“Se descarta la idea de crear una tienda política”- La frase, de un dirigente de la COB, fue dicha en las postrimerías del Ampliado de la central en Santa Cruz, a fines de noviembre.
La “suspensión” resuelta por el Ampliado es un eufemismo: al mismo tiempo decidió respaldar la candidatura de Evo Morales. La fundación del PT había obedecido a la orientación opuesta; se trata, claro, de una ‘recuperación’ política. La prórroga por un año del mandato de la actual cúpula sindical oficialista, encabezada por Juan Carlos Trujillo, apunta a bloquear una alternativa a esta capitulación.
La decisión fue festejada por los medios oficialistas y por el binomio presidencial. El vicepresidente García Linera la calificó de “histórica decisión” desde la cabecera de apertura en el VI Congreso del Partido de la Izquierda Europea, en Madrid. “Es un hecho histórico -dijo- que se hayan unido en un matrimonio indiscutible el guardatojo (casco protector del minero) y la montera, el casco (del obrero) y el llucho (el gorro tejido del indígena), el casco y la pollera…”.
El pacto entre la burocracia y el gobierno no se reduce a lo conocido. Existe una negociación por los cargos parlamentarios que el gobierno podría reservarle a la camarilla que dirige la central. “Una materialización del acuerdo se traducirá en la conformación de una vigorosa representación parlamentaria que seguramente no sólo expresará su carácter plurinacional, sino la naturaleza clasista del proyecto emancipador” (Cambio, 12/2).
La burocracia está lanzada, a partir del Ampliado, a una guerra sorda contra las departamentales que no le responden. Es el caso, entre otras, de Beni, de Potosí y de Oruro, donde busca desplazar a la conducción encabezada por Vladimir Rodríguez. Luego de una campaña de ahogo económico y persecución -22 mineros de Huanuni están procesados, acusados de haber volado un puente-, el gobierno logró imponer a una conducción afín, que prepara un acto en Huanuni con Evo para proclamar la “alianza política” entre el sindicato y el gobierno.
La destrucción de la COB
Antes del Ampliado de la COB, el gobierno anunció un doble aguinaldo para empleados públicos, de educación y salud, una concesión nada generosa -lo percibirán sólo dos de cada diez bolivianos. El apoyo orgánico de la burocracia a la reelección de Evo convalida la política de flexibilización, de trabajo en negro -hoy en el 60%-, de impulso a las cooperativas y a un régimen de pensiones que está sostenido casi exclusivamente por el aporte de los trabajadores.
Junto al epitafio del Partido de Trabajadores, debería figurar el del ampuloso Pliego Petitorio, que la burocracia aceptó votar en el congreso fundacional del PT -a condición de no comprometerse a plan de lucha alguno. Este fue luego demolido sistemáticamente a lo largo del año, en primer lugar con su traición a la huelga general por las pensiones.
Defender las organizaciones y los activistas
La cooptación de la COB y la ofensiva que se está desplegando a cuenta del gobierno plantea defender las departamentales del manotazo de la burocracia, exigir la nulidad de los procesamientos sobre los mineros de Huanuni, reconstruir un pliego de reclamos sobre la base de las reivindicaciones entregadas: salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, jubilación al 100%, derogación de los decretos que impiden la organización plena de los trabajadores.
El secretario general del sindicato Huanuni, Ronald Colque (desplazado por la burocracia y el gobierno), plantea que “hay que hacer un balance”. El PT nació bajo el control de la burocracia de la COB. Como denunciamos en su momento, el PT nació sin plan de lucha y reservó para la burocracia la elección de candidatos -quitando esa decisión a las asambleas de base. La izquierda, desde el vamos, saludó la creación del PT y abrió una expectativa en la burocracia de la COB, que acaba de “suspender” la creación que dejó correr.
La fundación del PT, dijimos, no resolvía la creación de un partido de la clase obrera en Bolivia ni abría una vía para su desarrollo.
Nuestro pronóstico se ha verificado por completo, contra lo que sostenía la izquierda centrista.
Christian Rath
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