Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
martes, diciembre 03, 2013
Mika capitana
Una Che en Europa
Nació en la localidad santafesina de Moisés Ville como Micaela Feldman, conoció a su marido militando y fue la única mujer al mando de un regimiento republicano en la Guerra Civil Española. Consejos a los jóvenes del Mayo Francés y la primera manifestación internacional contra la dictadura en 1976.
Vivió con los pies en el sol de tanto andar. De tanto trashumar. Libre, con la coherencia, la lucidez y la valentía que sólo portan con elegancia aquellas personas condenadas a trascender. Pero a ella la historia le tendió una emboscada, la alejó de sus mejores páginas e intentó ponerle los grilletes que conlleva el exilio de la memoria. Justo a ella, que le sobraban las alas. Una militante que tenía la capacidad de flotar con los pies en la tierra. Un personaje que volvió del olvido para seguir combatiendo, y latiendo, desde la trinchera. Una argentina de aquellas a las que los padres recurrirán a la hora de ponerles un nombre a sus hijos: Micaela Feldman de Etchébehère. Mika, la única mujer con grado de capitana de las fuerzas republicanas que combatieron al franquismo durante la Guerra Civil Española.
La reciente edición de Mi guerra de España (Milena Caserola) en medio de una disputa editorial (ver recuadro) y la proyección del documental homónimo en el Festival de Cine de Mar del Plata empiezan a hacer justicia con el compromiso político-social de una luchadora inclaudicable.
Nacida en Moisés Ville en 1902, Mika vivió una vida que sobrepasa la ficción. Un relato verídico que toma fuerza en sus años universitarios, cuando se une a grupos anarquistas y socialistas, desde donde comenzó a forjar una gran historia de amor con Hipólito Etchébehère, un estudiante de ingeniería con quien militó en el Partido Comunista Argentino del que, luego de dos años, fueron expulsados por sus inclinaciones trotskistas. Lo que los llevó a la Patagonia, donde ella ejerció su título de dentista.
“Para ellos fue una tentación quedarse en ese lugar ya que eran humanistas y amaban la naturaleza, según deja en claro Mika en su diario. Pero decidieron que aún no era tiempo y fueron tras la revolución”, asegura Fito Pochat, quien dirigió el film junto a su primo segundo Javier Olivera: ambos son sobrinos nietos de Mika. El siguiente paso los encontró en Alemania, pero luego de la victoria del nazismo decidieron trasladarse a París, donde se casaron, para luego llegar a España después del triunfo del Frente Popular. El acercamiento al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) los ubicó en las primeras filas de la milicia. “La política nos está tragando la vida, no debemos dejar que nos devore”, le dijo Hipólito antes de partir a un enfrentamiento en el que perdería la vida y que convertiría a Mika en la primera capitana extranjera que llevó adelante una columna armada en la guerra civil, donde defendería las ciudades de Sigüenza y Madrid.
¿Cómo no se le rinde memoria a una mujer que formó parte de un momento tan fuerte de la historia? Según la actriz Cristina Banegas, que hace la voz de Mika en el documental, “fueron personas claramente perseguidas. Y luego de muchos años de dictadura franquista fue difícil rescatar las historias de sus compatriotas. Pero luego de tanta represión y silencio, es muy importante que aparezca esta historia porque hoy se está debatiendo la reapertura de los archivos del franquismo”. Para Pochat se trató de un doble encubrimiento, el familiar y el de la historia: su familia conservadora ocultó durante años la existencia de la revolucionaria y el lazo con Mika. “Creo que se debió a cuestiones ideológicas y de principios. Hipólito cometió todos los pecados que se pueden cometer en una familia moderada. Se hizo comunista, se casó con una judía y se fue a pelear a la Guerra Civil Española. Había que borrarlo del mapa. Y a partir de ahí, se resolvió editar su vida en la familia. En el contexto histórico, creo que fueron perdedores de los perdedores: expulsados del PC, perdieron la guerra civil. Nunca estuvieron del lado de los que se acomodaron o de los que ganaron. Y a veces la historia no te guarda un lugar”.
En 1937 fue detenida en Madrid y luego liberada por la gestión de su amigo Cipriano Mera, uno de los anarquistas de mayor relevancia en la guerra civil. Mika se fue a Francia, pero su condición de judía y trotskista la llevó a retornar a la Argentina ante la avanzada nazi. Sus marcadas diferencias ante el primer gobierno de Perón la llevaron a recluirse durante varios años en una casa del director de Crítica, Natalio Botana, con quien tuvo una gran amistad, al igual que con Alfonsina Storni. “Fueron amistades muy fuertes. Pero su intención nunca fue figurar. Cuando Alfonsina empieza a tener síntomas claros de su enfermedad, Mika la acompaña al médico y la atiende José Ingenieros. En un hecho cotidiano, hay un peso enorme de historia”, cuenta Pochat.
Cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial, Mika regresó a Francia, se instaló en París y nunca más volvió a la Argentina. Pero su participación política no estaba terminada. En 1968, a los 66 años, colaboró con los jóvenes en el Mayo Francés. “Ella les enseña que para hacer las barricadas tenían que utilizar guantes ya que, si no los usaban, la policía podía hallarlos con mayor facilidad. Una vez, luego de darle los guantes a un chico, se fue a su casa a buscar más para llevarle al resto. En el camino, un policía la detiene y luego de preguntarle qué hacía por allí la acompaña a su casa, por el peligro que había en la zona. Justo a ella, que estaba organizando las barricadas”, agrega su sobrino nieto.
Ocho años después, en 1976, Mika editó su diario en Francia sin la ayuda de su amigo Julio Cortázar. Antes de que fuera publicado, le escribió una carta con su opinión –que figura en esta edición– donde le ofrecía mencionarlo: “Bello, necesario y eficaz, porque testimonia algo que va más allá de la guerra de España (…). Quisiera saber si tienes posibilidades de publicarlo; los editores, imbéciles de nacimiento, suelen retroceder ante libros así, pero si yo puedo serte útil en algo concreto, no vaciles en decírmelo (…) Te doy un gran abrazo por tu libro y por vos, mujer como pocas”.
“No conocía esta historia, ni a Mika –cuenta Banegas–. Cuando empecé a leer el libro, me conmovió mucho. Es una gran narradora, porque sabe pensar, y una increíble observadora. Con una inteligencia extraordinaria. Poder hacer la voz de Mika fue un honor. Ella fue una mujer con un gran compromiso. Es alguien fuera de serie”. Meses después de la publicación de su libro, Mika dio otra muestra de su compromiso político cuando, ese año, realizó la primera manifestación internacional en contra de la dictadura.
Mika falleció en 1992 a los 90 años y sus restos fueron esparcidos, de manera clandestina, en el río Sena. Pese a que en Francia y España es recordada por los intelectuales de izquierda, en la Argentina no corre la misma suerte. “Todos sabemos que cuando alguien vive tanto puede variar su ideología. Pero ella mantuvo su coherencia bien alto hasta el fin de sus días”, sentencia Pochat antes de asegurar que la idea es que el personaje “pueda ser reconocido pese al paso del tiempo”. Por eso, en marzo del año próximo, la película será estrenada en el cine Gaumont. Y así todos podrán seguir los pasos de una mujer que fue testigo y protagonista de la historia. Una mujer de huellas anchas e ideas claras.
Ediciones simultáneas
La primera edición de Mi guerra de España fue realizada por la editorial francesa Éditions Denoël. Meses después, Plaza & Janés salió con la primera versión española a la que le siguieron dos más: una en 1987 y otra en 2003. Luego de que el realizador Fito Pochat se enteró de la existencia del libro gracias a una prima actriz –hija de Arnold Etchébehère, el sobrino de Mika, quien participa en el documental–, el director decidió hacer una publicación en la Argentina. Milena Caserola se convirtió en la indicada y hace unas semanas lanzó la primera versión. Sin embargo, en 2014 el diario también será publicado por Eudeba. “Milena Caserola es una editorial en sintonía con el libro. Con la trinchera, con la guerra constante. Con lo sensible. Con ese devenir de mujer. Es coherente en la historia de las editoriales que Mi guerra... se haga a través de una editorial independiente”, sentencia Matías Reck, responsable de la editorial nacida a mediados de la década pasada.
Bruno Lazzaro
Revista Veintitrés
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