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viernes, septiembre 30, 2016
Gagarin, un hombre en el espacio
La conquista del cosmos fue algo que conmovió a la humanidad, cuando se escriba la historia del siglo XX, no se podrá ignorar este acontecimiento. Pero, ¿quién era Yuri Aleseievich Gagarin? El filme Gagarin, un hombre en el espacio, nos muestra en retrospectiva o flash back sus orígenes.
El padre es un carpintero que quiere que su hijo siga su camino, le dice cosas interesantísimas sobre la madera y la naturaleza, pero Gagarin quería tener un destino diferente. La madre, era la típica madre rusa, sobreprotectora y llena de presagios sobre el destino de su hijo.
El filme, dirigido por Pavel Parkhomenko, tiene una constante en su narrativa: es muy exacto y no incurre en triunfalismos o en grandes secuencias para decir la verdad. Se eligió un tono menor para narrar esta proeza.
La película se rodó en el escenario natural de Baikonur, centro de operaciones espaciales en esa época. Se puede apreciar la precariedad de los instrumentos, así como la dureza del entrenamiento. No era etapas de refinamientos en el diseño, sino de buscar soluciones para llevar a cabo esta tarea que parecía un sueño de ciencia ficción.
Este hombre que fue enviado al espacio el 12 de abril de 1961, existió, y la película se basa en hechos absolutamente reales. Gagarin era un personaje proveniente de las filas del ejército soviético. Era solamente un teniente. Junto con un grupo de jóvenes con quienes comparte el entrenamiento, que supervisa un oficial soviético de alto rango que no aparece en uniforme, sino con un sobretodo negro. Este oficial que también existió en la vida real, no solo supervisa el entrenamiento, sino que tenía una relación de padre a hijo con los jóvenes soldados.
El actor que encarna a Gagarin es, Yaroshlav Zhalnin, quien se sometió a un entrenamiento a la altura del desafío, trabajando con un entrenador personal antes de empezar a rodar y probando todo tipo de maniobras.
Entre otras difíciles pruebas vemos cómo suceden las pruebas en sus situaciones más extremas. El tiempo pasa y del grupo quedan dos de los cuales saldría el primer hombre al espacio. Eran Gagarin y Titov.
Las secuencias finales son en una pequeña habitación con dos camas pequeñas, allí los dos candidatos pasan la noche en víspera del lanzamiento. No saben quién irá primero. Eso solo se revela en el momento preciso. Los dos jóvenes, según se suponen que duermen, se saben observados, es necesario para deducir su estado de ánimo. Bromean un poco sobre la historia y el futuro. No hay envidias ni competencias. En un momento determinado, Titov le dice a Gagarin: “No te preocupes, se enviarán muchos hombres al espacio, pero siempre recordarán al primero”.
El día decisivo llaman a Gagarin, se hace un silencio enorme en todo el cosmódromo. El joven avanza hacia la nave Vostok, y en su camino algunos miembros del equipo lo miran con admiración y ¿por qué no?, algo de envidia.
El joven se instala en la nave, conoce los mecanismos, porque los ha ensayado miles de veces en la tierra. Lo interesante es que de todos, me refiero incluso al alto oficial, el que parece estar más relajado y evidentemente eufórico, es el joven piloto.
Se produce el despegue con la ansiedad que despierta, sobre todo en tierra, el rugido con el que comienza esta proeza. La nave va tomando su curso y Gagarin es constantemente chequeado por un puesto de mando. Gagarin –en el mejor momento de su magistral actuación- comienza a narrar lo que ve: la corteza terrestre, luego dice: “aquí está Rusia”, sigue avanzando y con un tonito un poco humorístico dice: “ahora paso sobre los Estados Unidos”.
Todo parece transcurrir con naturalidad, y entonces se produce una situación de alarma, algunos circuitos automáticos están fallando, Gagarin no se entera de esto, mientras que en tierra, todos tratan de que la misión continúe. Se restablece la calma, no hay que pasar a medidas más extremas, el vuelo termina y la nave toca tierra con nuestro primer cosmonauta.
No puedo dejar de narrar un hecho simpático. En un koljoz solitario, una anciana y su nieta ven algo en el cielo, cuando es claro que se trata de una figura humanoide, la anciana se alarma y le dice a la niña: “Vámonos que eso puede ser un marciano”.
En tierra se celebra el aterrizaje con gran emoción en el cosmódromo. A través de la radio se escucha el comunicado oficial en la voz inconfundible del narrador de Radio Moscú confirmando el éxito de la misión. El pueblo se lanza a las calles, y por cierto, algunas imágenes de archivos que se incorporan a este filme son muy atractivas. El padre de Gagarin está pescando, cuando se entera, le dicen que es un mayor de las fuerzas armadas el protagonista, y entonces dice: “No, ese no es mi hijo, él es solo teniente”.
Poco tiempo después Gagarin estuvo en Cuba donde tuvo un recibimiento caluroso y espontáneo. Una imagen de él abrazando a Fidel Castro tomada por el fotógrafo Osvaldo Salas, le dio la vuelta al mundo.
Posteriormente le tocaría el turno de volar al cosmos a Titov. El mérito de Gagarin es mitológico, pero lo cierto es que después de él el hombre en el cosmos dejó de ser un enigma para la entonces Unión Soviética.
Miguel Torres
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