dolor fingido ante el público internacional del espectáculo en que han convertido su muerte. Su verdadero amigo de siempre, el gobierno de Cuba, realiza, una vez más, un ejercicio de modestia política.
Sirva esta nota pues para recordar la contribución de la Revolución cubana al fin del sistema de supremacía blanca en el África austral.
Joaquín Rodríguez Burgos
i Gran parte de los datos de este artículo están tomados de un trabajo del historiador Piero Gleijeses titulado “Cuba, África y los cinco”, recogido en el libro editado por Salim Lamrani que lleva por nombre EE.UU. contra Cuba. La guerra contra el terrorismo y el caso de Los Cinco, editado por El Viejo Topo en Barcelona el año 2005. La referencia a “Los Cinco” en el trabajo de Gleijeses tiene su fundamento en el hecho de que tres de ellos, en diferentes momentos, participaron directamente en la lucha contra el ejército sudafricano como miembros de las fuerzas armadas cubanas. Ellos son Fernando González Llort, Gerardo Hernández Nordelo y René González Sehwerert. Como el resto de sus compañeros de armas, fueron a Angola voluntariamente. ii Finalmente la URSS también sustentaría a Cuba y al MPLA con ayuda logística. Hay que mencionar que antes del envío de tropas, había varios centenares de asesores militares cubanos en Angola apoyando al MPLA. iii Este dato fue revelado por el New York Times en 1990 y divulgado por Wikileaks el 7 de diciembre pasado. Ver: http://www.telesurtv.net/articulos/2013/12/07/wikileaks-revelo-que-la-cia-colaboro-con-el-arresto-de-mandela-en-1962-2468.html
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