El lunes 27, la noticia era que Enarsa había comprado sin licitación, por primera vez en la historia, un barco de gas licuado a Petrobras. La Política Online denunciaba entonces que el monto pagado era mayor al triple del valor de gas extraído en Vaca Muerta, y que el escándalo era doble puesto que el vicepresidente de Enarsa, Rigoberto Mejía Avena, fue director de la petrolera brasileña, y, por lo tanto, había evidente conflicto de intereses.
Dos días después -el miércoles- el escándalo es que no había gas disponible para industrias ni estaciones de GNC, por primera vez en más de 20 años, porque Petrobras no descargó el barco por un problema administrativo.
Como la Argentina no paga con dólares, lo hace con una nota de crédito de la que son garantes un banco de cada país implicado. El Banco Nación no envió la carta de crédito a tiempo y el banco brasileño dijo que ya no abría sus puertas hasta el día siguiente. A pesar de que la relación bilateral entre Argentina y Brasil es pésima, un gesto diplomático del gobierno ´comunista´ de Lula salvó las papas del fuego a último momento.
Consecuencias si llega el GNC
El secretario de Energía Chirillo anunció que para este jueves se reanuda el servicio. Pero los especialistas advierten que una vez conseguido el gas, ponerlo en circulación puede demorar 48 o 72 horas. En las industrias que tenían “garantizado” el gas en firme (considerado “no interrumpible” y, por lo tanto, pagado más caro) la puesta en marcha y el reinicio de la producción puede ser más costoso en tiempo aún, porque trabajan con procesos continuados que, justamente, no se pueden cortar. Los costos para la industria y para las estaciones de servicio son incalculables.
Por primera vez en la historia, también estuvo en peligro el suministro en los hogares que cuentan con servicio de gas. Si se cortara el sistema, su reinicio es más engorroso aún. El desastre energético del gobierno de Milei, en el país que tiene la segunda reserva de gas no convencional más grande del mundo, no tiene precedentes. Fallaron todos los engranajes de la cadena empezando por el ministro de Economía: las autoridades encargadas de la previsión, de la compra, de Enarsa, de la Secretaría de Energía, de la licitación, del Banco Nación.
Causas
En plena recesión, el suministro de gas es insuficiente y se debe a varios factores: imprevisión del gobierno, adelantamiento del frío y la motosierra sobre la obra pública que dejó inconclusas las obras de las plantas compresoras del Gasoducto Nestor Kirchner.
En octubre del año pasado, Sergio Massa tuvo un problema similar pero a una escala mucho menor cuando las empresas retuvieron las naftas aduciendo falta de dólares para importar. En ese caso se trató de maniobras especulativas apoyadas en la crisis económica generada por Massa, y los problemas ocasionados a los automovilistas fueron mucho menores en comparación.
Espiral de contradicciones
La crisis es tal que la Secretaría de Energía le dio a YPF la orden de dejar de usar gas en la refinería de Luján de Cuyo, en Mendoza, que produce gasoil. El espiral de absurdos no tiene fin y empujan al gobierno a una encerrona. La semana pasada el gobierno había licitado la compra de 12 barcos de gasoil y fueloil para reemplazar el gas que se usa en las centrales termoeléctricas.
El gobierno de Milei les pagó a los generadores y productores de energía con un pagaré para no gatillar más de 1.000 millones de dólares que les debe en concepto de subsidios, pero ahora está gastando en importar una cifra similar por no haber querido pagar los 100 millones que le hubieran costado terminar las obras en el gasoducto.
Pretende zanjar está crisis aplicando los tarifazos que viene posponiendo por miedo a un estallido social. Pero gran parte de esos tarifazos ya están siendo aplicados, incluso en la Patagonia -que siempre tuvo subsidios por zona fría- con aumentos en las boletas de gas de más del 500% y con boletas de luz que llegan a 2 millones de pesos. Es decir que todavía se esperan aumentos mayores para pagarles a las empresas una renta extraordinaria que está desfasada de los costos reales de producción. Los gobernadores patagónicos están haciendo presentaciones en la Justicia contra los tarifazos.
La crisis promete extenderse más allá del invierno si el gobierno no acelerara las obras en la reversión del Gasoducto Norte. Las provincias del norte se abastecen todavía con gas boliviano que se está acabando y que tiene fecha tope en julio. A partir de agosto, sin gasoducto no habría gas de Vaca Muerta para el norte.
Al gobierno que se jacta de no gastar en obra pública para pagarle al FMI, se le está cayendo como un castillo de naipes la mentira de que los problemas en los servicios eran por las “fiesta en los subsidios”.
Los subsidios del kirchnerismo no fueron otra cosa que dinero destinado a los capitalistas para que puedan seguir pagando salarios achatados que no incluían ese gasto como parte del costo de vida. La fiesta fue para esa burguesía que se benefició con salarios planchados, y para las empresas de energía que se capitalizaron y expandieron con ese dinero mientras que las obras seguían a cargo del Estado.
Milei viene por todo: pretende mantener congelados los salarios, darle una renta extraordinaria a las empresas de energía y seguir cumpliendo con el FMI. Quiere todo, pero no puede garantizar ni la seguridad energética que había durante el gobierno de De la Rúa.
Luciana Diaz
30/05/2024
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