La pandemia del coronavirus crece en el ámbito mundial, y por supuesto, también en la Argentina, ahora en “aislamiento social preventivo” hasta fines de marzo. Es un fenómeno que agrava la situación crítica que venía arrastrando la economía mundial y por supuesto, la propia de la Argentina.
Aparece un horizonte de recesión mundial para este 2020, con EEUU en retroceso, del -0,4; la Zona Euro cayendo aún más y reiterando la gravedad del momento en el viejo continente, al -2,8%; con Japón repitiendo un largo retroceso, ahora del -1,5%, y China muy lejos de sus elevadas tasas por décadas, pero creciendo El COVID-19 frente al pánico-2020menos de lo acostumbrado, al +3,5%. En el imaginario se proyecta un crecimiento nulo para el conjunto. Son datos provistos por el Instituto Internacional de Finanzas. (https://www.iif.com/)
Junto a la baja la producción, lo que crece es la deuda, favorecida por la reducción de los tipos de interés, cercana al 0%. Los bancos centrales del capitalismo desarrollado están emitiendo dinero en grandes cantidades, siguiendo el camino de la crisis del 2007/09, buscando que no caigan los grandes operadores financieros y económicos del sistema mundial. Son políticas de estímulo monetario, a contramano de la lógica discursiva de la corriente principal del pensamiento económico, curiosamente financiados por los mismos que deciden estas masivas emisiones de moneda.
Las bolsas se desploman y los grandes especuladores intentan hacer diferencias y acreditar ganancias por compras anteriores. Por eso venden sus tenencias en activos financieros y arrastran a la baja al conjunto de los activos financieros, alentando maniobras especulativas que agravan la situación de desigualdad en la distribución del ingreso y de la riqueza. Las ventas de títulos, bonos y acciones afectan incluso a la “banca en las sombras”, los grandes fondos de inversión, los que están perdiendo valorización en sus activos, agudizando la inflada burbuja financiera.
A ello debe sumarse la impunidad de quienes aprovechan la situación para aumentar precios y con ello, sus ganancias, a costa de la mayoría de la sociedad. Es la lógica mercantil que se impone a la necesaria solidaridad en tiempos de pandemia.
Emisión monetaria para sostener al capitalismo
La emisión monetaria generalizada en el capitalismo contemporáneo es para salvar a estos grandes operadores y empresas de la economía mundial, aun cuando sus economistas e ideólogos, insistamos, pregonan un discurso crítico sobre la emisión monetaria y su impacto en los precios, un tema de interés en la Argentina con inflación minorista estimada para el 2020 en torno al 40%.
De este modo, los gobiernos de los principales estados del capitalismo desarrollado ofrecen cuantiosas cantidades de dinero para sostener a sus economías, o, mejor dicho, a sus sectores hegemónicos, afectados desde hace rato por la caída de la producción y las tensiones que adiciona en la coyuntura el coronavirus. El propio FMI convoca a colectar 1 billón de dólares para asistir a los gobiernos ante los problemas en curso, anticipando que podría disponer de unos 50.000 millones que serán ofrecidos a países emergentes y unos 10.000 millones a países de bajos ingresos.
En ese sentido y en dialogo con las autoridades de la Argentina, el FMI sugiere que los prestamistas privados deben resignar entre 55.000 y 85.000 millones de dólares en el mediano plazo para hacer sustentable el pago de la deuda pública externa de la Argentina. El tema es que Argentina está en default virtual, si es que se lee adecuadamente los 4.000 puntos de riesgo país con que se califica al país. Por ello, la Argentina le informa al FMI que no podrá atender la deuda con el organismo internacional por los próximos cuatro años, verificando la existencia de un default de hecho.
Atendiendo la situación mundial y la especificidad de la Argentina, es tiempo de suspender los pagos, mientras se audita la deuda y se fijan prioridades locales, especialmente ante la demanda sanitaria y el agravamiento de la recesión productiva que impone la pandemia del coronavirus.
Impacto en el empleo, el salario y la pobreza
La situación social es grave y la emergencia sanitaria y recesiva la profundizará, especialmente con un fuerte impacto sobre el empleo, el salario y la desigualdad en materia de Ingreso y Riqueza.
Es interesante leer detenidamente el informe al respecto presentado recientemente por la OIT.
Señala el organismo que el aumento del desempleo mundial oscilará “entre 5,3 millones (hipótesis “prudente”) y 24,7 millones (hipótesis “extrema”) a partir de un nivel de base de 188 millones en 2019”.[1] Agrega el análisis que, en comparación, “la crisis financiera mundial de 2008-2009 aumentó el desempleo mundial en 22 millones». Es una referencia evidente de la gravedad de la situación presente. Sigue señalando la OIT que, «Las caídas del empleo también conllevan grandes pérdidas de ingresos para los trabajadores”, que calcula entre 860.000 millones de dólares y 3,4 billones de dólares a finales de 2020. La consecuencia “se traducirá en caídas en el consumo de bienes y servicios” y “afectará a las empresas y las economías».
«La OIT estima que entre 8,8 y 35 millones de personas más estarán en situación de pobreza laboral en todo el mundo, frente a la estimación original para 2020 (que preveía una disminución de 14 millones en todo el mundo)». Serán afectados: «Las mujeres y los migrantes también. Estos últimos son vulnerables debido a la falta de protección y derechos sociales, y las mujeres tienden a predominar en los empleos de baja remuneración y en los sectores afectados.»
Estos datos confirman estimaciones de afectaciones diferenciadas sobre el conjunto de la población, ya que existen distintas reservas monetarias para soportar las “cuarentenas” que se generalizan, sin previsión temporal, por lo menos en el corto plazo.
¿Soportarán los sectores de menores ingresos, precarizados en el empleo, largos tiempos de inactividad económica? ¿Las políticas de asistencia social dispuestas serán suficientes para atender la emergencia? Son interrogantes para habilitar un diálogo que trasciende el problema de la pandemia en curso y se concentre más en los temas estructurales de los límites civilizatorios del orden capitalista contemporáneo.
Algunas enseñanzas en el marco de las tensiones
Queda claro que no fue adecuada, para la mayoría empobrecida de la sociedad, la decisión de mercantilizar derechos, especialmente salud y educación.
Resulta necesario revertir la situación con gasto e inversión pública, destinando todos los recursos posibles y planificando su desarrollo inmediato.
Se trata de volver a sostener la importancia de la acción colectiva desde un Estado con objetivos por la transición social y perspectivas de resolver las más amplias necesidades de la sociedad. No es cuestión del tradicional Estado capitalista que sostiene los objetivos del gran capital, sino de un nuevo Estado para la transición hacia otra sociedad.
No hay mayor prioridad que la vida, una cuestión extendida a la naturaleza en su conjunto. De hecho, existen imágenes satelitales que evidencian la mejora del ambiente ante el paro obligado de la industria y la producción de bienes y servicios (transporte, turismo, etc.), lo que pone en discusión la necesidad de cambiar el modelo productivo y de desarrollo, lo que supone todo un tema para el debate. Terminar con la toxicidad y contaminación actual, lo que provoca el calentamiento global, llamado “cambio climático”, asunto subestimado por las transnacionales más concentradas y el poder político mundial.
Al mismo tiempo habrá que discutir y confrontar la petición del lobby empresario, especialmente energético, petrolero, automotriz, financiero, entre otros, quienes demandan subsidios estatales, ahora o cuando se supere la emergencia por la pandemia, para sostener su rentabilidad ante el paro de la economía, e incluso la discontinuidad de una orientación que ganaba espacio por el aliento a energías alternativas en manos de los Estados.
Por el contrario, toda la asistencia debe concentrarse en frenar el desempleo, la precariedad laboral, la marginación. el empobrecimiento social y la emergencia sanitaria.
Es tiempo para pensar en ir más allá del orden capitalista, favoreciendo lazos de solidaridad por encima de la competencia impulsado como sentido común liberal y neoliberal. Un ejemplo es la cooperación de Cuba con China y de ambos, con países que abren sus puertas para receptar el beneficio de esa relación internacional de cooperación.
Por eso, resulta inadmisible la continuidad del bloqueo genocida de EEUU sobre Cuba o las unilaterales sanciones económicas sobre variados países llevadas adelante desde Washington junto a la complicidad de varios gobiernos y organismos internacionales, por caso la OEA en nuestra región.
Es tiempo de cooperación y solidaridad entre los pueblos y los países, a contramano de la lógica individualista sustentada desde el privilegio al mercado, la ganancia y la acumulación para la dominación.
Con todo lo preocupante del momento, la emergencia de una tradición y lucha por una cultura solidaria entre las personas habilita a pensar en nuevos tiempos de humanización de la sociedad para salvar y promover la naturaleza en su conjunto, es decir, a la propia vida.
Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
Nota:
[1] El COVID-19 podría cobrarse casi 25 millones de empleos en el mundo, afirma la OIT, en: https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_738766/lang–es/index.htm (consultado el 20/03/2020)
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