martes, marzo 24, 2020

Qué sabemos hasta ahora del coronavirus

Un grupo de científicxs y universitarixs autoconvocadxs de Bariloche analiza los diferentes casos mundiales y regionales para aportar alternativas de acción desde el país

Desde el 17 de noviembre, fecha estimada en la cual el paciente cero se contagió el virus, la pandemia del Coronavirus COVID-19 ha dejado al día de hoy 266.115 casos confirmados y 11.153 muertes. En apenas cuatro meses ha hecho estragos. Además del número de muertes, ha dejado a gran parte del globo en cuarentena, con sistemas sanitarios colapsados, y con Estados sin saber bien cómo contener o mitigar la crisis. Pero si miramos un poco más allá, hay varias reflexiones que podrían ser útiles para pensar los diferentes tipos de respuestas estatales, las políticas públicas adoptadas y los modelos de seguridad social bajo los cuales operan los distintos Estados. Principalmente, esta experiencia nos permite reflexionar sobre el rol de lo público. Para ello nos propusimos elaborar alguna medida que nos permita comparar la evolución de la pandemia por país, a partir del incremento del número de casos. Hemos analizado las curvas de nuevos casos diarios de coronavirus en varios países, que reflejan distintos tipos de respuestas y políticas ante la situación de crisis. Para hacerlo, tratamos de cuantificar esa respuesta [1].



El avance de la enfermedad en cada sociedad sigue un patrón específico. Sin entrar en detalles matemáticos, buscamos cuántos días transcurren, en promedio, para que el número total de casos se multiplique por 10 en cada país. Ese factor determina la tasa con la que se propaga la enfermedad. Cuanto mayor sea el factor, más días pasan hasta que los casos se multiplican por diez. Podríamos decir que el contagio de casos va más lento y eso da posibilidades a los sistemas de salud para actuar de manera efectiva. Esto es lo que en otras notas se describió como “achatar la curva de la epidemia”. Una pequeña diferencia en ese factor se traduce en una diferencia enorme en el número de casos a diagnosticar y atender. Por ejemplo, si ese número es 15, el día 1 tendremos un caso, el día 15 tendremos 10 casos acumulados, el día 30 tendremos 100 y el día 45 se habrán acumulado 1.000 casos. Ahora, si el factor fuese 10 en lugar de 5 (solo 5 de diferencia), tendremos 10 casos el día 10, 100 el día 20, 1.000 el día 30 y 10.000 el día 40. La diferencia entre una y otra situación es la que puede hacer que el sistema de salud colapse.
Buscamos ese factor para varios países y nos preguntamos si era posible encontrar correlaciones entre ese número y las políticas de respuesta a la pandemia aplicadas en cada país.

El caso de China

China fue el primer país donde se detectó la epidemia. La respuesta inicial del gobierno central y los gobiernos provinciales fue laxa. Para cuando fue declarada la emergencia, las personas enfermas llevaban un tiempo largo moviéndose sin restricciones. Durante ese período, los nuevos casos se multiplicaron por 10 cada 6,5 días. Hacia fines de enero, los contagios pasaron de cerca de 400 a 6.000 en una semana. Luego de ese período se observa una disminución marcada en la velocidad de contagios, con un tiempo de multiplicación por 10 del número de casos de 13 días durante los días siguientes y, finalmente, una caída abrupta de la velocidad de contagios (saliendo del régimen exponencial). Este comportamiento puede correlacionarse con la respuesta estatal, que se hizo efectiva entre el 30 de enero y el 2 de febrero: cierre de zonas y ciudades, declaración de aislamiento obligatorio, suspensión de las clases presenciales y refuerzo del sistema sanitario local a un ritmo extraordinario. Dos semanas después de la intervención estatal, la cantidad de casos nuevos cayó día a día hasta que ayer, 19 de marzo, la cantidad de nuevos casos en Wuhan fue nula, por primera vez desde el inicio de la crisis.
Por ser el primer país afectado, la situación particular de China nos da una imagen de lo que sucede cuando no se toman políticas activas en contra de la propagación del virus, y luego, de lo que ocurre con una fuerte y efectiva intervención estatal.

Los países con mejor respuesta

Algunos países han demostrado tener respuestas exitosas frente a la pandemia. Algunos ejemplos son los de Corea del Sur, Singapur y Alemania. En los tres países se observa un período inicial de entre 25 y 30 días con pocos nuevos casos diarios. Otra particularidad de estos países es que la tasa de mortalidad es baja. Ello habla de sistemas de salud fuertes, con políticas activas en detección y confirmación de casos sospechosos, y sistemas públicos que permiten dar asistencia a los casos que se acumulan rápidamente. Ante la emergencia, el sistema sanitario ya cuenta con hospitales, camas, respiradores y personal que puede responder más fácilmente que en los casos donde esa infraestructura no existe, es defectuosa o se halla saturada ante la falta de éxito en evitar la propagación de la enfermedad.
Otro factor que demuestra ser clave es la respuesta social ante las medidas de prevención de los Estados. En muchos de los casos analizados, la diferencia entre una respuesta adecuada y una desorganizada se traduce en miles de personas fallecidas al cabo de pocas semanas.
En Corea del Sur hubo un período inicial con muchos casos registrados tras lo cual se implementaron medidas de aislamiento. Luego de la fase inicial, el número de casos comenzó a crecer muy rápido. El tiempo de multiplicación por 10 durante la fase de crecimiento fue de 11 días. La respuesta estatal fue imponer restricciones al movimiento de personas, además de una política muy agresiva de detección del virus en la población. Más de 200.000 personas fueron analizadas (alrededor de 1 cada 250 habitantes). El período de crecimiento duró aproximadamente seis semanas, luego de lo cual el número de nuevos casos comenzó a decrecer de forma diaria. En este momento, la progresión de la enfermedad puede considerarse controlada y en fase de remisión en ese país.
En Singapur el gobierno impuso políticas claras y severas desde el inicio, que fueron acompañadas por un alto grado de aceptación en la ciudadanía. Este país sufrió, en 2003, una epidemia de Enfermedad Respiratoria Aguda Severa (SARS por su sigla en inglés). En 2009 fue víctima también de la epidemia de virus H1N1 (fiebre porcina). Es probable que el alto grado de acatamiento de las medidas tenga que ver con ello. La política estatal incluye restricciones al movimiento de personas, fuerte campaña de información y testeo frecuente. Inicialmente, la cantidad de casos se multiplicaba por 10 cada 14,8 días. La epidemia aún se encuentra en fase de crecimiento en Singapur, pero el tiempo de multiplicación actual es de 40 días. En este país, notablemente, se reportaron 385 casos y ninguna muerte.
En Alemania también la enfermedad está en fase creciente, y lo hace a un ritmo rápido con un tiempo de multiplicación por 10 de 8,3 días. A pesar de reportar casi tantos casos como España (casi 20.000), han fallecido allí 67 personas, menos de la décima parte de los fallecidos en España. Aquí parece ser clave el haber mantenido una baja tasa de contagio durante casi un mes y el tener una robusta infraestructura sanitaria. Este sistema de salud será exigido al máximo en los próximos días.

Los países con peores resultados

Hay países donde el desarrollo de la crisis demuestra que las políticas adoptadas no fueron efectivas o suficientes. Lo que observamos en común en estos casos es la falta de una respuesta temprana contundente y una respuesta social desorganizada frente a las medidas de los gobiernos. Los ejemplos más claros son Italia, España e Irán.
En Italia, durante los primeros 15 días, el número de nuevos casos por día osciló entre 1 y 6. Luego de esa etapa, pasó de 6 a 3.500 casos por día en solo tres semanas, con un factor de multiplicación por 10 de 9,5 días. La respuesta inicial de Italia fue tardía lo cual, a la postre, puso en jaque a todo el sistema sanitario. Al principio el gobierno subestimó la gravedad del problema y tardó en implementar las primeras medidas, como prohibir las aglomeraciones, la celebración de festivales, restringir el movimiento de personas y realizar análisis masivos.
La población también respondió en forma desordenada, burlando o acatando tardíamente las medidas dictadas por el gobierno. Aquí lo que provocó la debacle no parece ser tanto la tasa como la inefectividad de las medidas. Cuando la magnitud del desastre se hizo evidente, el gobierno fue imponiendo políticas paulatinamente más fuertes, pero eso no pudo evitar los casos que ya estaban en desarrollo. Por otra parte, las medidas y la concientización social han ido consistentemente detrás de la curva de la epidemia. Cuando el número de enfermos superó la capacidad de respuesta del sistema de salud, la tasa de mortalidad se disparó. Las medidas actuales incluyen una cuarentena estricta para toda la población (si bien más de 40.000 personas fueron multadas por violarla), estando al borde de decretar el toque de queda. Por desgracia, la efectividad de las medidas actuales recién podrá observarse dentro de varios días.
En Irán la respuesta inicial fue similar a la de Italia y, como resultado, el tiempo de multiplicación fue muy corto: 5 días. Tras 2 semanas, se adoptaron medidas tendientes a restringir el movimiento de la población. De todas maneras, la respuesta social no es la adecuada. Por ejemplo, a pesar de las disposiciones oficiales y religiosas, casi 1 millón y medio de personas se desplazaron hoy por el país para celebrar el año nuevo. Si bien la situación de Irán se vio posiblemente agravada por las sanciones económicas impuestas por EE.UU., que limitaron la respuesta del sistema de salud, el país no encuentra respuestas internas a la epidemia. El número de contagios es similar al de Alemania y España (alrededor de 20.000), pero el de personas fallecidas asciende a más de 1.400.
En España la respuesta inicial no estuvo a la altura de la epidemia, y el problema se agravó por desinteligencias entre Madrid y las comunidades autónomas regionales. Ello llevó a una respuesta descoordinada, que se refleja en un factor multiplicador de 7 días, una tasa muy acelerada. El sistema de salud de España, además, sufre por las restricciones que se le impusieron como prenda para recibir ayuda ante la crisis financiera de hace 10 años. El escenario es sombrío, con más de 20.000 personas contagiadas, 1.043 fallecidas, y altas chances de ir a una situación como la italiana.

Estados Unidos

Una clave fundamental para analizar el caso de EE.UU. es el tipo de estado y el sistema de salud mercantilizado que posee. Gran parte del sistema de salud es privado y para poder acceder a la infraestructura pública hay que cotizar en el sistema de seguridad social, o estar básicamente fuera del sistema. Ir al médico implica pagos de coseguros con altos costos. Eso hace que aún para los que tengan cobertura, acudir al sistema de salud sea caro, por lo cual mucha gente, y más si presenta síntomas leves, prefiere no ir al médico. Muchos inclusive, ante condiciones precarias de empleo flexibilizado, continúan concurriendo a su trabajo aún con síntomas. Esto dificulta el diagnóstico y la posibilidad de contener al virus mediante el aislamiento de los casos sospechosos.
La respuesta del gobierno estadounidense se parece mucho a la que implementó Italia. Al inicio hubo una fuerte comunicación oficial minimizando los riesgos y asegurando que la situación no revestía gravedad. Si bien los primeros casos fueron detectados hace varios meses, el número de diagnosticados no creció de manera significativa en ese tiempo, la expansión significativa de la enfermedad comenzó en los últimos días. Quienes analizan el sistema de salud norteamericano indican que esto se debe a que los tests de detección no son gratuitos allí, y para ser diagnosticado de Coronavirus hay que pagar. Esto lleva a una peligrosa subestimación del número de enfermos que, además, continúan con sus vidas desplazándose por el país y multiplicando de ese modo el número de contagios. Actualmente, el número de nuevos casos se multiplica por 10 cada 8 días. En base a lo que sucedió en otros países, EE.UU. parece estar a las puertas de una situación similar a la vivida por China en el comienzo de la pandemia.

Los países de la región

El coronavirus llegó a América Latina algo más tarde, lo que permite tener información necesaria para la evaluación de medidas que ya han demostrado ser exitosas y prevenir de ese modo el avance de la pandemia a nivel local. Nuestro país tiene dos vecinos donde se considera que el virus ya circula entre la población: Brasil y Chile.
Brasil está aplicando políticas similares a las de Italia al principio de la epidemia. Aún se encuentra en la fase inicial, los casos son relativamente pocos, aunque se han incrementado rápidamente en los últimos días y hoy hay 793 casos confirmados. El gobierno brasileño ha adoptado una posición errática y hasta de negación hacia las posibles consecuencias. El caso más extremo es el del presidente quien, a pesar de tener más de 15 contagios entre sus propios funcionarios, se despacha a diario con gestos de desdén hacia las actitudes preventivas. Actualmente, el tiempo de multiplicación por 10 en Brasil es de 7,6 días.
El primer caso en Chile fue detectado el 3 de marzo, el mismo día que en Argentina y hoy tiene 434 casos confirmados. Su tiempo de multiplicación actual es de 6 días. El sistema de salud chileno se asemeja al norteamericano, por el nivel de mercantilización y privatización.

En Argentina

En Argentina, con los datos disponibles al día de hoy, la multiplicación de los casos por 10 ocurre cada 11 días. No hemos observado un período de casos constantes, como en Corea, Singapur o Alemania, pero el ritmo de crecimiento es bajo en comparación a países similares o a los países de la región. Todavía es pronto para hablar de política exitosa, pero los datos iniciales sumados a los resultados obtenidos en otros países, deberían ayudar a reforzar las políticas restrictivas y de aislamiento ya aplicadas.
El gobierno tuvo una reacción muy temprana y se adoptaron fuertes medidas desde la aparición de los primeros casos. Por ahora la curva parece aplanada, lo que quiere decir que el proceso de multiplicación de casos es relativamente lento, al menos por ahora. Todavía falta tiempo para poder evaluarlo, más aún teniendo en cuenta que el resultado de las medidas que se tomen hoy, recién se verá dentro de 14 días. Por lo tanto, lo que vemos hoy es el resultado del período en el que no se habían implementado ninguna de las medidas tendientes a disminuir la circulación de gente ni el aislamiento obligatorio. También hay que tener en cuenta que el sistema de salud pública durante los últimos cuatro años sufrió una gran embestida con fuertes recortes, ajuste y maltrato al personal, que lo han dejado en una situación de fragilidad.
Otra de las enseñanzas que nos deja la pandemia del coronavirus, es que hoy todos dependemos del sistema de salud pública. Cabe destacar que estudios recientes muestran que el COVID-19 es especialmente peligroso para las personas de 60 años en adelante, cuya salud tenemos que preservar con especial cuidado. Además, hay que tener en cuenta que las personas infectadas pueden contagiar el virus antes de sentir síntoma alguno.
Creemos que las medidas preventivas adoptadas por el Gobierno Nacional se ven justificadas en las experiencias descriptas en este texto y, por lo tanto, la contención de la pandemia dependerá en gran medida de la responsabilidad de los y las ciudadanas, y que respetemos el aislamiento obligatorio. La clave es no exponernos ni exponer al resto, sobre todo a aquellas personas que se hallan en grupos de riesgo. En nuestro país, la posibilidad de evitar una disparada a la italiana dependerá, en buena medida, del comportamiento social.

A. Baruj, J. Cabrera, L. Da Rold, C. Ratto, D. Zacharias Zanotti de Científicxs y Universitarixs Autoconvocadxs de Bariloche

Nota:

[1] Los datos fueron obtenidos en: https://ourworldindata.org/coronavirus-source-data

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