miércoles, mayo 08, 2024

Javier Martínez, maestro


Detestaba que lo llamaran “maestro”, un término habitual entre los músicos para referirse a sus pares de mayor edad y experiencia. Una señal de respeto, un código de honor. Pero Javier Martínez lo rechazaba. “No soy maestro de nada, yo soy intuitivo”, respondía con la aspereza que caracterizaban su voz y su temperamento. 
 Sin embargo, Javier Martínez fue y será un maestro de todos los músicos que conforman, hasta la actualidad, esa nebulosa llamada “rock nacional”. Los pioneros -Sandro, Eddie Pequenino, Johny Tedesco- recrearon el género y formaron a los primeros músicos en los rudimentos del rock and roll, entre ellos al propio Martínez, que pisó por primera vez un estudio de grabación para registrar coros en la versión de Sandro de “All shook up”, de Elvis Presley. Pero Martínez, al frente de Manal, como Los Gatos, Almendra y Vox Dei, fueron creadores de un lenguaje propio, fueron quienes le imprimieron al rock una forma de decir y de hacer. El rock argentino todavía lleva la impronta de aquellas bandas. Se le atribuye a Martínez haber fundado el blues en castellano, un desafío que se autoimpuso en una época en la que cantar rock en castellano era considerado todavía una ´grasada´. Para adaptar el fraseo y la métrica del blues a nuestro idioma, Martínez buscó en el tango y, en cierta medida, al folklore. También abrevó en el candombe, cuando era niño, acompañando a su padre y su tío, ambos percusionistas aficionados. Su estilo como baterista remitía al jazz, con Gene Krupa y Max Roach como principales referentes. Su música y su poética establecieron coordenadas fundamentales para todos los que vinieron después. Describió el escenario industrial y proletario como pocos podrían hacerlo en “Avellaneda blues”, el único tema firmado en coautoría con el guitarrista de Manal, Claudio Gabis. Entre el existencialismo (“Porque hoy nací”) y el rechazo al materialismo mundano (“Una casa con diez pinos”, “Jugo de tomate frío”), Martínez llevó las letras de sus canciones mucho más allá de las temáticas simplonas de los primeros referentes norteamericanos. Intelectualmente ávido, Javier Martínez tuvo calle y biblioteca. Era un lector voraz y un frecuentador de los bares de la calle Corrientes en los 60, donde la bohemia y la vanguardia artística coincidían. Ese ambiente quedó retratado en la película “Tiro de gracia” (1969), en la que Martínez actúa y su grupo ejecuta la banda sonora.
 Manal duró pocos años, apenas entre 1968 y 1971, aunque el proyecto comenzó a gestarse en 1967, tras el encuentro de Martínez y Gabis en un festival ´beat´ celebrado en el Instituto Di Tella. Luego se sumaría el bajista Alejandro Medina. Antes, Martínez había formado parte de Los Beatniks, junto a Maurice Birabent (Moris) y Alberto Ramón García (Pajarito Zaguri). La nueva formación se llamaría primero Ricota, un nombre que le impuso la artista plástica Marta Minujín y que remitía a Cream, el grupo británico que integraban Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker. Más tarde sobrevendría el definitivo Manal, acuñado por Martínez, derivado de la frase “Cómo viene la mano”. 
 Los primeros simples y el debut homónimo de Manal fueron publicados por el sello independiente Mandioca, creado por el editor Jorge Álvarez, mientras que su sucesor, “El león”, sería lanzado por RCA, prueba del crecimiento comercial que experimentaría el movimiento en aquellos años. Ambos discos constituyen piezas fundamentales del rock argentino y Martínez es el compositor casi exclusivo de ese repertorio. Tras la disolución del grupo, durante una transición marcada por la diáspora de las primeras bandas del rock argentino, participó de Billy Bond y la Pesada, que fue un punto de reagrupamiento de los músicos, aportando temas y grabando. Diez años más tarde habría una reunión de Manal para una serie de shows en el estadio Obras -con Martínez tocando una batería con doble bombo- y un nuevo disco, titulado precisamente “Reunión”, donde, a diferencia de los anteriores, la autoría de los temas se reparte entre los tres miembros del grupo. La última reunión importante del trío se produjo a instancias del empresario aventurero “Corcho” Rodríguez, para presentarse en vivo en su club Red House, que daría lugar a un vistoso lanzamiento que incluyó el registro del show en DVD y un libro de fotos.
 Martínez fue un hombre indómito, de una personalidad fuerte. Muchas veces fue lacerante con sus colegas, y muchas veces también pidió disculpas. Fustigaba la mediocridad. Decía que el rock había adoptado “lo peor del fútbol”. Nunca abandonó el ideario hippie de sus inicios, pero tampoco fue políticamente abstemio. “Nacimos en un mundo donde habíamos visto a los nazis, los fascistas y los estalinistas. Los peores genocidas y dictadores del planeta Tierra. Nosotros no teníamos tinte político de esa clase”, declaró en un reportaje. La discusión y el afán de transformar la realidad lo acompañaron siempre. En la década del 2000, concurrió a varias charlas de Jorge Altamira en un local del Abasto y en 2005 tocó en el festival “Por un frente 100% de izquierda”, organizado por el Partido Obrero, en Barrancas de Belgrano. 
 A pocas horas de conocerse su fallecimiento, La Renga lo homenajeó durante su show de este fin de semana en el Estadio Único de La Plata. Los de Mataderos tocaron un clásico de Manal, “No pibe”, junto a un compañero de ruta de Martínez, Nacho Smilari (integrante de La Pesada del Rock and Roll, entre otras bandas). “Falleció un grosso, un maestro para nosotros, que es Javier Martínez”, lo recordó “Chizzo” Nápoli.
 “Maestro”. La bronca que le hubiera dado a Martínez. Pero es tarde para quejarse una vez que hiciste tanto. 

 Jacyn 
 07/05/2024

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