Después de conseguir una mayoría cómoda para la votación en general, el tratamiento en particular avanzó manu militari. El bloque liberticida y sus aliados impusieron que se vote, no cada artículo por separado, sino “en capítulos”, sometiendo a libro cerrado la aprobación en bloque de las privatizaciones, la reforma laboral, los despidos, la disolución de organismos del Estado y, principalmente, la delegación de poderes en favor del Ejecutivo. Las observaciones 'particulares' de la oposición colaboracionista recibían invariablemente un rechazo de parte del bloque oficialista. Con una sonrisa y con la mano levantada, esos opositores celebraban el espectáculo de su propio avasallamiento.
La votación, de todos modos, fue reveladora, porque puso de manifiesto hasta qué punto el gobierno ha metido la mano adentro del pejota. Es el caso de los diputados peronistas de San Juan y Catamarca, que votaron a favor el “Régimen de Grandes Inversores” que establece un tratamiento de zona franca para las inversiones de más de 200 millones de dólares. Sin disimularlo, el gobernador catamarqueño Jalil reconoció que actuaban a cuenta de las mineras. Pero el episodio sirve para retratar al conjunto de la sesión: el radicalismo, por ejemplo, no dejó de destilar sus rezongos por el régimen de blanqueo o los “malos modales” de la camarilla libertaria. Pero puso el “Sí” puntualmente a la hora de votar. El grupo de diputados encabezado por Manes deslizó una abstención, a sabiendas que la aprobación de la ley no peligraba.
De Loredo, el más quejoso de los demócratas en desgracia, reiteró en su discurso que le darían “los instrumentos” a un gobierno que, sin embargo, dijo que no apoyaban. Pero la ley liquida el derecho laboral en los pequeños establecimientos, y facilita el despido y la rotación en todos. Se ha impuesto un aumento de hecho en la edad jubilatoria a la mujer que no pudo completar sus años de aporte, o sea, a la mayoría de ellas. Este es el contenido y la orientación estratégica que aprobaron con su voto los De Loredo, Pichetto y compañía, junto a los pejotistas que empiezan a desgranarse bajo el mandato de los lobbies capitalistas provinciales.
Delegación de facultades
Lo primero que se aprobó en particular fueron las “facultades delegadas” en materia económica, administrativa, financiera y energética. Estrictamente, allí se encuentra el corazón de la ley y su verdadero sentido. Los superpoderes otorgados convierten en un adorno a las prevenciones formales a otros aspectos de la ley –por caso, la que envía “a estudio” a las diferentes empresas sujetas a privatización. La decisión de rematarlas, al igual que el cierre de organismos o la libertad cambiaria para mineras o petroleras, será dispuesta por decretazos. El régimen por decreto tira por tierra las expectativas de la “oposición constructiva” de abrir una etapa de proyectos y acuerdos parlamentarios puntuales, como había insinuado Pichetto días atrás. Con la Ley Bases, no es la camarilla mesadinerista la que se somete al Congreso, sino al revés: los diputados han votado su propia disolución en favor del gobierno por decreto.
Festejar de antemano
En horas de esta tarde, la Bolsa y los mercados financieros empezaron a celebrar la votación favorable. Los que miran un poco más allá, sin embargo, son más cautos. El “superávit fiscal” comienza a caerse; por un lado, por la propia recesión, por el otro…por la caída esperada en la inflación, lo que terminaría con la licuación de los gastos. Un ultraliberal del mundo, Guy Sorman, acaba de publicar una apelación “por el éxito de Milei”, temiendo que su fracaso sancione “el fin del liberalismo por una generación entera”. ¿A qué le teme Sorman? Nada menos que a “una revolución social que eche al presidente de su cargo” (LN, 30.4). Es lo que temen los demócratas arrodillados, mucho más que al propio Milei.
Ahora la ley empieza el camino hacia el Senado, en medio de fuertes disputas por arriba. La UIA ha reclamado extender el régimen de grandes inversiones a las “no tan grandes”, lo que plantearía un sistema general y permanente de exenciones impositivas –no es lo que quiere el FMI. La cuestión de Ganancias, mientras tanto, augura un choque con una fracción importante de la clase obrera, como ya ocurre con los aceiteros, el transporte y ocurrirá también entre los petroleros.
Milei celebra por adelantado, pero los trabajadores tendrán la última palabra.
Marcelo Ramal
30/04/2024
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