El presidente de EEUU dijo que enfrentaba una “guerra”, al referirse a la lucha contra el Coronavirus, un eufemismo para atacar a la clase obrera y ajustar. Trump es acusado de subestimar la pandemia, lo que puede llegar a costarle no sólo las elecciones, sino llegar a ellas.
Ninguna “guerra” (ni siquiera una epidemiológica) anula la lucha de clases, y toda guerra se desarrolla sobre definidas líneas de clase, que separan a explotadores y explotados. La “guerra” a la que apelan los líderes de los países imperialistas sigue siendo una guerra comercial y una guerra contra la clase obrera mundial, por los medios de un estado policial y de excepción. Pero como en toda “guerra”, existe la posibilidad de revertir esta situación mediante los métodos de lucha de la clase obrera.
Una ley contra las huelgas y protestas
Trump dispuso el miércoles La Ley de Producción de Defensa, que en 1950 fue elaborada por el presidente Harry Truman durante la guerra de Corea. Truman la usó para tomar el control de las plantas acereras durante la huelga del acero de 1952, algo que la Corte Suprema declaró inconstitucional.
Ahora no se puede justificar la “defensa nacional”. Desde entonces se ha invocado varias veces en una variedad de emergencias, incluida la guerra, los huracanes y la prevención del terrorismo. Se trata de una ley que contempla compensaciones a las empresas privadas, pero es sobre todo una ley que autoriza al gobierno federal a establecer acuerdos voluntarios con la industria privada y a bloquear fusiones y adquisiciones extranjeras consideradas perjudiciales para la seguridad nacional. Da atribuciones para forzar a los trabajadores a presentarse a trabajar y no boicotear la producción que el gobierno decida “indispensable para la seguridad nacional”, o sea, la prohibición de huelgas. El estado de excepción se completa con el pedido a las tecnológicas para el acceso a la geolocalización de los usuarios.
Cuando fue consultado sobre la aplicación para producir elementos de prevención y testeos de salud, Trump dijo vía tweet: “Solo firmé la Ley de Producción de Defensa para combatir el ´Virus Chino´ (sic) si necesitamos invocarla en el peor de los casos en el futuro (sic) ¡Esperemos que no haya necesidad, pero todos estamos en esto JUNTOS!”. Espera que la industria “coopere”, no intervenirla y centralizarla. Esta “guerra” no implica incautar recursos privados para el bien público, o adaptar la industria a la producción de insumos médicos, sino prohibir las huelgas y combatir la resistencia de los obreros que defienden sus vidas.
Mientras Trump promulgaba esta ley, el ejército dijo que acaparaba millones de barbijos y respiradores, no para ayudar a los trabajadores de la salud, sino los militares. El Pentágono incluso se ha visto obligado a bloquear la salida de las tropas de ocupación en Afganistán por temor a que su regreso pueda propagar el virus. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) pidió la reutilización limitada de máscaras faciales y sugirió el uso de máscaras quirúrgicas en lugar de las N95, que no filtran los virus transmitidos por el aire. Recomendaron usar “máscaras caseras (por ejemplo, pañuelo, bufanda) para el cuidado de pacientes con COVID-19, como último recurso” si no hay máscaras quirúrgicas disponibles (The Hill, 19/3).
La industria farmacéutica depende de China en un 80% para la producción de medicamentos (tiempoar, 18/3), que ahora se encuentra “deslocalizada”, por el cierre de la producción. Pero Trump no tiene intenciones de relocalizar la industria a Estados Unidos, por el temor de hundir todavía más a la bolsa. En lugar de fomentar una cooperación internacional, ha elegido acentuar la denuncia del régimen chino, en función de una lucha estratégica por el control de China.
Trump refuerza los controles migratorios, aumentado la crisis humanitaria en la frontera. Hay centenares de miles de pedidos de asilos bloqueados. Esos campamentos se encuentran hacinados, sin agua, medicamentos, o comida suficiente.
Lejos de frenarse la guerra comercial durante la pandemia, Trump refuerza sanciones contra Irán. Las restricciones impiden conseguir los recursos necesarios para comprar los tests y medicamentos básicos para la población iraní. Teherán solicitó un préstamo de 5mil millones de dólares al FMI, pero todo sigue demorado porque EEUU dirige su directorio. Venezuela sufre lo mismo. Se usa la pandemia para precipitar un ‘cambio de régimen’ en esos, lo que puede precipitar una guerra.
El presupuesto militar es de 736 mil millones de dólares, mientras el Presupuesto del CDC fue de 11 mil millones y de salud de 159 mil millones. El recorte de empleos de salud fue de 55.000 entre 2008 y 2017, un cuarto de la fuerza de trabajo (Latimes, 20/3). Hay escasez de kits de prueba, reactivos, hisopos, máscaras, respiradores, ventiladores, de camas y escasez de médicos y enfermeras, denuncian desde los sindicatos de médicos y enfermeras. La OMS dijo que la única manera de luchar contra esta enfermedad es aumentar los controles y el seguimiento junto a la cuarentena. En California hay 60.000 personas en las calles, cuyas condiciones de hacinamiento y desprotección los hacen blanco del contagio y pueden desbordar los servicios médicos disponibles.
Medidas insuficientes y respuesta obrera
Desde la crisis del Covid-19, en EEUU el 18% de los trabajadores perdieron el trabajo. El viernes la Cámara de Representantes aprobó un proyecto que garantiza “un pago por enfermedad de dos semanas para los trabajadores de empresas medianas, que emplean entre 50 y 500 trabajadores”. Es un tiempo breve y excluye a una mayoría de la fuerza de trabajo. Las licencias para cuidar a los niños serán de dos semanas. La ley reduce las contribuciones personales y patronales al presupuesto de salud (“payroll tax”), lo que significa un nuevo recorte de la seguridad social.
Las “huelgas salvajes” se extienden por toda Norteamérica y Canadá, centradas en la industria automotriz y en las fábricas del gigante Fiat-Chrysler. Se trata de 150.000 trabajadores que no quieren seguir poniendo en riesgo sus vidas, en muchos casos forzando los abandonos de tareas contra el consejo de la burocracia de UAW. Esto es parte de una rebelión de los trabajadores de la industria en todo el mundo, desde España hasta Italia, México y Gran Bretaña. Los trabajadores piden medidas de seguridad e higiene, y en la mayoría de los casos, el cierre total con pleno goce de sueldo. Los docentes y estudiantes han forzado el cierre de escuelas y universidades, los trabajadores de comercio y postales se encuentran en un estado de deliberación.
La OIT acaba de sacar un comunicado en donde dice que se van a perder 25 millones de trabajos en todo el mundo. También dice que habrá 35 millones más de pobres luego de la pandemia. Según Moody’s Analytics, casi 80 millones de empleos, más de la mitad de los empleos en la economía de EE. UU. están en riesgo debido al coronavirus.
Socialismo o barbarie.
Emiliano Monge
21/03/2020
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