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viernes, septiembre 23, 2016
FMI, otra vez sopa
Sería ingenuo no unir la llegada del FMI al reciente mini-Davos y, un poco más atrás, a la visita de Obama al país. Hace diez años -en su última visita-, esta “auditoría” saludó al ajuste fiscal del gobierno kirchnerista, que administraba la salida de la megadevalución del 2002 y, desde luego, el canje de deuda 2005 que iniciaba la vuelta de la Argentina a “los mercados”. Mucha agua pasó bajo el puente desde entonces, con el rescate de la deuda defolteada, el empapelamiento del Anses con bonos de la deuda pública –y el uso de sus fondos para pagarle a los banqueros internacionales, el pago al Club de París, a las privatizadas en los tribunales del Ciadi y la onerosa indemnización a Repsol.
Ese derrotero condujo a una nueva crisis fiscal y no logró cerrar los entuertos con el capital internacional, como lo demostró la sentencia a favor de los fondos buitre. Hoy, con apoyo del Frente Renovador, del PJ disidente y del propio kichnerismo, la piedra basal de la política macrista ha consistido en el escandaloso acuerdo con estos fondos, abriendo las puertas a un proceso de reeudamiento internacional.
Bola de nieve
La nueva deuda del macrismo ya asciende a 38.000 millones de dólares entre la Nación y las provincias, y se espera alcance los 40.000 millones a fin de año. Además, las provincias negocian por estas horas una autorización de mayor endeudamiento, como prenda de negociación para que sus diputados aprueben el presupuesto. El destino de los fondos ingresados ha sido eminentemente especulativo, explotando las altísimas tasas de interés en pesos y el dólar “planchado”.
En el presupuesto que el Congreso empieza a tratar, se prevé una suscripción de deuda de unos 55.000 millones de dólares, de los cuales 26.000 son deuda nueva y el resto refinanciación, de modo que los intereses que no se pueden afrontar pasan a formar parte del capital.
Es la clásica bola de nieve que ha conducido a todas las crisis de deuda. Por caso, para el año que viene sobrevienen fuertes vencimientos del Club de París y otros, y los bonos en manos del Anses se prevé que sean integralmente refinanciados, capitalizando intereses.
El déficit fiscal primario previsto, en caso de cumplirse, es de 420.000 millones de pesos, de los cuales 247.000 corresponden a servicios financieros de la deuda pública, es decir más de la mitad. Otros factores que explican ese déficit son la caída de las retenciones y los subsidios a distintos sectores empresarios, en acuerdo o por iniciativa de la oposición que compone la “coalición del ajuste”, como los subsidios a las terminales automotrices, entre otras. No es cierto, por lo tanto, que el déficit se origine en la atenuación del tarifazo o en la suba del mínimo no imponible de ganancias.
Pero, en el “rojo” de las cuentas públicas nada se dice de la deuda cuasi fiscal del Banco Central que tiene un pasivo de 600.000 millones de pesos en Lebac que vencen cada tres semanas aproximadamente y son refinanciados a altas tasas de interés que se cubren con emisión. Semejante bomba de tiempo tiene solo dos salidas posibles: o licuarla definitivamente mediante emisión, y por lo tanto mediante un agravamiento de la inflación, o transformarla en deuda mediante la emisión de bonos del Tesoro, la solución más aceptada entre los técnicos de la burguesía. Ello representaría otros 40.000 millones de dólares.
Garante
En resumen, el gobierno Macri y los gobernadores han tomado un curso frenético de endeudamiento internacional. El FMI viene a monitorear las condiciones de repago de ese endeudamiento, lo que plantea una escalada en regla contra los trabajadores: ajuste fiscal, reforma laboral, baja de costos laborales y aumento de la productividad (flexibilidad), reforma jubilatoria y ataque a la “industria del juicio” en función de una nueva reforma a la ley de ART, todos objetivos que ya aparecieron en la primera reunión que tuvo la misión del FMI con la Unión Industrial.
El FMI está presto a intervenir en Venezuela, en función de una salida al hundimiento del régimen chavista en los términos del capital internacional. Su visita a la Argentina tiene la función de ofrecerse como garante de este curso acelerado de endeudamiento, dirigido a pilotear la crisis fiscal y comercial en un marco de recesión económica, caída de los mercados mundiales y de caída de precios internacionales.
Al mismo tiempo, la remontada de vínculos con el FMI prepara las condiciones para otra intervención -la del rescate- que deberá llegar como consecuencia de una una nueva cesasión de pagos. El tarifazo, por un lado, y los acuerdos entreguistas con Malvinas, por el otro, no son ajenos a la “auditoría del artículo IV”, presentada por el gobierno y la oposición como un trámite.
Fuera el FMI, investigación y no pago de la usuraria e ilegítima deuda externa, apertura de cuentas de las empresas privatizadas, nacionalización integral del sistema energético bajo gestión de los trabajadores.
Néstor Pitrola
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