miércoles, septiembre 14, 2016

A 15 años del 11-S



Los atentados a las Torres Gemelas fueron el punto de partida de una feroz ofensiva militar del imperialismo sobre los países semicoloniales de Medio Oriente y el norte de África, hasta las puertas de la ex URSS.
Resulta obvio, a esta altura, que la “guerra contra el terrorismo” se transformó en un acicate para nuevas masacres y barbaries. De los talibanes al Isis, basta señalar que de 2.000 atentados registrados en el año 2001, pasamos 14.000 en 2015. De 20 millones de refugiados al momento del atentado contra las Torres a 65 millones, 15 años más tarde.
El desbaratamiento de la red terrorista supuestamente encabezada por el millonario saudí Osama Bin Laden debería haber sido motivo de una pesquisa policial, pero se transformó en la excusa para la intervención directa de las fuerzas armadas norteamericanas en Afganistán (2001) y más tarde en Irak (2003), sobre la base de informes falsos sobre presuntas armas de destrucción masiva en poder de Saddam Hussein.

Crisis mundial

El atentado se produjo en el contexto de una acentuación de la crisis mundial. La euforia que desató en el capital mundial la disolución de la ex URSS, a comienzos de los 90, quedó aplacada con la seguidilla de crisis que se fueron enlazando entre el Tequilazo (1994), la crisis asiática de 1997-1998, las crisis de Rusia y Brasil y la quiebra del fondo LTCM, en 1998. Mientras los aviones se estrellaban contra las Torres Gemelas, detonaba la burbuja de las empresas punto com y la caída del empleo y de la producción industrial en Estados Unidos pegaba un nuevo salto. A ello se sumaría el derrumbe de las compañías aéreas y de las aseguradoras, bajo el impacto directo del atentado. Los 300 mil millones de dólares que inyectó el Tesoro norteamericano y el recorte de tasas no alcanzaron a atenuar la caída de la economía norteamericana.
La guerra resurgía como una tendencia profunda del imperialismo frente a la crisis histórica del capitalismo. De los bombardeos sobre Kosovo a la toma de Kabul, la intervención militar yanqui experimentó un salto cualitativo. La represión interna en los Estados Unidos escaló a nuevos niveles (Patriot Act) y el gasto militar más pasaría de 300 mil a 700 mil millones de dólares. Las guerras de Afganistán e Irak consumieron 1.3 billones de dólares (citado en Clarin, 11/9/2016). Sus objetivos estratégicos son el rediseño del espacio geopolítico de Medio Oriente y hegemonizar la colonización de la ex Unión Soviética y sus satélites.
El agotamiento del acople económico chino-norteamericano eclosionaría en 2008 con el derrumbe de las hipotecas norteamericanos, acentuando las tendencias beligerantes. Esos choques se manifiestan de manera directa e indirecta en las masacres de Siria y en los choques por el control de Ucrania.

Conexión local

Las sospechas de que la administración de Bush tenía conocimiento previo de la planificación del ataque reflotaron con la descalificación de un informe oficial que revela hasta qué punto fue clave la colaboración de la embajada de Arabia Saudita con los kamikazes para que se produjera.
Ese documento asegura que los funcionarios saudíes proveyeron un apoyo logístico vital a los 19 atacantes, incluido su ingreso a territorio norteamericano, su entrenamiento y alojamiento. Sin embargo, el régimen teocrático de los jeques árabes sería considerado por Bush y su banda como un aliado estratégico en la “guerra contra el terrorismo” –y lo sería también para aplastar a la “primavera árabe”. ¿Es descabellado pensar en un grado de complicidad del Pentágono con los atacantes para legitimar el curso bélico posterior?
La llegada de Obama al poder no cambió el rumbo estratégico que se propuso el imperialismo yanqui a partir del ataque. La continuidad del campo de concentración de Guantánamo, que prometió cerrar durante su campaña electoral, 8 años atrás, subraya esa continuidad.
De Bush a Trump o de Obama a Hillary Clinton, la crisis capitalista continúa su marcha, ensangrentando a los pueblos de todo el mundo.
A 15 años del 11-S, abajo las guerras imperialistas. Por un gobierno de los trabajadores.

Jacyn

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