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sábado, septiembre 17, 2016
El Segundo Rosariazo, el hecho maldito de la historia rosarina
La historia de los trabajadores en la Argentina, es amplia y variada, con múltiples miradas, pero los historiadores tenemos una deuda para con ellos, ya que existen vacíos y silencios de distintas historias. Como el 16 y 17 de Septiembre de 1969. Seguimos en la lucha contra la desmemoria.
Muchas han sido las formas de negar la presencia de los trabajadores en la historia argentina. Desde borrar toda referencia a ellos en las historias oficiales hasta la destrucción de los documentos, periódicos, y otros materiales que las distintas organizaciones sindicales han producido y lo siguen haciendo.
Como parte de la lucha ideológica, contra los postulados de las clases dominantes de Rosario, que pretenden ocultar las luchas obreras y populares de la ciudad, seguimos insistiendo en recordar año tras año, cada aniversario del Segundo Rosariazo.
Además, desde hace años nos hemos propuesto: No olvidar, Rescatar y Difundir las grandes gestas obreras de la ciudad y el país. Unir aquellas luchas con las de hoy, con la voluntad de continuar día a día, luchando contra las injusticias de esta sociedad, producidas por los explotadores de siempre.
Hace muchos años, la historiadora Beba Balvé, señalo que el “Segundo Rosariazo o proletario sigue siendo el hecho maldito de la ciudad. De eso no se habla, no se recuerda, pareciera que el fuego antidictatorial continuara quemando”. Ante esa masiva protesta, por lo que significó política y socialmente en el desarrollo y crecimiento de distintos gremios, activistas sindicales, agrupaciones obreras y políticas, muchos nos preguntamos ¿por qué la recordación del Segundo Rosariazo, aparece como “el hecho maldito” en la historia de los rosarinos, porque muy pocos quieren recordarlo? ¿por qué la movilización de masas más importe de la historia de la ciudad (los cálculos de la población que participó de esas jornadas van desde las 100.000 a las 250.000), no se recuerda?. De eso no se habla. ¿Por qué? se hacen actos, notas, mesas redondas, por otros acontecimientos, cuando si algo caracterizó al “Segundo Rosariazo” fue la alegría, la libertad, la solidaridad y la bronca antidictatorial de todo el pueblo de la ciudad. ¿Por qué los medios de comunicación hablaron durante años del Rosariazo de mayo de 1969? De eso no saben las nuevas generaciones y las viejas poco recuerdan.
Pensamos que el motivo es que las clases dominantes tomaron nota de la capacidad de lucha y la fuerza de los trabajadores junto a otros sectores sociales. Por eso durante años hubo un “pacto o conspiración de silencio” por parte de algunos periodistas, medios de comunicación, y dirigentes gremiales y políticos “arrepentidos” de esos pecados de juventud. Pero la tozuda voluntad de varios militantes por recuperar y mantener viva la memoria histórica de ese acontecimiento, hizo que desde hace varios años de eso se Hable, se Recuerde, y cada vez aparezcan más publicaciones, libros, videos, películas, jornadas de homenaje y debate.
Porque si algo distinguió a los Rosariazos, fue la decisión de ganar las calles de todo el pueblo de la ciudad, contra una dictadura. Además en cada barricada reinaba la alegría, la solidaridad, se disfrutaba la pelea por la libertad, y la bronca antidictatorial florecía en las manifestaciones donde codo a codo luchaban peronistas, comunistas, socialistas, radicales, independientes.
Por todo esto, debemos preservar la memoria histórica de las luchas del pueblo de Rosario, para que de eso sí se hable y se recuerde.
¿Qué fué el Segundo Rosariazo?
La dictadura militar de 1966, tras intervenir "La Unión Ferroviaria", anuló convenios y conquistas, produjo rebajas de categorías y de sueldos, 116.000 empleados y obreros fueron sancionados. El 8 de septiembre de 1969, el Cuerpo de Delegados de la Seccional Rosario del Ferrocarril Mitre y la Comisión Coordinadora de la Unión Ferroviaria comunicaba que "se iniciaba una huelga de brazos caídos en los lugares de trabajo", tras la suspensión de un delegado administrativo. Pararon ese día los Talleres de Rosario, Pérez, Villa Diego, y personal administrativo. Por la noche en una masiva asamblea se decidió continuar la huelga, esta vez por 72 hs., con la adhesión de La Fraternidad, y la medida se extendió a las Seccionales de Arroyo Seco, Empalme, Villa Constitución, San Nicolás, Cañada de Gómez y Casilda.
La empresa anuncio suspensiones, la CGT Rosario se declaro "en estado de alerta y convocó a un plenario", mientras los delegados declararon "la huelga por tiempo indeterminado" a partir del día 12. La solidaridad del resto de los ferroviarios se extendió por todo el país. La dictadura a través del CONASE (Consejo Nacional de Seguridad), ordenaba la aplicación de la "Ley de Defensa Civil", por lo cual todo el personal ferroviario era movilizado, con convocatoria militar y les sería aplicado el Código de Justicia Militar.
Un plenario de 32 gremios de la "CGT Unificada de Rosario", resolvió "realizar un paro por 38 horas, los días 16 y 17”. La solidaridad llegaba de todos los trabajadores de Rosario. Los estudiantes universitarios y los partidos políticos se sumaron al paro.
Desde las 10 hs, masivas columnas de trabajadores comenzaron a marchar partiendo de sus sedes sindicales o de los lugares de trabajo. Desde LA FRATERNIDAD más de 7000 ferroviarios, se dirigieron a la empresa Minetti, posteriormente se les sumaron los obreros textiles de "Extesa", se incorporan los trabajadores del vidrio, de la construcción, etc. Desde Oroño al 1300, marcho la columna de LUZ Y FUERZA, y otra lo hizo de la Usina Sorrento. Del sur venían los obreros del frigorífico SWIFT, los portuarios y los metalúrgicos. Todos trataban de converger al local de la CGT, en Córdoba al 2100. Los estudiantes concentrados en las distintas facultades se unían a las columnas.
Al comenzar la represión policial, ésta lograba parcialmente dispersar a los manifestantes, pero pronto levantaban barricadas, resistían, se reagrupan y continuaba la protesta. Por toda la ciudad, aparecían barricadas en donde se encontraban peronistas, radicales, comunistas, socialistas, etc.. Los puntos de concentración aumentaban, se incendiaban los colectivos y troles que no paraban, y la policía se fue replegando.
Con el correr de las horas, era cada vez mayor la cantidad de vecinos que se sumaban a la protesta, y la lucha se desplazo a los barrios. Se incorporaron las amas de casa y los niños, y durante toda la jornada se turnaron para mantener en actividad las barricadas, donde se realizaban espontáneas asambleas para discutir como continuar.
Las fuerzas policiales fueron desbordadas, y no consiguieron penetrar en Empalme Graneros, algunas zonas de Arroyito, en varias manzanas de la zona sur, y en numerosos barrios.
El Ejército se hizo cargo de la represión y comenzó a recuperar el control de la ciudad. Un desconocido Coronel Galtieri, comandaba uno de los batallones. Los enfrentamientos siguieron por la noche y durante el día 17.
Por todo esto cada 16 y 17 de septiembre debemos recordar el Segundo Rosariazo y homenajear a todos los protagonistas de ese alzamiento popular.
¿Qué significaron los “azos” del 69?
Eran épocas en que los trabajadores estaban acorralados por la proscripción del peronismo, la intervención de sus sindicatos, el cercenamiento de conquistas históricas, la detención de muchos dirigentes, y la situación económica que se agravaba, creó un clima de broca y lucha.
Desde 1969, todo se aceleró y constituyó un punto de viraje en la evolución del país. Se vivió un proceso de cambios entre los trabajadores, estudiantes universitarios, partidos políticos, y en las principales tendencias que se expresaban dentro de la dictadura.
Los protagonistas, fueron la clase obrera y a los universitarios que fueron sin duda alguna las fuerzas con que contó el movimiento antidictatorial.
Por un lado se puso de manifiesto el estado que había alcanzado la radicalización de la conciencia política de importantes sectores de la sociedad y el profundo rechazo a la dictadura.
Esos movimientos de masas actuaron como factores de presión para cambios dentro del propio gobierno nacional y dejaron dos consecuencias: comenzó a enterrarse el proyecto que no tenía plazos, y se inició un proceso político en toda la sociedad.
Las grandes movilizaciones demostraron la capacidad de lucha, creatividad, y solidaridad del pueblo. Las asambleas obreras populares, algunas espontáneas, que se realizaron en Rosario y Córdoba, en las jornadas de mayo y septiembre, reuniendo en su seno a los obreros, estudiantes universitarios y a gran parte de la población pobre de los barrios tomados, rodeados de barricadas, y en algunos lugares con la población ejerciendo el poder de policía, por ejemplo, el de permitir la salida de los bomberos tomados para sofocar incendios, controlar la entrada y salida de los barrios, también constituyeron una forma embrionario de los órganos de poder, con democracia directa abarcando ya a toda una ciudad. Pero su insipiencia y en gran medida la ausencia de una verdadera organización, no permitió la unificación de las asambleas barriales entre si, a través de delegados electos, en un consejo único de la ciudad.
Fue un tiempo plagado de sueños, encantamientos y de esperanzas por quienes los protagonizaron. Años idealizados por algunos y descalificados por otros. Años en que apareció una verdadera contracultura en las artes, las letras, la vida cotidiana, la sexualidad, la vestimenta, las costumbres. Y como escribió Adolfo Gilly, años que marcaron una “esquina peligrosa, una de aquellas en donde la historia pudo haber dado un viraje”.
Leónidas Ceruti
Historiador
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