miércoles, diciembre 04, 2013

Semana clave en Tailandia



La segunda economía del sudeste asiático vive una de sus más profundas crisis desde principios de noviembre. El gobierno está acorralado por conservadores y monárquicos, mientras se teme la intervención del ejército. Miles de personas ya se volcaron a las calles.

El gobierno de la primera ministra tailandesa, Yingluck Shinawatra, está viviendo una de las peores crisis desde el golpe de estado militar que derrocó a su hermano en 2006. Desde el 1 de noviembre, un heterogéneo movimiento compuesto por ultra monárquicos, conservadores y sectores de la clase media-alta guiados por el ex vice primer ministro Suthep Thaugsuban, se puso como objetivo terminar con su gobierno.
Las raíces del conflicto se encuentran justamente en el golpe de 2006, cuando el ejército con el apoyo del Partido Demócrata y buena parte de la sociedad tailandesa, tomó el poder bajo el nombre de Consejo para la Reforma Democrática bajo la Monarquía Constitucional. A partir de allí se derogó la constitución, se decretó la ley marcial, se prohibió toda actividad política y se aplicó la censura oficial a los medios de comunicación. El gobierno derrocado era guiado por el multimillonario Thaksin Shinawatra, hermano de la actual premier, y líder de las 'camisas rojas', movimiento autodenominado como populista, sin una clara vertiente ideológica pero con un fuerte ascendiente sobre las masas populares y campesinas de Tailandia. La vuelta a la democracia se completó con las elecciones de 2011, celebradas bajo la nueva constitución elaborada por los militares, donde sin embargo las camisas rojas de Yingluck Shinawatra obtuvieron un amplio triunfo.
Mientras tanto, el líder del movimiento se exilió en Dubai, a causa de una sentencia a dos años de prisión que el Tribunal Constitucional le infligió por fraude electoral, y desde entonces, permanece en el extranjero. Fue justamente éste el detonante de las primeras protestas. La premier propuso en octubre una ley de amnistía que habría dado la posibilidad a su hermano de volver al país sin cumplir condena alguna. La oposición liderada por Suthep, sin embargo, logró rechazar fácilmente el proyecto oficialista en el senado, y desde entonces lleva adelante una campaña que apunta al “fin del régimen de los Shinawatra”.
Durante todo el mes de noviembre, se multiplicaron las manifestaciones de los 'camisa amarilla' -la rosa amarilla es el símbolo de la monarquía tailandesa-, y los choques entre opositores y oficialistas recrudecieron en los últimos días. Ante los llamados de Suthep a derrocar el gobierno, las autoridades decidieron vallar los ministerios, la sede central de la Policía Metropolitana y las dependencias del ejecutivo. Y fue justamente allí donde se registraron los enfrentamientos más violentos.
El sábado pasado, los manifestantes intentaron asaltar el comando central de la policía en la capital Bangok, y fueron duramente reprimidos. Cinco personas murieron durante esa jornada, tres en el asalto y dos camisas rojas en la Universidad de Ramkhamhaeng y el estado Rajamangala, en el noroeste de la capital. Luego de estos hechos, la mandataria aceptó tener una reunión con Suthep y los altos mandos del ejército, donde el opositor le dio dos días para dejar su cargo y entregar el poder a un 'concejo del pueblo'. “Quiero hacer todo lo que esté a mi alcance para hacer a la gente feliz. Pero como primera ministra lo que puedo hacer debe estar dentro de la Constitución”, fue la respuesta de Yingluck en la primera aparición pública que dio en cadena nacional tras el comienzo de los enfrentamientos. “El gobierno no intenta aferrarse al poder”, aseguró, y agregó que está dispuesta a entregar su dimisión para calmar los ánimos, a pacto de que se celebren nuevas elecciones.
Pero los conservadores no parecieron contentarse. Suthep llamó ayer a tomar por la fuerza la sede central de la Policía Metropolitana para hoy a la tarde. “Vamos a juntar todas nuestras fuerzas y vamos a tomar la Oficina de la Policía Metropolitana y hacerla del pueblo”, arengó desde el palco montado en una de las plazas céntricas donde se reunió con sus secuaces para escuchar el mensaje de la mandataria. Un gobierno que también está preocupado por la posición que puede tomar el ejército. Si bien los altos mandos castrenses aseguraron lealtad al ejecutivo constitucionalmente electo, su cercanía con los sectores 'amarillos', y el fuerte apoyo de la oposición a las Fuerzas Armadas hace temer por una intervención militar en el conflicto. El ejército tailandés lideró un total de 18 golpes de estado, o intentos, en los últimos 80 años. A eso se le suma que la inestabilidad política está repercutiendo seriamente en la rosea economía tailandesa, uno de los motores del crecimiento de los países del Pacífico asiático. Y las protestas llegan justo a pocos días del comienzo de la temporada turística, sector que representa buena parte de los ingresos del país.

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