El gobierno de Estados Unidos acusa al periodista de 17 delitos contra la Ley de Espionaje y uno por intromisión en una computadora. El editor australiano se enfrentaría a 175 años de prisión por la filtración de más de 250.000 documentos clasificados del Departamento de Estado estadounidense en noviembre de 2010.
La decisión, que los medios coinciden en caratular como “una victoria legal”, significa que Assange podrá cuestionar las garantías de Estados Unidos sobre cómo se desarrollaría su futuro juicio y si se vulneraría su derecho a la libertad de expresión.
Los jueces consideraron insuficientes las garantías aportadas por el gobierno de Estados Unidos en relación a que Assange “recibiría un juicio justo si finalmente era extraditado”. El fallo concede a los abogados del editor la posibilidad de apelar una vez más su extradición ante la justicia británica.
Sin embargo, Assange deberá permanecer bajo prisión provisional en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh, a las afueras de Londres, donde lleva encerrado desde abril de 2019.
“Quiero ser muy clara: hoy se ha producido un giro definitivo” dijo a varios cientos de personas que aguardaban a las puertas del tribunal Stella Assange, la esposa de Julian. “El gobierno de Estados Unidos ha intentado aplicar pintalabios a un cerdo [una expresión británica similar a ‘vestir la mona de seda...’], pero no ha convencido a los jueces. Su caso resulta ofensivo a los principios democráticos. Como familia, respiramos aliviados, pero todavía nos preguntamos cuánto va a durar todo esto”, dijo Stella.
Los jueces fijaron una nueva cita para el 24 de mayo para atender cualquier duda de las partes e, incluso, contemplar la situación actual de prisión provisional a la que está sometido Assange. Su esposa ha advertido ya en varias ocasiones del deteriorado estado de salud del preso.
Los jueces Sharp y Johnson decidieron dar validez a tres de los argumentos esgrimidos por los abogados de Assange para evitar su entrega a las autoridades estadounidenses. El pasado 26 de marzo, el tribunal reclamó a Washington garantías adicionales de que, cuando llegara el momento de ser juzgado en ese país, Assange podría utilizar en su defensa la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense, que protege la libertad de prensa; no reduciría sus derechos por no ser ciudadano de Estados Unidos, ni impondría finalmente la pena de muerte al acusado.
La libertad de Assange es una bandera que compromete a todos los explotados mientras la censura a la prensa y los crímenes de guerra en Palestina, Ucrania y el Congo son el pan de cada día de la guerra imperialista.
Olga Cristóbal
20/05/2024
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