Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
lunes, febrero 29, 2016
China: se enfría la economía y se calientan las protestas
Los trabajadores sufren los efectos de la caída de la economía y la devaluación de los últimos meses. Las huelgas y protestas contra despidos y recortes salariales crecen. La “cuestión social” alarma a la cúpula del Partido Comunista.
Que la economía del gigante asiático ya no sigue su marcha como antes no es novedad y las noticias de las caídas en la bolsa o una expectativa de crecimiento más modesta, comparada con otros años, disparan la alarma internacional. El cierre de fábricas, despidos y recortes salariales se ha comenzado a transformar en moneda corriente en el país que, con un brutal contraste, se está transformando en uno de los que más multimillonarios tiene en el planeta.
Menos conocido (y menos cubierto por las grandes cadenas de noticias), es el descontento que comienza a extenderse en el movimiento obrero chino ante el empeoramiento de sus condiciones de vida. La devaluación del yuan (moneda china) golpeó los ya magros salarios, miles de empresas cierran en busca de “mercados laborales” más baratos (no solo en otros países de Asia sino incluso en las maquiladoras del norte de México), miles de trabajadores pierden su trabajo en la industria del carbón porque “una economía que se desacelera consume menos energía” dicen los empresarios.
Esta situación es la que hace crecer el descontento entre los trabajadores y es la que sirve como combustible para que crezca la ola de huelgas en los principales centros industriales del país como informa el mapa elaborado por el China Labour Bolletin.
“Ganaría más pidiendo monedas bajo un puente”
La frase fue dicha a un cronista del Washington Post por un trabajador metalúrgico de la fábrica de acero inoxidable Ansteel en Guangzhou (Cantón en español). Durante siete días, los trabajadores paralizaron la producción con piquetes en la puerta de la fábrica reclamando por despidos y contra la implementación de una nueva escala salarial basada en la productividad.
Los problemas comenzaron cuando los dueños taiwaneses vendieron el negocio a una empresa estatal china el año pasado, dijeron los trabajadores. "No nos quejamos porque entendimos que la empresa estaba en problemas", dijo un trabajador llamado Chen al Washington Post. "Pero ahora, nos dimos cuenta de que nuestro sueldo había sido reducido a la mitad, a 2.200 yuanes al mes…No se puede vivir en Guangzhou con el dinero que están pagando" continuó explicando.
Durante una semana los trabajadores enfrentaron el hostigamiento de las autoridades, amenazas de despido y de cárcel para cientos de huelguistas, un cerco mediático y las amenazas policiales. Tras un enfrentamiento entre cientos de trabajadores y la policía antidisturbios, la empresa se comprometió a cancelar la reforma en el sistema de pago de sueldos, lo que fue vivido por los trabajadores como un triunfo.
El caso de Ansteel se repite una y otra vez. Las empresas despiden, suspenden y recortan los salarios y beneficios sociales de millones de trabajadores con total impunidad protegidos por las autoridades estatales y del Partido Comunista. Y si esto no es nuevo, la novedad está en que los trabajadores saben que si pierden su trabajo ya no será fácil conseguir uno nuevo como en los tiempos del pujante crecimiento económico. De ahí surge la creciente resistencia obrera de los últimos meses.
La burocracia sindical principal guardiana de la “paz social”
Si el crecimiento de las huelgas y protestas obreras en las principales regiones del país no se ha transformado en grandes luchas, se debe a la complicidad de la burocracia de la ACFTU (Federación de Todos los Sindicatos de China según su sigla en inglés) con los ajustes implementados por los empresarios. Durante años la burocracia ha convivido con la patronal en la gerencia de las empresas, ocupando el sillón destinado a la representación “obrera” en el directorio.
En la fábrica Ansteel en Guangzhou, los trabajadores dijeron que el líder sindical había sido designado por la empresa y respaldó la posición de la administración. "Ni siquiera sabríamos quién era el presidente del sindicato, lo conocimos por esta huelga", dijo Chen. "Cualquier persona con sentido común sabría que el dirigente sindical debe ser electo".
Desde hace unos años, con las grandes huelgas en la industria automotriz o del calzado, han surgido y surgen miles de activistas por fábrica que organizan las luchas por fuera de los sindicatos. Pero estas experiencias que se han extendido todavía son débiles para superar el control que impone de la burocracia sindical en los sindicatos y las fábricas si es necesario. Como una verdadera “policía” dentro del movimiento obrero, la burocracia sindical garantiza el control de la legítima bronca de los trabajadores. La ausencia de la más mínima democracia sindical garantiza la estabilidad de estos burócratas desde el más bajo hasta el más alto nivel. Ellos son los encargados de legalizar los convenios de explotación en las fábricas, los que persiguen y delatan activistas, los que rompen huelgas mediante matones y los que, llegado el caso, se montan a la lucha para evitar que se radicalice.
La “cuestión social” se suma a la lista de preocupaciones de las autoridades chinas
El aumento en el desempleo y del malestar entre los trabajadores se ha sumado a la lista de preocupaciones del gobierno. Lo cierto es que la perspectiva inmediata de la economía mundial no avizora buenas noticias para las autoridades chinas y la respuesta a este creciente malestar social está marcada por el llamado del Presidente a respetar y mantener “la ley y el orden”.
Esta ha sido la respuesta del gobierno al surgimiento de protestas, no solo obreras, sumando el discurso de “un intento desestabilizador de potencias extranjeras” para justificar una salida autoritaria. Fue la que dio a las movilizaciones sociales en Hong Kong, la llamada revolución de los paraguas, protagonizada en su mayoría por estudiantes o para justificar la detención de cinco activistas feministas en marzo del 2015.
La imposición de una salida represiva y autoritaria contra las protestas obreras se expresó en la detención de activistas sindicales en el pasado diciembre. Pero estas medidas lejos de amedrentar a los trabajadores han hecho crecer la bronca por la detención arbitraria de quienes, muchos obreros, veían como sus únicos aliados.
Al mismo tiempo la desaceleración de la economía del gigante asiático ha pospuesto una profunda reforma del Hukuo (sistema que divide el acceso a derechos para la población según su lugar de nacimiento) que permitiría el acceso a derechos sociales para millones de trabajadores migrantes. El costo que significa garantizar el acceso a la educación, salud y otros beneficios, para millones de obreros migrantes instalados en las grandes ciudades ha llevado a que las autoridades municipales pospongan la implementación de la reforma.
Si bien este creciente descontento social aún no plantea un desafió serio al gobierno central, la complicidad de los dirigentes sindicales, del Partido Comunista y del gobierno con los empresarios en la violación de los derechos laborales, actúa como un incentivo constante en la irrupción de huelgas.
Diego Sacchi
@sac_diego
“El neoliberalismo aplica la necropolítica, deja morir a las personas que no son rentables”
Entevista con Clara Valverde sobre su libro "De la necropolítica neoliberal a la empatía radica"’
Clara Valverde introduce su nuevo libro con la alusión al texto de una pintada en la pared: “Con la dictadura nos mataban. Ahora nos dejan morir”. En ‘De la necropolítica neoliberal a la empatía radical’ (‘Icaria/Más madera’) esta activista política y social y escritora sostiene que el sistema neoliberal es incompatible con la lucha contra la desigualdad. Para ella, este sistema divide la sociedad en excluidos e incluidos. Se desentiende de los primeros y atemoriza a los segundos para perpetuar y aumentar el poder y la riqueza de los privilegiados.
¿Qué tenemos que entender por “necropolítica neoliberal”?
‘Necro’ es la palabra griega para ‘muerte’. Las políticas neoliberales son unas políticas de muerte. No tanto porque los gobiernos nos maten con su policía, sino porque dejan morir a la gente con sus políticas de austeridad y exclusión. Se deja morir a los dependientes, a los sin techo, a los enfermos crónicos, a las personas en listas de espera, a los refugiados que se ahogan en el mar, a los emigrantes en los CIEs…
A los cuerpos que no son rentables para el capitalismo neoliberal, que no producen ni consumen, se les deja morir.
¿Cómo se consigue convencer a los ciudadanos de que esa “necropolítica neoliberal” les beneficia? ¿Porqué no hay una rebelión masiva contra ella?
Los que aún no están excluidos, los que aún se creen el mito de que en esta sociedad somos libres aceptan y hacen suyo lo que dicen los poderosos y su prensa: que los excluidos no son como ellos, que son una gente zarrapastrosa, sucia, rara, diferente, con mala suerte y malos hábitos. El mito que ha calado es que los excluidos se han buscado la situación que sufren.
No hay una rebeldía masiva contra las necropolíticas de los gobiernos, contra la exclusión, porque la gente que aún no está excluida no se identifica con los excluidos. Piensan “ese no soy yo”, “eso no me pasará a mí”. No se dejan identificar con el que sufre, no hay empatía radical. Y en realidad las necropolíticas nos afectan a todos. En cuanto esa persona incluida enferme será posiblemente excluida sin ingresos y sin ayuda.
En este diseño social hay ciudadanos excluidos y ciudadanos incluidos. ¿Nadie defiende a los excluidos?
Muy poca gente defiende a los excluidos. ¿Cuánta gente se organiza para apoyar a los sin hogar? ¿Cuánta gente ayuda a los ancianos o enfermos crónicos y a sus asociaciones? En la PAH hay apoyo mutuo y empatía radical pero casi todos los que están activos en la PAH son afectados ellos también por los desahucios.
Los incluidos creen estar a salvo de su expulsión del sistema pero les adviertes que en cualquier momento pueden caer en la exclusión. El temor a la exclusión ¿fomenta la insolidaridad en nuestra sociedad?
Los que ahora tienen la suerte de no estar enfermos, desahuciados, en paro, deberían pensar que la mayoría, a menos que tengan mucho capital económico, podrían llegar a ser excluidos. Pongamos que eres conductor de autobús. Si enfermas, aunque lleves cotizando años, es muy posible que el Instituto Catalán de Evaluaciones Médicas (ICAM) te dé el alta aunque estés demasiado enfermo para trabajar. Entonces, ¿qué harás? Sin poder trabajar, sin ingresos y con los gastos que una enfermedad conlleva y que no cubre la Seguridad Social…
El poder neoliberal se asegura de que los incluidos no se fíen de los excluidos, que los vean como extraños, diferentes, desagradables y no se solidaricen con ellos.
El neoliberalismo impone su necropolítica mediante la violencia. Pero ésa violencia no siempre es explícita. Dice que la más eficaz para los intereses del neoliberalismo es la ‘violencia discreta’. ¿A qué se refiere?
Por ejemplo, los recortes, la mercantilización y la privatización de la sanidad pública son una violencia discreta. No matan a tiros a los enfermos en listas de espera. Pero ¿cuántos mueren por esas listas interminables? Esas listas son tan largas porque los administradores de la sanidad pública y los políticos la han organizado de modo que la sanidad privada “chupe” de ella. Y eso tiene, como una de sus consecuencias, el sufrimiento y la muerte lenta de los enfermos que esperan.
Asegura que nos han cambiado el sentido de las palabras y que para combatir la necropolítica neoliberal hay que volver a llamar a las cosas por su nombre ¿Qué trampas del lenguaje destacaría?
Hay que llamar a las cosas por su nombre. Los políticos de derechas neoliberales, los que van de “centristas”, todos esos nos maltratan. No hay otra palabra. Es maltrato. Las condiciones laborales son malos tratos. Los recortes son malos tratos. Las leyes mordaza son malos tratos.
Hay muchas trampas lingüísticas. El que la gente haga suyas las frases-trampa de los poderosos es preocupante. Frases como “es lo que hay”, “no me puedo quejar”, “no va a ir a peor”, “no pasa nada”, etc. Y el ‘pensamiento positivo’ que hace que la gente se sienta culpable de estar enfadados con los políticos y de la situación actual.
La tolerancia es otra gran trampa. La tolerancia es muy violenta. Se intenta decir que es buena, que sí, que hay que tolerar al que es diferente. ‘Tolerar’ quiere decir ‘aguantar’ y es una posición de poder sobre el otro. “Yo te aguanto aunque seas pobre, trans, negro, autista, etc.” No, las diferencias no son para ser toleradas. Las diferencias hay que mirarlas, entender el por qué hay desigualdades entre grupos diferentes y cambiar la situación. Es necesario nombrar las desigualdades y luchar contra ellas al mismo tiempo que celebramos la diversidad.
Choca que hable de la contratación de discapacitados o del papel de las ONGs como instrumento manipulado por el neoliberalismo en interés propio.
Aquí no se habla de esto pero en muchos países, sí. Hay numerosos autores que hablan del “ONGismo” y del “Inspiración Porn”.
El ONGismo es la utilización de la comunidad para hacer el trabajo que debería hacer el gobierno con nuestro dinero. El ONGismo es un tema complejo porque la buena gente que se implica en una ONG lo hace con buenas intenciones. Pero luego son ellos los que tiene que recortar y hacer que sus empleados acepten sueldos míseros para hacer tareas que corresponden al Estado de Bienestar.
Cita algunos ejemplos de esta manipulación en la publicidad.
Hace unos años la Fundación La Caixa utilizaba personas con síndrome de Down no muy severo como ejemplos de cómo deberían ser los trabajadores. Ahora hay un anuncio de la compañía que hace lavadoras, Balay, en la que un sordomudo dice: “¡Mirad! Si un trabajador discapacitado es el mejor trabajador, sonríe y no se queja, tú, que no eres discapacitado, deberías callar, trabajar y no protestar”. Esto es un ejemplo de “Inspiración Porn”, una suerte de pornografía con los discapacitados.
Pero la realidad es que la mayoría de los discapacitados no tienen ingresos y sufren mucho. Y si consiguen un trabajo, su empresa no tiene que pagar su Seguridad Social. Es un ahorro para el jefe.
¿La necropolítica es especialmente evidente en España? Destaca que en este país se ha enterrado la memoria histórica de lo que supusieron la guerra y el franquismo, que sólo en Camboya hay más fosas comunes por abrir.
En realidad, la necropolítica se puede ver por todo el mundo. Mira la situación de violencia en México.
Pero sí, una sociedad como la nuestra que destaca a nivel mundial por la cantidad de personas desaparecidas y sin enterrar desde hace 80 años, no es una sociedad que pueda funcionar de forma humana. Tenemos a más de 100.000 abuelos y abuelas sin enterrar aún. ¿A cuántas personas de nuestra generación afecta éso directamente? ¿E indirectamente?
Andamos por los campos y las cunetas, y debajo de nuestros pies están miles y miles de personas que el gobierno, ningún gobierno, cree que merezcan ser encontrados y devueltos a sus familias. Eso produce una sociedad muy enferma.
El sistema sanitario le sirve como ejemplo perfecto de la forma de actuar de esa necropolítica neoliberal. ¿Es donde se hace más evidente su forma de actuar?
Es una de las áreas en la que más vemos el sufrimiento causado por la necropolítica, porque en el sistema sanitario se trabaja con las vidas y los cuerpos de las personas, con el sufrimiento inevitable que es parte del ser humano.
Te doy un pequeño ejemplo. Los profesionales de enfermería en hospitales en los que se ha implantado el método “Lean”, método inventado para las cadenas de montaje de coches Toyota. Dan más importancia a estar “ on time” (puntuales con la velocidad que les imponen en sus tareas, velocidad nada humana ni para el profesional ni, sobre todo, para el paciente) que a la calidad del trabajo y al bienestar de los pacientes. Dicen estar contentos si están “ on time”, ¡como si fueran conductores de la Renfe!
El método Lean se ha conseguido implantar sin que hayan protestas entre los profesionales sanitarios. De la misma manera que tantos profesionales no cuestionan Lean, tampoco cuestionan el autoritarismo y el paternalismo que ellos mismos utilizan con los enfermos.
Lo grave es que estos profesionales sanitarios son ellos también víctimas del autoritarismo y paternalismo de las administraciones sanitarias. A ellos les maltratan y se les exige que también maltraten. Finalmente, sin darse cuenta, acaban haciendo lo que llaman muchos autores “gobernar por terceros”; o sea, haciendo el trabajo sucio de los neoliberales.
Y simboliza en las enfermas de Síndromes de Sensibilización Central esa acción. ¿Por qué?
Porque los enfermos, o enfermas porque la mayoría son mujeres, adolescentes y niños, de SSC son por lo menos el 3,5% de la población -aunque los investigadores internacionales dicen que el porcentaje es mucho más alto- y cada año pierden parte de los pocos derechos que tenían. Con Boi Ruiz, los enfermos de SSC en Catalunya, dejaron de tener derecho a acceder a sus médicos. Y si el nuevo consejero sigue el acuerdo Junts Pel Sí-CUP, seguirán sin poder ver a su médico y los que enfermen ahora no podrán ser diagnosticados.
El 80% de estos enfermos viven encerrados en sus casas, en sus camas, sin ninguna ayuda sanitaria ni social. Y están demasiado enfermos para protestar, participar en movimientos sociales, etc. La mayoría enferman entre los 10 y los 30 años de edad. No han cotizado. Les espera una larga vida de pobreza y sufrimiento en la cama. Y los que han conseguido trabajar unos años y cotizar, el ICAM hace todo lo posible para que no tengan una ayuda económica. Hasta a los que han conseguido una pensión a través de los juzgados el ICAM les quita la pensión.
El antídoto contra esa necropolítica está en la voluntad de compartir. “Para sobrevivir y vivir hay que compartir”, dice. ¿Funcionará?
Las iniciativas, ideas y grupos implicados en lo común son el antídoto contra la necropolítica. Lo que el poder absoluto quiere dividir, nosotros lo tenemos que juntar. Nos tenemos que juntar enfermos, sanos, trans y todos los géneros, razas varias, ancianos, niños… Pero para hacerlo tenemos que desarrollar una empatía radical y empezar desde los espacios excluidos. No funciona que los “incluidos” inviten a los excluidos a sus movimientos. Tiene que ser al revés. Los que aún se creen incluidos necesitan ir a esos espacios intersticiales en los que habita la exclusión y empezar desde ahí.
En ese sentido quería dar las gracias a Catalunya Plural por entender que para poder tener esta conversación conmigo, que vivo en la cama el 90% del tiempo con Encefalomielitis Miálgica, lo hemos tenido que hacer a mí manera. Unos necesitan una rampa para su silla de ruedas. Otros necesitamos Skype y email.
El diario.es
Clara Valverde introduce su nuevo libro con la alusión al texto de una pintada en la pared: “Con la dictadura nos mataban. Ahora nos dejan morir”. En ‘De la necropolítica neoliberal a la empatía radical’ (‘Icaria/Más madera’) esta activista política y social y escritora sostiene que el sistema neoliberal es incompatible con la lucha contra la desigualdad. Para ella, este sistema divide la sociedad en excluidos e incluidos. Se desentiende de los primeros y atemoriza a los segundos para perpetuar y aumentar el poder y la riqueza de los privilegiados.
¿Qué tenemos que entender por “necropolítica neoliberal”?
‘Necro’ es la palabra griega para ‘muerte’. Las políticas neoliberales son unas políticas de muerte. No tanto porque los gobiernos nos maten con su policía, sino porque dejan morir a la gente con sus políticas de austeridad y exclusión. Se deja morir a los dependientes, a los sin techo, a los enfermos crónicos, a las personas en listas de espera, a los refugiados que se ahogan en el mar, a los emigrantes en los CIEs…
A los cuerpos que no son rentables para el capitalismo neoliberal, que no producen ni consumen, se les deja morir.
¿Cómo se consigue convencer a los ciudadanos de que esa “necropolítica neoliberal” les beneficia? ¿Porqué no hay una rebelión masiva contra ella?
Los que aún no están excluidos, los que aún se creen el mito de que en esta sociedad somos libres aceptan y hacen suyo lo que dicen los poderosos y su prensa: que los excluidos no son como ellos, que son una gente zarrapastrosa, sucia, rara, diferente, con mala suerte y malos hábitos. El mito que ha calado es que los excluidos se han buscado la situación que sufren.
No hay una rebeldía masiva contra las necropolíticas de los gobiernos, contra la exclusión, porque la gente que aún no está excluida no se identifica con los excluidos. Piensan “ese no soy yo”, “eso no me pasará a mí”. No se dejan identificar con el que sufre, no hay empatía radical. Y en realidad las necropolíticas nos afectan a todos. En cuanto esa persona incluida enferme será posiblemente excluida sin ingresos y sin ayuda.
En este diseño social hay ciudadanos excluidos y ciudadanos incluidos. ¿Nadie defiende a los excluidos?
Muy poca gente defiende a los excluidos. ¿Cuánta gente se organiza para apoyar a los sin hogar? ¿Cuánta gente ayuda a los ancianos o enfermos crónicos y a sus asociaciones? En la PAH hay apoyo mutuo y empatía radical pero casi todos los que están activos en la PAH son afectados ellos también por los desahucios.
Los incluidos creen estar a salvo de su expulsión del sistema pero les adviertes que en cualquier momento pueden caer en la exclusión. El temor a la exclusión ¿fomenta la insolidaridad en nuestra sociedad?
Los que ahora tienen la suerte de no estar enfermos, desahuciados, en paro, deberían pensar que la mayoría, a menos que tengan mucho capital económico, podrían llegar a ser excluidos. Pongamos que eres conductor de autobús. Si enfermas, aunque lleves cotizando años, es muy posible que el Instituto Catalán de Evaluaciones Médicas (ICAM) te dé el alta aunque estés demasiado enfermo para trabajar. Entonces, ¿qué harás? Sin poder trabajar, sin ingresos y con los gastos que una enfermedad conlleva y que no cubre la Seguridad Social…
El poder neoliberal se asegura de que los incluidos no se fíen de los excluidos, que los vean como extraños, diferentes, desagradables y no se solidaricen con ellos.
El neoliberalismo impone su necropolítica mediante la violencia. Pero ésa violencia no siempre es explícita. Dice que la más eficaz para los intereses del neoliberalismo es la ‘violencia discreta’. ¿A qué se refiere?
Por ejemplo, los recortes, la mercantilización y la privatización de la sanidad pública son una violencia discreta. No matan a tiros a los enfermos en listas de espera. Pero ¿cuántos mueren por esas listas interminables? Esas listas son tan largas porque los administradores de la sanidad pública y los políticos la han organizado de modo que la sanidad privada “chupe” de ella. Y eso tiene, como una de sus consecuencias, el sufrimiento y la muerte lenta de los enfermos que esperan.
Asegura que nos han cambiado el sentido de las palabras y que para combatir la necropolítica neoliberal hay que volver a llamar a las cosas por su nombre ¿Qué trampas del lenguaje destacaría?
Hay que llamar a las cosas por su nombre. Los políticos de derechas neoliberales, los que van de “centristas”, todos esos nos maltratan. No hay otra palabra. Es maltrato. Las condiciones laborales son malos tratos. Los recortes son malos tratos. Las leyes mordaza son malos tratos.
Hay muchas trampas lingüísticas. El que la gente haga suyas las frases-trampa de los poderosos es preocupante. Frases como “es lo que hay”, “no me puedo quejar”, “no va a ir a peor”, “no pasa nada”, etc. Y el ‘pensamiento positivo’ que hace que la gente se sienta culpable de estar enfadados con los políticos y de la situación actual.
La tolerancia es otra gran trampa. La tolerancia es muy violenta. Se intenta decir que es buena, que sí, que hay que tolerar al que es diferente. ‘Tolerar’ quiere decir ‘aguantar’ y es una posición de poder sobre el otro. “Yo te aguanto aunque seas pobre, trans, negro, autista, etc.” No, las diferencias no son para ser toleradas. Las diferencias hay que mirarlas, entender el por qué hay desigualdades entre grupos diferentes y cambiar la situación. Es necesario nombrar las desigualdades y luchar contra ellas al mismo tiempo que celebramos la diversidad.
Choca que hable de la contratación de discapacitados o del papel de las ONGs como instrumento manipulado por el neoliberalismo en interés propio.
Aquí no se habla de esto pero en muchos países, sí. Hay numerosos autores que hablan del “ONGismo” y del “Inspiración Porn”.
El ONGismo es la utilización de la comunidad para hacer el trabajo que debería hacer el gobierno con nuestro dinero. El ONGismo es un tema complejo porque la buena gente que se implica en una ONG lo hace con buenas intenciones. Pero luego son ellos los que tiene que recortar y hacer que sus empleados acepten sueldos míseros para hacer tareas que corresponden al Estado de Bienestar.
Cita algunos ejemplos de esta manipulación en la publicidad.
Hace unos años la Fundación La Caixa utilizaba personas con síndrome de Down no muy severo como ejemplos de cómo deberían ser los trabajadores. Ahora hay un anuncio de la compañía que hace lavadoras, Balay, en la que un sordomudo dice: “¡Mirad! Si un trabajador discapacitado es el mejor trabajador, sonríe y no se queja, tú, que no eres discapacitado, deberías callar, trabajar y no protestar”. Esto es un ejemplo de “Inspiración Porn”, una suerte de pornografía con los discapacitados.
Pero la realidad es que la mayoría de los discapacitados no tienen ingresos y sufren mucho. Y si consiguen un trabajo, su empresa no tiene que pagar su Seguridad Social. Es un ahorro para el jefe.
¿La necropolítica es especialmente evidente en España? Destaca que en este país se ha enterrado la memoria histórica de lo que supusieron la guerra y el franquismo, que sólo en Camboya hay más fosas comunes por abrir.
En realidad, la necropolítica se puede ver por todo el mundo. Mira la situación de violencia en México.
Pero sí, una sociedad como la nuestra que destaca a nivel mundial por la cantidad de personas desaparecidas y sin enterrar desde hace 80 años, no es una sociedad que pueda funcionar de forma humana. Tenemos a más de 100.000 abuelos y abuelas sin enterrar aún. ¿A cuántas personas de nuestra generación afecta éso directamente? ¿E indirectamente?
Andamos por los campos y las cunetas, y debajo de nuestros pies están miles y miles de personas que el gobierno, ningún gobierno, cree que merezcan ser encontrados y devueltos a sus familias. Eso produce una sociedad muy enferma.
El sistema sanitario le sirve como ejemplo perfecto de la forma de actuar de esa necropolítica neoliberal. ¿Es donde se hace más evidente su forma de actuar?
Es una de las áreas en la que más vemos el sufrimiento causado por la necropolítica, porque en el sistema sanitario se trabaja con las vidas y los cuerpos de las personas, con el sufrimiento inevitable que es parte del ser humano.
Te doy un pequeño ejemplo. Los profesionales de enfermería en hospitales en los que se ha implantado el método “Lean”, método inventado para las cadenas de montaje de coches Toyota. Dan más importancia a estar “ on time” (puntuales con la velocidad que les imponen en sus tareas, velocidad nada humana ni para el profesional ni, sobre todo, para el paciente) que a la calidad del trabajo y al bienestar de los pacientes. Dicen estar contentos si están “ on time”, ¡como si fueran conductores de la Renfe!
El método Lean se ha conseguido implantar sin que hayan protestas entre los profesionales sanitarios. De la misma manera que tantos profesionales no cuestionan Lean, tampoco cuestionan el autoritarismo y el paternalismo que ellos mismos utilizan con los enfermos.
Lo grave es que estos profesionales sanitarios son ellos también víctimas del autoritarismo y paternalismo de las administraciones sanitarias. A ellos les maltratan y se les exige que también maltraten. Finalmente, sin darse cuenta, acaban haciendo lo que llaman muchos autores “gobernar por terceros”; o sea, haciendo el trabajo sucio de los neoliberales.
Y simboliza en las enfermas de Síndromes de Sensibilización Central esa acción. ¿Por qué?
Porque los enfermos, o enfermas porque la mayoría son mujeres, adolescentes y niños, de SSC son por lo menos el 3,5% de la población -aunque los investigadores internacionales dicen que el porcentaje es mucho más alto- y cada año pierden parte de los pocos derechos que tenían. Con Boi Ruiz, los enfermos de SSC en Catalunya, dejaron de tener derecho a acceder a sus médicos. Y si el nuevo consejero sigue el acuerdo Junts Pel Sí-CUP, seguirán sin poder ver a su médico y los que enfermen ahora no podrán ser diagnosticados.
El 80% de estos enfermos viven encerrados en sus casas, en sus camas, sin ninguna ayuda sanitaria ni social. Y están demasiado enfermos para protestar, participar en movimientos sociales, etc. La mayoría enferman entre los 10 y los 30 años de edad. No han cotizado. Les espera una larga vida de pobreza y sufrimiento en la cama. Y los que han conseguido trabajar unos años y cotizar, el ICAM hace todo lo posible para que no tengan una ayuda económica. Hasta a los que han conseguido una pensión a través de los juzgados el ICAM les quita la pensión.
El antídoto contra esa necropolítica está en la voluntad de compartir. “Para sobrevivir y vivir hay que compartir”, dice. ¿Funcionará?
Las iniciativas, ideas y grupos implicados en lo común son el antídoto contra la necropolítica. Lo que el poder absoluto quiere dividir, nosotros lo tenemos que juntar. Nos tenemos que juntar enfermos, sanos, trans y todos los géneros, razas varias, ancianos, niños… Pero para hacerlo tenemos que desarrollar una empatía radical y empezar desde los espacios excluidos. No funciona que los “incluidos” inviten a los excluidos a sus movimientos. Tiene que ser al revés. Los que aún se creen incluidos necesitan ir a esos espacios intersticiales en los que habita la exclusión y empezar desde ahí.
En ese sentido quería dar las gracias a Catalunya Plural por entender que para poder tener esta conversación conmigo, que vivo en la cama el 90% del tiempo con Encefalomielitis Miálgica, lo hemos tenido que hacer a mí manera. Unos necesitan una rampa para su silla de ruedas. Otros necesitamos Skype y email.
El diario.es
Eskerrik asko, Angela Davis
Ha pasado por Euskal Herria Angela Davis. La emoción no podía ser más intensa. Un icono vivo del movimiento negro, se declara, además, feminista, lesbiana, comunista, abolicionista de las prisiones, vegana. Y viene aquí, nada menos que, a agitar con su presencia, en la campaña de Free Otegi & all them, título en recuerdo y reivindicación de la exitosa campaña internacional en el año 1971 que la sacaría de la cárcel a ella misma. Se reclama de la lucha por la liberación de los presos y presas vascas, desde hace tiempo. Está en sus planes –que serán abortados por la autoridades correspondientes- acudir a la cárcel de Logroño para visitar a Arnaldo Otegi y mostrarle su solidaridad con la campaña. No pudo ser y a ella no le extrañó. Ya sabe cuáles son las políticas penitenciarias y penales de estos gobiernos de occidente que se inscriben en el marco “democrático”.
Además de contar con su presencia solidaria, en los cinco días que ha durado su visita no ha parado de dar charlas, conferencias, mesas redondas,... exponiendo buena parte de sus ideas, de sus luchas, experiencias, triunfos, análisis, críticas, autocríticas,... Todo un placer poder escucharla y verla. Transmite realmente lo que viene a decir: apoyo, solidaridad, luchas comunes, actividad política intensa a pie de calle, capacidad de comunicación y de relación, constancia, seguir en la lucha, seguir, seguir, seguir,.... ante todo insobornable e íntegra.
Arnaldo Otegi, free, -aske, libre,- and all of them
Hay que señalar que las fechas en las que vino eran simbólicas e importantes. Arnaldo Otegi saldrá de la cárcel el día 1 de marzo, y ya nada más salir tiene la espada de Damocles sobre su cabeza. Parece ser que desde Madrid han dado instrucciones para que se sigan de cerca los actos de acogida, por si se incumpliese alguna legalidad vigente.
No importa, el empujón dado a la impresionante campaña de solidaridad ya está en marcha. Se está convirtiendo en un gran salto con alas. Tenía que ser un broche como éste para llegar al zenit de una campaña internacional tan bien diseñada. Como figura visible –aunque sabemos que detrás y delante y en todos sitios hay cientos de personas trabajando- está Fermín Muguruza, que ha conseguido reunir a cientos y miles de personas de todos los sectores luchadores para pedir la libertad de Otegi y de las presas y presos políticos, encarceladas y represaliados bajo la tristemente famosa teoría del ex-juez Baltasar Garzón del “todo es ETA”. Todo lo que se mueve en Euskal Herria o a favor de las libertades individuales y colectivas de nuestro país. Ahora jueces y servidores del poder político-judicial-policial también extienden esta teoría a algunos titiriteros.
Tendrá más amenazas a su recién estrenada libertad, ya que pretenden la inhabilitación para el ejercicio de cargos políticos, a la vista de que en la Comunidad Autónoma Vasca habrá elecciones en breve.
Y sobre todo, tendrá y tendremos las amenazas y represalias permanentes. Quedan cuatrocientas presas y presos vascos en las cárceles españolas. Dispersados, lejos de sus familias y amistades, con graves enfermedades, sin tratamiento adecuado para las enfermedades calificadas de no tan graves, sin aplicación de los denominados “beneficios” penitenciarios. Que no son tales: responden a la aplicación en justicia de lo que se denomina, con cierto eufemismo, “pena de privación de libertad”. Lo dijo Angela Davis: “Yo siempre he sido solidaria en la lucha del pueblo vasco, y en especial, en la lucha a favor de sus presas y presos”.
Abolición de las prisiones
Nos ha traído la señora Davis su más reciente y radical discurso a favor del abolicionismo de las prisiones, obviamente ligado a toda su trayectoria ideológica. Así, en estas fechas en las que se multiplicaban actos y manifestaciones en contra de la tortura, nos ha brindado, también, numerosos argumentos y análisis en contra de las prisiones, para pedir su abolición.
Se conmemora en Euskal Herria el 13 de febrero, el día contra la tortura, en recuerdo de Joxe Arregi, muerto por torturas en el año 1981. Y así, se han unido de forma indisoluble, tanto en Estados Unidos como aquí, la tortura y la prisión. Y es que es una práctica frecuente que las detenciones políticas –y algunas no calificadas como tales- vayan acompañadas de procedimientos de tortura. Y también las estancias en prisión suelen tener episodios de tortura.
El discurso abolicionista de Angela Davis es muy radical. Y sobre todo, muy ligado a la realidad de Estados Unidos. Estos dos elementos, entiendo yo, nos favorecen para la universalización de la consigna y para traer aquí la repetida consigna, de Abajo los muros de las prisiones. Ella lo liga a la historia esclavista de la población negra de Estados Unidos, al complejo económico industrial-carcelario y al abuso y a la conculcación de los derechos humanos de forma permanente de las personas presas. Esto, unido a la existencia de la pena de muerte y la cadena perpetua, le lleva también a introducir la abolición de estas penas en el sistema del Código Penal, como medida inmediata. La radicalidad no admite cuestionamientos: no contempla la posibilidad de la reforma carcelaria. La privación de libertad no existe, es la cárcel y ésta sólo se puede gestionar de forma corrupta, ilegal e ilegítima, además de ser atentatoria, en sí misma, de los derechos humanos.
Justo unas semanas más tarde, alrededor de 4.000 personas, nos movilizábamos por cuarenta cárceles del Estado español y una del francés para clamar por la vuelta de casa de las presas y presos y vascos. También se gritó con fuerza “Espetxeak apurtu” (Abajo las cárceles). Muchos presos comunes nos apoyaban y coreaban las consignas. Se oyó una voz desde la enfermería “Esto es muy injusto, aquí no hay justicia”.
Estos días también se han escuchado las voces del colectivo “Atznugal” (Laguntza, escrito al revés, significa “Ayuda”, escrito por uno de ellos que estaba siendo torturado). Estos presos denunciaron las torturas a las que fueron sometidos durante los cinco días que permanecieron incomunicados, en el mes de enero de 2011, y en abril serán juzgados acusados de pertenencia a ETA. Cárcel y tortura, una vez más indisolublemente unidos. Los jueces de turno mirando para otro lado ante las torturas. Y aplican a pies juntillas la doctrina del “todo es ETA” implementada por su ex-compañero de carrera judicial.
Feminismo negro
La reivindicación feminista envuelve la palabra y el discurso de Angela Davis. Es un gustazo ver cómo en sus exposiciones sintetiza, o engloba, a las mujeres, a la raza y a la clase, al decir del título de su libro. El actual discurso sobre la interseccionalidad, está presente, con otras palabras, en sus escritos desde 1980. Así que cuando vino, nos dijo simplemente: “llevo contando y hablando de esta realidad como mujer, negra y comunista desde hace años, ahora le ponemos las palabras”.
También el planteamiento en contra de las cárceles y el debate sobre el abolicionismo está atravesado por la condición de las mujeres. Pocas voces se han alzado con tanta fuerza para denunciar como agresión sexista los cacheos a los que son sometidas las mujeres en las detenciones y encarcelamientos, lo que incluye desnudamientos e inspecciones corporales exhaustivas, -vaginales y rectales-. Es aquí donde se une la violencia sexista cotidiana que sufren las mujeres, con la rutina carcelaria, que reproduce los moldes y las violencias sexistas.
En general, en todas sus explicaciones está presente la denuncia del feminismo liberal y burgués. Las ideas feministas estadounidenses de las mujeres blancas, de clase media y/o burguesas son puestas en tela de juicio desde los inicios del sufragismo excluyente que no admitía el voto para la población negra. También es puesto en tela de juicio el feminismo igualitarista que pone en primer lugar a las mujeres como iguales e uniformes, pasando por alto los condicionamientos de clase y de la raza.
En definitiva, que hemos podido ver y escuchar a una de las feministas negras más potentes y radicales del momento de Estados Unidos y nos ha alegrado mucho ver que su discurso se engarza de maravilla con las propuestas feministas que hacen de la interseccionalidad un elemento de análisis inclusivo. Y cuando decimos inclusivo, estamos pensando en las luchas de hoy, no sólo en las teorías.
Así que, mientras muchísima gente no tenía más remedio que soportar el soporífero devenir de lo que se denomina “política” en la corte de Madrid, nosotras hemos tenido una buena excusa para animar nuestra lucha de este largo mes de febrero, que ha unido la anti-represión, la libertad de nuestros pueblo y el feminismo. Y nada menos que “lideradas” por una gran mujer que se ha convertido en nuestra referencia negra.
Begoña Zabala González
Además de contar con su presencia solidaria, en los cinco días que ha durado su visita no ha parado de dar charlas, conferencias, mesas redondas,... exponiendo buena parte de sus ideas, de sus luchas, experiencias, triunfos, análisis, críticas, autocríticas,... Todo un placer poder escucharla y verla. Transmite realmente lo que viene a decir: apoyo, solidaridad, luchas comunes, actividad política intensa a pie de calle, capacidad de comunicación y de relación, constancia, seguir en la lucha, seguir, seguir, seguir,.... ante todo insobornable e íntegra.
Arnaldo Otegi, free, -aske, libre,- and all of them
Hay que señalar que las fechas en las que vino eran simbólicas e importantes. Arnaldo Otegi saldrá de la cárcel el día 1 de marzo, y ya nada más salir tiene la espada de Damocles sobre su cabeza. Parece ser que desde Madrid han dado instrucciones para que se sigan de cerca los actos de acogida, por si se incumpliese alguna legalidad vigente.
No importa, el empujón dado a la impresionante campaña de solidaridad ya está en marcha. Se está convirtiendo en un gran salto con alas. Tenía que ser un broche como éste para llegar al zenit de una campaña internacional tan bien diseñada. Como figura visible –aunque sabemos que detrás y delante y en todos sitios hay cientos de personas trabajando- está Fermín Muguruza, que ha conseguido reunir a cientos y miles de personas de todos los sectores luchadores para pedir la libertad de Otegi y de las presas y presos políticos, encarceladas y represaliados bajo la tristemente famosa teoría del ex-juez Baltasar Garzón del “todo es ETA”. Todo lo que se mueve en Euskal Herria o a favor de las libertades individuales y colectivas de nuestro país. Ahora jueces y servidores del poder político-judicial-policial también extienden esta teoría a algunos titiriteros.
Tendrá más amenazas a su recién estrenada libertad, ya que pretenden la inhabilitación para el ejercicio de cargos políticos, a la vista de que en la Comunidad Autónoma Vasca habrá elecciones en breve.
Y sobre todo, tendrá y tendremos las amenazas y represalias permanentes. Quedan cuatrocientas presas y presos vascos en las cárceles españolas. Dispersados, lejos de sus familias y amistades, con graves enfermedades, sin tratamiento adecuado para las enfermedades calificadas de no tan graves, sin aplicación de los denominados “beneficios” penitenciarios. Que no son tales: responden a la aplicación en justicia de lo que se denomina, con cierto eufemismo, “pena de privación de libertad”. Lo dijo Angela Davis: “Yo siempre he sido solidaria en la lucha del pueblo vasco, y en especial, en la lucha a favor de sus presas y presos”.
Abolición de las prisiones
Nos ha traído la señora Davis su más reciente y radical discurso a favor del abolicionismo de las prisiones, obviamente ligado a toda su trayectoria ideológica. Así, en estas fechas en las que se multiplicaban actos y manifestaciones en contra de la tortura, nos ha brindado, también, numerosos argumentos y análisis en contra de las prisiones, para pedir su abolición.
Se conmemora en Euskal Herria el 13 de febrero, el día contra la tortura, en recuerdo de Joxe Arregi, muerto por torturas en el año 1981. Y así, se han unido de forma indisoluble, tanto en Estados Unidos como aquí, la tortura y la prisión. Y es que es una práctica frecuente que las detenciones políticas –y algunas no calificadas como tales- vayan acompañadas de procedimientos de tortura. Y también las estancias en prisión suelen tener episodios de tortura.
El discurso abolicionista de Angela Davis es muy radical. Y sobre todo, muy ligado a la realidad de Estados Unidos. Estos dos elementos, entiendo yo, nos favorecen para la universalización de la consigna y para traer aquí la repetida consigna, de Abajo los muros de las prisiones. Ella lo liga a la historia esclavista de la población negra de Estados Unidos, al complejo económico industrial-carcelario y al abuso y a la conculcación de los derechos humanos de forma permanente de las personas presas. Esto, unido a la existencia de la pena de muerte y la cadena perpetua, le lleva también a introducir la abolición de estas penas en el sistema del Código Penal, como medida inmediata. La radicalidad no admite cuestionamientos: no contempla la posibilidad de la reforma carcelaria. La privación de libertad no existe, es la cárcel y ésta sólo se puede gestionar de forma corrupta, ilegal e ilegítima, además de ser atentatoria, en sí misma, de los derechos humanos.
Justo unas semanas más tarde, alrededor de 4.000 personas, nos movilizábamos por cuarenta cárceles del Estado español y una del francés para clamar por la vuelta de casa de las presas y presos y vascos. También se gritó con fuerza “Espetxeak apurtu” (Abajo las cárceles). Muchos presos comunes nos apoyaban y coreaban las consignas. Se oyó una voz desde la enfermería “Esto es muy injusto, aquí no hay justicia”.
Estos días también se han escuchado las voces del colectivo “Atznugal” (Laguntza, escrito al revés, significa “Ayuda”, escrito por uno de ellos que estaba siendo torturado). Estos presos denunciaron las torturas a las que fueron sometidos durante los cinco días que permanecieron incomunicados, en el mes de enero de 2011, y en abril serán juzgados acusados de pertenencia a ETA. Cárcel y tortura, una vez más indisolublemente unidos. Los jueces de turno mirando para otro lado ante las torturas. Y aplican a pies juntillas la doctrina del “todo es ETA” implementada por su ex-compañero de carrera judicial.
Feminismo negro
La reivindicación feminista envuelve la palabra y el discurso de Angela Davis. Es un gustazo ver cómo en sus exposiciones sintetiza, o engloba, a las mujeres, a la raza y a la clase, al decir del título de su libro. El actual discurso sobre la interseccionalidad, está presente, con otras palabras, en sus escritos desde 1980. Así que cuando vino, nos dijo simplemente: “llevo contando y hablando de esta realidad como mujer, negra y comunista desde hace años, ahora le ponemos las palabras”.
También el planteamiento en contra de las cárceles y el debate sobre el abolicionismo está atravesado por la condición de las mujeres. Pocas voces se han alzado con tanta fuerza para denunciar como agresión sexista los cacheos a los que son sometidas las mujeres en las detenciones y encarcelamientos, lo que incluye desnudamientos e inspecciones corporales exhaustivas, -vaginales y rectales-. Es aquí donde se une la violencia sexista cotidiana que sufren las mujeres, con la rutina carcelaria, que reproduce los moldes y las violencias sexistas.
En general, en todas sus explicaciones está presente la denuncia del feminismo liberal y burgués. Las ideas feministas estadounidenses de las mujeres blancas, de clase media y/o burguesas son puestas en tela de juicio desde los inicios del sufragismo excluyente que no admitía el voto para la población negra. También es puesto en tela de juicio el feminismo igualitarista que pone en primer lugar a las mujeres como iguales e uniformes, pasando por alto los condicionamientos de clase y de la raza.
En definitiva, que hemos podido ver y escuchar a una de las feministas negras más potentes y radicales del momento de Estados Unidos y nos ha alegrado mucho ver que su discurso se engarza de maravilla con las propuestas feministas que hacen de la interseccionalidad un elemento de análisis inclusivo. Y cuando decimos inclusivo, estamos pensando en las luchas de hoy, no sólo en las teorías.
Así que, mientras muchísima gente no tenía más remedio que soportar el soporífero devenir de lo que se denomina “política” en la corte de Madrid, nosotras hemos tenido una buena excusa para animar nuestra lucha de este largo mes de febrero, que ha unido la anti-represión, la libertad de nuestros pueblo y el feminismo. Y nada menos que “lideradas” por una gran mujer que se ha convertido en nuestra referencia negra.
Begoña Zabala González
Muerte a muerte, convertir las comunidades estadounidenses en zonas de guerra
El mensaje es: "si tu piel es oscura, no mereces vivir"
La policía mata en la Ciudad del Amor
Introducción de Erika Eichelberger
En uno de los vídeos del asesinato de Mario Woods por parte de la policía de San Francisco el pasado diciembre que más han circulado en los teléfonos celulares, es posible oír los gritos de la joven que estaba filmando esa muerte. “Mierda, ¿estáis bromeando?”, chilla ella una y otra vez a la multitud de policías que rodea al joven negro. Según la policía, Woods se negó a dejar caer el cuchillo de cocina que, según ellos, él tenía en la mano. De cualquier modo estaba tratando de alejarse de los agentes. “¿Teníais necesidad de dispararle tantas veces, carajo?”, grita la chica.
Un dictamen del Tribunal Supremo establece que los agentes de policía están autorizados a emplear fuerza letal cuando se cumplen dos circunstancias: bien para proteger su propia vida (o la de un inocente), o bien para evitar que el sospechoso escape en tanto los policías consideren que está a punto de matar o herir gravemente a otra persona.
¿Creían realmente los agentes que Woods –que en el vídeo aparece mucho menos corpulento que los cinco policías que dispararon contra él y que claramente está intentando poner distancia– se volvería de repente contra los agentes y mataría quizás a uno o más de ellos? ¿De verdad pensaban que Woods, que acababa de ser rociado con gas pimienta y aporreado a conciencia estaba a punto de dar muerte a algún inocente que pasara por ahí?
Cualquiera de las dos posibilidades parecen absurdas, pero la ley tiene mucha fe en la credibilidad de los temores de un oficial de policía. En el marco de los criterios legales manejados por la policía para el uso de la fuerza letal, la existencia de una amenaza real raramente importa, en la medida que el agente crea que la existencia de esa amenaza es “objetivamente razonable”. En esa confianza, hay espacio suficiente para el inconsciente sesgo racial. Resulta difícil aceptar que esos cinco policías no podrían haber encontrado otra forma de neutralizar a Woods como no fuera matándolo, pero como señaló Dara Lind en Vox’s en el pasado diciembre: “Se dan muchos casos en los que un agente de policía podría justificar legalmente su empleo de fuerza letal porque sentirse amenazado, a pesar de que en la situación no haya una amenaza real”.
Agreguemos un elemento más: los policías son entrenados para disparar a matar, no para herir. Son instruidos para disparar al pecho porque esto hace más probable que acierte. Si se combina la inimputabilidad legal de la opinión de un policía con los impulsos racistas, prácticamente ninguno de nosotros puede escapar a la lógica del modus operandi “mata-no-captures”. Y así se llega a la sobrecogedora cifra de 1.134 muertes por disparos de los agentes del cumplimiento de la ley en Estados Unidos durante el año pasado, una cifra que cualquiera supondría propia de una auténtica zona de guerra. Entre quienes murieron a manos de la policía en 2015, las víctimas más probables –nueve veces más que cualquier otro estadounidense – fueron hombres jóvenes negros.
Ninguna ciudad es invulnerable a esta epidemia estadounidense de asesinatos policiales a la que solo recientemente se ha empezado a prestar bastante atención, ni siquiera un bastión del progresismo como es San Francisco. En su nota más reciente, Rebecca Gordon, colaboradora habitual de TomDispatch, cuyo nuevo libro, American Nuremberg: The U.S. Officials Who Should Stand Trial for Post-9/11 War Crimes, será publicado en abril, echa una mirada sobre los asesinatos en los que están implicados los agentes del orden de la “Ciudad del Amor”.
* * *
Cuando se trata de los afroestadounidenses, la policía convierte a San Francisco en una ‘Bagdad junto a la Bahía’
En la foto, cinco de las bailarinas de Beyoncé –vestidas de cuero negro y con boinas negras– levantan el puño con el saludo del Poder Negro. La mujer del medio muestra a la cámara un cartel hecho a mano en el que se lee “Justicia para Mario Woods”. Detrás de ellas, la multitud en el estadio Levi, sede del equipo de ‘San Francisco 49ers’, está a punto de ver la segunda mitad de la Super Bowl 50, pero los verdaderos fuegos artificiales del partido ya han quedado atrás.
Las mujeres de la foto acababan de respaldar a Beyoncé* en su homenaje a los Panteras NEgras y Malcom X durante su espectacular aparición en el descanso, cuando dos activistas de “La vida de los negros importa” de la zona de la bahía de San Francisco consiguieron cruzar algunas palabras con ellas. Rheema Emy Calloway y Ronnisha Johnson les pidieron si podían grabar un breve vídeo para exigir justicia por la muerte de Mario Woods. “Por la expresión de las bailarinas, supimos que ellas ya conocían el caso”, le dijo Calloway a The Guardian.
¿Quién era Mario Woods y por qué Calloway y Johnson querían que el mundo supiera que su vida importaba? La respuesta es esta: el 2 de diciembre de 2015, Mario Woods fue ejecutado a la luz del día por agentes del Departamento de Policía de San Francisco (SFPD, por sus siglas en inglés), y el suceso fue filmado.
Woods era un afroestadounidense de 26 años nacido y criado en el barrio Bayview de San Francisco, uno de los pocos que quedan con mayoría negra en la ciudad (en 1980, poco antes de que yo me mudara a San Francisco, los afroestadounidenses eran casi el 13 por ciento de los habitantes de la ciudad. Hoy día, son el 6 por ciento y la cifra está reduciéndose). Woods fue muerto cuando los policías trataban de detenerlo porque creían que esa mañana él había herido con un cuchillo a un hombre en el brazo. Como muchas víctimas de la violencia policial, Woods tenía problemas mentales. Ciertamente, el informe toxicológico realizado en ocasión de su autopsia mostraba que, en el momento de su muerte, en su organismo había una potente mezcla de fármacos (recetados y dosificados por él mismo, sin intervención médica): un antidepresivo, speed y marihuana.
Pero lo que concedió a Mario Woods una breve notoriedad fue la forma en que murió. Su muerte, como fue el caso de las bailarinas de Beyoncé, fue grabada en vídeo. Mucha gente vio lo que la CNN describió como “un mar de agentes de policías” alrededor de Woods que le disparaban hasta matarlo. Por lo menos dos personas registraron con su teléfono celular la inquietante ejecución a manos de un pelotón de fusilamiento.
Woods, la espalda contra una pared, cojeando por un disparo anterior en una pierna, trata de atravesar lentamente el semicírculo de policías que le apuntan, hasta que un agente le bloquea el paso y le dispara. En los tres segundos siguientes se producen unos 20 disparos y Woods se desploma en la acera. La policía asegura que él llevaba un cuchillo, aunque esto no aparece del todo claro en el vídeo. Sin embargo, hay una cosa que está clara: Woods no estaba amenazando a nadie cuando fue abatido.
De los hippies a los hipsters: control policial de la Ciudad del Amor
San Francisco es conocida en todo el mundo por sus suaves vibraciones, sus políticas de izquierda, su enfoque del tipo “vive y deja vivir” en relación con el estilo de vida de los otros –salvo cuando se trata de los agentes de policía–. Para muchos de ellos, “vive y deja vivir” no parece valer para todas las personas, sobre todo para las comunidades morenas y, en un pasado no muy distante, tampoco para el colectivo LGBT. Por ejemplo, recuerdo la tristemente célebre ‘Razzia del Castro’ del 6 de octubre de 1989, cuando la policía respondió a una manifestación pacífica por una ley para financiar la lucha contra el sida mediante la ocupación de todo un barrio gay llamado ‘el Castro’ (por su principal calle comercial). Invadió bares y restaurantes y sacó a la calle por la fuerza a los parroquianos para golpearlos con sus porras.
Yo estaba trabajando a algunas manzanas de allí, en una campaña en apoyo de lo que hoy parece una pintoresca votación (que fracasó) cuyo objetivo era crear asociaciones domésticas en la Ciudad del Amor. De pronto, en nuestra oficina entró un hombre trastabillando, sangrando y gritando que la policía estaba cometiendo desmanes en el Castro. El SFPD había ido demasiado lejos y la ciudad acabó pagando 250.000 dólares (una miseria, incluso entonces) para hacer frente a una demanda popular presentada por las víctimas. Finalmente, un par de capitanes de policía fueron castigados, pero el jefe policial Frank Jordan no sufrió sanción alguna y continuó sirviendo como comandante entre 1992 y 1996. La Razzia del Castro podría ocupar un lugar más importante en los recuerdos y la historia de la ciudad si el terremoto de Loma Prieta no hubiese sacudido a San Francisco 11 días después.
El que una vez fuera un departamento mayormente blanco –al que los manifestantes acostumbraban cantar: “¡Fuera el racista, sexista y anti-gay SFPD!”– la fuerza de policía de la ciudad es ahora mucho más diversa. En este momento, mujeres, negros y personas abiertamente LGBT se visten de azul, pero el núcleo duro de la vieja guardia continúa ahí. Junto con él permanece una cultura aún dominante de sexismo, homofobia, racismo e impunidad. En 2015, unos cuantos mensajes de texto que involucraban por lo menos a 10 integrantes del SFPD fueron hechos públicos durante una causa contra uno de ellos, Ian Fruminger. Enviados entre 2010 y 2012, esos mensajes justamente revelaban las horribles actitudes de ese núcleo duro y cómo los acusados parecían sentirse autorizados a acabar con la vida de personas que según ellos lo merecían.
He aquí un ejemplo: Fruminger escribió a un oficial de policía amigo suyo, “Siento mucho tener que decirte esto, pero la amiga de mi mujer que está otra vez con sus hijos y su marido ¡es negra! Si fuera abogada, ¿debería yo estar preocupado?
El amigo contestó: “Coge tu pistola. Tenla a mano por si el mono vuelve a hacer de las suyas. Tumbar a un animal no es ilegal”.
“¡Bien dicho!” fue la respuesta de Fruminger.
Cuando la ciudad cesó a los oficiales implicados, un juez dictaminó que del departamento de policía había superado el límite legal para una acción disciplinaria.
No era la primera vez
De ninguna manera Mario Woods fue el primer hombre fusilado por la policía en mi ciudad de adopción. De hecho, en mi barrio hubo dos asesinatos de este tipo en los últimos dos años.
Alejandro (Alex) Nieto murió en Bernal Heights. Esto es cerca de mi casa, un parque en lo alto de una colina donde la gente va a correr, a menudo con su perro, y a fotografiar las gloriosas vistas de la ciudad que Herb Caen, columnista de San Francisco Chronicle, solía llamar la “Bagdad junto a la Bahía” para destacar su exotismo, mucho antes de que Iraq se convirtiera en una parte del Eje del Mal. Alex Nieto, alumno del instituto de la comunidad, era del distrito Mission, en buena parte poblado por hispanos e inmigrantes.
En la noche del 21 de marzo de 2014, se sentó en un banco de Bernal Heights para comerse un burrito antes de ir a trabajar. De su cinturón colgaba la pistola Taser que llevaba en su lugar de trabajo. Una llamada anónima al 911 informó de un hombre con una pistola y el SFPD respondió.
Por fin, en enero de 2016, los padres de Alex, Refugio y Elvira Nieto, demandaron por muerte ilegal al oficial de policía Greg Suhr, a 25 agentes de policías no identificados, y a la ciudad y condado de San Francisco. La fundamentación de la demanda expresa que cuando el hijo de ambos había terminado de comer su burrito y caminaba “tranquilamente” en dirección a la salida del parque, llegó la policía. Dos agentes de policía se parapetaron detrás del coche de patrulla mientras otros que, según testigos, llevaban armas largas tomaron posiciones detrás de Nieto. Uno de los agentes detrás del coche policial gritó “Alto”. Esto es, según el texto de la demanda, lo que sucedió después:
“En cuestión de segundos, se disparó una lluvia de balas al señor Nieto. Entre la voz de ‘alto’ y el inicio de los disparos no se oyó ninguna otra orden ni comunicación verbal. El señor Nieto cayó al suelo; después de una pausa de uno o dos segundos hubo una segunda ronda de disparos. Las balas policiales alcanzaron al señor Nieto en la frente y por lo menos otros nueve lugares de su cuerpo dejándole muy desfigurado y herido mortalmente.”
Los policías alegaron que Nieto les apuntó con su pistola Taser y que ellos tuvieron que matarle. Pero algunos testigos presenciales dijeron que él nunca amenazó a nadie. En lugar de eso –como dijera el sargento Fruminger– evidentemente aquellos policías decidieron “tumbarle” como si fuera un animal peligroso. El SFPD nunca identificó a los agentes involucrados en el asesinato de Nieto. Que se sepa, ninguno de ellos ha recibido sanción alguna. Los padres de Nieto continúan cuidando un pequeño altar en el sitio de Bernal Heights donde él murió.
La muerte de Amílcar Pérez López
El 26 de febrero de 2015, a pocas manzanas de donde yo vivo, dos policías de paisano le dispararon seis balazos por la espalda a Amílcar Pérez López, un guatemalteco de 20 años. La iglesia episcopal del distrito Mission a la que yo pertenezco está recogiendo dinero para ayudar a su familia. Gracias a los padres de Amílcar, los integrantes de la comunidad de la iglesia hemos sabido que él estaba en Estados Unidos trabajando sin papeles, que él aseguraba el único sustento para ellos y sus hermanos pequeños que había dejado en Guatemala. Gracias a su trabajo, él les había enviado dinero suficiente como para llevar la electricidad y el agua corriente a su casa de adobe con techo de paja.
El día que murió Amílcar, él había discutido con un hombre que quizá le haya acusado del robo de su bicicleta. Una vez acabado aquello, según la demanda civil presentada por sus padres contra la ciudad, él estaba yendo a su casa por la calle Folsom cuando fue abordado por dos policías de paisano, identificados en la demanda como Craig Tiffe y Eric Riboli. Ambos se “abalanzaron sobre Amílcar desde atrás”. Uno de ellos lo inmovilizó abrazándolo con fuerza. Amílcar hablaba muy poco inglés; es muy probable que no se diera cuenta de que se trataba de dos agentes de policía. Fuera como fuera, consiguió soltarse y echar a correr por la acera. Fue entonces cuando le dispararon.
La historia oficial del SFPD fue que él arremetió contra los dos policías con un cuchillo y ellos se vieron obligados a matarlo para salvar su propia vida. La historia podría haber funcionado si no hubiera sido por el abogado de la familia que encargó una autopsia privada, que fue realizada por el doctor A.J. Chapman, médico forense de Santa Rosa, California. Cuando el doctor Chapman recibió el cadáver, la ciudad ya había hecho su propia autopsia; sin embargo no había dado a conocer ningún informe. Chapman comprobó que Amílcar había recibido seis balazos desde atrás: cinco en el torso y el brazo derecho y uno en la nuca. Si él había recibido los disparos mientras atacaba a los policías, ¿cómo es que las balas le dieron desde atrás?
Debieron pasar cinco meses para que la Oficina Forense de la ciudad diera a conocer el resultado de su autopsia, cuya conclusión era la misma que la de la privada. ¿Cuál podría haber sido si los activistas no hubieran conseguido que se hiciera un informe privado e imparcial? No hay forma de saberlo.
¿Servidores públicos o ejército de ocupación?
Como consecuencia del asesinato de Michael Brown en Ferguson, Missouri, en 2014, muchos blancos se encontraron de pronto ante una realidad que de ninguna manera era novedosa en la mayor parte de las comunidades de gente con piel morena, donde la muerte a manos de la policía era demasiado normal. Lo nuevo para el resto de los estadounidenses fue oír de repente acerca de los Eric Garner, Freddie Gray y Sandra Bland que morían prácticamente cada día en este país.
El resto de los estadounidenses está empezando a entender qué representa desde hace tiempo la policía para muchas comunidades de EEUU, desde Ferguson hasta Baltimore, desde el condado de Waller, Texas, hasta –sí, así es– San Francisco. La policía, lejos de ser vista como una ayuda y protección, es vista por muchos estadounidenses igual que como la gente que vive bajo regímenes corruptos y autoritarios ve a sus fuerzas de seguridad y ejércitos. La ven como una fuerza de ocupación, que no está allí para protegerles y servirles sino para amedrentarles y extorsionarles.
Muchos estadounidenses no están habituados a considerar a nuestros policías como extorsionadores; sin embargo, un informe de departamento de Justicia (DOJ, por sus siglas en inglés) sobre la policía y los tribunales municipales de Ferguson publicado recientemente cuenta una historia bastante distinta. El DOC descubrió que los “funcionarios de la ciudad han establecido que la prioridad del organismo encargado del cumplimiento de la ley de Ferguson es una sistemática maximización de sus ingresos. La ciudad genera un importante y creciente beneficio económico de la aplicación de las disposiciones destinadas a hacer cumplir la ley”. La Harvard Law Review informó de que en 2013, había emitido más órdenes de comparecencia que el número de habitantes de la ciudad: 1,5 por cada ciudadano. El informe agrega:
“En Ferguson, los residentes que se atrasan en el pago de una multa y no acuden al tribunal después de emitida una orden de comparecencia (o llegan al tribunal después de que este haya cerrado, lo que muchas veces sucede solo cinco minutos después de la hora dispuesta para el inicio de la sesión del día) son multados nuevamente –con 120 o 130 dólares adicionales– y obligados a pagar unos honorarios de 50 dólares por la nueva orden de comparencia más 35 centavos por cada kilómetro que la policía deba recorrer para entregarla. Una vez detenido, quien no pueda pagar las multas o la posterior fianza (que suele ser igual al monto total de la deuda) es encarcelado hasta la próxima sesión del tribunal (que funciona tres veces por mes). Quien esté en prisión debe pagar entre 30 y 60 dólares por cada noche en la cárcel”.
Después de que el departamento de Justicia publicara el informe, la ciudad dejó pasar seis meses negociando con el DOJ acerca de una revisión completa de su policía y sus tribunales. Pero cuando los negociadores de Ferguson llevaron la propuesta de “decreto consentido” al consistorio de la ciudad, los ediles la rechazaron. Ahora, entonces, el departamento de Justicia ha anunciado que demandará a Ferguson para obligarla a realizar cambios que según insiste la ciudad costarán demasiado. “No se puede hablar de costo cuando se trata de mantener el orden de acuerdo con la Constitución”, dice la procuradora general Loretta Lynch. Tiene razón. Lo que no dice, dado que no tiene por qué hacerlo, es que el costo de una labor policial apartada de la Constitución implica comunidades saqueadas y un país dividido.
En muchos lugares es muy difícil obtener información sobre lo que pasa dentro de las fuerzas policiales porque están protegidas por una maraña legal. En California, una ley de 1978, suscrita por Jerry Brown en su primer gobierno, ha convertido en algo casi imposible saber cualquier cosa sobre cada uno de los agentes de policía implicados en las muertes de Alex Nieto y Amílcar Pérez López o si en su expediente laboral figura alguna queja o cargo anteriores.
El Modesto Bee informa que en el marco de esta ley “el legajo laboral de cualquier oficial de paz es confidencial, incluyendo los datos personales, ascensos, evaluaciones y ‘cualquier otra información cuya revelación podría constituir una injustificable invasión de la intimidad personal’. Solo un juez puede ordenar que se den a conocer en tanto formen parte de una causa penal o un juicio”.
Esto hace difícil, por ejemplo, saber si un agente de policía tiene antecedentes de quejas por brutalidad o, ciertamente, si todo un departamento de policía tiene antecedentes de esta índole. El abogado de derechos civiles y ex juez del Tribunal Supremo de California Cruz Reynoso le dijo al Modesto Bee que los ciudadanos que busquen información acerca de asesinatos policiales se topan con “un muro de silencio”.
En San Francisco, por fin pudimos conseguir que se liberara alguna información. En enero, la Oficina de Supervisores respondió a la presión de las bases organizadas votando por unanimidad el solicitar al departamento de Justicia que examinara el departamento de policía. Solo nos cabe esperar que cuando el DOJ haga público su informe sobre la policía de San Francisco, mi ciudad responda mejor que como lo hizo Ferguson. Nosotros necesitamos algo más que una limpieza general en el SFPD, empezando por la cima, el jefe Greg Suhr. A toda la comunidad –por cierto, a todo el país– nos haría bien replantearnos para qué tenemos una policía y qué es en realidad lo que queremos que ella haga. Un buen comienzo podría ser el dejar de fusilar a tantas personas.
Es posible que Herb Caen fuera más clarividente de lo que él suponía cuando llamó a San Francisco la “Bagdad junto a la Bahía”. Tal vez no deberíamos sorprendernos cuando las fuerzas de policía reclaman impunidad para los crímenes que cometen contra las comunidades de color en las que “sirven”. Los policías no hacen otra cosa –en pequeña escala– que lo que hace Estados Unidos en el escenario internacional cuando reclama el derecho de bombardear, invadir y ocupar a otros países, sin reconocer ninguna responsabilidad por la miseria humana que resulta de ese ejercicio.
Rebecca Gordon
TomDispatch
Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García
* En relación con Beyoncé y su “apoyo” a la causa de los negros de Estados Unidos, véase la nota de Rebelión del 26/feb/16 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209349
Rebecca Gordon, colaboradora habitual de TomDispatch, es profesora en el departamento de Filosofía de la Universidad de San Francisco. Es autora de Mainstreaming Torture: Ethical Approaches in the Post-9/11 United States y de la obra de próxima aparición American Nuremberg: The U.S. Officials Who Should Stand Trial for Post-9/11 War Crimes (Hot Books, April 2016).
La policía mata en la Ciudad del Amor
Introducción de Erika Eichelberger
En uno de los vídeos del asesinato de Mario Woods por parte de la policía de San Francisco el pasado diciembre que más han circulado en los teléfonos celulares, es posible oír los gritos de la joven que estaba filmando esa muerte. “Mierda, ¿estáis bromeando?”, chilla ella una y otra vez a la multitud de policías que rodea al joven negro. Según la policía, Woods se negó a dejar caer el cuchillo de cocina que, según ellos, él tenía en la mano. De cualquier modo estaba tratando de alejarse de los agentes. “¿Teníais necesidad de dispararle tantas veces, carajo?”, grita la chica.
Un dictamen del Tribunal Supremo establece que los agentes de policía están autorizados a emplear fuerza letal cuando se cumplen dos circunstancias: bien para proteger su propia vida (o la de un inocente), o bien para evitar que el sospechoso escape en tanto los policías consideren que está a punto de matar o herir gravemente a otra persona.
¿Creían realmente los agentes que Woods –que en el vídeo aparece mucho menos corpulento que los cinco policías que dispararon contra él y que claramente está intentando poner distancia– se volvería de repente contra los agentes y mataría quizás a uno o más de ellos? ¿De verdad pensaban que Woods, que acababa de ser rociado con gas pimienta y aporreado a conciencia estaba a punto de dar muerte a algún inocente que pasara por ahí?
Cualquiera de las dos posibilidades parecen absurdas, pero la ley tiene mucha fe en la credibilidad de los temores de un oficial de policía. En el marco de los criterios legales manejados por la policía para el uso de la fuerza letal, la existencia de una amenaza real raramente importa, en la medida que el agente crea que la existencia de esa amenaza es “objetivamente razonable”. En esa confianza, hay espacio suficiente para el inconsciente sesgo racial. Resulta difícil aceptar que esos cinco policías no podrían haber encontrado otra forma de neutralizar a Woods como no fuera matándolo, pero como señaló Dara Lind en Vox’s en el pasado diciembre: “Se dan muchos casos en los que un agente de policía podría justificar legalmente su empleo de fuerza letal porque sentirse amenazado, a pesar de que en la situación no haya una amenaza real”.
Agreguemos un elemento más: los policías son entrenados para disparar a matar, no para herir. Son instruidos para disparar al pecho porque esto hace más probable que acierte. Si se combina la inimputabilidad legal de la opinión de un policía con los impulsos racistas, prácticamente ninguno de nosotros puede escapar a la lógica del modus operandi “mata-no-captures”. Y así se llega a la sobrecogedora cifra de 1.134 muertes por disparos de los agentes del cumplimiento de la ley en Estados Unidos durante el año pasado, una cifra que cualquiera supondría propia de una auténtica zona de guerra. Entre quienes murieron a manos de la policía en 2015, las víctimas más probables –nueve veces más que cualquier otro estadounidense – fueron hombres jóvenes negros.
Ninguna ciudad es invulnerable a esta epidemia estadounidense de asesinatos policiales a la que solo recientemente se ha empezado a prestar bastante atención, ni siquiera un bastión del progresismo como es San Francisco. En su nota más reciente, Rebecca Gordon, colaboradora habitual de TomDispatch, cuyo nuevo libro, American Nuremberg: The U.S. Officials Who Should Stand Trial for Post-9/11 War Crimes, será publicado en abril, echa una mirada sobre los asesinatos en los que están implicados los agentes del orden de la “Ciudad del Amor”.
* * *
Cuando se trata de los afroestadounidenses, la policía convierte a San Francisco en una ‘Bagdad junto a la Bahía’
En la foto, cinco de las bailarinas de Beyoncé –vestidas de cuero negro y con boinas negras– levantan el puño con el saludo del Poder Negro. La mujer del medio muestra a la cámara un cartel hecho a mano en el que se lee “Justicia para Mario Woods”. Detrás de ellas, la multitud en el estadio Levi, sede del equipo de ‘San Francisco 49ers’, está a punto de ver la segunda mitad de la Super Bowl 50, pero los verdaderos fuegos artificiales del partido ya han quedado atrás.
Las mujeres de la foto acababan de respaldar a Beyoncé* en su homenaje a los Panteras NEgras y Malcom X durante su espectacular aparición en el descanso, cuando dos activistas de “La vida de los negros importa” de la zona de la bahía de San Francisco consiguieron cruzar algunas palabras con ellas. Rheema Emy Calloway y Ronnisha Johnson les pidieron si podían grabar un breve vídeo para exigir justicia por la muerte de Mario Woods. “Por la expresión de las bailarinas, supimos que ellas ya conocían el caso”, le dijo Calloway a The Guardian.
¿Quién era Mario Woods y por qué Calloway y Johnson querían que el mundo supiera que su vida importaba? La respuesta es esta: el 2 de diciembre de 2015, Mario Woods fue ejecutado a la luz del día por agentes del Departamento de Policía de San Francisco (SFPD, por sus siglas en inglés), y el suceso fue filmado.
Woods era un afroestadounidense de 26 años nacido y criado en el barrio Bayview de San Francisco, uno de los pocos que quedan con mayoría negra en la ciudad (en 1980, poco antes de que yo me mudara a San Francisco, los afroestadounidenses eran casi el 13 por ciento de los habitantes de la ciudad. Hoy día, son el 6 por ciento y la cifra está reduciéndose). Woods fue muerto cuando los policías trataban de detenerlo porque creían que esa mañana él había herido con un cuchillo a un hombre en el brazo. Como muchas víctimas de la violencia policial, Woods tenía problemas mentales. Ciertamente, el informe toxicológico realizado en ocasión de su autopsia mostraba que, en el momento de su muerte, en su organismo había una potente mezcla de fármacos (recetados y dosificados por él mismo, sin intervención médica): un antidepresivo, speed y marihuana.
Pero lo que concedió a Mario Woods una breve notoriedad fue la forma en que murió. Su muerte, como fue el caso de las bailarinas de Beyoncé, fue grabada en vídeo. Mucha gente vio lo que la CNN describió como “un mar de agentes de policías” alrededor de Woods que le disparaban hasta matarlo. Por lo menos dos personas registraron con su teléfono celular la inquietante ejecución a manos de un pelotón de fusilamiento.
Woods, la espalda contra una pared, cojeando por un disparo anterior en una pierna, trata de atravesar lentamente el semicírculo de policías que le apuntan, hasta que un agente le bloquea el paso y le dispara. En los tres segundos siguientes se producen unos 20 disparos y Woods se desploma en la acera. La policía asegura que él llevaba un cuchillo, aunque esto no aparece del todo claro en el vídeo. Sin embargo, hay una cosa que está clara: Woods no estaba amenazando a nadie cuando fue abatido.
De los hippies a los hipsters: control policial de la Ciudad del Amor
San Francisco es conocida en todo el mundo por sus suaves vibraciones, sus políticas de izquierda, su enfoque del tipo “vive y deja vivir” en relación con el estilo de vida de los otros –salvo cuando se trata de los agentes de policía–. Para muchos de ellos, “vive y deja vivir” no parece valer para todas las personas, sobre todo para las comunidades morenas y, en un pasado no muy distante, tampoco para el colectivo LGBT. Por ejemplo, recuerdo la tristemente célebre ‘Razzia del Castro’ del 6 de octubre de 1989, cuando la policía respondió a una manifestación pacífica por una ley para financiar la lucha contra el sida mediante la ocupación de todo un barrio gay llamado ‘el Castro’ (por su principal calle comercial). Invadió bares y restaurantes y sacó a la calle por la fuerza a los parroquianos para golpearlos con sus porras.
Yo estaba trabajando a algunas manzanas de allí, en una campaña en apoyo de lo que hoy parece una pintoresca votación (que fracasó) cuyo objetivo era crear asociaciones domésticas en la Ciudad del Amor. De pronto, en nuestra oficina entró un hombre trastabillando, sangrando y gritando que la policía estaba cometiendo desmanes en el Castro. El SFPD había ido demasiado lejos y la ciudad acabó pagando 250.000 dólares (una miseria, incluso entonces) para hacer frente a una demanda popular presentada por las víctimas. Finalmente, un par de capitanes de policía fueron castigados, pero el jefe policial Frank Jordan no sufrió sanción alguna y continuó sirviendo como comandante entre 1992 y 1996. La Razzia del Castro podría ocupar un lugar más importante en los recuerdos y la historia de la ciudad si el terremoto de Loma Prieta no hubiese sacudido a San Francisco 11 días después.
El que una vez fuera un departamento mayormente blanco –al que los manifestantes acostumbraban cantar: “¡Fuera el racista, sexista y anti-gay SFPD!”– la fuerza de policía de la ciudad es ahora mucho más diversa. En este momento, mujeres, negros y personas abiertamente LGBT se visten de azul, pero el núcleo duro de la vieja guardia continúa ahí. Junto con él permanece una cultura aún dominante de sexismo, homofobia, racismo e impunidad. En 2015, unos cuantos mensajes de texto que involucraban por lo menos a 10 integrantes del SFPD fueron hechos públicos durante una causa contra uno de ellos, Ian Fruminger. Enviados entre 2010 y 2012, esos mensajes justamente revelaban las horribles actitudes de ese núcleo duro y cómo los acusados parecían sentirse autorizados a acabar con la vida de personas que según ellos lo merecían.
He aquí un ejemplo: Fruminger escribió a un oficial de policía amigo suyo, “Siento mucho tener que decirte esto, pero la amiga de mi mujer que está otra vez con sus hijos y su marido ¡es negra! Si fuera abogada, ¿debería yo estar preocupado?
El amigo contestó: “Coge tu pistola. Tenla a mano por si el mono vuelve a hacer de las suyas. Tumbar a un animal no es ilegal”.
“¡Bien dicho!” fue la respuesta de Fruminger.
Cuando la ciudad cesó a los oficiales implicados, un juez dictaminó que del departamento de policía había superado el límite legal para una acción disciplinaria.
No era la primera vez
De ninguna manera Mario Woods fue el primer hombre fusilado por la policía en mi ciudad de adopción. De hecho, en mi barrio hubo dos asesinatos de este tipo en los últimos dos años.
Alejandro (Alex) Nieto murió en Bernal Heights. Esto es cerca de mi casa, un parque en lo alto de una colina donde la gente va a correr, a menudo con su perro, y a fotografiar las gloriosas vistas de la ciudad que Herb Caen, columnista de San Francisco Chronicle, solía llamar la “Bagdad junto a la Bahía” para destacar su exotismo, mucho antes de que Iraq se convirtiera en una parte del Eje del Mal. Alex Nieto, alumno del instituto de la comunidad, era del distrito Mission, en buena parte poblado por hispanos e inmigrantes.
En la noche del 21 de marzo de 2014, se sentó en un banco de Bernal Heights para comerse un burrito antes de ir a trabajar. De su cinturón colgaba la pistola Taser que llevaba en su lugar de trabajo. Una llamada anónima al 911 informó de un hombre con una pistola y el SFPD respondió.
Por fin, en enero de 2016, los padres de Alex, Refugio y Elvira Nieto, demandaron por muerte ilegal al oficial de policía Greg Suhr, a 25 agentes de policías no identificados, y a la ciudad y condado de San Francisco. La fundamentación de la demanda expresa que cuando el hijo de ambos había terminado de comer su burrito y caminaba “tranquilamente” en dirección a la salida del parque, llegó la policía. Dos agentes de policía se parapetaron detrás del coche de patrulla mientras otros que, según testigos, llevaban armas largas tomaron posiciones detrás de Nieto. Uno de los agentes detrás del coche policial gritó “Alto”. Esto es, según el texto de la demanda, lo que sucedió después:
“En cuestión de segundos, se disparó una lluvia de balas al señor Nieto. Entre la voz de ‘alto’ y el inicio de los disparos no se oyó ninguna otra orden ni comunicación verbal. El señor Nieto cayó al suelo; después de una pausa de uno o dos segundos hubo una segunda ronda de disparos. Las balas policiales alcanzaron al señor Nieto en la frente y por lo menos otros nueve lugares de su cuerpo dejándole muy desfigurado y herido mortalmente.”
Los policías alegaron que Nieto les apuntó con su pistola Taser y que ellos tuvieron que matarle. Pero algunos testigos presenciales dijeron que él nunca amenazó a nadie. En lugar de eso –como dijera el sargento Fruminger– evidentemente aquellos policías decidieron “tumbarle” como si fuera un animal peligroso. El SFPD nunca identificó a los agentes involucrados en el asesinato de Nieto. Que se sepa, ninguno de ellos ha recibido sanción alguna. Los padres de Nieto continúan cuidando un pequeño altar en el sitio de Bernal Heights donde él murió.
La muerte de Amílcar Pérez López
El 26 de febrero de 2015, a pocas manzanas de donde yo vivo, dos policías de paisano le dispararon seis balazos por la espalda a Amílcar Pérez López, un guatemalteco de 20 años. La iglesia episcopal del distrito Mission a la que yo pertenezco está recogiendo dinero para ayudar a su familia. Gracias a los padres de Amílcar, los integrantes de la comunidad de la iglesia hemos sabido que él estaba en Estados Unidos trabajando sin papeles, que él aseguraba el único sustento para ellos y sus hermanos pequeños que había dejado en Guatemala. Gracias a su trabajo, él les había enviado dinero suficiente como para llevar la electricidad y el agua corriente a su casa de adobe con techo de paja.
El día que murió Amílcar, él había discutido con un hombre que quizá le haya acusado del robo de su bicicleta. Una vez acabado aquello, según la demanda civil presentada por sus padres contra la ciudad, él estaba yendo a su casa por la calle Folsom cuando fue abordado por dos policías de paisano, identificados en la demanda como Craig Tiffe y Eric Riboli. Ambos se “abalanzaron sobre Amílcar desde atrás”. Uno de ellos lo inmovilizó abrazándolo con fuerza. Amílcar hablaba muy poco inglés; es muy probable que no se diera cuenta de que se trataba de dos agentes de policía. Fuera como fuera, consiguió soltarse y echar a correr por la acera. Fue entonces cuando le dispararon.
La historia oficial del SFPD fue que él arremetió contra los dos policías con un cuchillo y ellos se vieron obligados a matarlo para salvar su propia vida. La historia podría haber funcionado si no hubiera sido por el abogado de la familia que encargó una autopsia privada, que fue realizada por el doctor A.J. Chapman, médico forense de Santa Rosa, California. Cuando el doctor Chapman recibió el cadáver, la ciudad ya había hecho su propia autopsia; sin embargo no había dado a conocer ningún informe. Chapman comprobó que Amílcar había recibido seis balazos desde atrás: cinco en el torso y el brazo derecho y uno en la nuca. Si él había recibido los disparos mientras atacaba a los policías, ¿cómo es que las balas le dieron desde atrás?
Debieron pasar cinco meses para que la Oficina Forense de la ciudad diera a conocer el resultado de su autopsia, cuya conclusión era la misma que la de la privada. ¿Cuál podría haber sido si los activistas no hubieran conseguido que se hiciera un informe privado e imparcial? No hay forma de saberlo.
¿Servidores públicos o ejército de ocupación?
Como consecuencia del asesinato de Michael Brown en Ferguson, Missouri, en 2014, muchos blancos se encontraron de pronto ante una realidad que de ninguna manera era novedosa en la mayor parte de las comunidades de gente con piel morena, donde la muerte a manos de la policía era demasiado normal. Lo nuevo para el resto de los estadounidenses fue oír de repente acerca de los Eric Garner, Freddie Gray y Sandra Bland que morían prácticamente cada día en este país.
El resto de los estadounidenses está empezando a entender qué representa desde hace tiempo la policía para muchas comunidades de EEUU, desde Ferguson hasta Baltimore, desde el condado de Waller, Texas, hasta –sí, así es– San Francisco. La policía, lejos de ser vista como una ayuda y protección, es vista por muchos estadounidenses igual que como la gente que vive bajo regímenes corruptos y autoritarios ve a sus fuerzas de seguridad y ejércitos. La ven como una fuerza de ocupación, que no está allí para protegerles y servirles sino para amedrentarles y extorsionarles.
Muchos estadounidenses no están habituados a considerar a nuestros policías como extorsionadores; sin embargo, un informe de departamento de Justicia (DOJ, por sus siglas en inglés) sobre la policía y los tribunales municipales de Ferguson publicado recientemente cuenta una historia bastante distinta. El DOC descubrió que los “funcionarios de la ciudad han establecido que la prioridad del organismo encargado del cumplimiento de la ley de Ferguson es una sistemática maximización de sus ingresos. La ciudad genera un importante y creciente beneficio económico de la aplicación de las disposiciones destinadas a hacer cumplir la ley”. La Harvard Law Review informó de que en 2013, había emitido más órdenes de comparecencia que el número de habitantes de la ciudad: 1,5 por cada ciudadano. El informe agrega:
“En Ferguson, los residentes que se atrasan en el pago de una multa y no acuden al tribunal después de emitida una orden de comparecencia (o llegan al tribunal después de que este haya cerrado, lo que muchas veces sucede solo cinco minutos después de la hora dispuesta para el inicio de la sesión del día) son multados nuevamente –con 120 o 130 dólares adicionales– y obligados a pagar unos honorarios de 50 dólares por la nueva orden de comparencia más 35 centavos por cada kilómetro que la policía deba recorrer para entregarla. Una vez detenido, quien no pueda pagar las multas o la posterior fianza (que suele ser igual al monto total de la deuda) es encarcelado hasta la próxima sesión del tribunal (que funciona tres veces por mes). Quien esté en prisión debe pagar entre 30 y 60 dólares por cada noche en la cárcel”.
Después de que el departamento de Justicia publicara el informe, la ciudad dejó pasar seis meses negociando con el DOJ acerca de una revisión completa de su policía y sus tribunales. Pero cuando los negociadores de Ferguson llevaron la propuesta de “decreto consentido” al consistorio de la ciudad, los ediles la rechazaron. Ahora, entonces, el departamento de Justicia ha anunciado que demandará a Ferguson para obligarla a realizar cambios que según insiste la ciudad costarán demasiado. “No se puede hablar de costo cuando se trata de mantener el orden de acuerdo con la Constitución”, dice la procuradora general Loretta Lynch. Tiene razón. Lo que no dice, dado que no tiene por qué hacerlo, es que el costo de una labor policial apartada de la Constitución implica comunidades saqueadas y un país dividido.
En muchos lugares es muy difícil obtener información sobre lo que pasa dentro de las fuerzas policiales porque están protegidas por una maraña legal. En California, una ley de 1978, suscrita por Jerry Brown en su primer gobierno, ha convertido en algo casi imposible saber cualquier cosa sobre cada uno de los agentes de policía implicados en las muertes de Alex Nieto y Amílcar Pérez López o si en su expediente laboral figura alguna queja o cargo anteriores.
El Modesto Bee informa que en el marco de esta ley “el legajo laboral de cualquier oficial de paz es confidencial, incluyendo los datos personales, ascensos, evaluaciones y ‘cualquier otra información cuya revelación podría constituir una injustificable invasión de la intimidad personal’. Solo un juez puede ordenar que se den a conocer en tanto formen parte de una causa penal o un juicio”.
Esto hace difícil, por ejemplo, saber si un agente de policía tiene antecedentes de quejas por brutalidad o, ciertamente, si todo un departamento de policía tiene antecedentes de esta índole. El abogado de derechos civiles y ex juez del Tribunal Supremo de California Cruz Reynoso le dijo al Modesto Bee que los ciudadanos que busquen información acerca de asesinatos policiales se topan con “un muro de silencio”.
En San Francisco, por fin pudimos conseguir que se liberara alguna información. En enero, la Oficina de Supervisores respondió a la presión de las bases organizadas votando por unanimidad el solicitar al departamento de Justicia que examinara el departamento de policía. Solo nos cabe esperar que cuando el DOJ haga público su informe sobre la policía de San Francisco, mi ciudad responda mejor que como lo hizo Ferguson. Nosotros necesitamos algo más que una limpieza general en el SFPD, empezando por la cima, el jefe Greg Suhr. A toda la comunidad –por cierto, a todo el país– nos haría bien replantearnos para qué tenemos una policía y qué es en realidad lo que queremos que ella haga. Un buen comienzo podría ser el dejar de fusilar a tantas personas.
Es posible que Herb Caen fuera más clarividente de lo que él suponía cuando llamó a San Francisco la “Bagdad junto a la Bahía”. Tal vez no deberíamos sorprendernos cuando las fuerzas de policía reclaman impunidad para los crímenes que cometen contra las comunidades de color en las que “sirven”. Los policías no hacen otra cosa –en pequeña escala– que lo que hace Estados Unidos en el escenario internacional cuando reclama el derecho de bombardear, invadir y ocupar a otros países, sin reconocer ninguna responsabilidad por la miseria humana que resulta de ese ejercicio.
Rebecca Gordon
TomDispatch
Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García
* En relación con Beyoncé y su “apoyo” a la causa de los negros de Estados Unidos, véase la nota de Rebelión del 26/feb/16 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209349
Rebecca Gordon, colaboradora habitual de TomDispatch, es profesora en el departamento de Filosofía de la Universidad de San Francisco. Es autora de Mainstreaming Torture: Ethical Approaches in the Post-9/11 United States y de la obra de próxima aparición American Nuremberg: The U.S. Officials Who Should Stand Trial for Post-9/11 War Crimes (Hot Books, April 2016).
domingo, febrero 28, 2016
Carlos Lorca . La historia de un desconocido.
Sinopsis: Carlos Lorca Tobar, único Diputado detenido y desaparecido en 1975, durante la Dictadura Militar ocurrida en Chile, que 36 años después, su sobrino Rafael, junto a los hermanos y amigos, reconstruirán su historia, para reconocer su legado y su figura a nivel nacional.
El corazón de Corvalán.
Escribe Román Karmén, en un artículo publicado en la revista América Latina, "me surgió la idea de consagrar a Corvalán un filme completo que constituyera un aporte al noble movimiento de solidaridad con los demócratas chilenos y que pudiera contribuir a la liberación de Luis Corvalán". En Sofía, Bulgaria, entrevistó a Luis Alberto Corvalán, hijo del secretario general del Partido Comunista un año después de las atroces torturas a que fue sometido en el Estadio Nacional de Chile. Poco después, Luis Alberto moría de un síncope cardíaco, a los 28 años de edad.
En mi vida he sido testigo de muchas muertes --escribió el cineasta- pero la de Luis Alberto me conmovió de manera particular". El documental "El corazón de Corvalán" registra, de manera sintética y con enorme fuerza emocional diversos aspectos de la vida del dirigente comunista chileno, del período del gobierno de Salvador Allende y del golpe militar de 1973. Cuando el documental se estrenó, en 1975, en Moscú y muchas otras capitales del mundo, Luis Corvalán estaba preso en el campo de concentración de Ritoque después de haber pasado casi dos años en la inhóspita isla Dawson en el extremo austral de Chile. En 1977 se consiguió finalmente su libertad.
Pais Rusia
Duración 53 minutos
Año 1975
Director: Román Karmén
Campaña Internacional Por la Libertad de Mauricio Hernández Norambuena.
Video que explica la situación carcelaria por la cual transita Mauricio Hernández Norambuena.
La campaña internacional apuesta a que Mauricio sea extraditado a Chile o que otro país entregue asilo político para poner fin a años de tortura
Free Otegi, Free Them All
Hace ya cinco años el movimiento independentista vasco abrió un profundo debate sin precedentes que concluyó con una apuesta inequívoca por vías exclusivamente pacíficas y democráticas, renunciando a la violencia en su reclamación del respeto a la autodeterminación del País Vasco, y con una disposición nítida a cerrar totalmente, por medio de la palabra y el diálogo, el largo conflicto violento que ha asolado la región desde hace décadas.
En octubre de 2011, ETA respondía positivamente al llamamiento realizado desde la Conferencia Internacional de Aiete (San Sebastián) que le demandaba el cese definitivo de su actividad armada de más de 50 años y la apertura de un proceso de diálogo.
El Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu señaló a Arnaldo Otegi, en su día portavoz de Batasuna y hoy secretario general de Sortu, como “el líder de este proceso de paz”. Efectivamente, Otegi fue el dirigente más destacado entre aquellos que propiciaron en las fuerzas independentistas el debate sobre la necesidad de apostar por la palabra para solucionar todo conflicto. Su apuesta por vías exclusivamente pacíficas y democráticas fue respondida con su arresto, en octubre de 2009, y con su posterior condena a más de seis años y medio de prisión por pertenecer a la organización política Batasuna, ilegalizada previamente por el Gobierno español.
Desgraciadamente, el fin de la actividad armada de ETA, que ha mostrado su disposición a un proceso de desarme y de diálogo y reconciliación que tenga en cuenta el dolor de todas las víctimas, no ha traído consigo todavía respuesta positiva alguna por parte del Estado español.
Arnaldo Otegi, cuyo caso ha sido recurrido ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, se encuentra en una prisión española alejado de sus familiares y amigos. Así están también cerca de 500 presos vascos relacionados con este conflicto. Dispersados en prisiones lejanas al País Vasco, frecuentemente incomunicados, esta realidad provoca, además, un castigo añadido a sus familiares, abocados a recorrer largas distancias para poder visitarlos.
Ante esto, pedimos la libertad inmediata del hombre que supo arriesgar por la paz y la democracia, de quien apostó por la palabra cuando parecía que nadie lo haría. Su liberación y el final de la política de alejamiento, como paso previo a la excarcelación temprana de los presos vascos, son pasos necesarios para poder alcanzar una paz justa y duradera en la región.
Por humanidad. Por justicia. Porque creemos en una solución sin vencedores ni vencidos. Porque apostamos por la paz. Por eso pedimos libertad para Arnaldo Otegi y el traslado de los presos al País Vasco.
Angela Davis, Julian Assange, A. Otegi y F. González: ¿silencios mediáticos o ruido de sables?
El pasado 7 de febrero, el Gobierno español impedía a la conocida activista estadounidense Angela Davis visitar, en la prisión de Logroño, al preso independentista vasco Arnaldo Otegi. El hecho no fue noticia en los grandes medios españoles. ¿Recuerdan, por el contrario, el bombardeo mediático creado cuando, en junio pasado, el expresidente español Felipe González no pudo visitar, en Venezuela, al preso ultraderechista Leopoldo López?
La batalla del Ebro narrada por el miliciano Vicent Almudéver.
Testigo y protagonista de excepción de la heroica ofensiva del ejército republicano que pretendía neutralizar el avance de las tropas nazi-fascistas al mando del general Francisco Franco.
Umberto Eco, un inventor de ideas
Los obituarios de Umberto Eco, que citan profusamente su enorme obra, han omitido sin embargo un libro que hoy es casi de colección: Historia ilustrada de los inventos, publicado en 1961 con G.B. Zorzoli. En la introducción, los autores se preguntan si el Australopithecus era ya un hombre. Y recuerdan que en algunas cavernas se habían encontrado restos de ese primate al lado de otros pertenecientes a babuinos, unos monos inferiores a los que el Australopithecus había matado con unas piedras; es decir, había separado la piedra de su contexto natural, la había abstraído para inventarle una nueva función, la función de arma. Por tanto, concluyen, el Australopithecus era un hombre “porque el hombre es el único animal que inventa”.
Fue, tal vez, el último de los grandes enciclopedistas, de aquellos que bajo la dirección de Diderot y D’Alembert proclamaron en el siglo XVIII francés la independencia y la superioridad de la razón por sobre la autoridad, la tradición y la fe. A diferencia de aquellos, sin embargo, no tuvo la confianza ilimitada en el progreso, también ilimitado, que daría la razón, aquella que sentó los principios de libertad, igualdad y fraternidad de la Gran Revolución. Por el contrario, el pensamiento de Eco está imbuido de cierto pesimismo -un pesimismo contradictorio, que a cada paso tropieza con su contrario.
El agnosticismo
Hijo de un padre que marchó voluntariamente a combatir en la II Guerra Mundial para defender a la Italia mussoliniana, Eco -que tal vez por eso sostuvo una posición de cierta equidistancia con la rebelión antifascista de los guerrilleros partisanos- tuvo una formación católica estricta, que luego abandonó. Llegó a un ateísmo difuso, si se permite esa idea, pero no al materialismo; fue, ante todo, un agnóstico que, como sus personajes de El péndulo de Foucault (1988), descreen de cualquier trascendencia.
Neovanguardia literaria
Ocho años antes de El péndulo de Foucault, en 1980, Eco había publicado su primera novela, El nombre de la rosa, cuando estaba cerca de cumplir 50 años. Es, seguramente, una de las grandes novelas del siglo XX. Describe una época: la Baja Edad Media del siglo XIV, y las leyes de la transformación de esa época. La describe en cosas pequeñas y medianas, por ejemplo en la invención de los anteojos; y en las grandes, en las crisis políticas de tiempos del papa Juan XXII y las guerras imperiales y por el papado. El personaje central, el benedictino Guillermo de Baskerville, es un homenaje a Arthur Conan Doyle y su Sherlock Holmes. Con su pupilo Adso de Melk, investiga una serie de crímenes en un convento, pero esa trama central de la novela es casi una excusa. Guillermo de Baskerville habla, por ejemplo, de su vínculo intelectual con un personaje histórico real: el sacerdote nominalista Guillermo de Ockham, uno de los iniciadores del pensamiento político moderno que encontraría sus cúspides cuatro siglos después.
Eco dijo en algún momento que no habría escrito El nombre de la rosa de no haber existido el Gruppo 63, al cual él perteneció. Se trataba de un movimiento de neovanguardia literaria en búsqueda experimental de nuevas formas lingüísticas y de contenido que rompieran esquemas tradicionales. El nombre de la rosa admite por lo menos tres niveles de lecturas y, a pesar de su complejidad y de la erudición medievalista que despliega el autor (o quizá por eso) la obra alcanzó una enorme popularidad, y tuvo un éxito masivo la versión cinematográfica de Jean-Jacques Annaud. Eco explicaba aquel éxito por la posibilidad, dijo, “de que haya un público que quiere ser desafiado”.
Fue Eco, sobre todo, un develador de signos, de los secretos y trampas que suele esconder la palabra, los medios de engaño. Sus estudios profundos, indagadores, de la lingüística de Ferdinand de Saussure y otros encontraron después su expresión literaria; por ejemplo, en su última novela, Número cero, la historia de un editor que anuncia la salida de un diario que nunca llegará a publicarse, pero el solo anuncio le permite chantajear a muchos, que ése era su propósito.
Eco se sintió fascinado por las posibilidades de Internet y, al mismo tiempo, por el peligro que implica su capacidad masiva de engaño, de difusión de falsedades, al punto que, según sostenía, la prensa en papel debía dedicarse a denunciar esas falacias informáticas.
Murió en su casa de Milán. Se sabía que tenía un proyecto editorial que ya no será.
Inventó ideas hasta el último día.
Alejandro Guerrero
Oesterheld, el heraldo en la tierra
Durante las últimas semanas volvió a repetirse por televisión, a través de Incaa TV, la serie “Germán, últimas viñetas”, inspirada en la vida de Héctor Germán Oesterheld, producida en 2013 y dirigida por Cristian Bernard, Flavio Nardini y Federico Sosa. Con sensibilidad y contundencia, su guionista, Luciano Saracino, narra los episodios inspirados en la turbulenta vida del autor argentino.
La serie se encuentra disponible online (http://cda.gob.ar/serie/1417/german-ultimas-vinetas). En 1972, Oesterheld (Interpretado por Miguel Angel Solá), reconocido y admirado por haber publicado El Eternauta en 1957, se encuentra, sin embargo, asfixiado económicamente.
Según él, fue el costo por "jugarse por lo que escribe". Aquella obra, cuyo eje es la resistencia popular, logró, con belleza narrativa, correr el velo a la historieta y la descubrió como un canal potente y transformador de expresión literaria, política, comprometida con la realidad.
En aquellos años comenzaba a proliferar el silencio; las publicaciones masivas, pese a que no querían problemas, preferían al historietista. En este marco, el guionista logra que lo publiquen en una editorial de cepa militar para sostener su existencia material como autor de historietas.
La coyuntura internacional, marcada por el intento desesperado de la burguesía de frenar a la creciente organización de los trabajadores, sentaba las bases de los regímenes dictatoriales que ya acechaban como una tormenta oscura en toda Latinoamérica. Esto condicionó duramente los guiones de esta editorial, cuyo objetivo era preciso: trazar una línea firme y nítida en torno a quiénes eran los “buenos” y quiénes los “malos” en las historietas que allí se creaban, para que la creciente masa popular que las leyera interpretase una única versión de aquella disputa histórica. Los editores encaran la contradicción de tener al mejor de todos, pero cuyo interés en sus escritos (conocían su guión sobre la vida del Che Guevara, por ejemplo) era opuesto a la empresa, en donde las visitas amenazantes se volvían cada vez más frecuentes.
Oesterheld acepta las condiciones, confía en su genio y enfrenta la amenaza latente. A pesar de la censura, logra convertir la banalidad superficial en historias que deslumbran y urden tramas apasionantes.
Los trece capítulos que componen la serie oscilan entre el humor inocente y sagaz, el terror y el suspenso, en el ambiente caótico de una redacción de historietas dirigida por Santos (Claudio Rizzi), un editor entrañable que rige la disciplina con los dibujantes y guionistas que allí trabajan, y el comisario Collins (Gabriel Fernández), cuya retórica policial se aplasta capítulo a capítulo bajo la crítica inteligente del nuevo guionista, que irrumpe como un fantasma revelador y modifica por completo la redacción.
“Entes de cartón producen mundos de cartón”, dice en una ocasión Oesterheld a Mariano Sampaoli (Gustavo Pardi), un joven guionista de la redacción que en su crisis de inventiva personal y profesional se desvive por descubrir el secreto del maestro para penetrar en sus propias historias. Así inicia este joven una búsqueda interior, para la cual cuenta con el sostén incondicional, aunque tácito en un principio, de Florencia, la recepcionista de la redacción (Paula Reca), cuyo apoyo se torna clave para este joven escritor atrapado por Oesterheld y sus historias maravillosas que sus personajes le susurran en las noches de desvelo, como si él fuese su heraldo en la tierra.
La pluma de Oesterheld constituyó una práctica transformadora en la antesala de la última dictadura militar. Junto con sus narraciones, que creía un canal fundamental para cambiar la realidad, Oesterheld militó en la organización Montoneros, de la cual fue jefe de prensa. Muchos de sus guiones fueron escritos en la clandestinidad.
El historietista, secuestrado y desaparecido por la dictadura, fue parte de la tragedia montonera. También lo están sus cuatro hijas mujeres, dos de ellas embarazadas. Su obra es considerada un enorme legado que no sólo alejó a la historieta del rincón marginal y la puso entre las grandes disciplinas artísticas con incidencia en la conciencia de las masas, sino que hasta hoy constituye una literatura potente, lúcida e inteligente para sus lectores y ya atraviesa varias generaciones. “Germán, últimas viñetas”, lo refleja extraordinariamente.
Pablo Doglioli
Un universo maravilloso
La Teoría General de la Relatividad, publicada en 1915 por Albert Einstein, explicó que hay objetos que convierten parte de su masa en energía y la desprenden en forma de ondas gravitatorias que viajan a la velocidad de la luz y deforman a su paso el espacio y el tiempo (El País, 11/2). Este hecho -la masa transformándose en energía- quedó eternizado en la sencilla fórmula de la Teoría de la Relatividad Especial: E = mc2 (energía igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado).
La velocidad de la luz es absoluta (igual a 300 mil kilómetros por segundo), pero el tiempo y el espacio son relativos; es decir, dependen de la materia, el movimiento y el lugar del observador.
Si, por ejemplo, una gran masa quedara reducida a un espacio mínimo, la gravedad atraería y devoraría toda la materia que estuviera próxima, inclusive la luz. A eso se llama agujeros negros. Este fenómeno es generado por una estrella de gran masa (hablamos del triple de materia que el sol), que, al momento de su colapso gravitatorio, hace que la estrella empiece a contraerse generando una sideral atracción gravitacional.
El espacio-tiempo se curva como consecuencia de un campo gravitatorio. En otras palabras, el espacio y el tiempo no son constantes sino elásticos y están afectados por el movimiento de la materia y la energía cristalizada que hay en ella y que se dispara en forma de ondas.
Las ondas gravitacionales son formadas por eventos colosales como las supernovas o los agujeros negros. El histórico descubrimiento que acaba de anunciarse es la detección de estas ondas. La primera señal se captó el 14 de septiembre, la cual venía de dos agujeros negros que se fusionaron hace unos 1.300 millones de años. Cada uno de ellos era entre 29 y 36 veces más masivos que el Sol, con un diámetro de sólo 150 kilómetros. Los dos agujeros se fundieron en uno (equivalente este último a 62 masas solares), lo cual desató una energía equivalente a tres masas solares, que se desprendió en forma de ondas gravitacionales.
Dicho de otro modo, estas ondas se producen cuando las masas comprimen y estiran el espacio-tiempo. Se propagan en el vacío a la velocidad de la luz y distorsionan el espacio-tiempo, “de forma parecida a las ondas que produce una piedra que se lanza al agua” (DPA, 2/11). Como dijo el físico John Wheeler, la materia le dice al espacio cómo curvarse y el espacio le dice a la materia cómo moverse.
Pese a que Einstein predijo las ondas gravitacionales, hasta el momento no se había podido constatar en forma directa. Ahora se alcanzó la primera detección y la primera observación de la fusión de un sistema binario de agujeros negros.
Las ondas detectadas se produjeron durante la fracción final de un segundo de la fusión de estos dos agujeros negros y fueron detectadas por los dos detectores del proyecto Ligo, uno localizado en Livingston (Luisiana) y otro en Hanford (Washington). ¿Por qué no se habían detectado antes? Se trata de ondas que viajaron durante millones de años, por lo cual sus ondulaciones, al llegar a la tierra, son ínfimas y débiles. Los físicos intentaban desde hace 50 años encontrar una prueba directa de su existencia. Esto no quiere decir que antes no hubiera ondas gravitacionales, sino que recién ahora se pudieron diseñar instrumentos capaces de medir los desplazamientos infinitesimales que producen.
“Esta detección es el comienzo de una nueva era”, dijo la científica argentina Gabriela González, portavoz del equipo Ligo y profesora de astrofísica en la universidad estatal de Luisiana. Y destacó que, a partir de este hallazgo, sabemos que existen agujeros negros -ya no se dudará de su existencia- que colisionan y forman otros más grandes. Estas ondas permitirán estudiar “cómo se forman los agujeros negros, cuántos hay y también conocer en más detalle el ciclo vital de las estrellas y del universo”, explicó otro investigador.
Se abre un nuevo modo de entender el universo: hasta el momento se lo “veía” a través de la radiación electromagnética (luz, ondas de radio, etc.); ahora se lo podrá “escuchar” a través de las ondas gravitacionales, si para el uso de la metáfora tenemos en cuenta que la frecuencia de oscilación de las ondas gravitacionales son parecidas a las del sonido. Stephen Hawking señaló que con este hallazgo se podrán “ver algunas reliquias del Universo muy temprano, justo después del Big Bang”.
“La contribución al entendimiento del mundo en el cual vivimos y al dominio de la naturaleza es la base material sin la cual cualquier socialismo sería imposible”. A la vez, “las conquistas de la ciencia en manos del capitalismo se concentran bajo el capital a un punto en el que se convierten, como intuía Einstein, en lo contrario a la construcción de un destino humano” (Rieznik, Prensa Obrera, mayo 2015).
Daniel Mecca
Roger Waters, ex Pink Floyd, explica por qué los músicos tienen miedo de criticar a Israel
Según Roger Waters, hay músicos estadounidenses que apoyan el boicot a Israel en la cuestión de los derechos de los palestinos pero están aterrorizados de hablar por temor a ver sus carreras destruidas. "Si dicen algo, se acaba su carrera. Me han acusado de nazi y antisemita".
El líder de Pink Floyd -destacado partidario de la campaña de boicot, desinversión y sanciones (BDS) contra Israel desde su creación hace 10 años- dijo que la experiencia de verle constantemente etiquetado de nazi y antisemita asustó a la gente y la llevó al silencio.
"La única respuesta al BDS es que es antisemita" , dijo Waters a The Independent , en su primera entrevista importante en el Reino Unido sobre su compromiso con el activismo israelí. "Lo sé porque he sido acusado de nazi y antisemita durante los últimos 10 años.
"Mi afán ha sido particularmente insistente para levantar una voz [contra Israel]. Estamos Elvis Costello, Brian Eno, Manic Street Preachers, yo y una o dos personas más, pero no hay nadie en los Estados Unidos, donde vivo. He hablado con muchos de ellos y están cagados de miedo.
"Si dicen algo en público, se quedarán sin carrera. Los destruirán. Tengo la esperanza de animar a algunos de ellos a dejar de estar asustados y ponerse de pie y sumarse, porque los necesitamos. Los necesitamos desesperadamente en este debate de la misma manera que necesitábamos a los músicos para unirse a los manifestantes contra la guerra de sobre Vietnam".
Waters comparó el tratamiento de Israel a los palestinos con la Sudáfrica del apartheid. "La forma en que el apartheid de Sudáfrica trató a su población negra, pretendiendo que tenían algún tipo de autonomía, era una mentira", dijo.
"Al igual que es una mentira que existe alguna posibilidad en la actual situación actual de que los palestinos logren la libre determinación y alcanzar, al menos, un Estado de derecho en el que puedan vivir, criar a sus hijos y emprender sus propias industrias. Se trata de una antigua civilización, brillante, artística y muy humana que está siendo destruida delante de nuestros ojos".
Un viaje a Israel en 2006, durante el cual Waters había planeado hacer un concierto en Tel Aviv y era al final de la etapa europea de su gira para presentar El lado oscuro de la Luna en vivo, transformó su visión de Oriente Medio.
Después de hablar con los artistas palestinos, así como con manifestantes contra el Gobierno israelí, quienes le han pedido que se utilice el concierto como una plataforma para hablar contra de la política exterior de Israel, Waters cambió el concierto en el parque Hayarkon de Neve Shalom, un pacífico pueblo árabe israelí. Pero a medida que las entradas se iban vendiendo, el público seguía siendo enteramente israelí judío.
Waters dijo: "Fue muy extraño presentarnos para audiencias completamente segregadas, porque no había palestinos allí. Sólo había 60.000 judíos israelíes, que no podría haber sido más acogedores, agradables y leales a Pink Floyd. Sin embargo, dejó una sensación incómoda".
Viajó por las ciudades cisjordanas de Jenin, Ramala y Nablus, viendo cómo se segregaron las dos comunidades y también visitó el muro que separa Israel de los territorios ocupados utilizando un pulverizador para dejar un mensaje firmado de su trabajo más conocido The Wall, que decía: "no necesitamos ningún control del pensamiento".
Waters se unió pronto al movimiento BDS, recibiendo el oprobio y la condena por haberse atrevido a hacer algo por lo que tan pocos músicos se la juegan. "Estoy contento de haberlo hecho", dice, mientras la gente en Israel es "tratada de manera muy desigual en función de su origen étnico. Los ciudadanos israelíes palestinos y los beduinos son tratados completamente diferente de los ciudadanos judíos. Hay entre 40 y 50 leyes diferentes dependiendo de si son o no judíos".
Waters sabía que sería abucheado por los críticos, pero es la acusación de nazi lo que considera más absurda, sobre todo teniendo en cuenta que su padre, el teniente Eric Waters que pertenecía al 8º Batallón Real de Fusileros murió a los 31 años en una batalla contra los nazis en Anzio, Italia, a principios de 1944. Su cuerpo nunca se encontró, pero su nombre se conmemora en el cementerio del Commonwealth War Graves en Montecassino.
Israel: De la independencia a la intifada
El dolor de no haber conocido a su padre, que murió cuando Waters tenía cinco meses, influyó en algunas de las canciones más famosas de Pink Floyd.
"Hay veteranos que llegan a todos mis conciertos y me reúno con ellos. En un concierto en 2013 un veterano se me acercó, tomó mi mano y sin soltarla me miró a los ojos... apenas te puedo decir esto sin emocionarme. Me dijo: ’Tu padre habría estado orgulloso de ti’".
"Mi padre murió luchando contra los nazis, mi madre [una gran luchadora por el desarme mundial y fuerte partidaria del laborismo] dedicó su vida a hacer todo lo posible para crear un mundo más humano".
"Nos estamos haciendo preguntas que nunca nos habíamos hecho hasta hace un par de años, que están provocando la ira del lobby israelí que cae sobre la gente como yo y todos los demás que se atreven a cuestionar y criticar.
"[El lobby israelí] está decidido a no permitir el desarrollo de un debate para que la gente pueda escuchar y es por eso que nos acusan de nazis. Esta idea de que el BDS es el extremo delgado de una especie de cuña genocida nazi que termina en otro Holocausto, bueno no es así".
Nick Mason, batería de Pink Floyd, escribió acerca de Waters en su autobiografía: "Una vez que ve una confrontación como necesaria, se siente totalmente comprometido a ganar todo lo que lanza al combate y esto puede ser bastante aterrador".
El embajador de Israel entrante en el Reino Unido, Mark Regev, exportavoz de Benjamín Netanyahu, parece ser el siguiente hombre en la mira de Waters en "esta batalla de las palabras".
"Les puedo decir lo que Mark Regev va a decir acerca de cualquier situación. Va a decir: "¿Qué haría usted si sus hijos estuvieran siendo sacrificados por los terroristas? ¿No tenemos derecho a defendernos? ’ Y ese es el mantra", dijo Waters.
Waters resalta el creciente activismo en los campus universitarios de Estados Unidos -a menudo de los estudiantes judíos- como razones para el optimismo de que el statu quo puede cambiar en el transcurso de su vida. A menudo escribe cartas a aquellos alumnos que, dijo, se implican para desempeñar un papel tan importante en el futuro de Israel como el que los manifestantes contra la guerra de Vietnam jugaron para influir en la política exterior estadounidense en los años 1960 y 1970.
"Hace que mi corazón cante al ver estos jóvenes organizándose y yo los aplaudo por tomar una posición en lo que creen frente a tan enorme oposición", dijo.
"Se trata de jóvenes valientes y no pueden ser comprados. Creen en su empatía y amor por los demás seres humanos. No creemos en la construcción de muros. Es muy importante entender la mutua humanidad y cooperación entre nosotros para crear un lugar mejor para nuestros hijos y nietos".
Paul Gallagher
Traducido del inglés para Rebelión por J. M
sábado, febrero 27, 2016
Bolivia: Cómo transformar el “no” en una esperanza
Un agudo y polémico análisis del referendo en Bolivia y del futuro del proceso de cambio liderado por Evo Morales.
Preferiría no hablar de las razones de la “derrota” del MAS, Evo Morales y el llamado “proceso de cambio” en Bolivia.
Más bien hablemos de la esperanza de ésta “derrota”. Porque si la derrota no sirve para buscar en nuestros propios errores y corregir el rumbo, estamos fritos. Como dijo el gran capitán Obdulio Varela en esa histórica gesta revolucionaria llamada Maracanazo: “Los de afuera son de palo”.
Pensar que un presidente que llegó al poder desde su humilde lugar de campesino y dirigente sindical -tras años de vivir perseguido por la DEA, la CIA y ser calificado de “narcotraficante” en la televisión mundial,- luego de diez años de ejercicio del poder institucional, con un enorme aparato no solo estatal sino de movimientos sociales, y un enorme apoyo a nivel internacional, puede perder un referendo debido al “imperio” y “los medios”, me parece un argumento falaz. Al menos menor.
Patear la pelota afuera
Las “razones” de la “derrota”, que si se entienden con humildad y pensamiento crítico pueden generar una “esperanza”, deben rastrearse, físicamente, al interior del movimiento, y temporalmente, bastante más atrás de la campaña por el referendo. Ponele 2008, año en que gracias a un inédito apoyo de los movimientos sociales y populares en alianza con sectores intelectuales de clase media (el llamado Pacto de Unidad), el gobierno del MAS y el Evo Morales logran consolidar su “poder” dentro del Estado boliviano, derrotando las fuerzas imperiales de la Media Luna (gesta digna de la Guerra de las Galaxias).
Paradójicamente, la victoria tuvo enormes concesiones. Dicen que fue el propio vicepresidente Álvaro García Linera el encargado de negociar con el sector más moderado del empresariado cruceño (hoy representado por Rubén Costas) algunas desviaciones en el rumbo del llamado “proceso de cambio” con el fin de garantizar “la paz” para el país. Una de esas concesiones fue la reforma, a última hora y a puertas cerrada, de la nueva Constitución, donde se descartó la posibilidad de una democracia directa fundada en las organizaciones sociales pasando a un esquema continuista de la partidocracia neoliberal y capitalista. La otra, como denunció el entonces viceministro de Tierras, Alejandro Almaraz, fue el freno de la reforma agraria y la apuesta en el Oriente (soja, maíz y otros cereales), Centro (coca) y Occidente (quinua) por una agricultura extensiva y de exportación.
En este punto se generó una nueva alianza entre los antiguos terratenientes cruceños (leales socios del imperio, que no solo financiaron la casi guerra civil del 2008 sino también todos los golpes militares que hubo en Bolivia) y los nuevos terratenientes campesinos quechua-aymara nucleados en las seis federaciones cocaleras del Chapare (cuyo presidente sigue siendo Evo Morales) y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), cuya historia fusiona la mítica lucha katarista de los años setenta con un prontuario de sangrientas internas, corrupción y abusos de poder en los noventa y la actualidad.
A estos conclaves se le sumó la poderosa Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia (Fencomin), de importante factura en el esquema de poder del gobierno de Evo Morales. Y también importantes facturas pendientes con la Pachamama. Por abuso indiscriminado de recursos, explotación laboral y asesinato sistemático de dirigentes sociales. Eso sin contar la evasión tributaria. No son multinacionales, pero mantienen la misma lógica. “Queremos socios, no patrones”, aclara una y otra vez Evo Morales. ¿Socios para qué?
2012 marcó otro quiebre para el “proceso cambio”. La represión por parte del gobierno de la VIII Marcha Indígena por la Defensa de los Territorios, la Vida y la Dignidad y los Derechos de los Pueblos Indígenas fue la gota que rebalsó el vaso. La caminata desde Trinidad a La Paz había sido convocada para evitar la construcción de una carretera que atravesaba el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure (TIPNIS) y que, misteriosamente, además de tumbar selva y desplazar poblaciones originarias, coincidía con la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), una viejo anhelo del “Imperio” (que ahora además de Estados Unidos, se llama Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, o sea, los BRICS).
El anhelo “imperial” de exportar soja y minerales brasileños a China coincidía con el de los “lacayos” imperiales en Bolivia de exportar granos y aceites industrializados a China y coca a Brasil (segundo consumidor de cocaína en el mundo). Claro que el término “lacayos imperiales” en esta parte de la historia se empieza a poner difuso. Ya que incluye a los campesinos “cocaleros” del Chapare, transformados en terratenientes sojeros en Santa Cruz y escuchando al vice García Linera decir que el “buen vivir” es también tener un televisor y mandar a sus hijos a la universidad, y que para eso la única opción es multiplicar por diez la superficie agrícola, aceptando el uso de agroquímicos y en alianza con la agroindustria cruceña.
¿Y la Pachamama? Bien gracias, cómodamente instalada en los discursos del Evo en la ONU y en los pocos cultivadores de coca orgánica que quedan en Bolivia frente al avance de los agrotóxicos con el fin de aumentar la rentabilidad para “vivir bien”.
El TIPNIS marca la ruptura definitiva del “Pacto de Unidad”, la coalición de movimientos sociales e intelectuales de clase media que llevaron y defendieron al Evo en el “poder”, de organizaciones y personalidades fundamentales para este proceso. Por dar una somera lista: el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Kollasuyu (Conamaq), la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), el vocero de la Coordinadora del Agua, Oscar Olivera; los intelectuales de Comuna (grupo de reflexión que integraba García Linera) y varios ex ministros y funcionarios, incluyendo al intelectual aymara Felix Patxi, ex ministro de Educación y hoy gobernador de La Paz.
La “derrota” del domingo pudo anticiparse en las elecciones departamentales y de alcaldes del año pasado, donde además de perder la gobernación en manos de Patxi (algo así como la izquierda aymara), el MAS debió dejar la alcaldía de El Alto en manos de Soledad Chapetón (algo así como la nueva derecha), aymara, hija de un policía y una comerciante, estudiante de Ciencias de la Educación, del partido Unidad Nacional (UN); y del empresario, ex-ministro del Goñi Sánchez de Losada, y principal oponente del Evo Morales en las elecciones presidenciales, Samuel Doria Medina (alias el “Macri” boliviano).
Chapetón representa una poderosa nueva burguesía aymara que contrabandea informática, vestimenta y automotores chinos; compra chalets en el exclusivo barrio de Cala Coto o construye palacios neotiwanakotas en El Alto; viaja en cuatro por cuatro, inunda los shopings y restaurantes de lujo y manda sus hijos a la universidad privada. Esta poderosa clase comercial aymara ha tenido más de un enfrentamiento con el gobierno del MAS por su afán de lucha contra el contrabando y la evasión de impuestos. Una vez empoderados simbólicamente por el presidente “indígena”, quizás prefieren negociar con la antigua derecha, que ahora además toca sus puertas y les ofrece los cargos que Evo les retacea.
El “No” no pone en peligro al gobierno del MAS. En primer lugar, porque aún le quedan más de dos años y medio de gestión. En segundo lugar, porque muestra una oposición fragmentada y dispersa, con intereses a veces antagónicos más allá de posibles alianzas. A saber: a) antiguos empresarios, terratenientes y políticos de las derecha neoliberal; b) nuevas burguesías comerciales aymaras (¿de derecha?) no alineadas con el gobierno, amén de consumidores globales que, como en el resto de países del mundo, confían mucho más en la derecha a la hora de mantener sus privilegios individuales (la tan mentada “seguridad”); c) movimientos sociales, intelectuales y personas desencantadas del nuevo rumbo extractivista, antipachamamesco, imperialista, consumista y criminalizador por parte del gobierno (no es un dato menor la vía libre a la represión de los pueblos que contiene la nueva Ley de Minería aprobada por el MAS y el Acuerdo de Seguridad Interior con el históricamente genocida gobierno colombiano); d) ciudadanos o campesinos normales, hartos del avance de los casos de corrupción, verticalismo, soberbia y abuso de poder en el MAS. Estos casos tocan cada vez más cerca al presidente y a los líderes de los movimientos sociales que siguen apoyándolo. No solo son numerosos, sino reales, más allá del uso que de ellos haga el “imperio” y “los medios”.
¿Y si Evo no puede ser reelegido? Al revés que en el caso de Cristina Kirchner o Hugo Chávez, son varios los posibles delfines. Por dar un ejemplo: David Choquehuanca, sindicalista, intelectual y político aymara ligado a la teoría del Buen Vivir y ministro de Relaciones Exteriores. Uno de los pocos que ha quedado en su cargo desde el principio del “proceso de cambio”. En su gabinete resisten los defensores de la Pachamama en el gobierno del MAS, los casos de corrupción no lo han tocado, tiene buena proyección internacional y apoyo de los movimientos sociales.
La única piedra en el zapato es haber liderado el proceso electoral del año pasado en que el MAS perdió en el distrito de La Paz. Pero, ¿a qué votante u hombre común le interesan las internas de un partido? Desafortunadamente en estos días que corren, tampoco son muchos los votantes u hombres comunes a los que les interesa un proyecto de gobierno. La sociedad individualista y capitalista que también se ha infiltrado en esta nueva Bolivia “rica” e “insertada en el mundo” no pone sus ojos en la Pachamama. Compra Evo como compra Coca Cola. Es permeable a ser convencida y cooptada por el “imperio” y los “medios”.
Pero hay una esperanza, la de esos pueblos originarios que hoy en Bolivia, como en todo el mundo, están siendo criminalizados por el gobierno. Una verdadera base social y electoral contra la cual el “imperio” y los “medios” nada tiene que hacer. Ni las balas le importan. Así, con esa gente, fue que llegaron Evo y el MAS al poder. Y es bueno que lo recuerden para reconducir el “proceso de cambio” y transformar la derrota en esperanza.
Tomás Astelarra
Albert Woodfox, el último de “Los Tres de Angola”, es libre al fin
Albert Woodfox cumplió 69 años el viernes. Ese día también fue liberado de prisión, después de haber estado detenido durante 43 años en confinamiento solitario, más tiempo que ninguna otra persona en la historia de Estados Unidos. En la primera entrevista televisada tras su liberación, brindada a Democracy Now!, Albert Woodfox dijo sobre la coincidencia de fechas: “Es un gran regalo de cumpleaños”. Woodfox es un testimonio vivo del poder de resistencia del espíritu humano cuando se lo somete al castigo cruel e inusual del confinamiento solitario. Su caso también es un importante recordatorio de la injusticia que atraviesa el sistema de justicia penal de Estados Unidos.
Woodfox era un veinteañero cuando fue enviado a prisión por robo a mano armada en 1971. Fue enviado al centro penitenciario estatal de Louisiana (Louisiana State Penitentiary, en inglés), un complejo carcelario conocido con el nombre de Angola y uno de los más duros de Estados Unidos. La cárcel alberga a 5.000 reclusos y se sitúa en una zona rural de Louisiana, donde antiguamente había una plantación que utilizaba esclavos. Se la denomina popularmente “Angola” porque ese era el país de origen de la mayoría de esos esclavos.
Las condiciones en la prisión Angola en 1971 eran tan violentas y terribles que Woodfox, junto a otro prisionero, Herman Wallace, fundó una de las primeras secciones del partido de las Panteras Negras de Estados Unidos en prisión. En 1972, Woodfox y Wallace fueron acusados de asesinar al guardia de prisión Brent Miller, a pesar de que no había pruebas físicas que vincularan a los hombres con el delito. Una huella dactilar ensangrentada hallada en la escena del crimen, que no coincidía con las huellas dactilares de Wallace ni con las de Woodfox, no fue considerada por las autoridades. Robert King, otro prisionero que se sumó a las Panteras Negras en la cárcel, fue acusado de cometer otro delito dentro de la prisión. Los tres fueron enviados a confinamiento solitario, donde permanecieron durante décadas, siempre afirmando su inocencia.
Cuando hablé con Albert Woodfox apenas días después de su liberación, recordó aquellas primeras épocas en que se estaban organizando dentro de Angola: “Ver a un espíritu humano abatido es lo más triste del mundo. Y eso es básicamente lo que les sucedía a los jóvenes que llegaban a Angola. Decidimos que si realmente creíamos en lo que estábamos intentando hacer, valía la pena adoptar las medidas que fueran necesarias para detener eso”.
Incluso en aquel entonces, “Los tres de Angola”, como se los llamaba, conocían muy bien los posibles efectos del confinamiento solitario. Woodfox recordó durante la entrevista: “Cuando nos colocaron por primera vez en el régimen de aislamiento, en el ’72, a mí, a Herman Wallace y a Robert King, sabíamos que si queríamos tener la mínima posibilidad de mantener la cordura y no permitir que el sistema de cárceles nos abatiera, debíamos seguir centrándonos en la sociedad y no volvernos prisioneros”. Le pregunté a Albert Woodfox qué leía en la cárcel: “Libros de historia, libros sobre Malcolm X, el Dr. Martin Luther King, Frantz Fanon, James Baldwin. Toda la literatura que pudiera conseguir”.
Pronto comenzó a crecer un movimiento a nivel mundial para pedir la liberación de “Los tres de Angola”. Amnistía Internacional y otras organizaciones solicitaron su liberación. Se hicieron muchos documentales sobre el caso. En uno de ellos, la viuda de Brent Miller se sumó al pedido de liberación y afirmó: “Estos hombres, si no son culpables, y creo que no lo son, han vivido una pesadilla durante 36 años”.
Dos impedimentos fundamentales para su liberación fueron el director de la cárcel, Burl Cain, y el fiscal general de Louisiana, James “Buddy” Caldwell. Cain era el responsable de tomar la decisión de mantener a los prisioneros en régimen de confinamiento solitario. En una deposición realizada en 2008 en el en la causa por la liberación de Woodfox, Cain afirmó: “Sé que aún está tratando de ejercer el activismo con las Panteras Negras”. Si bien el juicio contra Woodfox fue anulado en tres ocasiones y un juez federal ordenó su liberación, el fiscal general Caldwell insistió varias veces en que se realizara un nuevo juicio. Cain renunció en diciembre, tras haber sido acusado de violar la ética del estado y afrontar una investigación penal por negocios realizados durante su mandato como director de la cárcel, cargo que ocupó durante más tiempo que ningún otro director en la historia de la cárcel de Angola. El fiscal Caldwell perdió la reelección ante otro republicano, Jeff Landry, que permitió que Woodfox saliera de la cárcel con la condición de que no impugnaría el cargo de homicidio culposo.
Mientras hablaba en el programa Democracy Now!, sentado frente a la cámara, Albert Woodfox entrecerraba los ojos. Los años de confinamiento solitario en una celda de 2 por 2 dañaron su visión. Está orgulloso de su activismo. “Hemos sensibilizado a la población estadounidense, a la población del mundo acerca del problema del confinamiento solitario. Y esto es solo el comienzo. Hemos llegado al punto en que no se trata solo de “Los 3 de Angola”, sino también del confinamiento solitario”.
Robert King fue liberado en 2001. Su condena fue anulada después de haber pasado 29 años en régimen de aislamiento. Herman Wallace fue liberado en 2013, únicamente después de que un juez federal amenazara con enviar a Cain a prisión si se negaba a liberarlo. Wallace murió de cáncer de hígado al día siguiente de ser liberado. El lunes, le preguntamos a Albert Woodfox sobre sus planes para el futuro: “Estuve tanto tiempo encerrado en una cárcel dentro de otra cárcel que tengo que aprender a vivir como una persona libre. Estoy tratando de aprender a ser libre”.
Amy Goodman
Woodfox era un veinteañero cuando fue enviado a prisión por robo a mano armada en 1971. Fue enviado al centro penitenciario estatal de Louisiana (Louisiana State Penitentiary, en inglés), un complejo carcelario conocido con el nombre de Angola y uno de los más duros de Estados Unidos. La cárcel alberga a 5.000 reclusos y se sitúa en una zona rural de Louisiana, donde antiguamente había una plantación que utilizaba esclavos. Se la denomina popularmente “Angola” porque ese era el país de origen de la mayoría de esos esclavos.
Las condiciones en la prisión Angola en 1971 eran tan violentas y terribles que Woodfox, junto a otro prisionero, Herman Wallace, fundó una de las primeras secciones del partido de las Panteras Negras de Estados Unidos en prisión. En 1972, Woodfox y Wallace fueron acusados de asesinar al guardia de prisión Brent Miller, a pesar de que no había pruebas físicas que vincularan a los hombres con el delito. Una huella dactilar ensangrentada hallada en la escena del crimen, que no coincidía con las huellas dactilares de Wallace ni con las de Woodfox, no fue considerada por las autoridades. Robert King, otro prisionero que se sumó a las Panteras Negras en la cárcel, fue acusado de cometer otro delito dentro de la prisión. Los tres fueron enviados a confinamiento solitario, donde permanecieron durante décadas, siempre afirmando su inocencia.
Cuando hablé con Albert Woodfox apenas días después de su liberación, recordó aquellas primeras épocas en que se estaban organizando dentro de Angola: “Ver a un espíritu humano abatido es lo más triste del mundo. Y eso es básicamente lo que les sucedía a los jóvenes que llegaban a Angola. Decidimos que si realmente creíamos en lo que estábamos intentando hacer, valía la pena adoptar las medidas que fueran necesarias para detener eso”.
Incluso en aquel entonces, “Los tres de Angola”, como se los llamaba, conocían muy bien los posibles efectos del confinamiento solitario. Woodfox recordó durante la entrevista: “Cuando nos colocaron por primera vez en el régimen de aislamiento, en el ’72, a mí, a Herman Wallace y a Robert King, sabíamos que si queríamos tener la mínima posibilidad de mantener la cordura y no permitir que el sistema de cárceles nos abatiera, debíamos seguir centrándonos en la sociedad y no volvernos prisioneros”. Le pregunté a Albert Woodfox qué leía en la cárcel: “Libros de historia, libros sobre Malcolm X, el Dr. Martin Luther King, Frantz Fanon, James Baldwin. Toda la literatura que pudiera conseguir”.
Pronto comenzó a crecer un movimiento a nivel mundial para pedir la liberación de “Los tres de Angola”. Amnistía Internacional y otras organizaciones solicitaron su liberación. Se hicieron muchos documentales sobre el caso. En uno de ellos, la viuda de Brent Miller se sumó al pedido de liberación y afirmó: “Estos hombres, si no son culpables, y creo que no lo son, han vivido una pesadilla durante 36 años”.
Dos impedimentos fundamentales para su liberación fueron el director de la cárcel, Burl Cain, y el fiscal general de Louisiana, James “Buddy” Caldwell. Cain era el responsable de tomar la decisión de mantener a los prisioneros en régimen de confinamiento solitario. En una deposición realizada en 2008 en el en la causa por la liberación de Woodfox, Cain afirmó: “Sé que aún está tratando de ejercer el activismo con las Panteras Negras”. Si bien el juicio contra Woodfox fue anulado en tres ocasiones y un juez federal ordenó su liberación, el fiscal general Caldwell insistió varias veces en que se realizara un nuevo juicio. Cain renunció en diciembre, tras haber sido acusado de violar la ética del estado y afrontar una investigación penal por negocios realizados durante su mandato como director de la cárcel, cargo que ocupó durante más tiempo que ningún otro director en la historia de la cárcel de Angola. El fiscal Caldwell perdió la reelección ante otro republicano, Jeff Landry, que permitió que Woodfox saliera de la cárcel con la condición de que no impugnaría el cargo de homicidio culposo.
Mientras hablaba en el programa Democracy Now!, sentado frente a la cámara, Albert Woodfox entrecerraba los ojos. Los años de confinamiento solitario en una celda de 2 por 2 dañaron su visión. Está orgulloso de su activismo. “Hemos sensibilizado a la población estadounidense, a la población del mundo acerca del problema del confinamiento solitario. Y esto es solo el comienzo. Hemos llegado al punto en que no se trata solo de “Los 3 de Angola”, sino también del confinamiento solitario”.
Robert King fue liberado en 2001. Su condena fue anulada después de haber pasado 29 años en régimen de aislamiento. Herman Wallace fue liberado en 2013, únicamente después de que un juez federal amenazara con enviar a Cain a prisión si se negaba a liberarlo. Wallace murió de cáncer de hígado al día siguiente de ser liberado. El lunes, le preguntamos a Albert Woodfox sobre sus planes para el futuro: “Estuve tanto tiempo encerrado en una cárcel dentro de otra cárcel que tengo que aprender a vivir como una persona libre. Estoy tratando de aprender a ser libre”.
Amy Goodman
Contra la felicidad
Hace poco, mientras esperaba en una consulta médica, reparé en un cartel sanitario que advertía de los peligros de la depresión: “si se siente usted triste y desesperanzado, si ha perdido las ganas de vivir, si no logra concentrarse y se siente falto de energía o contempla el futuro con pocas esperanzas, consulte a su médico: puede tener usted una depresión”. No digo que no. Pero -pensaba yo un poco díscolo- también podría ocurrir algo más dramático y banal: si está usted triste, si no tiene ganas de vivir y si contempla el futuro con pocas ilusiones, puede que eso se deba a que ha perdido a su mujer o a su hijo en un accidente de coche, a que ha sido despedido del trabajo o a que acaba de ver -sencillamente- el noticiario. Lo que quiero decir es que la vida está llena de -consiste en- una sucesión de motivos para el duelo y el sufrimiento y que reaccionar con pesadumbre o desesperación frente a una muerte, una separación o una guerra no es una enfermedad: eso se llama normalidad y hasta salud mental.
Nuestra sociedad -llamémosla capitalista, de consumo o hiperliberal- invierte enormes esfuerzos, económicos y publicitarios, en combatir la normalidad. No tanto en evitar la muerte, la separación o, mucho menos, la guerra sino en impedir reacciones saludables frente a estas inevitables (o inducidas) fracturas vitales. ¿En nombre de qué? De la Felicidad. ¿A través de qué instrumento? De la psiquiatrización del dolor. Un dato elocuente: sólo en Estados Unidos, pionero siempre en todos los negocios, los del cuerpo y los del alma, la venta de psicofármacos ha pasado en veinte años de 800 a 40.000 millones de dólares, explosión comercial para la que ha hecho falta multiplicar -planteemos bien la secuencia causal- el número de pacientes: en 1955 había 355.000 personas en hospitales con un diagnóstico psiquiátrico; en 1987, 1.250.000 recibían pensiones en EE UU por discapacidad asociada a enfermedad mental; en 2007 eran 4 millones; en 2015 eran ya 5 millones. En un libro reciente, Anatomía de una epidemia, el periodista especializado Robert Whitaker ha denunciado esta colusión entre la APA (Asociación Estadounidense de Psiquiatría) y la industria farmacéutica: “están fabricando pacientes para el mercado”, y ello a partir del presupuesto falso de que el malestar psíquico es un “problema biológico” que puede curarse con una pastilla. Este presupuesto, que el caso de países como la India o Nigeria revela infundamentado, es inseparable -dice Whitaker- de nuestra obsesión con la felicidad: “La nueva filosofía es: debes ser feliz todo el tiempo, y, si no lo eres, tenemos una píldora”.
Ahora bien, la cuestión no es tanto, o no sólo, que se nos quiera hacer creer que las pastillas, funcionales sobre todo a efectos de fomentar la cronicidad de las enfermedades mentales, pueden resolver todos los problemas y proporcionarnos la felicidad sino que hayamos acabado por asumir con toda naturalidad que la felicidad es un derecho y, aún más, una obligación individual. Y que, por lo tanto, la infelicidad es un fracaso y un pecado. Esta perversión cultural del concepto de felicidad, de la que se nutre la industria farmacéutica y el mercado del ocio en general, tiene que ver con el hecho de que los consumidores occidentales consideramos culpable cualquier reacción normal frente al sufrimiento: si lloramos tras el fallecimiento de nuestra madre, si no tenemos ganas de ir a una fiesta tras separarnos de nuestra mujer o si consideramos sombrío y desesperanzador el futuro de la humanidad tras escuchar el noticiario, es que tenemos un problema personal. Nuestro problema, pues, no es la muerte, la separación o la guerra; es nuestra incapacidad para seguir siendo felices -y olvidar y gozar y desmelenarnos- en la adversidad. La desculpabilización del placer ha llegado a extremos tales que se ha invertido en su contrario: la culpabilización del dolor. ¿Lloro porque han matado a mi hermano? Soy un fracasado. ¿Sufro después de divorciarme? Soy insociable y maleducado. ¿Me preocupa el destino de la humanidad? Soy un criminal.
Robert Whitaker tiene razón en que las medicinas no son la solución pero ni acierta con las causas ni aporta un verdadero remedio. Su referencia a países como Nigeria o la India, países donde sin duda se vive peor que en EEUU y donde sin embargo hay menos consumo de psicofármacos y menos casos de depresión, puede inducirnos a una conclusión precipitada y general: la de que la causa de la enfermedad mental es precisamente el tratamiento médico y la de que el verdadero tratamiento médico es, por tanto, suspenderlo. Pero no. Lo que insinúa este dato es más bien que la distribución y cronicidad de las dolencias psíquicas está relacionada con el modo de vida y, si se quiere, con la clase social, con aquella clase social precisamente que tiene acceso al mercado capitalista, tanto al de psicofármacos como al de trabajo, automóviles o entretenimiento manufacturado.
En definitiva, digamos que los pobres se deprimen menos y que, gracias a eso, no consumen psicofármacos que cronificarían su depresión. O también: digamos que los pobres, ausentes del mercado, no consumen psicofármacos -ni carros ni ipads ni ocio proletarizado- y gracias a eso se libran de la depresión. Pero cuidado. No se trata de que la pobreza, es decir, la privación de bienes de consumo, que nos deja desprotegidos frente a la enfermedad y la muerte, nos proteja de la enfermedad mental. Si así fuese, ¡viva la depresión! Tampoco se trata de que la riqueza, fuente de longevidad y bienestar, sea en sí misma patógena. Si así lo fuera, ¡viva la pobreza! Mucho antes de que Whitaker escribiera su Anatomía de una epidemia , nos lo había explicado con sensatez y precisión un psiquiatra español, Guillermo Rendueles, autor de Egolatría, muy crítico, desde hace 40 años, con la psiquiatría clínica estadounidense. En la misma línea se pronunciaba Martín-Baró, fundador de la “psicología de la liberación”, asesinado en 1989 en El Salvador junto a Ignacio Ellacuría y sus compañeros jesuitas. Me arriesgaré a hacer un resumen extremadamente banal: lo que implica la pobreza, de manera forzada y a costa de muchas y muy dolorosas privaciones, y lo que impide la riqueza, en su modalidad capitalista, son los vínculos . Es el menor o mayor dominio de los vínculos colectivos, y no la mayor o menor riqueza, lo que explica la menor o mayor difusión de la depresión y la enfermedad mental en nuestras sociedades. La causa de la “epidemia” depresiva en las ciudades occidentales tiene mucho que ver con la despolitización o, si se quiere, la personalización o privatización del conflicto social (paralela a la privatización de la sanidad, la educación o los recursos energéticos). La solución a esta epidemia, por tanto, no es el voto de pobreza sino la repolitización o recolectivización o “nacionalización” de la felicidad. Como dice Guillermo Rendueles, siempre habrá “locos” y la psiquiatría tendrá que hacerse cargo de ellos sin demasiadas esperanzas; pero lo que hay hoy en nuestras ciudades -y en nuestras consultas- no son locos sino “egoístas” dolidos, desgraciados, rotos. Hemos enfermado porque nos han separado; sólo podremos curarnos juntos.
Santiago Alba Rico
La Calle del Medio
Nuestra sociedad -llamémosla capitalista, de consumo o hiperliberal- invierte enormes esfuerzos, económicos y publicitarios, en combatir la normalidad. No tanto en evitar la muerte, la separación o, mucho menos, la guerra sino en impedir reacciones saludables frente a estas inevitables (o inducidas) fracturas vitales. ¿En nombre de qué? De la Felicidad. ¿A través de qué instrumento? De la psiquiatrización del dolor. Un dato elocuente: sólo en Estados Unidos, pionero siempre en todos los negocios, los del cuerpo y los del alma, la venta de psicofármacos ha pasado en veinte años de 800 a 40.000 millones de dólares, explosión comercial para la que ha hecho falta multiplicar -planteemos bien la secuencia causal- el número de pacientes: en 1955 había 355.000 personas en hospitales con un diagnóstico psiquiátrico; en 1987, 1.250.000 recibían pensiones en EE UU por discapacidad asociada a enfermedad mental; en 2007 eran 4 millones; en 2015 eran ya 5 millones. En un libro reciente, Anatomía de una epidemia, el periodista especializado Robert Whitaker ha denunciado esta colusión entre la APA (Asociación Estadounidense de Psiquiatría) y la industria farmacéutica: “están fabricando pacientes para el mercado”, y ello a partir del presupuesto falso de que el malestar psíquico es un “problema biológico” que puede curarse con una pastilla. Este presupuesto, que el caso de países como la India o Nigeria revela infundamentado, es inseparable -dice Whitaker- de nuestra obsesión con la felicidad: “La nueva filosofía es: debes ser feliz todo el tiempo, y, si no lo eres, tenemos una píldora”.
Ahora bien, la cuestión no es tanto, o no sólo, que se nos quiera hacer creer que las pastillas, funcionales sobre todo a efectos de fomentar la cronicidad de las enfermedades mentales, pueden resolver todos los problemas y proporcionarnos la felicidad sino que hayamos acabado por asumir con toda naturalidad que la felicidad es un derecho y, aún más, una obligación individual. Y que, por lo tanto, la infelicidad es un fracaso y un pecado. Esta perversión cultural del concepto de felicidad, de la que se nutre la industria farmacéutica y el mercado del ocio en general, tiene que ver con el hecho de que los consumidores occidentales consideramos culpable cualquier reacción normal frente al sufrimiento: si lloramos tras el fallecimiento de nuestra madre, si no tenemos ganas de ir a una fiesta tras separarnos de nuestra mujer o si consideramos sombrío y desesperanzador el futuro de la humanidad tras escuchar el noticiario, es que tenemos un problema personal. Nuestro problema, pues, no es la muerte, la separación o la guerra; es nuestra incapacidad para seguir siendo felices -y olvidar y gozar y desmelenarnos- en la adversidad. La desculpabilización del placer ha llegado a extremos tales que se ha invertido en su contrario: la culpabilización del dolor. ¿Lloro porque han matado a mi hermano? Soy un fracasado. ¿Sufro después de divorciarme? Soy insociable y maleducado. ¿Me preocupa el destino de la humanidad? Soy un criminal.
Robert Whitaker tiene razón en que las medicinas no son la solución pero ni acierta con las causas ni aporta un verdadero remedio. Su referencia a países como Nigeria o la India, países donde sin duda se vive peor que en EEUU y donde sin embargo hay menos consumo de psicofármacos y menos casos de depresión, puede inducirnos a una conclusión precipitada y general: la de que la causa de la enfermedad mental es precisamente el tratamiento médico y la de que el verdadero tratamiento médico es, por tanto, suspenderlo. Pero no. Lo que insinúa este dato es más bien que la distribución y cronicidad de las dolencias psíquicas está relacionada con el modo de vida y, si se quiere, con la clase social, con aquella clase social precisamente que tiene acceso al mercado capitalista, tanto al de psicofármacos como al de trabajo, automóviles o entretenimiento manufacturado.
En definitiva, digamos que los pobres se deprimen menos y que, gracias a eso, no consumen psicofármacos que cronificarían su depresión. O también: digamos que los pobres, ausentes del mercado, no consumen psicofármacos -ni carros ni ipads ni ocio proletarizado- y gracias a eso se libran de la depresión. Pero cuidado. No se trata de que la pobreza, es decir, la privación de bienes de consumo, que nos deja desprotegidos frente a la enfermedad y la muerte, nos proteja de la enfermedad mental. Si así fuese, ¡viva la depresión! Tampoco se trata de que la riqueza, fuente de longevidad y bienestar, sea en sí misma patógena. Si así lo fuera, ¡viva la pobreza! Mucho antes de que Whitaker escribiera su Anatomía de una epidemia , nos lo había explicado con sensatez y precisión un psiquiatra español, Guillermo Rendueles, autor de Egolatría, muy crítico, desde hace 40 años, con la psiquiatría clínica estadounidense. En la misma línea se pronunciaba Martín-Baró, fundador de la “psicología de la liberación”, asesinado en 1989 en El Salvador junto a Ignacio Ellacuría y sus compañeros jesuitas. Me arriesgaré a hacer un resumen extremadamente banal: lo que implica la pobreza, de manera forzada y a costa de muchas y muy dolorosas privaciones, y lo que impide la riqueza, en su modalidad capitalista, son los vínculos . Es el menor o mayor dominio de los vínculos colectivos, y no la mayor o menor riqueza, lo que explica la menor o mayor difusión de la depresión y la enfermedad mental en nuestras sociedades. La causa de la “epidemia” depresiva en las ciudades occidentales tiene mucho que ver con la despolitización o, si se quiere, la personalización o privatización del conflicto social (paralela a la privatización de la sanidad, la educación o los recursos energéticos). La solución a esta epidemia, por tanto, no es el voto de pobreza sino la repolitización o recolectivización o “nacionalización” de la felicidad. Como dice Guillermo Rendueles, siempre habrá “locos” y la psiquiatría tendrá que hacerse cargo de ellos sin demasiadas esperanzas; pero lo que hay hoy en nuestras ciudades -y en nuestras consultas- no son locos sino “egoístas” dolidos, desgraciados, rotos. Hemos enfermado porque nos han separado; sólo podremos curarnos juntos.
Santiago Alba Rico
La Calle del Medio
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