En la última semana, Nueva Caledonia —un archipiélago de 12 islas en el Pacífico— ha sido el escenario de un brutal combate callejero entre miles de jóvenes movilizados contra una reforma en la Constitución francesa, que quiebra todos los acuerdos establecidos a fines del siglo pasado para apaciguar las rebeliones independentistas en aquel entonces. El Congreso francés, ubicado a 17.000 kilómetros de la isla, busca incorporar a los colonos franceses y sus descendientes al padrón electoral interno de la isla -algo que los pobladores habían logrado evitar en 1998 con el acuerdo de Numea, capital isleña-.
Nueva Caledonia ocupa un lugar estratégico en el Pacífico, 1500 km al este de Australia, lo que permite un control de esa zona del océano. La intención es introducir una reforma en el padrón electoral para permitir el voto de los residentes franceses con más de diez años de residencia. El padrón hoy establece la ciudadanía de los pobladores originarios, los canacos, que representan un 41 % de la población total y los descendientes de los presos o exiliados que fueron enviados a la isla cuando Francia la utilizaba como prisión de ultramar. En NC se encuentra operativa una importante base militar, por lo cual, la mayoría de los habitantes franceses provienen de familias o son militares.
Las autoridades locales acusan que de esta manera se busca imponer un control a la poca autonomía política conquistada por la isla en estas décadas. Lo cierto es que las protestas, por su persistencia y métodos -combate armado contra la gendarmería francesa- excede el reclamo del padrón electoral. La enorme mayoría de los canacos (Kanak) viven en el desempleo y la extrema pobreza, obligados a vivir en asentamientos precarios en las afueras de las pocas ciudades de la isla, mientras en su capital se venden los platos y prendas más lujosas de París para los adinerados turistas que gustan de visitar las paradisíacas playas de la zona.
Las protestas contra la reforma, que fue aprobada en Diputados y espera por su aprobación en el Senado, han ido creciendo en fuerza, lo que llevó al gobernador de la isla, Louis Le Franc, a solicitar el envío de más tropas hasta alcanzar unos 3000 gendarmes en la isla el pasado jueves, la instauración de un toque de queda entre las 18 horas y las 6 de la mañana, así como la detención de más de 200 manifestantes. El saldo de los enfrentamientos, que se realizaban con armas de fuego, es de 4 manifestantes y 2 policías muertos. "Estamos en una situación de guerrilla urbana con heridas de bala todas las noches", señala Thierry de Greslan, representante del hospital de Numea (euronews, 18/05).
A pesar del envío de tropas, el control de la capital no ha sido impuesto en todos los barrios por los gendarmes. Varios puntos siguen bajo control de los manifestantes. La situación y los cortes de ruta han provocado que el clima cotidiano se viva como una “guerra civil”. De Greslan advierte sobre las complicaciones que puede traer para pacientes crónicos la persistencia de los enfrentamientos, ya que imposibilita a los pacientes llegar a ser atendidos. Por otro lado, los saqueos se han ido extendiendo en diversos barrios, principalmente en los más pobres. El miedo al desabastecimiento es creciente entre la población: "venimos a recoger lo que hay en las tiendas para comer. Luego ya no nos quedará ninguna tienda. Necesitamos leche para los niños. No lo considero saqueo”, dijo una vecina, que pidió el anonimato (La Nación, 16/05). Muchos residentes franceses se plantean la posibilidad de volver al continente europeo si la situación persiste.
Si bien las fuerzas políticas independentistas, que controlan 26 de las 54 bancas en el Parlamento local, han rechazado una reunión con Macron, al responsabilizarlo por la situación actual, también han llamado a terminar con las movilizaciones y recuperar la paz social. Esto pone sobre la mesa que las movilizaciones han nacido y se organizan desde abajo entre los propios canacos, exhaustos por la situación miserable en la que son obligados a vivir.
El Gobierno, mediante su xenófobo ministro Gérald Darmanin, ha prometido un castigo ejemplar a los manifestantes y “saqueadores”, a los cuales acusa sin más de delincuentes y desestabilizadores. Asimismo, Darmanin ha llegado a acusar al gobierno de Azerbaiyán de fomentar y financiar la revuelta en el archipiélago. Esto ha generado una respuesta del gobierno azerbaiyano que ha terminado por quebrar una relación bilateral ya comprometida con anterioridad.
La rebelión de Nueva Caledonia muestra una crisis mayor del imperialismo francés, que busca reforzar su presencia en el Pacífico, mientras crecen las tensiones contra China de parte de Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda en la zona. Pone de manifiesto también el ordenamiento jurídico de la guerra imperialista. Los choques y crisis “locales” deben ser vistos a la luz de esta perspectiva y combatidos con la unidad internacional de los trabajadores.
¡Abajo los gobiernos de la guerra!
Joaquín Antúnez
19/05/2024
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