sábado, marzo 28, 2020

Pandemia, guerra y crisis migratoria

La crisis migratoria en Europa se reabrió antes del avance del Covid-19. La isla griega de Lesbos ya era un campo de concentración de refugiados a cielo abierto; ahora es una bomba de tiempo.
Todos los estados nacionales han cerrado sus fronteras, pero no atienden las condiciones actuales de los refugiados, que constituyen un caldo de cultivo enorme para el Covid-19.
Los “centros de refugio” son lugares de contención de los “puntos críticos” de migración hacia Europa. Allí hacinan a los migrantes hasta que se realiza la solicitud de asilo, y los rechazados van hacia Turquía. Erdogan cierra y abre fronteras según sus acuerdos con Rusia y EEUU por el desmembramiento de Siria.
Es una política similar a la de Trump, que confina en la frontera mexicana a los migrantes, expuestos a condiciones de vida terribles mientras avanza la pandemia, antes de ser denegados los pedidos de asilo.
Moria, el campamento principal de Lesbos en Grecia, ahora alberga a 21.000 personas en un sitio planificado para 3.000. Es un pozo negro insalubre, un campo de concentración. “No hay más carpas disponibles, incluso para ubicar a las personas fuera del campamento, en los campos de olivos. Los recién llegados reciben solo una manta y deben dormir en el piso. Por lo tanto, es probable que haya tensión cuando no hay suficiente comida y hay que hacer cola durante cinco horas para una comida”, dijo Bouchetel, abogada francesa que trabaja para Oxfam en la isla. Un tercio de los refugiados en el campamento son niños sumado a mujeres embarazadas.
La OMS y distintas organizaciones sociales denuncian que las condiciones paupérrimas de estos centros (precariedad habitacional, hacinamiento, falta de agua, etc.) hacen imposible contener la situación en caso de un brote de Covid-19 entre esta población. Se le exige al gobierno derechista griego que se desconcentre a la población y brinde elementos de higiene e información sanitaria sobre la pandemia, pero nada de esto ocurre. La población debe ser alojada en condiciones para lograr el necesario aislamiento y evitar una tragedia humanitaria mayor.

Covid-19 en África

El COVID-19 se extiende por el continente al mismo tiempo que África enfrenta un número récord de desplazamiento poblacional. En la actualidad hay más de 25 millones de personas desplazadas por la fuerza, desplazados internos y refugiados, como resultado de conflictos bélicos, represiones o por cuestiones económicas. Los lugares de destino son las ciudades que permiten más oportunidades de trabajo y los asentamientos informales o campamentos. En todos los casos, los servicios de salud están sobrecargados o son inaccesibles, lo que aumenta el riesgo de exposición y vulnerabilidad a la infección. Las ciudades mismas se han convertido en trampas mortales para una población completamente hacinada, sin agua potable y alimentos.
Si bien estas masas en desplazamiento no han sido identificadas como puntos clave de transmisión de COVID-19, las altas densidades y la movilidad de los migrantes hace que sean muy vulnerables a la exposición. La capacidad de estas comunidades para practicar el distanciamiento social es casi imposible. Si el coronavirus llegara a estos sectores de la población la propagación sería rápida y devastadora como ya fue señalado en Política Obrera (politicaobrera.com/internacionales/709-africa-y-coronavirus-el-continente-olvidado)
La situación que se desarrolla en Europa, Estados Unidos y África se liga rápidamente a la luz de la política imperialista que continúa la guerra comercial y convencional desde Yemen hasta Afganistán.
El pretendido desarrollo alcanzado por las metrópolis capitalistas presenta por supuesto diferencias en las condiciones materiales, pero el resultado es el mismo, el colapso del sistema sanitario.
Vuelve a colocarse en la agenda de la clase obrera mundial, la necesidad de una acción coordinada de los explotados, empalmando con una creciente deliberación obrera que cuestiona las decisiones que toman sus gobiernos dictadas por los capitalistas y sus intereses.

Ana Belinco, Joaquín Antúnez y Emiliano Monge
28/03/2020

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