jueves, marzo 12, 2020

El gobierno en cuarentena



Lo que Argentina debería hacer frente a la crisis, pero Alberto Fernández no hará

La crisis mundial, que el coronavirus puso de manifiesto y a la vez aceleró, se entrelaza con la bancarrota de la economía nacional
Argentina no es uno de los países más afectados por el coronavirus. Las 20 personas contagiadas, de las cuales uno ha fallecido al momento de escribir esta nota, no se comparan con las decenas de miles de casos que afectan a China, Italia, Irán o Francia. Sin embargo, el “lunes negro” que atravesó a los mercados impactó en la Argentina más que en cualquier otro país del mundo. Aquí el derrumbe de la bolsa rondó el 15% y el riesgo país superó los 2.700 puntos. Incluso cuando al día siguiente los mercados rebotaban, el índice de riesgo país que mide la tasa que pagan los bonos de deuda seguía en ascenso, superando ya los 2.800 puntos.
¿Por qué en la Argentina el coronavirus afectó, por ahora, más a la economía que a la salud de las personas?
Simple: porque la crisis mundial capitalista, que el coronavirus puso de manifiesto y a la vez aceleró, se entrelaza con la bancarrota de la economía nacional, que se encuentra en estado de semidefault y en una recesión profunda. Este entrelazamiento puede convertirse en una tormenta perfecta para el gobierno. La posibilidad de reunir dólares para pagar la deuda está más que cuestionada, tanto por el derrumbe comercial global y la caída del precio internacional de la soja como por la parálisis de Vaca Muerta, que se agudizará con el derrumbe de la cotización del petróleo. La quiebra fiscal se agudizará, como ya quedó de manifiesto con los guarismos de enero, que arrojaron un déficit cercano a los 100.000 millones de pesos. Sin acceso al crédito y con la caída de la recaudación, el déficit primario más el pago de la deuda en pesos fue afrontado con emisión monetaria, contrariando la promesa de Alberto Fernández de no usar la “maquinita”. Para evitar un impacto inflacionario directo han más que duplicado las Leliq, superando los récord alcanzados por el macrismo. En la actualidad, ya llegan al 1,7 billón de pesos, que a una tasa del 38% anual implican pagar intereses por 600.000 millones de pesos, 10 veces más que lo que les robaron a los jubilados con la eliminación de la movilidad de marzo.
La quiebra fiscal convive con la parálisis de la obra pública -la inversión en este rubro retrocedió un 65% en enero- agravando la recesión. El retroceso del PBI para el año acaba de ser actualizado: se esperaba que sea del 1% pero las consultoras ahora pronostican el 1,5 o el 2%. Esto siempre y cuando, claro, se evite el default. Pero por este lado tampoco hay buenas noticias. El retroceso de los bonos, con un riesgo país cerca de los 3.000 puntos, coloca a la deuda argentina al tiro de los buitres. Varios diarios comentan que esto ya está sucediendo. Las chances de que fracase el canje y el país entre en default, sea total o parcial, han crecido significativamente. Sectores capitalistas recomiendan suspender el canje y postergarlo para un futuro más amigable. Sin embargo, una decisión en ese sentido deja sin resolver el problema de cómo pagar los vencimientos próximos. El gobierno podría recurrir al FMI, alegando que se trata de una decisión impuesta por la emergencia. En cualquier caso el Fondo reclamará un plan económico basado en el ajuste, agravando todas las tendencias recesivas.
¿Qué medidas debiera aplicar el país para enfrentar la crisis y evitar sus efectos económicos y también sanitarios?
La onda expansiva de la crisis mundial reclama medidas de emergencia para evitar que sus efectos dañen aún más la alicaída economía argentina. El punto inicial es cancelar los pagos de la deuda que consumen la parte más significativa del ahorro nacional, en dólares y en pesos. El déficit fiscal de enero se explica en un 97% por el pago de la deuda. Una medida así debiera ir acompañada de una amplia y rigurosa investigación, que de ningún modo este gobierno llevará adelante. La función de la investigación es mostrarle al país entero cómo la burguesía nacional, asociada al capital financiero internacional, se valió de todos los gobiernos para saquear al país en su propio beneficio. Junto con esta medida debe procederse a la nacionalización de la banca y el comercio exterior, tanto para enfrentar la reacción del capital financiero contra el país como para centralizar el ahorro nacional para aplicar un plan de desarrollo. El monopolio del comercio exterior supera y por mucho el cobro de retenciones, que son evadidas por los exportadores y que además tienen por destino el pago de la deuda. En relación a la industria hidrocarburífera es necesario evitar su paralización, estableciendo su nacionalización bajo el control de los trabajadores. El “barril criollo” a 50 dólares que ha prometido Kulfas, a costa de que los combustibles no bajen en la proporción correspondiente, es un brutal subsidio del bolsillo popular que pagaremos en los surtidores y en los precios. Estas medidas deben ir de la mano de una recomposición general de salarios y jubilaciones estableciendo además su actualización automática por el índice de precios.
En relación con la propia expansión de la enfermedad, las medidas adoptadas por el gobierno son harto limitadas, pues están condicionadas por la defensa de los intereses capitalistas. El pedido de “aislamiento voluntario” de las personas mayores de 65 años va camino al fracaso, ya que las personas que trabajan no pueden ausentarse ante el temor de perder el trabajo o el pago de los jornales no trabajados. Es necesario tomar medidas directas que obliguen a las empresas a licenciar a todas las personas que integren los grupos de riesgo -cuyo financiamiento debe quedar a cargo de las patronales- y a que suspendan eventos que faciliten la propagación de la enfermedad. Esto debe ir acompañado de un aumento inmediato del presupuesto de salud de la nación y las provincias, que garantice la ampliación de la capacidad sanitaria y la formación de comités de seguridad e higiene en los lugares de trabajo, y en especial en los hospitales, integrados por las distintas disciplinas de los trabajadores de la salud para verificar la aplicación de protocolos.

Los trabajadores, al frente

Argentina se encuentra en un estado de enorme vulnerabilidad. La política del gobierno no solo es impotente para enfrentar el impacto de la crisis capitalista sobre el país; peor aún, es un elemento de agravamiento. La continuidad de los pagos de deuda durante el mes de marzo requiere la utilización de más de 220.000 millones de pesos, que en las condiciones actuales solo pueden ser afrontados con mayor emisión y ajuste. Tengamos en cuenta que están gobernando con el presupuesto “neoliberal” 2019 después de 53% de inflación. Su disposición a continuar con el canje conduce a un acuerdo ruin con los acreedores, o a un default ruinoso porque no irá de la mano de la adopción de medidas de defensa nacional.
Es necesario, por lo tanto, adoptar medidas de fondo para evitar que la crisis impacte sobre el país y sea descargada sobre las espaldas de los trabajadores. Esto requiere una acción de las organizaciones obreras y populares enérgica, para luchar por un programa de reivindicaciones. Es sobre esta base que fundamos nuestro llamado a que las centrales sindicales rompan con el gobierno y convocar asambleas y plenarios para que los trabajadores puedan intervenir en defensa de un programa propio. En oposición al seguidismo a los Fernández planteamos una acción unificada de los trabajadores para que la crisis la paguen los capitalistas. La masiva movilización de las mujeres y los paros docentes muestran que esta disposición de lucha está presente en el pueblo argentino.

Gabriel Solano

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