La insubordinación de la policía de Misiones terminó en forma abrupta y por sobre todo confusa. Los insubordinados y el gobierno anunciaron un aumento de los salarios del 35%, desde junio, muy lejos del ciento por ciento al que policías activos y retirados habían jurado no renunciar. La reivindicación adquirió un carácter popular cuando fue tomada por otros colectivos en huelga y generaron acciones conjuntas.
El desenlace, ¿fue sólo una consecuencia del desgaste de doce días de ocupación de calles y algunos edificios públicos? Existe la impresión de que el gobierno de Misiones, encabezado por un aliado y agente de Milei, el peronista renovador Pasalacqua, y en especial su jefe, Carlos Rovira, un ex gobernador, apelaron a una fuerte ‘apretada’ contra los cabecillas del movimiento, y no simplemente a una cooptación. Rovira había impuesto a la Legislatura una declaración de condena de la insubordinación policial, que dejaba ver la intención de recurrir a toda clase de medios para ponerle fin.
“Es más bien una rendición la de los policías de Misiones”, sostiene el corresponsal de La Nación, que la atribuye a un cambio de relaciones de fuerzas, generado por el gobierno de Milei, en contraste con acontecimientos similares en el pasado. Habría favorecido este desenlace el secuestro de móviles policiales por algunos agentes, que habría desbordado los límites tolerables del gobierno, de un lado, y de los límites aceptables para los ‘sediciosos’, de otro lado. “Amarilla y Palavecino, los líderes del movimiento, “todavía tienen grandes dudas sobre su futuro legal”, asegura el corresponsal.
El otro agente de la desmovilización ha sido el clero. Los obispos se pronunciaron por el cierre del conflicto en un texto que titularon “La sabiduría del diálogo”, firmado por el monseñor de Posadas, Juan Rubén Martínez; de Oberá, Damián Santiago Bitar; y de Puerto Iguazú, Nicolás Baisi. “En situaciones complejas, dicen, como la que atravesamos, hay que evitar alimentar la confrontación y hay que propiciar el modo más sabio y oportuno de afrontar nuestros conflictos, que es la búsqueda de consensos a través del diálogo”. La cabeza del conflicto, como también muchos manifestantes, han sido electores de Milei, que obtuvo arriba del 60% de los votos en la Provincia. Estaban sorprendidos de que no haya mediado a su favor el gobierno nacional.
La línea de “no hay plata”, parece haber doblegado la consistencia de la ofuscación policial. La lucha en Misiones tiene, como se sabe, a grandes protagonistas, como los trabajadores de la Salud y la Educación. La “rendición” de los efectivos policiales afectará, suponen los observadores, la continuidad de esas luchas. La insubordinación policial no debe ser tomada como un apalancamiento de la lucha de los trabajadores. No es así como debe ser explotada una quiebra en el aparato estatal, como lo es, indudablemente, un levantamiento de “los servidores del orden”. La crisis del aparato debe servir para dar conciencia al movimiento obrero acerca del alcance de las contradicciones del régimen político patronal, para ampliar el campo de las masas en lucha, como empezó efectivamente a desarrollarse con la extensión de los cortes a la mayoría de las localidades de la provincia, y al inicio de una movilización de trabajadores yerbateros. Un hecho tan importante, como la insubordinación de quienes están a cargo de reprimir a los otros, es, con toda su centralidad, un elemento secundario en la lucha de los trabajadores. Lo principal es la amplitud de las masas que envuelve y la profundidad de su acción
Los luchadores de Misiones no han triunfado, pero debe servir para que ganen experiencia, incluso o especialmente, más allá de la provincia.
Silvina Yoga
30/05/2024
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