El Financial Times del viernes titula: “Bandas narcos brasileñas hacen cumplir el toque de queda dentro de las favelas, contra la propagación del Covid-19”. Como si fueran un comité de salud, los cabecillas narcos se reunieron para determinar las medidas que iban a llevar adelante en los complejos superpoblados donde tienen el dominio total. Estas son, las de imponer un toque de queda a partir de las 20 horas, distribución de jabones y la explicación -vía un vehículo con un parlante en su techo- sobre cómo deben higienizarse.
Esto está ocurriendo en varias favelas de Rio de Janeiro. Estas concentran al 20% de la población local, o sea 1,4 millones de personas (El Comercio, 25/3). Los grupos de narcotraficantes presionan a la población, vía amenazas constantes y la ostentación de armamento de grueso calibre, para cumplir el toque de queda, siendo algo así como una policía pero de la favela. Imponen el confinamiento de familias enteras, sin medidas básicas de salubridad, acceso al agua potable y lógicamente sin alimentos.
El poder de las bandas narco es reconocido y legalizado por el Estado. Es la respuesta de Bolsonaro a los sectores que viven en la pobreza, tiene trabajos precarios y en su mayoría están desempleados. Son conocidos los vínculos del mandatario con distintos milicianos, algunos de los cuales estuvieron detrás del crimen de la concejal del Psol de Rio, Marielle Franco.
La acción de estas bandas es el complemento de las fuerzas represivas, que tienen en su haber miles de muertes por el gatillo fácil. El panorama se completa con la presencia de las Fuerzas Armadas en el gobierno, dado que están a cargo de numerosos ministerios.
En la mayoría de los países de Sudamérica las fuerzas de represión son movilizadas, no para garantizar la prevención del Covid-19, sino para contener estallidos sociales provocados por condiciones inhumanas de existencia y necesidades profundamente insatisfechas.
Brasil es uno de los países más afectados por el coronavirus, con 92 muertos y más de 3400 infectados. Si se propaga en las favelas podría asumir dimensiones colosales. Bolsonaro niega la verdadera envergadura de la crisis, lo que ha forzado a los gobernadores de distinto signo político a imponer cuarentenas en aras de su supervivencia política. Todo esta ha redundado en un agravamiento de la crisis política.
Es necesario un planteo obrero frente a la pandemia: no pago de la deuda externa. Aumento del presupuesto de salud. Suspensión de todas las actividades no esenciales. Prohibición de despidos. Licencias sin afectar el salario. Inmediata asistencia alimentaria y sanitaria para todos los habitantes de las favelas.
Fuera Bolsonaro-Guedes.
Matías Grandia
desde Rio Grande do Sul
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