Las empresas Bayer y Monsanto, en muchas ocasiones en vez de beneficiar con sus medicinas y alimentos transgénicos a la población mundial, provocan en cambio graves enfermedades y hasta la muerte a numerosas personas, a la par que amplían constantemente sus enormes ganancias.
Después de varios meses de negociaciones, la compañía farmacéutica alemana Bayer confirmó la compra del fabricante estadounidense de Transgénicos Monsanto por 66 000 millones de dólares .
El acuerdo se deberá cerrar para finales de 2017 y si por cualquier motivo fracasa, Bayer indemnizaría a Monsanto por 2 000 millones de dólares.
Para el convenio, la enorme compañía alemana hará una ampliación de capital y contratará un crédito puente de 57 000 millones de dólares de los bancos Merrill Lynch, Credit Suisse, Goldman Sachs, HSBC y JP Morgan. La adquisición de Monsanto convertirá también a Bayer en el mayor productor de semillas y pesticidas del mundo.
Ambas compañías tienen un enorme y peligroso expediente contra la salud de las personas relacionado con productos creados a partir de la utilización de Organismos Genéticamente Modificados (OGM).
Veamos algunos de los grandes problemas creados por esas compañías. Las pastillas confeccionadas a base de la hormona drospirenona le han costado 2 000 millones de dólares, en pago a cerca de 10 000 mujeres para evitar largos debates judiciales y más escándalos.
Medios de prensa reportaban en diciembre de 2015 que Felicitas Rohrer se enfrentó al laboratorio Bayer en un juicio “simbólico” en Alemania, por haber puesto en peligro su vida con un anticonceptivo oral del tipo Yasmin que engloban Yasminelle y Yaz.
Rohrer de 25 años padece embolia pulmonar, pierde el aliento y debe tomar un anticoagulante que rebaja sus posibilidades de tener hijos.
En junio de 2009 tuvo un paro cardíaco de 10 minutos, tenía en sus pulmones coágulos de sangre y tras varios estudios se demostró que las pastillas de tercera y cuarta generación (a base de drospirenona y otras progesteronas recientes) multiplican por dos el riesgo de tromboembolismo, con respecto a las de segunda generación.
Un grupo de ayuda mutua recogió unos 1 250 testimonios de mujeres con efectos secundarios similares .
Otro caso anterior muy sonado ocurrió en enero de 2010 cuando en Barcelona, España, la compañía fue condenada por daños provocados al vender el fármaco Liposterol (cerivastatina) para tratar el colesterol.
Tras ingerir el medicamento, varios de los demandantes sufrieron de rabdomiolisis, (insuficiencia renal y síndromes psiquiátricos) .
El consumo de la cerivastatina ha producido la muerte de varias personas. Al ser retirado del mercado, la propia Bayer reconoció que en el mundo se habían producido al menos 100 muertes relacionadas con el medicamento . Los familiares de los fallecidos solo recibieron de compensación unos 5 000 dólares.
En Canadá, la farmacéutica enfrenta demandas por 150 millones de dólares debido a daños que causa su medicamento anticoagulante Xarelto. El fármaco produce sangrados excesivos que pueden conducir a la muerte, y se calcula que sólo entre 2012 y 2013 han fallecido al menos 130 personas. Las acusaciones a la empresa están relacionadas con la falta de información y advertencias sobre los posibles graves daños de Xarelto.
El proceso de aprobación de Xarelto cuyo principio activo es rivaroxaban resultó difícil desde el principio por los efectos secundarios y sus no aclaradas reacciones adversas a largo plazo. Pese a todo, en Estados Unidos, Xarelto se comercializa con la advertencia de que los pacientes no deben dejar de tomar el medicamento sin consultar a su médico, pues puede incrementarse un riesgo mayor de accidentes cerebrovasculares.
Pasemos ahora a la ya tristemente famosa Monsanto cuya hoja de incidencias contra la salud humana se hace interminable, según diversos estudios científicos.
Fundada en Missouri, en 1901, con el objetivo de producir sustitutos del azúcar para la compañía Coca Cola, los estudios realizados en 1970 por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, reveló que la sacarina que fabricaba provocaba esa enfermedad en mamíferos utilizados en los experimentos.
En una de sus plantas ubicada en Anniston, Alabama, produjo en la década de 1920 el bifenilos policlorados, líquido refrigerante para condensadores, transformadores y motores eléctricos. Cincuenta años más tarde, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (APMA), probó que ese elemento provoca cáncer en humanos y animales. Monsanto pagó más de 600 millones a los residentes en Anniston, pero el daño y los sufrimientos ocasionados a sus pobladores fueron irreparables.
En 1980 la APMA prohibió a la transnacional fabricar poliestireno sintético para empacar alimentos por sus dañinos efectos pero aún se continúan produciendo. Monsanto se convirtió en 1944 en uno de los primeros creadores del insecticida DDT, utilizados contra los insectos y en la agricultura y en 1972 se confirmaron sus efectos cancerígenos.
Aliada a las grandes corporaciones militares estadounidenses, Monsanto produjo el agente naranja que fue lanzado en Vietnam, causante de defoliaciones ambientales y diferentes tipos de cáncer en esa población asiática.
También desde la década de 1950 elabora el herbicida 2,4,5-T, a base de dioxina, uno de los precursores del agente naranja que durante la cadena alimentaria se acumula debajo de la piel de los animales y al consumir los humanos esas carnes (vacuna, bovina, caprina, avícola) les puede afectar el sistema inmunitario, interferir en las hormonas Y, y motivarles cáncer.
Para aumentar la producción de leche en las vacas, Monsanto creó la hormona modificada, somatotropina bovina recombinante (rBGH). Investigaciones efectuadas indican que la leche rBGH esta relacionada con el cáncer de mama, de colon y de próstata en los humanos. Ya esa hormona esta vetada en Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Israel, la Unión Europea y Argentina.
Científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts opinan que los productos de Monsanto podrían llevar a una mayor tasa de autismo en el país y aseguran que el uso de nuevos tipos de fertilizantes agrícolas y herbicidas en Estados Unidos conducen a la alteración del desarrollo del cerebro en los recién nacidos.
La científica Stephanie Seneff, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, denunció que “según la tasa de hoy en día, para el 2025 en Norteamérica, uno de cada dos niños será autista".
Seneff demostró en un reciente evento científico la existencia de una correlación notable entre el aumento del uso del herbicida Roundup con su ingrediente activo, glifosato, en los cultivos, y las crecientes tasas de autismo.
Ha quedado demostrado que el glifosato está presente en la leche materna de las madres estadounidenses en niveles peligrosos. Además, se sabe que los niños autistas cuentan con biomarcadores que indican una excesiva concentración de glifosato en su cuerpo.
En 1975, uno de cada 5 000 niños en el país norteamericano eran autistas, mientras que hoy, uno de cada 68 niños sufre de esta enfermedad, mientras el uso de Roundup, se ha hecho obligatorio para la producción de cultivos sembrados con semillas genéticamente modificadas por la empresa de biotecnología Monsanto.
Después de este pequeño resumen en el largo historial de perjuicios provocados por Bayer y Monsanto, ¿podremos dormir tranquilos mientras nuestros familiares y nosotros mismos consumimos numerosos alimentos (carnes, leches, huevos, maíz, soya, etc) con elementos genéticamente modificados por Bayer y Monsanto? Resulta innegable que si la negociación de las dos compañías se concluye en 2017, será una desastrosa unión diabólica para la humanidad.
Hedelberto López Blanch
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