El alineamiento que fue forjando el gobierno Milei con el sionismo israelí, con la OTAN y con Estados Unidos lo llevó a plegarse inicialmente a las indicaciones de los funcionarios norteamericanos. Por eso envió una misión a visitar la base neuquina que estuvo integrada por científicos y técnicos de la Comisión Nacional de Asuntos Espaciales (CNAE) y del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACON) y por el secretario de Asuntos Estratégicos, el brigadier (RE) Jorge Antelo. Fue en esa ocasión que la canciller Mondino expresó confusamente que “los miembros de la base son todos iguales”, una humareda para terminar aclarando que se refería a que todos eran civiles, y no había militares como sugerían los norteamericanos.
La base china, dice ahora el jefe de gabinete Nicolas Posse, es “una cooperación internacional de corte civil, que conlleva formas interactivas y protocolos más o menos estándares, y que se genera y se ejecuta en una geografía que requiere una “mínima” logística de traslado y acceso por caminos irregulares”. Las visitas son abiertas y las coordina la CONAE.
La importancia del asunto es geopolítica. Hay que considerar el mapa de las guerras en curso, sus participantes, los intereses capitalistas que se juegan en Argentina.
La base china de Neuquén fue instalada en 2018 pero el convenio con China fue firmado años antes, durante el gobierno de CFK. Son doscientas hectáreas cedidas a China por cincuenta años. Tiene fines aeroespaciales como observar el espacio. La estación alberga una antena de 35 metros. Es la primera estación terrena de espacio profundo china construída fuera de su territorio. Su propósito es guiar naves espaciales a la luna.
Las represas paralizadas de Santa Cruz, el puerto multipropósito en Río Grande, Tierra del Fuego -un lugar estratégico geopolíticamente- tienen su destino ligado al desarrollo de la guerra imperialista.
Elena Florín
18/05/2024
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