viernes, diciembre 20, 2013

El deslucido retorno de Bachelet



Bachelet se alzó con el 62 por ciento de los votos en el ballotage del domingo pasado en Chile, superando holgadamente a la candidata de la derecha, Evelyn Matthei, que obtuvo casi el 38%. El dato sobresaliente de la elección, sin embargo, fue nuevamente la abstención. Sobre un padrón electoral de 13,5 millones de personas, menos de 6 fueron a votar.
El ex presidente Ricardo Lagos se mostró alarmado. La diputada electa por el PC, Camila Vallejo, adjudicó la abstención a “la falta de educación cívica” (Rtve.es, 15/12). Por eso mismo, Bachelet dedicó su último acto a convocar a derrotar al “esceptisismo”. Los actos de cierre de Bachelet y Matthei contaron con un magro auditorio, que no superó en ninguno de los dos casos las cinco mil personas. La abstención expresa una decepción masiva con el régimen binominal derecha-Concertación, que ha mantenido en pie el régimen político y la miseria social que dejó establecido el pinochetismo.

Gatopardismo

“Los mercados están tranquilos. No están preocupados de si gana una u otra candidata. Una (Michelle Bachelet) ya probó que puede manejar el país; la otra (Evelyn Matthei) representa la continuidad del gobierno actual. Es decir, no existe la sensación de que haya cambios radicales”, aseguró Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics (La Tercera, 15/12). Más aún, la recaudación de fondos de campaña por parte de la Concertación triplicó a lo conseguido por la derecha.
Bachelet gobernará en un cuadro de desaceleración económica. En este sentido, plantea una reforma tributaria que aumente el impuesto de las empresas del 20 al 25%. Resistida por la derecha, recibió, sin embargo, el apoyo de la secretaria ejecutiva de la Cepal, la mexicana Alicia Bárcena, pues supliría la caída en los ingresos públicos “derivado de la caída del cobre, principal fuente de financiación pública” (América Económica, 12/12). Se supone que de esta reforma tributaria deberían salir los ingresos para una reforma del sistema educativo, que deje en pie la carísima educación privada.
Tampoco pone en cuestión Bachelet el sistema de jubilaciones privadas, que ha llevado a los trabajadores chilenos a jubilarse con un 45% de sus ingresos. En lugar de eliminar las AFP y establecer un sistema de reparto, Bachelet plantea la creación de una administradora estatal que compita con los privados. Con razón, esto ha sido calificado como “gatopardismo previsional” (Clarín de Chile, 29/10).
En cuanto al matrimonio homosexual y la legalización del aborto, no hay más que vagas promesas de colocarlos en debate, a la vez que cualquier ensayo de reforma constitucional quedará restringido a una modificación del sistema electoral binominal, que favorece un modelo de dos fuerzas electoralmente sobrerrepresentadas -Bachelet teme que en una Constituyente se cuelen planteos como la renacionalización del cobre.
Pero incluso todo este gatopardismo debe ser puesto en duda. Bachelet abrió el paraguas en la noche de su victoria, al advertir que se trata de una batería de tareas “(que) excede un período presidencial” (La Nación de Chile, 15/12).

Recurso limitado

Contra la tesis de que su victoria “es el triunfo de los que han marchado en la calle” (ídem), la candidatura de Bachelet es un recurso del capital para contener esa movilización -motivo por el cual integra a su gobierno a los dirigentes juveniles del PC. Pero es un recurso que nace desvencijado, como lo indican la alta abstención electoral y el fracaso de la Nueva Mayoría en cooptar a todo un ala del movimiento estudiantil y popular, que es el que ha pulverizado políticamente a la derecha en estos años.

Gustavo Montenegro

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