2013 tuvo malos resultados internos e internacionales para el poder norteamericano.
Esos fracasos pueden llevarlo a un intento de solución usando la fuerza. El odio no es extraño a su forma de capitalismo.
Tener un presidente negro es un motivo secundario pero adicional.
En lo interno el enfrentamiento entre los republicanos y la Casa Blanca es paralizante.
Obamacare en la salud, el techo de la deuda pública, las leyes migratorias, el control de las armas de fuego, las ayudas a los desempleados, los cupones de alimentos de la ley de agricultura… son desacuerdos belicosos que los paralizan.
La opinión pública sobre los políticos es mala y la aceptación al gobierno de Obama bajísima.
La economía crece con dificultades y ya hay señales de nuevas burbujas que se suman a peligros financieros no solucionados. Los países emergentes buscan la forma de poner fin al predominio del dólar, elemento fundamental del predominio estadounidense.
En lo internacional la aceptación de Obama al retiro de armas químicas de Siria y al acuerdo de control de la energía nuclear iraní encuentran oposición política, se llevan adelante con vacilaciones y muestran a Washington detrás de Rusia. Además lo han alejado de la confianza de Israel y Arabia Saudita.
Las filtraciones sobre el espionaje mundial a gobiernos, industrias y particulares han sido, hay nuevas informaciones por salir, un golpe a las relaciones con sus aliados.
El gobierno de Afganistán no firma un acuerdo para la permanencia de sus soldados después de 2014 si no cesan los ataques a la población civil y el de Paquistán lo acusa internacionalmente por sus ataques con drones. Egipto, Libia, y posiblemente un Japón imperialista, escapan a su control.
China penetra con fuerza en África y América Latina.
Jugado por una derrota electoral desestabilizadora del presidente Maduro, a quien no reconoce, en la elección municipal se encontró con otro triunfo del chavismo.
En la ONU el rechazo a su bloqueo a Cuba fue prácticamente absoluto.
Como prueba de su debilidad externa Estados Unidos ha tratado de reunirse para lograr un acuerdo con el Frente Islámico en Siria, vinculado con Al-Qaeda y a los talibanes de Afganistán.
La visión generalizada de su futuro es que en pocos años pasará a ser la segunda potencia mundial detrás de China.
La élite en el poder de Estados Unidos sabe que ni con el empleo brutal de las armas su porvenir será mejor porque el sistema de producción y consumo de las transnacionales será inviable.
Sobre Estados Unidos pende una violencia interna desatada.
Rómulo Pardo Silva
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