domingo, diciembre 08, 2013

La gran coalición alemana



Pasaron dos meses de la victoria “histórica” de doña Merkel en las elecciones de septiembre pasado y todavía la jefa teutona no ha logrado formar gobierno. Es cierto que la señora anunció días atrás la formación de una “gran coalición” con la socialdemocracia (SPD). Pero aún esta variante depende de que la entente sea aprobada por los afiliados del SPD. Por eso desde este mismo viernes 6 de diciembre los casi medio millón de afiliados del SPD serán “consultados” por vía postal, a lo largo de todo una semana. Para que la consulta sea vinculante deberá participar al menos el 20% del padrón socialista. La Merkel confía en anunciar que “habemus” gobierno para… las fiestas.
La prensa teutona ha lanzado rápidamente una campaña planteando que la mayoría aprueba la formación de un nuevo gobierno, temiendo que un fracaso plantee una crisis de conjunto. Algunas encuestas señalan que hasta un 40% de la base del SPD no está de acuerdo con la “gran coalición”. La cúpula del SPD anduvo pisando huevos con todo este asunto porque luego de otra “gran coalición” con la derecha entre 2005 y 2009 (también presidida por Angela Merkel), la caída de los socialistas fue simplemente espectacular.
Ahora, los líderes “socialistas” quieren vender el paquete con el cuento de que arrancaron importantes “concesiones”. La más importante sería la aprobación de una ley que impondría un salario mínimo de 8,5 euros por hora. Pero para llegar a esto la letra “chica” del acuerdo prevé una “transición”: sólo regiría en 2015 y no para todo el mundo, porque están previstas ciertas “excepciones” hasta 2017. La cuestión puso de relieve que casi el 20% de los trabajadores alemanes no llegan ahora a ese mínimo de miseria, conforme el costo de vida en el país de Merkel. La disminución de la edad para jubilarse -de 67 a 63 años- también supone condicionalidades, entre las cuales figura haber aportado durante…. 45 años. Pero aun así la patronal alemana ha salido a cuestionar el “pacto” con los socialistas porque sería demasiado “izquierdista”.
El capital alemán teme un aumento de “costos” como consecuencia del acuerdo de la “gran coalición” que debilite la “competividad” del motor de la economía, que son las exportaciones. Por el mismo motivo, los capitales rivales y los yanquis han admitido que no estaría mal semejante alternativa cuando el impasse en Europa no cesa: la economía no levanta, el desempleo no afloja, los bancos siguen en problemas. Frente a esto, la “gran coalición” no aporta nada.
Cuando en setiembre la Merkel arrasó, los comentaristas destacaron que era la única excepción en más de 20 casos en el viejo continente en que un líder triunfaba en medio de la crisis más grave de la historia de Europa. No era verdad: el gobierno derechista que encabezaba no pudo mantenerse en pie (sus aliados liberales fueron liquidados en las elecciones). En ese pantano, la demora en formar gobierno luego de las elecciones es la mayor de la historia reciente.
Sin gobierno constituido el parlamento alemán no puede funcionar. Para sortear el problema los eventuales aliados constituyeron una “gran comisión” parlamentaria que legislará hasta la formación del nuevo gobierno. La oposición del partido verde y de la izquierda (Die Linke) denunció la irregularidad. Los analistas políticos se interrogan ahora sobre una posible volatilidad del régimen político y la posibilidad de que un tropiezo de la dificultosa y aún no sancionada coalición de derechistas e izquierdistas termine en unas elecciones anticipadas en el próximo período. La crisis europea sigue su camino.

Pablo Rieznik

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