lunes, junio 06, 2016

Refugiados, la catástrofe sin fin



La catástrofe de los refugiados volvió a ganar estado público con tres naufragios en las últimas semanas, que se habrían cobrado la vida de entre 700 y 900 personas. En lo que va del año, según algunas estimaciones, 2000 personas perecieron en el mar tratando de llegar a Europa.
Ante el récord marcado en 2015, con un millón de arribos al viejo continente, los gobiernos europeos emprendieron una política represiva. La Otan comenzó a patrullar las aguas del Mar Egeo, en tanto que la ‘ruta balcánica’, vía de acceso a Alemania y otros países centrales del continente, quedó virtualmente clausurada por el levantamiento de muros, el cierre de fronteras y el despliegue militar por parte de los gobiernos de Hungría, Serbia, Croacia, Eslovenia y Macedonia.
El cierre de la ‘ruta balcánica’, lo mismo que los acuerdos de expulsión suscriptos con Turquía, no clausuraron el problema. En su lugar, se ha reactivado la ‘ruta mediterránea’, escenario de los naufragios de las últimas semanas. Como ha dicho un corresponsal, “nunca faltará una ruta, real o imaginaria, para escapar de la guerra o el hambre” (El País, 27/5). La raíz de la catástrofe es la guerra imperialista, que vuelve como un búmeran sobre sus promotores y acelera las tendencias centrífugas de la Unión Europea (UE). La mayoría de los refugiados provienen de Siria, Irak y Afganistán.
La política expulsiva, además de refutar el carácter ‘democrático’ de la UE, está condenada al fracaso y sólo alimenta el negocio de los traficantes: el cierre de fronteras eleva el precio que deben costear los refugiados para llegar a Europa. Estas redes mueven miles de millones de euros por año.
Como parte del intento por contener la estampida migratoria, la Unión Europea suscribió un acuerdo con Turquía en marzo para la expulsión de refugiados –apoyado por el primer ministro griego Alexis Tsipras- a cambio de 6 mil millones de euros en dos tramos y la rediscusión de su ingreso en la UE, entre otros puntos.
Análogamente, el gobierno italiano procura anudar ahora un acuerdo con Libia para transformarlo en otro estado tapón (Página 12, 30/5). En Libia hay un millón de refugiados procedentes de distintos países africanos, asolados por el hambre y la guerra. Se estima que 200 mil personas llegarán a Italia procedentes de este país del norte africano para fines de año.
La política de ‘cupos’ de refugiados, que impulsaba Merkel y que procuraba socializar la crisis entre los socios de la Unión, ha concluido en un rotundo fracaso, en el marco de las rivalidades que existen en el bloque. Sólo a modo de ejemplo, “se prevé que a inicios de junio España haya recibido a 200 de los 16.000 refugiados que se comprometió a acoger ente 2016 y 2017 dentro del programa de reubicación” (El País, 26/5). Centenares de miles de personas se encuentran en un limbo, como lo han demostrado las denuncias sobre las espantosas condiciones de vida en los campamentos de Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia, o en el Paso de Calais, entre otros.
La cuestión de los refugiados ilustra la barbarie del régimen capitalista en su etapa de descomposición.

Gustavo Montenegro

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