viernes, marzo 20, 2020

Despidos: la otra pandemia del mundo capitalista



La colosal crisis económica mundial, que tuvo en la pandemia del coronavirus su detonante, con el derrumbe de los mercados bursátil y financiero y con la aceleración de la entrada en una recesión global (y la tendencia a una depresión), promete golpear de lleno sobre los puestos de trabajo y generar millones de nuevos desocupados.
Una publicación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que 25 millones de personas podrían perder sus empleos. También pronostica que la caída del empleo conllevará grandes pérdidas en los ingresos de los trabajadores, los cuales podrían contraerse hasta en 3,4 billones de dólares hacia finales de 2020 (Télam, 19/3).
Estas cifras escalofriantes son solo un reflejo parcial de lo que puede suceder. Hace unos días, el secretario del Tesoro norteamericano, Steven Mnuchin, advirtió en un informe a los legisladores de ese país que el desempleo podría crecer hasta el 20% de la fuerza laboral (desde el 3,5% que registró en febrero). Las oficinas estaduales informaron esta semana que se multiplicaron las solicitudes de seguros de desempleo, como Pensilvania donde se presentaron diez veces más que la semana pasada, u Ohio donde se multiplicaron por quince (Financial Times, 19/3).
A su vez, la Asociación Estadounidense de Hoteles y Alojamiento advirtió que están a punto de perderse 4 millones de empleos en el sector, mientras que la Asociación Nacional de Restaurantes anticipa pérdidas de 5 a 7 millones de puestos en los próximos tres meses. Otra cámara de un sector muy afectado, el de las compañías aéreas, anticipó un posible recorte de personal del orden de 4,6 millones para el mes que viene (ídem, 18/3).
El rubro aeronáutico es uno de los más críticos, ante la amenaza certera de quiebra de verdaderos gigantes de los negocios. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo asegura que se necesitará un salvataje de hasta 200.000 millones de dólares, y Boeing por su parte solicitó 60.000 millones para que los fabricantes aeroespaciales puedan pagar a los proveedores y mantener así una cadena de suministros que emplea a 2,5 millones de personas. La segunda aerolínea más grande del mundo, la alemana Lufthansa, advirtió que luego de la pandemia la industria de la aviación será un negocio considerablemente más pequeño. Esto vale especialmente para el nicho de las low cost que está cuestionado en su totalidad, empezando por las crisis de Ryanair y Norwegian. Las aerolíneas europeas han comunicado que diferirán los pagos a Eurocontrol, la empresa de controladores de tráfico aéreo del viejo continente.
Italia, que ya lidera el índice de contagios y muertes por el coronavirus, tiene una economía particularmente dependiente del turismo, con numerosas pequeñas empresas y millones de trabajadores registrados como cuentapropistas, por lo que se va configurando un escenario trágico. Además, tal como explica un artículo del New York Times, “los países del sur de Europa recortaron el gasto en atención médica durante la crisis de deuda de la eurozona para cumplir con los estrictos límites presupuestarios que eran una condición para recibir rescates. Ahora estos países son trágicamente vulnerables” (19/3).
Todas las grandes ramas de la economía sufrirán el impacto, e incluso en países que parecían mostrar sólidos índices de empleo. Los gigantes automotrices de Alemania, por ejemplo, dependen especialmente de sus ventas a China. El cierre de las fábricas de Volkswagen y Mercedes Benz generará además despidos masivos en toda la cadena de proveedores, que totalizan un sector esencial de la economía del país germano.
La OIT reclama ante este panorama decididas políticas fiscales, monetarias y financieras para apaciguar la situación de las empresas. Pero la inyección de recursos monumentales (tanto la Reserva Federal Norteamericana como el Banco Central Europeo anunciaron que verterán 1 billón de dólares) no necesariamente será efectiva para contener el desempleo, sobre todo teniendo en cuenta la perspectiva de que en lugar de decantar en una fase de recuperación tras la pandemia la economía global ingrese en una recesión. En la medida en que están afectados verdaderos pesos pesados, la recomposición de sus ganancias solo podría provenir de la pelea por desplazar a los competidores. Los planes estatales de rescate agudizarán la guerra comercial.
Por último, vale dimensionar el destino de los fondos destinados a abordar la crisis: del megaplan del gobierno de Francia por 45.000 millones de euros solo el 17% está asignado a seguros de desempleo, mientras que el gobierno de España decretó una movilización de 200.000 millones de euros de los cuales solo el 3% apunta a ayudar a “personas vulnerables”. La parte del león será embolsada por los capitalistas sin evitar por ello las reestructuraciones que ya se anuncian, todo esto sin contar las multimillonarias compras de acciones que también son un salvataje empresario a cuenta de los Estados.
La lucha contra la desocupación y por un seguro a los parados será, probablemente, un punto fundamental de las luchas de la clase obrera en esta nueva etapa de bancarrota capitalista.

Iván Hirsch

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