Las terribles condiciones sanitarias del continente
Dentro de la amplia cobertura internacional que se le ha dado a la pandemia del coronavirus, que ya ha infectado a 243.000 personas en el planeta y se ha cobrado 1.284 vidas, mucho se habla de China, Estados Unidos y los países europeos -en especial en Italia y España-, pero África es un continente hasta cierto punto ignorado por las agencias noticiosas. Sin embargo, las condiciones sanitarias en que allí se vive merecen una atención especial.
Frente a la magnitud de las cifras de contagio del covid-19 a nivel mundial, sus efectos en África parecen insignificantes: hay 418 infectados (150 en Egipto, 60 en Argelia, 62 en Sudáfrica, 26 en Senegal, 29 en Marruecos, y se ha ampliado a Gabón, Guinea, Sudán, Kenia, Mauritania, Etiopía y muchos países más, hasta alcanzar a 30 de las 55 naciones del continente). Estos números dejan de ser menores a la hora de conocer las condiciones en las que vive la mayoría de la población africana.
En el África subsahariana el 63% de sus habitantes (258 millones de personas) carece de acceso a agua y jabón, lo fundamental en la lucha contra la propagación del virus y de cualquier otra enfermedad infectocontagiosa. La mayor tasa de mortalidad por sida, tuberculosis y desnutrición infantil tiene lugar en el continente africano, al compás de las guerras locales estimuladas por las potencias imperialistas. Cabe señalar que uno de cada cuatro refugiados pertenece al África subsahariana.
El continente ostenta la cifra escalofriante de 300 millones de pobres, todo un caldo de cultivo para el contagio del coronavirus. Vacunar a un niño es inaccesible: cuesta 39,25 euros. La cantidad de camas hospitalarias está muy por debajo de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, ya que cuenta con 15,5 camas por cada 10.000 habitantes cuando la proporción aconsejada es de 7 camas cada 1.000 habitantes. Además, se calcula que hay 2 médicos cada 10.000 habitantes, cuando la recomendación es de 23 cada 10.000. La pobreza impide a la mayoría de los jóvenes acceder a la universidad, lo cual explica la escasez de médicos y enfermeros. Incluso, quienes logran graduarse como profesionales emprenden una fuga hacia Europa, debido a la escasa remuneración, la falta de formación continua, el exceso de tareas extraordinarias (flexibilidad laboral), ausencia de suministros e insumos, y otros padecimientos. Vale agregar que la salud en África está arancelada, por lo que excluye a la mayor parte de la población
La miseria en África obedece fundamentalmente al saqueo imperialista, en especial en el campo de la minería. Pulpos mineros como la Barrick Gold, grandes bancos como Barclays y fondos de pensión obtienen super ganancias -que ascienden a 88.898 billones de dólares- gracias a la explotación de uranio y cobalto, cuyos efectos contaminantes afectan la salud de la población. El trabajo infantil semiesclavo es otra característica de la explotación minera de las multinacionales, que también expulsan a los campesinos pobres de sus tierras. La situación es aún más grave en los países petroleros como Argelia, Sudán del Norte o Nigeria, ante el desplome del precio internacional del petróleo. Campea además una fuga de capitales monumental por parte de las empresas imperialistas.
Este es el cuadro catastrófico en que encuentra la pandemia del covid-19 a África. Las recientes rebeliones populares en el norte del continente encontrarán un nuevo incentivo frente a una crisis sanitaria que no tardará en extenderse en el contexto descripto. Contra la desidia de las grandes empresas multinacionales, los Estados imperialistas y los gobiernos títeres nacionales, la salida solo puede venir de los trabajadores. En definitiva, solo la unidad socialista de África podrá garantizar la defensa de la vida y la salud de las grandes masas del continente.
Roberto Gellert
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