La agrupación Periodistas Argentinas compiló y presentó 19 testimonios de alumnas, periodistas y vecinas de Pedro Brieger, donde dan cuenta de situaciones de incomodidad, exhibicionismo y acoso por parte del periodista. Son mujeres que tuvieron que dejar de hacer sus trabajos, renunciaron a sus estudios, no fueron a reuniones, perdieron exámenes, dejaron de hacer coberturas, se bajaron de viajes y declinaron de posiciones profesionales por los abusos del periodista, quien fue sistemáticamente encubierto por las corporaciones que manejan los medios de comunicación.
“Brieger era nuestro profesor, nuestro compañero de trabajo, nuestro jefe de cátedra, nuestro colega, nuestro acosador. Las conductas inapropiadas que pudimos recabar sucedieron a lo largo de treinta años. Pero sabemos que no somos las únicas y que probablemente este marco de tiempo sea aún más extenso. Nosotras tuvimos que abandonar nuestras tesis, dejamos de ir a coberturas, no fuimos a conferencias, renunciamos a comitivas y él en cambio comandó equipos, recibió premios y entrevistó líderes. Con su prestigio profesional logró enmascararlo” remarcaron en el informe.
Las mujeres son sistemáticamente expuestas en los ámbitos laborales a acosos o abusos por parte de sus superiores. El miedo a perder el trabajo, a ser hostigadas durante la jornada laboral y a no ser recontratadas por “problemáticas” suman motivos para que las víctimas no quieran hacer la denuncia, lo que genera un cuadro de impunidad para que este tipo de violencia continúe operando y sumando víctimas.
En el informe las periodistas afirmaron: “Lamentablemente nadie nos escuchó nunca. Lo dijimos por televisión y se lo contamos a nuestros jefes y nuestros compañeros. Pero nada”. Cecilia Guardatti afirmó: “Que Pedro Brieger es un acosador era “un secreto a voces” y solo cuestión de tiempo que todo saliera a la luz. Pero nunca pensé que seríamos tantas y que la voz colectiva marcaría un punto de inflexión”. Incluso la propia periodista Romina Manguel reconoció en una entrevista que es verdad que en el medio “se sabía lo de Brieger”, pero nadie fue capaz de denunciarlo.
Las patronales no solamente hacen la vista gorda de estas situaciones encubriendo a los abusadores porque representan ganancias significativas para la empresa, sino que allanan el terreno para que proliferen este tipo de violencias, reproduciendo la opresión de la mujer dentro de los ámbitos laborales y quitándoles así herramientas para afrontarlas.
Ejemplo de esto es la ampliación de la brecha salarial, lo que hace que las mujeres tengan que trabajar más que los hombres para conseguir el mismo sueldo, situación que se torna más grave aún en un contexto de salarios congelados, o aumentando cada vez más la precarización laboral y la quita de derechos, de las cuales las mujeres son las principales víctimas y de lo que muchas veces los abusadores con poder se valen para acallar las denuncias.
Para esto, los sindicatos ocupan un lugar fundamental, la falta de protocolos por violencia de género y la ausencia de una lucha lucha consecuente por los derechos de las mujeres, salarios y condicionales laborales son elementos que fomentan este cuadro de violencia.
Nuevamente la pelea contra el encubrimiento recayó sobre las víctimas, lo cual supone una revictimización constante, pero también expresa la experiencia ganando con la organización de miles de mujeres contra la violencia y la impunidad. Ese es el camino que ha tomado también la denuncia de Thelma Fardín, la cual, gracias a la incansable lucha de actrices argentinas y del movimiento de mujeres ha llevado a Darthés tras las rejas.
La lucha por salarios y condiciones laborales va de la mano de la lucha contra la violencia hacia las mujeres, en todos los ámbitos. Como lo demostraron en su momento las actrices y como lo demuestran hoy las periodistas, el camino para conquistar todas nuestras reivindicaciones es la organización.
Camila García
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