martes, diciembre 31, 2019

La carrera armamentista y la guerra comercial: un cóctel explosivo hacia la guerra global



Durante la administración Obama, en 2016, Estados Unidos gastó 611.000 millones de dólares en nuevo armamento. El gasto militar mundial creció en 2018 hasta alcanzar la cifra de 1,82 billones de dólares, destacándose en el mismo Estados Unidos, Arabia Saudita, India y Francia. El imperialismo norteamericano ha invertido en armamentos durante 2018 un 76% más que en 1998 y un 4,6% más que en 2010, y en 2019 un 7% más que en el año anterior. El SIPRI (instituto internacional de Estocolmo para la investigación de la paz) da cuenta de que en dicho año (2018) Estados Unidos erogó la friolera de 649.000 millones de dólares en esta industria de la muerte y en 2019,7 16 mil millones. Durante 2018 China gastó en ese menester 250 mil millones de dólares y Rusia 61.400 millones de dólares.

¿Por qué ocurre la carrera armamentista?

El CIM (Complejo Militar Industrial) es la principal industria del mundo. Se trata para la clase capitalista del motor del desarrollo económico de las últimas décadas, a partir de una demanda incesante de armas por parte de los Estados, que se explica porque las armas se vuelven rápidamente obsoletas frente a los rivales tanto en el plano bélico, como económico y geopolítico, que buscan innovaciones permanentes. De esta forma se pretende superar el impasse económico que ocasionan las crisis de sobreproducción y de la sobreacumulación de capitales. Es que como producto de esa circunstancia se pronuncia la tendencia a la eliminación del capital sobrante y la producción excedente, esto es de la destrucción de fuerzas productivas, una de cuyas manifestaciones es la guerra.
Mediante la carrera armamentista el capitalismo tiene la pretensión de menguar las crisis de sobreproducción y resolver la declinación de la tasa de ganancia, no obstante lo cual lejos de suprimir sus tendencias a la descomposición del mismo, las acentúa y al mismo tiempo desenvuelve aquello que pretende evitar (la tendencia declinante de la tasa de beneficio). Pero la producción de armamento requiere obligadamente la inversión de una mayor proporción de capital constante (maquinaria, equipos, tecnología), que es trabajo muerto que no crea valor, en desmedro del capital variable que paga la fuerza de trabajo, única que crea valor y da lugar a la acumulación de capital mediante la obtención de plusvalía. Al haber más capital constante en la composición orgánica de capital tiene lugar la disminución de la tasa de beneficio.
A propósito, es ilustrativa la visión de Larry Summers (secretario del tesoro norteamericano desde 1999 a 2001 y economista jefe del FMI) en relación a la crisis presente del capitalismo, citado por Pablo Heller en “El capitalismo zombi”: “Alvin Hansen (asesor de los presidentes Roosevelt y Truman) anunció el riesgo de un estancamiento secular a finales de los años 30, a tiempo para asistir al auge económico contemporáneo y posterior a la segunda guerra mundial. Es muy posible que se produzca algún acontecimiento exógeno de gran alcance, que lleve a aumentar el gasto o reducir el ahorro en medida tal que incremente el nivel de interés real por el pleno empleo en el mundo industrial y haga irrelevantes las preocupaciones que he expresado. Descartando la guerra, no está claro que otro tipo de acontecimiento de este calibre tendrá que ocurrir”. Lo dicho por Summers revela no solo la opinión de un autorizado representante del imperialismo, sino que manifiesta claramente la tendencia a la guerra, como expresión de la inviabilidad del progreso humano en el capitalismo en descomposición. Esta tendencia imparable encuentra expresión en la constante demanda de armamento por parte de los Estados, que los obliga a desenvolverlos en aventuras bélicas permanentes y a un endeudamiento billonario en dólares por parte de los mismos. Los beneficiarios de este endeudamiento son grandes fondos de pensión, aseguradoras y bancos que han ingresado hace tiempo en el negocio de la guerra, por ser uno de los más rentables, sino el más rentable: “La industria mundial de las armas nucleares es financiada y mantenida viva por más de trescientos bancos, fondos de pensión, compañías de seguros y gestores de activos…. Esas instituciones realizan sustanciales inversiones en la fabricación de armas atómicas” (Question digital.com).La campaña internacional por abolir las armas nucleares, en un estudio de 180 páginas, señala que las naciones con poderío nuclear gastan cien mil millones de dólares al año fabricando nuevas ojivas, modernizando las viejas y construyendo misiles balísticos, bombarderos y submarinos para lanzarlas. Estas compañías, objeto de la denuncia son: Bae System y Babcock International de Gran Bretaña, Lockheed Martin y Northrop Grumman de Estados Unidos, Thales y Safran de Francia, etc .Los bancos más involucrados con la industria de armas nucleares son Bank of America, Black Rock y Morgan Chase de Estados Unidos ,BNP Paribas en Francia, Allianz y Deutsche Bank de Alemania, Mitsubishi UJF DE Japón, BBVA y Banco Santander en España, Credit Suisse y UBS en Suiza, y Barclays, HSBC, LLoyds y Royal Bank Scotland de Gran Bretaña. Aquí está retratado con gran fidelidad la naturaleza destructiva del régimen capitalista en su etapa imperialista, en nombre de su razón de existir, la tasa de ganancia, por la cual no se ahorra una sola gota de sangre humana.

Las consecuencias humanas y económicas de la carrera armamentista

Empujadas por la necesidad de garantizarse un mercado cautivo que permita la realización de superganancias la clase capitalista y sus estados se han lanzado a la carrera armamentista. Esa carrera ha tenido como consecuencia guerras con secuelas catastróficas para la humanidad. Se trata de guerras locales que han dejado daños irreparables en términos de muertes y refugiados. El Alto comisionado de la ONU para refugiados da cuenta de que los desplazados de sus hogares y territorios dentro y fuera de las fronteras de sus países suma en lo que va del siglo 21, 45.200.000 personas. En este plano, la guerra de Siria ha contado con once millones de desplazados, Sudán del sur sufrió parecidas consecuencias: cuatro millones de habitantes, y Yemen 264.000, Pakistán y Afganistán, como consecuencia de sus respectivas guerras expulsaron a 1.195.000 víctimas de sus hogares. La cantidad de muertes producidas por estas guerras de saqueo es menor, pero no menos impresionante: en la segunda guerra del Congo, entre 1998 y 2003 murieron tres millones de víctimas; en Siria la cantidad de muertos fue de 353.935, en Irak desde 2003 hasta febrero de 2019 se contabilizaron 288.000 muertos (informe del Syrian observatory of human rights). Los factores centrales de estas guerras, además de sostener el negocio de armas, ha sido el saqueo de fuentes de energía, riquezas acuíferas, alimenticias y minerales. (Puede afirmarse que el consumo de plata, níquel y cobre con fines militares supera a Asia, África y América Latina juntos, y que la voracidad con la que se realiza conduce a su agotamiento.) Gran parte de estas guerras fueron estimuladas por la lucha por el mercado petrolero: en Nigeria por la construcción de un oleoducto desde África hasta Europa; en Yemen por el dominio del golfo de Adén, ruta obligada de la mayoría de los barcos petroleros. En todas estas aventuras bélicas de saqueo han intervenido las potencias imperialistas, a veces con mediaciones de naciones títeres: en Somalia fue el ejército etíope respaldado por el imperialismo norteamericano, en Yemen fue el ejército saudí con armamento norteamericano y británico. En la segunda guerra del Congo la fuerza militar estaba formada por 115.000 efectivos de la Fuerza Militar de Paz de las Naciones Unidas, una organización que expresa los intereses de las naciones imperialistas.
El endeudamiento ha traído consecuencias enormemente negativas para la economía norteamericana. Solamente la guerra de Irak le ha ocasionado a Estados Unidos un endeudamiento de tres billones de dólares, en el contexto de los 23 billones de deuda pública de la mayor potencia imperialista, un 107% de su PBI. El mismo es en parte, consecuencia de la carrera armamentista, pero también y fundamentalmente a las exenciones impositivas y subsidios de las que se benefician las grandes corporaciones, con una disminución anual de la recaudación de 90.000 millones de dólares anuales.

Las guerras tecnológica, energética y comercial echan combustible a favor de la tendencia a la guerra

En 2018 el déficit comercial norteamericano aumentó 621 mil millones de dólares, según datos publicados por el Departamento de Comercio de Estados Unidos. el transcurso de ese año hubo una pérdida neta en el comercio de bienes y servicios de 59 mil millones de dólares. Huawei ha desplazado a Apple en las ventas de celulares, se desenvuelve una vigorosa batalla entre la OPEP, que ha decidido bajar la producción de petróleo y los Estados Unidos que han recurrido al fracking, aumentando su producción para bajar el precio y desplazar a sus competidores. Aunque en los días recientes ha habido una tregua entre China y Estados Unidos para eliminar las barreras arancelarias mutuamente, ésta tiene un carácter efímero y precario por la pretensión yanki de que las importaciones de sus productos a China se dupliquen. Los choques entre la Unión Europea y Estados Unidos por la competencia entre Lockheed y Airbus en el campo aeronáutico irrumpieron en la reciente cumbre de la OTAN cuya existencia tiene futuro incierto y se ha creado una organización de defensa europea sin la presencia de Estados Unidos. También Estados Unidos impuso barreras arancelarias al acero y al aluminio de la Unión Europea sumándola a la impuesta antes a China. Para agravar el cuadro de disputas entre Estados Unidos y Rusia, Trump ha anunciado el 19 de diciembre sanciones contra ésta por la construcción de un gasoducto, el Nordstream 2, que pasa por debajo del mar Báltico y que beneficiaría a países de Europa occidental, especialmente a Alemania. Las sanciones serán aplicadas a Gazprom (empresa rusa) y a otras empresas asociadas europeas: Uniper, Shell, Wintershall, OMV, Engie y Dea) y consisten en el congelamiento de activos y quita de visas a Estados Unidos a las empresas mencionadas. Ucrania, Polonia y los países bálticos apoyan la decisión yanki en nombre de que el gasoducto (construido en un 80%) va a ser un factor de sometimiento a Rusia. A su turno las principales naciones imperialistas de la Unión Europea se oponen a la sanción. Como podemos observar esta disputa sin duda agrava el cuadro de guerra comercial, y por añadidura agrega combustible a la potencialidad de un estallido bélico generalizado.
La situación descripta, el creciente endeudamiento norteamericano para financiar la carrera armamentista ha agravado su crisis, que impacta socialmente sobre las masas norteamericanas debido a la disminución en gastos de salud y educación, como así también en las naciones oprimidas y sus pueblos y clases obreras, cuyas respuestas han sido en muchos casos de rebeliones y alzamientos populares (Argelia, Sudán, Argelia, Egipto, Irak, Chile, Colombia, Ecuador, Haití, Puerto Rico, Panamá, etc.). Estamos asistiendo a un choque objetivo entre el imperialismo expoliador y belicista, que financia su carrera armamentista endeudando a las naciones oprimidas y a sus trabajadores, y la insurgencia obrera y popular que puja por abrirse paso para que la crisis la paguen los capitalistas. Es el socialismo o la barbarie. Construir el partido obrero de la revolución socialista mundial y dotar de una dirección revolucionaria a las masas insurgentes es el desafío. Es que la carrera armamentista y las guerras que hemos enumerado no son sino la consecuencia de la tendencia al colapso y la catástrofe, intrínsecas al régimen capitalista en su etapa de decadencia, y solo se puede terminar con ellas y con el peligro de una conflagración a escala planetaria terminando con su germen.

Roberto Gellert

Ley de salvataje capitalista: “¡Arriba las manos!”

Hay euforia y temor en filas liberales. En sus primeros diez de días de gobierno el presidente Alberto Fernández logró el respaldo legislativo a una ley que le da poderes especiales, sanciona suba de impuestos y, sobre todo, elimina la norma de movilidad previsional para los jubilados.
Con estas medidas se espera disminuir en dos puntos el déficit fiscal y continuar con rápida eficacia la labor de Mauricio Macri. Los bonos argentinos salieron del subsuelo y están al alza, al igual que la Bolsa. Fernández anunció que en pocos días llegaría una delegación del FMI. Pasó a segundo plano el riesgo inmediato de cesación de pagos. También la amenaza de hiperinflación.
Congelamiento, impuestazo y succión de poderes al legislativo se denominan “Ley de solidaridad social y reactivación productiva en el marco de la emergencia pública”. La solidaridad es principalmente de trabajadores activos y pasivos. Para pagar la deuda. Bella en todos los sentidos, esta palabra de la lengua castellana adquiere ahora significado de estafa.
Un bono de 10 mil pesos pagaderos en dos meses (120 dólares tras la devaluación camuflada del 30%) para las jubilaciones mínimas intenta enmascarar que se elimina la movilidad, ley que en 2020 debía reponer la pérdida provocada por la desenfrenada inflación de 2019. Ese bono involucra a unos 4 millones de personas que cobran hasta 15 mil pesos. Para el resto, algo menos de tres millones de jubilados, el 95% de los cuales cobra entre 15 y 40 mil pesos, el congelamiento es total y futuros aumentos quedan a discreción del Presidente. Esa traslación de recursos es parte principal de los 6 a 10 mil millones de dólares que, junto a las retenciones al agro y una colección de otros impuestos, el Ejecutivo busca ahorrar para cumplir con los acreedores. Es probable, como se verá, que esa cifra sea inalcanzable.
Quienes acostumbran a condenar estas políticas con el marbete de “neoliberalismo” han enmudecido. El capital, en cambio, celebra con apenas disimulo. Sus intelectuales orgánicos hacen inelegantes contorsiones para explicar que esta exacción a ancianos políticamente inermes es imprescindible.
Sin discusión previa aunque con mucho espectáculo en los recintos de diputados y senadores, ambas cámaras votaron en 48 horas a favor de una ley de graves consecuencias futuras. Antes Fernández se había reunido con dos agrupamientos que dan la tónica de la burguesía, la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Asociación Empresaria Argentina (AEA). Esta última es la exclusiva estructura del gran capital, hegemonizado por seis empresas, algunas de las cuales están también en la UIA. La principal es Techint, cuyo presidente, Paolo Rocca, encabezó el apoyo al ex presidente Macri hasta que la detonación involuntaria de un proceso judicial terminó con el procesamiento por corrupción de altos ex funcionarios y una cuarentena de empresarios de primer nivel, entre ellos Rocca.

Estallido de un plan estratégico

El titular de Techint debió viajar de urgencia a México para evitar su detención. Su venganza fue la invención de la candidatura a ultranza de Roberto Lavagna, lo cual en última instancia y pese al ridículo desempeño electoral derivó en la derrota de Macri.
Luego de las Paso del 10 de agosto Rocca apareció como el principal impulsor de Fernández. La UIA se comprometió en la campaña del Frente de todos más allá de lo imaginable (y más allá de la prudencia empresarial, lo cual tendrá efectos antes de no mucho tiempo). En la AEA, Techint parece ser el mascarón de proa del apoyo al nuevo gobierno. Si arrastró a todos en la UIA, en AEA encuentra dudas y resistencias, lo cual transforma al frente amplio burgués dominante durante el período Macri en una coalición de miedos frente al amenazante cuadro de la economía nacional.
Con todo, Rocca exige más de lo que objetivamente puede conceder Fernández. Algo de eso se hizo evidente en la reunión del 18 de diciembre en el almuerzo de la AEA a la que asistió como invitado el Presidente. Fernández confesó en su discurso: “Recién Paolo Rocca me preguntaba por Vaca Muerta (N de la R: se comprenderá que el verbo para explicar la actitud de Rocca no era preguntar). Claro que Vaca Muerta para nosotros es algo primordial, si sabemos que allí hay fuentes de recursos para el futuro y hablábamos también de minería y claro que la minería también es un tema primordial. Hablaba, días atrás, con Gerardo Morales y le decía: ‘quiero ir a Jujuy a un yacimiento de litio’ y tenemos que hacer el esfuerzo de construir una empresa de baterías de litio para que al litio lo dejemos de vender como materia prima y empecemos a venderlo como un producto elaborado. Y lo mismo tenemos que hacer con el silicio. Y en Mendoza hemos logrado que salga una ley para que Mendoza, también, se involucre en la explotación minera; y en Chubut hemos logrado que, en la zona de la meseta, podamos explotar oro y plata. Allí está nuestra riqueza y eso es abrirnos al mundo con inteligencia”.
Poco duró la alegría del mandatario. En consonancia con sus deseos peronistas y radicales “hemos logrado”, dice Fernández, “ una ley para que Mendoza también se involucre en la explotación minera”. Apenas 48 horas después la capital de la provincia cuyana fue escenario de la más grande movilización popular en su historia, en choque frontal con la intención oficial de “abrirnos al mundo con inteligencia”. Insospechadas mayorías se rebelaron contra el permiso para utilizar cianuro y otros venenos ambientales para la explotación minera a cielo abierto y mediante fracking, que requiere prácticamente toda el agua que baja de los glaciares y de la cual depende Mendoza. Un rechazo inesperado a lo que parece ser la estrategia oficialista para abrirse al mundo con más inteligencia que Macri. Adelanto de las dificultades con las que chocará Fernández, incluso antes de que el ala izquierda del Frente de todos se alce contra lo que en otras circunstancias denominaría “neoliberalismo”.
En otro párrafo de su discurso ante adustos empresarios de AEA Fernández hizo una confesión más significativa aún: "Le hemos pedido al Fondo Monetario cambiar la lógica, que nos dejen construir un plan que sea sustentable y, sobre la base de este plan, nosotros resolver cómo pagar la deuda. El Fondo ha aceptado esta lógica de trabajo, no estamos improvisando. Tenemos un plan que silenciosamente hemos construido durante dos meses". Pedir permiso al Fondo para poder pagar. Raro modelo de soberanía.
Nada diferente podía venir de esos mandantes para encarar la renegociación de la deuda: una prueba de disposición al ajuste impiadoso. Allí está la ley de “solidaridad”, silenciosamente preparada. La soga se ajustará más cada día. Parafraseando a los ultra liberales que condenaban al gobierno anterior por no llevar a fondo las medidas de saneamiento, calificándolo como “kirchnerismo con buenos modales”, el nuevo elenco es “macrismo sin modales”.

Del plan a los manotazos

No se trata sin embargo de un mero cambio de formas. Aquello que denominamos frente amplio burgués (Fab), prolongado hoy con sus mismos componentes, incluso y en lugar más relevante las cúpulas sindicales, culminó un ciclo en el que un bloque social con hegemonía real acordó un plan y creyó contar con programa y equipo aptos para sanear la descompuesta economía nacional, en función de un plan estratégico de crecimiento y estabilidad. En la cabeza de algunos pocos empresarios con ambiciones de refundadores y economistas con sentido de la historia, Cambiemos acabaría con 80 años de sistemática decadencia, acelerada hasta el paroxismo en los últimos 40. Argentina volvería a ocupar un lugar destacado en el concierto internacional. Se conformarían nuevos partidos y el país se lanzaría hacia sus grandes destinos.
Quienes redujeron ese intento al adjetivo “neoliberal”, compraron y vendieron la teoría del helicóptero, según la cual Macri huiría en pocos meses como lo hizo Fernando de la Rua en 2001. No comprendieron cómo Macri arrolló al peronismo en las elecciones de 2017 y, en consecuencia, no saben por qué el panperonismo recuperó el poder dos meses atrás y mucho menos por qué Macri obtuvo el 41% de los votos tras un mes de impresionantes manifestaciones con neto sigo de derecha en todo el país. No pudieron digerir que Macri transmitiera la banda y el bastón presidencial a su sucesor. Y no comprendieron que este hijo de la decadente burguesía argentina transpasaba mucho más que símbolos: entregaba un sistema a punto de colapso del cual debía hacerse cargo el peronismo. Poco importa que estuviera mejor apuntalado para la burguesía en comparación con lo recibido cuatro años antes. Ésta bien podría ser la involuntaria obra maestra del ex presidente.
En sus cúpulas dirigentes el amplio espectro peronista se dio por bien pagado con la perspectiva de usufructuar otra vez de las riquezas a las que da acceso el control del Estado. Los epígonos no han asumido todavía que el denominado “neoliberalismo” es una superchería, un comodín vacío, útil sólo para taparse los ojos ante la crisis capitalista. En la etapa agónica del capitalismo tardío el plan de Cambiemos era rotundamente inviable, como sostuvimos desde el primer momento (Ganó un presidente protofascista con base socialdemócrata, 23/11/2015) y acabaron por demostrar los hechos. Suponer que en este momento histórico, a partir de despojos legados por sucesivos gobiernos impotentes y corrutos, es posible construir desde la perspectiva capitalista una Argentina próspera, justa e igualitaria, es una quimera lindante con el desvarío.
Argentina transita de un Fab con proyectos de restauración capitalista a un mejunje inestable de azorados burgueses desvelados por el ejemplo de Chile. Sus perplejos componentes imaginan, correctamente, la conmoción trasandina multiplicada hasta dar lugar a una situación revolucionaria en Argentina. El cuadro se completa con ventajistas prontos a toda oportunidad de buenos negocios o al menos un cargo oficial.
Dicho de otro modo: las clases dominantes no tienen un programa de acción estratégica frente a la crisis más grave jamás vivida por el país.
Por su parte, la génesis del actual elenco, más lo visto en los primeros diez días de gobierno, confirma caracterizaciones previas (Antes de las elecciones; Argentina a la luz del resultado electoral). Se formó un Ejecutivo con remate de espacios entre facciones peronistas sin programa, sin organización ni ideas comunes. La disciplina para alinear semejante conjunto la puso el FMI. Pero la camisa de fuerza no resistirá.

Contradicciones inmanejables

Mientras en Diputados se discutía la “Ley de solidaridad”, sondeos de opinión inmediata llegaron a manos de Fernández. Señalaban el rechazo a las medidas en sus propias filas y el descontento general provocado por el aumento a las retenciones y el congelamiento de las jubilaciones. Por eso hubo cambios de última hora y anuncios relativos a una segmentación de la base agraria para cobrar el impuesto, más anuncios de que las jubilaciones serían incrementadas a partir de marzo, según decida el Ejecutivo. Otro tanto pasó con el anunciado propósito de suspender las negociaciones Paritarias por 180 días, a cambio de un aumento único y a cuenta, también definido por el Ejecutivo. Esta intención, avalada por la mayoría de los CEOs sindicales, fue sin embargo postergada en silencio.
En tanto, por las costuras de esta colcha de retazos derramaba el descontento de gobernadores, cúpulas sindicales y estructuras barriales. A los primeros el gobierno los calmó borrando de un plumazo la reforma impositiva -logro fundamental de Macri para el reordenamiento burgués- que privaba a los señores feudales del cobro de impuestos fuera de toda lógica capitalista, como ingresos brutos y otros cánones inventados por gobernadores e incluso intendentes. La idea de una reactivación económica sufría un golpe más con esta decisión. Ya la gobernación de Buenos Aires, supuestamente progresista, emuló a otro progresista en la Capital Federal y multiplicó por su cuenta el paquetazo impositivo hasta niveles confiscatorios contra… propietarios de una vivienda. Será difícil en adelante ganar confianza para este género de progresistas.
En sendas reuniones luego del triunfo electoral Fernández aseguró que su gobierno sería “de los 24 gobernadores”. Frente a los sindicalistas dijo en tono elevado que el gobierno sería también de la CGT. Enseguida juró a titulares de estructuras barriales que también ellos serían factores de decisión en su Ejecutivo.
Todos se encuentran ahora en situación de avalar las exigencias del FMI. El trago de votar y apoyar la “Ley de solidaridad” es demasiado amargo; pero un buen estómago lo soporta. Diferente es afrontar las consecuencias que vienen.
Es probable que un conjunto de artilugios en el manejo económico permita una reactivación mezquina y por tiempo limitado (en mayo se debería acordar la renegociación de la deuda con el Fondo). Pero es descartable la posibilidad de iniciar un período de crecimiento productivo y baja sostenida de la inflación. El paquetazo impositivo y la devaluación apenas disfrazada que lleva el dólar oficial a $82, aventan en lo inmediato el riesgo de hiperinflación. A la vez lo agravan a partir de pocos meses, puesto que, además de trasladar ese aumento a los precios, el gobierno deberá emitir dinero para asumir el pago de aumentos nominales de sueldos y jubilaciones, más los desesperados requerimientos de los señores feudales endeudados también ellos con bonos locales y extranjeros. Por el momento y durante un largo período no habrá crédito de ningún tipo. Emisión y ajuste serán los únicos recursos.
Por supuesto a partir de enero se multiplicarán las demandas de aumento salarial y, al cabo de poco tiempo, la CGT deberá hacerse eco de ese clamor, lo que introducirá una poderosa cuña en el heterogéneo gabinete. Ya se ha dicho que la señora Cristina Fernández debió ceder su lugar de candidata presidencial por decisión inapelable de los gobernadores. Estos volverán a la carga a corto plazo para recuperar los espacios que un pequeño núcleo arrebató circunstancialmente en el Ejecutivo. Como complemento, un enviado del FMI, de origen venezolano, ya está en Buenos Aires para celebrar navidades con su familia argentina. Difícilmente Fernández tenga un verano apacible, pese a la bendición impartida por Francisco a su enviada como primera dama.

Sin Partidos

Es por demás evidente que no hay un Partido de gobierno. Tampoco el oficialismo anterior conforma en la oposición algo semejante a una estructura partidaria. Por su parte el gran capital, como queda dicho, carece de un proyecto común y está librado a la competencia interburguesa. No hace falta insistir acerca de la situación de las izquierdas.
Un esfuerzo de inteligencia y voluntad, impulsado por movilizaciones de masas contra los efectos devastadores de la crisis capitalista, podría cambiar el estado y la dinámica de cientos de miles de militantes socialistas. Eso está por verse y, vale repetirlo, subordinado a la conducta espontánea de las masas y al combate para que su voluntad no sea desviada una vez más por estructuras del sistema ocultas bajo diferentes disfraces.
Construir una fuerza antisistema es misión difícil. Recomponer una estructura peronista es redondamente imposible. El llamado Justicialismo sufre un proceso de creciente y sistemática fragmentación desde la Resistencia de fines de los 1950. Sólo ha podido converger para ganar una elección. No para gobernar: después de 1989 Carlos Menem puso como jefe a Álvaro Alsogaray, un discípulo de Von Hayek que rechazaría con displicencia el calificativo de neoliberal y cuya conducción estratégica produjo el más grave daño jamás sufrido por el país, en directa continuidad con la última dictadura militar. Luego vino, por imperio de la crisis y el azar, Néstor Kirchner, quien definiéndose como keynesiano y sosteniéndose como pelota de ping-pong, gracias a golpes de derecha e izquierda, completó el desbarajuste estructural legado por el Frepaso, una suerte de padre no reconocido de Cambiemos. Discípulo zigzagueante de Domingo Cavallo, Fernández no torcerá esta lógica histórica, en primer lugar porque afronta una coyuntura nacional e internacional que impide cualquier medida no apuntada directamente al salvataje capitalista, a expensas de trabajadores y sectores medios.
A eso apuesta Cambiemos, en la esperanza de que no haya recomposición genuina del movimiento obrero y las filas revolucionarias. Con la UCR como estructura todavía superviviente -se rompe y se dobla, pero aun así sus hombres lograron la votación de la ley de minería en Mendoza. Sumada esa arquitectura tambaleante al supuesto fortalecimiento de Macri, quien obtuvo el 41% de los votos en las presidenciales, aspiran a recrear un liderazgo conservador, recomponer una estructura para rescatar el capitalismo, sanearlo y modernizarlo. Confían en que ese saneamiento lo completará Fernández y les pasará el testigo. Apuntan ahora a las legislativas de 2021 y confían en engañar otra vez a las masas en 2023. Cuando no hay pensamiento teórico sólido ni acción política con base material y sentido estratégico, cualquier dislate es defendible.
No habrá, por tanto, salvataje capitalista. Al menos si por esto se entiende un sistema productivo en funcionamiento consistente, sostenido y estable. Lo contrario se verá a partir de 2020. Atracadores de diferente signo tendrán su oportunidad, con leyes o sin ellas.
Resta la ingente tarea de apelar a las vertientes sanas de la sociedad, a los trabajadores y las juventudes, para crear la fuerza política de masas capaz de señalar un rumbo en medio de la tormenta.
Para “Poner a Argentina de pie”, según su consigna, Fernández exige que levantemos las manos en señal de rendición. Eso no ocurrirá.

Luis Bilbao
@BilbaoL

Vargas Llosa discípulo de Goebbels

En su reciente entrevista concedida al diario O Estado de Sao Paulo el escritor volvió a repetir sus fatigosas letanías sobre la política latinoamericana asegurando que “los argentinos van a lamentar enormemente la derrota de Mauricio Macri” [1]. No sólo eso: volvió a calificar como una "tragedia" el triunfo de Alberto Fernández y atribuyó esa –para él infausta- decisión de votar al Frente de Todos a una supuesta vocación suicida de los argentinos. Abundando en el tema afirmó que “esa vocación suicida es algo verdaderamente extraordinario, pues ya se sabe que todos los problemas actuales del país fueron causados por el peronismo".
La verdad es que dudé mucho antes de sentarme a escribir una respuesta a sus dichos. Pero habida cuenta de que estas “ocurrencias” -ese producto semiintelectual que debe diferenciarse de las “ideas”- del narrador adquieren una enorme difusión gracias a la acción concertada de la oligarquía mediática mundial me pareció que valía la pena saltar al ruedo y refutar su discurso. La confusión y el embrutecimiento que promueve en la opinión pública exige prontas respuestas a sus venenosos ataques [2]. Me concentraré en tres temas.
Primero, sería insólito o estúpido que los argentinos nos lamentásemos por la derrota de un Gobierno que sumió en la pobreza al 40,8 % de la población y ha dejado al otro 35 % apenas por encima de la línea de pobreza (LP), cosa que normalmente se soslaya en muchas intervenciones periodísticas y académicas. Como si el 60 % restante “no pobre” estuviera constituido por sólidas clases medias o ricachones de abultada billetera. ¡No! Buena parte de ese conglomerado lo conforman gentes que en cualquier momento se hunden por debajo de la LP. Con cierto optimismo podríamos aventurar que tal vez haya un 25 % que no son pobres ni están en riesgo de serlo. Pero el resto está caminando sobre el filo de la navaja, apelando a diario a mil estrategias para evitar hundirse por debajo de la LP. Un dato adicional ilustra lo que decimos: 6 de cada 10 niños argentinos son pobres. Incurriría en el mal gusto de la reiteración si volviera a exponer aquí los archiconocidos datos sobre la crisis económica y la emergencia nacional en que nos ha dejado el Gobierno de Macri: caída de los salarios reales y los haberes jubilatorios, impresionante número de pymes que cerraron sus puertas, derrumbe del PBI, tarifazos a destajo en los servicios públicos, inflación descontrolada y un fenomenal endeudamiento externo, vehículo para practicar una fuga de capitales sin precedentes que constituye una marca a fuego del carácter corrupto del Gobierno de Cambiemos. La tragedia es la que hemos sufrido estos últimos cuatro años de gobierno de su amigo Mauricio, no la recién inaugurada gestión de Alberto Fernández cuyo signo en el sentir popular es la esperanza. En suma, ¡nada de lo que debamos lamentarnos!
¿Puede un hombre como Vargas Llosa ignorar datos tan elementales como estos? Imposible. Descartemos esa hipótesis. Sus críticas son expresión de la fanática obcecación de un converso o, peor aún, de alguien a quien le confirieron la misión de execrar todo lo que contraríe al paradigma neoliberal, aunque para ello deba mentir y barrer la realidad debajo de la alfombra.
Segundo, hay una afirmación que insulta la inteligencia de sus lectores cuando sentencia que todos los problemas de este país fueron “causados por el peronismo.” ¿Cómo desconocer que la Argentina padeció desde 1930 sucesivos golpes de Estado, todos los cuales tuvieron como signo distintivo la aplicación de los preceptos económicos del liberalismo? La dictadura de los años 30 tuvo esas características, como la de 1955 que abrió de par en par las puertas del país al FMI; la de 1966, pomposamente llamada “Revolución Argentina” promovió las ideas que el autor de Tiempos Recios abraza con singular fervor. A las anteriores hay que sumar la genocida junta del mal llamado “Proceso” que tomó por asalto el poder en 1976, dejó al país económica y socialmente deshecho, desapareció a 30.000 personas, alejó por décadas la posibilidad de recuperar las Islas Malvinas e hizo del neoliberalismo y su consigna principal: “achicar el Estado es agrandar la nación” el pilar de toda su política económica y social. Como si lo anterior fuera poco un Gobierno peronista travestido, el de Carlos S. Menem, se adhirió a esa nefasta doctrina con fervor. Una estudiosa del tema comprueba que “en los 50 años transcurridos desde el ingreso de nuestro país al organismo (el FMI) en 1956 hasta el pago total por adelantado de la deuda pendiente desde la crisis de la convertibilidad en 2006, la Argentina estuvo bajo acuerdo (con el FMI) durante 38 años” [3]. A estos hay que añadir los dos años más en los cuales la Directora Gerente del FMI, Christine Lagarde, se convirtió en la verdadera Ministra de Economía del Gobierno de Macri. Por eso nuestra decadencia económica y social se explica muchísimo más -por no decir en su totalidad- por esos cuarenta años de “cogobierno” entre la Casa Rosada y el FMI que por los errores que, como cualquier otro Gobierno, pudo haber cometido el peronismo en cualquiera de sus cambiantes concreciones históricas, el alfonsinismo de inicios de la reconstrucción democrática e inclusive la nefasta Alianza de finales del siglo pasado.
Tercero y último: alguna lectora o algún lector podrían preguntar qué diantres tiene que ver Joseph Goebbels en todo este asunto. Respuesta: mucho, porque el autor de La tía Julia y el escribidor demuestra conocer muy bien las tácticas comunicacionales del Ministro de Propaganda de Hitler (y doctor en Letras por la Universidad de Heidelberg, ¡ojo con la academia y los “hombres de letras”!). Una de las frases que resume el pensamiento del jerarca nazi dice textualmente que “la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: ‘Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad’”. Eso es precisamente lo que hace Vargas Llosa con la maestría que le otorga su dominio del lenguaje: manejar unas pocas ideas y repetirlas hasta la saciedad “sin fisuras ni dudas”. Como cuadra a todo fanático su discurso está herméticamente sellado y los incómodos datos de la experiencia no hacen mella en la gruesa coraza de su ideología.
Sus mentiras se repiten incansablemente, como aconsejaba Goebbels. La tenacidad militante de Vargas Llosa es admirable, lástima que esté al servicio del mal. Gracias al inmenso poderío de los medios de comunicación hegemónicos esas mentiras se convierten en verdades indiscutibles, o en un “sentido común” difícil de desafiar. Hacerlo es visto como un acto temerario, casi como un sacrilegio. Pese a ello su ensayística es una artificiosa construcción que se derrumba como un castillo de naipes ni bien se la contrasta con el análisis histórico o la elocuencia de las estadísticas. Por algo en los últimos 40 años sólo en contadísimas ocasiones se lo ha visto debatir sus ideas y casi siempre con benévolos interlocutores cuidadosamente seleccionados. Resumiendo: las afirmaciones contenidas en la entrevista que hemos analizado son pura y simple propaganda, imbuidas de un odio y un resentimiento que mucho dicen sobre la naturaleza de los tiempos que corren en donde el hundimiento del neoliberalismo es un dato absolutamente insoslayable que enfurece y ofusca la mente del escritor peruano. Tendrá que acostumbrarse.

Atilio A. Boron

Notas:

[1] La nota se publicó en O Estado de Sao Paulo el 22 de diciembre y se reprodujo horas después en lengua castellana en Clarín. Disponible en http://www.clarin.com/politica/mario-vargas-llosa-argentinos-van-lamentar-enormemente-derrota-mauricio-macri-_0_42-G4vHQ.html
[2] Una refutación completa de sus artificios propagandísticos se encuentra en mi El Hechicero de la Tribu (Madrid, Buenos Aires, México: AKAL, 2019)
[3] 1 Noemí BRENTA, Argentina atrapada. Historia de las relaciones con el FMI 1956-2006 (Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, 2008)

lunes, diciembre 30, 2019

El pacto social arrancó rengo, pero claro: el apoyo colectivo para el pago de la deuda



La reunión en la Rosada para dar la primera puntada del pacto social tuvo un faltazo no menor, la totalidad del capital agrario que representa la Mesa de Enlace. En cambio reunió a toditas las alas de la burocracia sindical: Daer, Caló, Moyano, Yasky y Godoy. Desde los gordos hasta el centroizquierda degennarista han puesto la firma en un documento que los compromete a integrar el Consejo Económico y Social que ser formará por ley. A ellos hay que sumar el Trío Vaticano de movimientos sociales. La burocracia sindical ha sido humillada, firmando su estatización a cambio de nada, porque no se hizo ningún anuncio hacia los trabajadores. El Presidente después de obtener superpoderes del Congreso recibe superpoderes de la burocracia sindical que resigna el papel de los sindicatos en defensa de los trabajadores.
Ese será el altar en el que se comprometen a sacrificar las reivindicaciones del movimiento obrero para el “pago de la deuda pública de manera sustentable, lo que será un esfuerzo colectivo”. Estas son las palabras centrales del texto que han firmado junto a las cámaras empresariales, porque en ellas no hay una sola palabra de recomponer el poder adquisitivo de los salarios, de garantizar la reocupación de los millones de desocupados que la descarga de la crisis capitalista arrojó a la calle.
El otro gran compromiso que firmaron los “destacados representantes sindicales” que disfrutan de la foto en la Rosada, es que “respaldan un esquema sustentable y equitativo de actualización jubilatoria”. El santo y seña del ajustazo contra la movilidad, mediante la cual pretenden “desindexar la economía” empezando por la confiscación a los jubilados. Y resulta particularmente repugnante que el Trío San Cayetano firme este compromiso indisimulable hacia el FMI contra “los abuelos” con los que tanto se “solidarizan”.
El documento, en cambio, sí responde a la moda del momento, apelando a la palabra “solidaridad” con los más vulnerables y a la urgencia de la deuda social, tan “urgente” como la deuda pública sobre la que “tenemos la total voluntad de pago”. Los firmantes, bajo la batuta del gobierno, se comprometen a tener en cuenta “primero a los últimos” en una apelación bíblica que sin embargo no los movió a firmar ni anunciar ninguna medida concreta.
Fernández no tuvo suerte, porque el mismo día que él reunía a esta mesa “ética” que presume de “unir a los argentinos contra el hambre”, un grupo de científicos del Conicet le pusieron el cuerpo a una experiencia de vivir tres meses con un salario equivalente a la canasta de pobreza. La experiencia demostró que terminaron con la salud afectada después de perder hasta seis kilos de peso viviendo con los $163 por día para cada adulto. Al mismo tiempo se conocía que se perdieron 161.000 puestos de trabajo en la actividad privada el último año.
Los patriotas que firmaron la adhesión a la “ética” que “jamás permita que se vuelva a desunir la patria”, no atinaron a definir que, contra el hambre, el salario y las jubilaciones mínimas no podrían bajar de los $40.000 que alcanzó este fin de año la canasta básica. Y que no habrá ninguna reactivación sin recomponer el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.
Los apuros de Fernández para reunir tan elevado grupo fueron muy grandes. Había que ofrecer este menú en bandeja a la misión que se apresta a llegar del FMI, primer paso para la negociación con los fondos de inversión.
El capital agrario faltó en masa porque está empeñado en evitar que se use el tope de la megaley para las retenciones y tal vez en arrancar el compromiso de Kicillof de no revaluar las propiedades agrarias cuyo valor fiscal está congelado hace 20 años, entre otros compromisos. Pero al mismo tiempo la tensión con el capital minero es muy grande porque se ha desatado una ola de movilización popular en Mendoza y Chubut que les congeló la sangre a los dueños de la gran esperanza nacional y popular, porque Fernández y el macrismo tienen un pacto de Estado con los pulpos mineros para entregar nuestros recursos y conseguir los dólares para la deuda. Por otro lado las petroleras siguen deteniendo pozos porque pretenden retomar el sendero de tarifazos en los combustibles.
En estas condiciones era muy importante lograr este texto de apuro. Pero la historia recién empieza. Los trabajadores tenemos que tomar nota y reforzar una gran campaña por paritarias libres, por enfrentar en marzo el ajuste jubilatorio, en no permitir un despido más, en exigir desde abajo la más completa independencia de las organizaciones obreras, que para eso las tenemos.

Néstor Pitrola

Encontró una baldosa rota que homenajeaba a un desaparecido, la reparó y la devolvió a su familia



“En recuerdo a Wolfang Achtig ‘el austríaco’ detenido el 16/9/77 durante la última dictadura cívico militar”, decía la baldosa que Paulo encontró. Investigó, la reparó, contactó a su familia y hoy está puesta en la casa de la que se lo habían llevado.

“Las baldosas permiten marcar los pasos de los compañeros, contar sus historias”, reflexionó Paulo Giacobbe, quien la semana pasada aportó su granito de arena para dar continuidad a la de Wolfang Achtig, un militante del PRT-ERP desaparecido durante la última dictadura. Tras encontrarla rota en la calle, Giacobbe restituyó la baldosa que construyeron estudiantes de una escuela secundaria de Quilmes Oeste y colocaron en la última casa donde vivió el “Austríaco” para homenajearlo. “Fue un acto esperanzador”, definió la docente Leonor Romero, coordinadora de la actividad de memoria.
Giacobbe caminaba por las calles de su barrio en Lanús Oeste la semana pasada cuando vio tirada en una vereda una baldosa que, por sus características, no era cualquiera: fondo de color, pedacitos de azulejos de colores y una leyenda que reconoció perfectamente ya que él participó en la realización y colocación de varias de esas junto a vecinos de San Cristóbal, en la ciudad de Buenos Aires. En las clásicas letras blancas, ésta que halló en la vereda, partida en tres partes, decía: “En recuerdo a Wolfang Achtig ‘el austríaco’ detenido el 16/9/77 durante la última dictadura cívico militar”.
“Me llamó la atención. Estaba tirada en el pasto, partida en tres, pero armada. Re raro. Decía que era de una escuela de quilmes y esto era Lanus oeste”, contó a este diario Giacobbe. Lo primero que atinó a hacer fue tocar timbre en la casa de la vereda en donde encontró la pieza. “No atendió nadie”, aclaró. Sacó fotos, la recogió y comenzó a buscar por internet a quién devolverla.
Las sospechas de Giacobbe resultaron atinadas. La baldosa que homenajea al “Austríaco”, como era conocido el militante, había sido elaborada y colocada por estudiantes de la escuela secundaria 71, de Quilmes, tras un proyecto de investigación que estudiantes de quinto año llevaron a cabo con la docente Leonor Romero en el marco del programa Jóvenes y Memoria.
“Este año encontramos la historia de un desaparecido que vivía cerca de la escuela y lo elegimos”, introdujo Romero. Wolfang Achtig era músico aficionado y bioquímico --trabajaba en la fábrica Ferrum-- y militaba en el PRT-ERP. Docente y estudiantes supieron que había llegado a una casa de Quilmes Oeste, ubicada en la calle San Mauro 1315, gracias al favor de un amigo que se la había prestado. De allí se lo llevaron el 16 de septiembre de 1977. El centro clandestino de detención Vesubio, ubicado en el sur del gran Buenos Aires, es el último destino que se le conoce.
En el marco del proyecto de investigación que Romero coordinó con sus estudiantes, entrevistaron al hijo del “Austríaco”, contactaron a vecinos y los dueños de la casa de donde se lo llevaron para consultar sobre la colocación de la baldosa. La casa estaba deshabitada, pero recibieron la aprobación. En la colocación, que sucedió el 6 de noviembre pasado, estuvieron presentes familiares, organismos de derechos humanos provinciales, el colectivo del sitio de memoria Pozo de Quilmes, la comunidad educativa, vecinos y el sobreviviente de Vesubio Ricardo Cabello, quien vio a Achtig por última vez.
Pero alguien la sacó y la dejó en Lanús, a unos 15 kilómetros del lugar en donde Achtig fue libre por última vez. Con los días, miembros de la comunidad supieron que el ataque respondió a un conflicto interno de la familia dueña de la casa. El 21 de diciembre, luego de que se contactara con Romero, Giacobbe regresó la baldosa a José Dabrowski, uno de los hijos del “Austríaco”, militante de Hijos en Lomas de Zamora, otra localidad del sur del Conurbano bonaerense. La había resguardado: “Más allá de que la intención sea armar otra baldosa nueva, capaz para los familiares era importante tener” la original, indicó.
Durante un tiempo, Giacobbe participó del colectivo de vecinos de San Cristóbal por la memoria, encargado de homenajear con baldosas a desaparecidos y desaparecidas de la zona. “Las colocaciones de las baldosas permitían marcar los pasos de los compañeros, visibilizar por donde transitaron, vivieron, militaron, estudiaron. Pero lo más importante para mí era el acto (de colocación) en donde se encontraban compañeros de militancia que estaban desconectados y se contaban historias, en donde familiares (de las víctimas) conocían a los compañeros de los desaparecidos y desaparecidas. Se restablecen los lazos que la dictadura vino a destruir”, consideró.
Tal como intuyó Giacobbe, la docente y los y las estudiantes construirán una nueva baldosa, que colocarán en la casa de al lado de donde vivió Achtig. Para la docente, la restitución del pequeño monumento fue “un hecho esperanzador”, así como enterarse de que el motivo por el cual fue vandalizado responde a una pelea familiar. “Sabemos que hay un sector muy pequeño de la sociedad que no quiere baldosas por la memoria de los desaparecidos, que prefiere tener de vecino a un genocida. Pero somos muchos más los que no, y les pibes son parte de eso”, sostuvo.

Ailín Bullentini

La agonia de Venecia



“No hay que tensar demasiado el arco”. Tomas Mann, Muerte en Venecia.

En el mundo entero están en marcha bruscas modificaciones climáticas que alteran el paisaje urbano y rural, con sus trágicas consecuencias sociales. Eso se evidencia con lo acontecido recientemente en la ciudad italiana de Venecia, que soportó unas inundaciones que no se vivían desde 1966. Aunque parezca ser un caso más, en apariencia aleatorio, de la inestabilidad climática que ha generado el capitalismo realmente existente, lo que sucede en Venecia es un anticipo de lo que se avecina, y ante lo cual siempre se opta por la disonancia cognitiva de mirar para otro lado, aunque ese otro lado esté cada vez más alterado climáticamente hablando.

Suben las aguas del Mediterráneo

Venecia es una ciudad italiana excepcional, porque en sus calles no circulan automóviles, dado que no tiene ni autopistas ni carreteras, sino canales de agua que comunican los diversos barrios y cuyos habitantes se desplazan en góndolas, unas pequeñas embarcaciones que son impulsadas por remos. Una buena parte de la villa está siempre inundada, puesto que algunos lugares se encuentran a 90 centímetros por encima del nivel del mar.
Es frecuente que las mareas suban en promedio hasta 105 centímetros, sin que eso implique que se inunden todas las calles y plazas de la ciudad. A esta marea se le conoce como acqua alta. Pero el 13 de noviembre se presentó un fuerte temporal, que elevó las aguas 187 centímetros. Aparte de la marea normal, se tornan más frecuentes los aumentos por encima de 140 centímetros, como resultado del trastorno climático que ha elevado la superficie de las aguas en 30 centímetros en los dos últimos siglos. El resultado fue catastrófico porque fueron inundados sitios de habitación, hoteles, la basílica de San Marcos y la plaza que la circunda y murieron dos personas.
En Venecia estamos viendo en vivo y en directo una de las consecuencias más funestas del trastorno climático, como lo es la elevación del nivel del mar, algo que se va a sentir con gran fuerza en el Mar Mediterráneo, cuya temperatura aumenta rápidamente. O dicho de una forma más directa: es un hecho irreversible el hundimiento de Venecia, que al final de este siglo ya estará cubierto por las aguas. Y mientras tanto, un 75% del territorio de Venecia se irá inundando hasta por periodos de ochos meses al año.
Pero los políticos conservadores de Italia y de Venecia no creen que exista algún cambio climático y se niegan a tomar medidas que lo atenúen a nivel local. Eso se ejemplifica con lo sucedido al Consejo Regional de Véneto, que es controlado por la Lega, una formación política de extrema derecha, que cuando subían las aguas en Venecia decidió rechazar cualquier medida para mitigar el cambio climático, y cuyas instalaciones se inundaron a las pocas horas de la votación negacionista.

La marea destructora del turismo de masas

En la actualidad Venecia es una pequeña ciudad donde viven 50 mil personas, una cuarta parte de los residentes en 1950. En un poco más de medio siglo Venencia ha visto perder el 75% de sus habitantes, extraño fenómeno demográfico que es resultado del turismo de masas que asola al lugar y a sus habitantes nativos. Este es un resultado directo del hecho desgraciado de que Venencia haya sido convertido por la Unesco en un patrimonio cultural de la humanidad, lo cual abrió la puerta literalmente a la llegada masiva de turistas, que como hormigas invaden la ciudad y obligan a partir a sus habitantes, asfixiados por el ruido, la contaminación y la suciedad que dejan a su paso los visitantes ocasionales.
No puede ser de otra manera en una Ciudad que recibe cada año (léase bien) entre 30 y 35 millones de turistas, algo así como al equivalente de 600 turistas por cada habitante local. Un 2% de esos turistas son traídos en grandes cruceros, lo cual tiene un efecto nefasto sobre los ecosistemas locales y han convertido a Venecia en el tercer puerto más contaminado de Europa, solo superado por Barcelona y Palma de Mallorca.
El turismo destruye ecosistemas y culturas y Venecia no es la excepción, puesto que se ha impuesto el modelo estadounidense de Disneylandia de convertir la ciudad en un parque temático, ocupado por grandes millonarios que ocasionalmente van una vez al año a pasar vacaciones durante una semana. Y eso viene acompañado de lo que arrastra el turismo de masas, estupidez incluida, como las horribles tiendas de ventas de recuerdos al turista, que comercian artículos Made in China y la reducción acelerada del espacio público, a costa de la imposición de los negocios privados del capital transnacional.
Es elemental que Venecia esté a punto de colapsar, porque difícilmente puede atenderse de manera permanente un flujo poblacional de millones de habitantes que desborda la capacidad de los servicios básicos de la ciudad, tales como la gestión de residuos, limpieza de las vías, transporte urbano, agua potable, consumo de energía, todo lo cual ni siquiera se alcanza a cubrir con las ganancias monetarias que deja el turismo.

Dos mareas de la muerte

Las dos mareas que están matando a Venecia, la del trastorno climático y la del turismo de masas, son las mismas que afectan y afectarán en el futuro inmediato a gran parte del planeta. Debe recordarse que el aumento del nivel del mar en diversos lugares ocasionará la desaparición de ciudades enteras, en todos los continentes en los próximos treinta años, afectando, por lo menos, a unos 300 millones de personas, entre ellas las ciudades estadounidenses de Boston, Miami y Nueva York.
Esas dos mareas no son producto de la naturaleza o de la fatalidad, son un resultado directo del capitalismo, con su lógica destructora que le rinde culto a la ganancia, al consumo, al despilfarro, a la conversión de todo lo que encuentra a su paso en algo desechable, como sucede con las ciudades, y Venecia es solo un ejemplo entre muchos a nivel mundial. En conclusión, Venecia es una muestra de lo que se viene para gran parte del mundo, con la particularidad de que es noticia de primera plana porque está ubicada en la “civilizada” Europa.

Renán Vega Cantor

2019, nada halagüeño para la economía mundial

Este 2019 deja varios saldos que no son muy halagüeños para el mundo en que vivimos, caracterizado por una administración en Estados Unidos que ha tratado de mantener su hegemonía mundial con agresivas extorsiones financieras, ataques y desestabilizaciones contra gobiernos progresistas y la utilización de amenazas de guerra con ese fin.

Guerra comercial EE.UU.-China

La guerra económica que desarrolla el magnate estadounidense Donald Trump, esta poniendo en peligro la recuperación económica mundial y la pérdida de miles de empleos a lo largo de todo el orbe. Durante 2019 se ha mantenido la tirantez económica entre Estados Unidos y China con una especial guerra de aranceles a los productos de ambos países que ha determinado también la pérdida en los intercambios comerciales mundiales. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC) el conflicto ha traído graves consecuencias para la economía mundial y para el crecimiento económico.

¿Crisis económica mundial?

Varios factores se han unido para que los analistas y medios de comunicación especializados insistan en que se avecina una crisis económica mundial a semejanza de la ocurrida en 2008. Entre las cuestiones más álgidas aparecen la disminución de la producción industrial mundial, la caída de la confianza de las empresas, algunos importantes países al borde de la recesión, el desmedido aumento de la deuda global, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, así como la incapacidad de los bancos centrales del orbe en tomar las medidas adecuadas para estabilizar la situación.

América Latina en declive

En América Latina la pobreza y la pobreza extrema alcanzaron a 191 millones y 25 millones de personas o sea, el 31 y 11,5 % de la población y según CEPAL se ha perdido un decenio pues son cifra parecidas a 2009. Este año solo crecerá 0,1 % y la CEPAL indica que la desigualdad es estructural, multidimensional e ineficiente lo que constituye obstáculos para el desarrollo. Grandes diferencias sociales con la imposición de sistemas neoliberales, impulsaron las demandas y manifestaciones de la población a lo largo del año.

Desaceleración en Europa

Europa se desacelera al entrar varios países en crecimiento casi cero y en total la zona euro lo hará 1,2 %. La salida de Gran Bretaña de la Unión, conocido como Brexit, creará problemas comerciales y económicos para ambas partes y debilitará en gran medida a la Unión Europea.

Fracaso de la COP 25

La cumbre contra el cambio climático (COP 25) realizada en Madrid concluyó en un completo fracaso al no poderse lograr un acuerdo mundial para reducir los gases de efecto invernadero debido a la intransigencia de los países desarrollados en contra de la mayoría de las naciones del planeta que sufren los grandes desastres. Las consecuencias a lo largo del 2019 han sido devastadoras con la ocurrencia de grandes desastres naturales como potentes huracanes, incendios forestales, violentos terremotos, mientras el presidente Donald Trump abandonó los acuerdos alcanzados en la anterior Cumbre climática de París bajo el pretexto de no dañar la economía de su país. Asimismo, la destrucción de la Amazonía (pulmón del planeta) por las ambiciones del presidente brasileño Jaír Bolsonaro y la desaparición de los glaciales en Groenlandia y la Antártica, auguran un inmenso desastre natural para la existencia del planeta.

Golpetazos al dólar

Países del orbe están apartándose de la utilización del dólar en sus transacciones comerciales para alejarse de las ataduras del billete verde. En ese camino se encuentran China, Rusia, Irán, India, Turquía y varias naciones del sudeste asiático. La adquisición de petróleo en yuanes, euros y otras monedas comienza a causar sus efectos. El próximo lanzamiento de un nuevo activo de reserva por parte del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), denominados derechos de giro asiáticos (equivaldrá a 2 dólares) se convertirá en una fuerte divisa. Se augura que desdolarizará el comercio en la región asiática al adquirir esos países petróleo a Rusia y a las naciones de la OPEP mediante esos giros.

Persiste bloqueo contra Cuba

El gobierno de los Estados Unidos arreció con más fuerza su bloqueo económico y financiero contra Cuba a pesar de volver a sufrir una gran derrota en la Asamblea General de Naciones Unidas al aprobarse por 187 votos a favor, tres en contra y dos abstenciones, la Resolución: Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos. La persecución contra barcos y compañías que transportan petróleo a Cuba, la eliminación de la llegada de cruceros turísticos a la Isla, así como la reducción de los vuelos de aeronaves desde Estados Unidos fueron algunas de las medidas adoptadas por la Administración de Donald Trump para tratar de ahogar al pueblo cubano.

El desastre de los inmigrantes

A lo largo del año continuó incrementándose el número de inmigrantes que huían de guerras, acciones de bandas armadas, pobreza y políticas neoliberales instrumentadas por varias naciones. Miles han perdido la vida al cruzar las temidas aguas del Mediterráneo para tratar de alcanzar desde África las costas europeas, o los que realizaron extensas caminatas para atravesar ríos, montañas y selvas para llegar desde Centroamérica hasta las fronteras de Estados Unidos en busca de un mejor estatus económico. El desastre humano que eso significa ha sido prácticamente ignorado por las antiguas metrópolis europeas y la administración estadounidense culpables del saqueo de esos países durante siglos.

La ASEAN marca la diferencia

Los países agrupados en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) resultaron los impulsores de la economía mundial y sobre todo regional pues sus 11 integrantes lograron crecer en promedio alrededor de 6 % de su PIB. Ya varios analistas auguran que para el 2050 la región se convertirá en la cuarta economía del planeta con cerca de 9,5 billones de dólares en conjunto.

África avanzó con dificultades

Con 38 países en la lista de los 50 menos desarrollados del mundo, debido fundamentalmente a largos siglos de colonialismo y de neocolonialismo, el continente africano obtuvo avances en el presente año con un crecimiento promedio de 4 % y un PIB de 2,8 billones de dólares. Casi todos sus países son ricos en recursos naturales pero se les hace difícil mejorar la vida de sus ciudadanos porque gran parte de las ganancias se las llevan las compañías transnacionales o se escapan por el síndrome de la corrupción. Pese a los inconvenientes, sus 55 países, integrados en la Unión Africana lograron trabajar por la integridad, el avance de sus afiliados, profundizar en la estabilidad y la paz en el continente.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

domingo, diciembre 29, 2019

Falleció el Héroe de la República de Cuba Harry Villegas, el «Pombo» de la guerrilla del Che en Bolivia



El general de brigada y Héroe de la República de Cuba, Harry Villegas Tamayo, conocido como «Pombo» en la guerrilla del Che Guevara, falleció este domingo 29 de diciembre de 2019 en La Habana, a los 79 años de edad.
Su fallecimiento se debió a una disfunción múltiple de órganos. Su cadáver fue cremado por voluntad de la familia. Mañana lunes 30 de diciembre se le rendirá homenaje póstumo al destacado combiente.
Harry Villegas nació en 1940 en una familia de campesinos pobres, en Yara, una localidad situada en las estribaciones de Sierra Maestra, entre Bayamo y Manzanillo. Su hermano Téogenes era un joven dirigente local del Partido Ortodoxo, activo opositor a la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958) y seguidor de Fidel Castro, referente de la Juventud Ortodoxa que dirigió el asalto al cuartel Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.
En 1954, con apenas 14 años, Harry Villegas comenzó a apoyar a los activistas del Partido Ortodoxo en sus acciones de oposición y sabotaje contra la dictadura. Cuando Fidel Castro fundó el Movimiento 26 de Julio el 12 de junio de 1955, Villegas, como muchos jóvenes ortodoxos, se incorporó e integró una célula clandestina que incluía, entre otros, a Leopoldo Cintra Frías («Polo»), Teté Puebla, Manuel Lastre Pacheco, quienes luego se destacarían en la Revolución cubana.
Al comienzo de 1958, Villegas y otros jóvenes decidieron subir a la Sierra Maestra para integrarse a la guerrilla del Movimiento 26 de Julio, pero fueron rechazados por el Che Guevara, quien les dijo que con las armas de bajo calibre con las que estaban no era posible enfrentar a los soldados, invitándolos a volver a bajar al llano, para quitarle las armas a algún soldado y volver. Villegas y sus compañeros buscaron armas de mayor calibre entre las familias conocidas. En esa segunda oportunidad sí fueron aceptados por Guevara, quien en ese momento se encontraba en La Plata.
En los primeros tiempos actuó como mensajero y ayudante y fue enviado a la Escuela de Reclutas de Minas del Frío. Durante la ofensiva del gobierno contra la guerrilla de Sierra Maestra, iniciada en mayo de 1958, Villagas fue enviado a combatir en la Columna 1, dirigida por Fidel Castro, y participó en los combates del Jigüe, Las Vegas, San Lorenzo, Meriño y Las Mercedes.
Cuando se formó la Columna 8 Ciro Redondo, al comando del Che Guevara, Villegas fue asignado a la misma y se convirtió rápidamente en uno de los hombres de confianza del Che, quien integró su escolta con Juan Alberto Castellanos, Hermes Peña, Carlos Coello («Tuma») y Harry Villegas («Pombo»).
En su condición de escolta, permaneció toda la campaña militar junto a Guevara. Participó en la Batalla de Santa Clara y otros combates y luego se estableció en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, La Habana, a partir de enero de 1959.
En 1961, se desempeñó como administrador de la empresa estatal Sanitarios Nacionales, designado por el Che Guevara en su condición de Ministro de Industria.
En 1963, el Che Guevara envió a varios de dos hombres de confianza (Hermes Peña y Juan Alberto Castellanos) a formar parte del grupo guerrillero que se instaló en el norte de la Argentina, al mando de Jorge Masetti bajo el nombre de Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP). Villegas recibió una clara explicación sobre su ausencia del grupo por parte del Che, quien le mencionó que no lo enviaba debido a su piel negra, que lo hubiera impedido pasar desapercibido en el norte argentino.
Sin embargo, la misma razón jugó un papel importante para que el Che Guevara lo convocara en 1965 a combatir en el grupo de guerrilleros cubanos que aquel encabezaba, en la República Democrática del Congo. Allí tomó el sobrenombre de «Pombo», con el que ha sido mundialmente conocido, que en idioma swahili significa «hoja».
Entre 1966 y 1967 «Pombo» participaría del foco guerrillero que el Che Guevara instaló en Bolivia, en la zona del río Ñancahuazú, y en donde este último moriría. El grupo guerrillero tomó el nombre de Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia con secciones de apoyo en Argentina, Chile y Perú. Los enfrentamientos armados comenzaron el 23 de marzo de 1967.
Villegas fue uno de los cinco hombres3​ (3 cubanos y dos bolivianos) que logró escapar del cerco militar que aniquiló al grupo guerrillero.
Luego de 1967 continuó sirviendo en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, participando como asesor militar en Angola y Nicaragua.
Nació en 1940, en Yara, provincia de Granma. A los diecisiete años ya combatía en el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. En la invasión al centro de la Isla integró la columna 8 Ciro Redondo y formó parte de la escolta personal del Che.
Recibió la condecoración Héroe de la República de Cuba. Fue General de Brigada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), miembro del Partido Comunista Cubano PCC, vicepresidente y secretario ejecutivo de la Dirección Nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana y estudioso del pensamiento militar de Ernesto Che Guevara.

Cubadebate

Julio Álvarez del Vayo en tres tiempos



Sobre las peripecias de Trotsky en España

Olvidado por el PSOE ligth, Álvarez del Vayo fue durante un destacado representante de la izquierda socialista para emerger como un proestalinista durante la guerra, y acabar sus días como la personalidad más notoria del exilio que apoyaba al FRAP. Representativo del primer tiempo fue su complicidad con el Octubre ruso y particularmente con Trotsky.
Obra menor el pasaje de León Trotsky por España, fue4 vertido en libro sobre todo gracias al empeño de su amigo y traductor Andreu Nin. Fue presentado como unas “peripecias” editadas con un apéndice de Julio Álvarez del Vayo y Olloqui (Villaviciosa de Odón, 9 de febrero de 1891 – Ginebra, 3 de mayo de 1975) fue un jurista, periodista, diplomático y político. Desde su toma de posición prosoviética durante la guerra de España, se convirtió en una de las figuras más controvertidas del PSOE en los años treinta, cuando su identificación con la política del PCE le llevó -como a otras figuras del PSOE, por ejemplo Margarita Nelken-, a “hacer la vista gorda” ante la campaña antipoumista, y a tapar el caso de José Robles. Hijo de un oficial, tuvo una educación europea, había destacado como periodista recorriendo los campos de batalla durante la I Guerra Mundial, y más tarde el escenario de la revolución alemana (donde conoció a Rosa Luxemburgo: «La conocí en un congreso (…) era muy bajita, y necesitaba un banquillo para subirse en él cuando tenía que hablar. Un día, sus adversarios políticos le escondieron el banquillo, y yo, muy caballeroso, se lo fui a buscar. Desde entonces nos hicimos muy amigos»), la revolución y la guerra civil rusa donde llega a conocer a Lenin y a Trotsky del que más tarde prologó la edición de Mis peripecias en España, una relación que con ocasión del proceso contra el POUM tuvo a bien evocar Louis Araquistáin.
Trabajó en La Nación, de Buenos Aires. En 1926 escribió, La nueva Rusia, libro en el que resume los viajes que efectuó a este país. Muy ligado a Largo Caballero, del Vayo gozó de una importante influencia sobre éste hasta el punto de que -se cuenta- por consejo suyo que Largo Caballero consintió la unificación entre las juventudes socialistas y comunistas que bajo el liderazgo de Santiago Carrillo serían fundamentales para el crecimiento del PCE. Fue uno de los principales animadores intelectuales de la izquierda caballerista. Había sido embajador español en México en 1931, y volvió, tal como se proponía, a ocupar un cargo oficial, el ministerio de Asuntos Exteriores cuando estalló la guerra. Al frente de este departamento fue atemperando sus posiciones más radicales, preocupado sobre por el acercamiento ruso-español.
Más tarde, como comisario general de la guerra, profundizó su influencia rusófila y estalinista, facilitando el avance de la hegemonía comunista en el ejército. Acusado de ser un instrumento comunista, perdió el poder con la caída de gobierno Caballero, para recuperarlo con Negrín, a la orden del cual Julio, intentó encontrar un mayor apoyo para la causa de la una República desrevolucionada. En este sentido, destacaron especialmente sus intervenciones para conseguir el apoyo de la Sociedad de Naciones. Cuando huía hacia Valencia desde Madrid con el gobierno, los anarquistas lo obligaron a volver a punta bayoneta al frente. Para éstos simbolizaba la política antirrevolucionaria dentro del bloque republicano.
Una vez en el exilio, Julio fue expulsado del PSOE «pero nunca –dirá- se consideró fuera de él»; años más tarde intento ser readmitido, pero Rodolfo Llopis le exigió el abandono de otras filiaciones, y del Vayo no aceptó. En 1964 los maoístas del PCE marxista-leninista lo convencieron para presidir el FRAP, cargo que mantuvo hasta su muerte. De manos de esta corriente política, del Vayo fue tratado como una «figura», y recibido con honores de jefe de Estado por los líderes comunistas oficiales chinos. Visitó China en cuatro ocasiones y fruto de estos viajes fueron dos libros promaoistas: China al alcance de todos, y China vencerá. Su legado político, con todas su contradicciones, lo plasmó en sus memorias, “Las batallas de la libertad” (1953), reeditado en francés por Masperó a finales de los años sesenta.

Notas para una semblanza de Trotski, para Mis peripecias en España, Editorial
España, Madrid 1929, páginas 211-224.

Aun arrancada a la polémica interna del comunismo ruso, y no obstante ser a través de ella, en algunos de sus momentos decisivos, cuando la personalidad de Trotski se nos revela más netamente, la figura del gran revolucionario tienta por todos los lados a un intento de semblanza. Seduce por su vitalidad extraordinaria. Por la complejidad de su espíritu, dentro del cual luchan el hombre histórico, entregado con ardor sin igual a la causa de la revolución, y el individuo fuerte que, al sentirse asistido de razón, lleva la lealtad a su pensamiento hasta el último extremo lógico. Sin que le detengan ni preocupaciones de orden personal ni los insistentes requerimientos a silenciar la crítica en interés de una unidad que, de poder sólo lograrse a costa de la verdad, a él le parece inadmisible y peligrosa. Por las sorpresas de que está llena su carrera –el literato sensible y refinado, convertido de pronto en el mejor ministro de la Guerra que Rusia ha tenido– el político realista que en la ocasión suprema sacrifica la realidad inmediata y se condena él mismo a un sacrificio generoso en aras de la trayectoria histórica; el organizador por excelencia de multitudes y ejércitos, que luego no consigue retener mucho tiempo en su derredor un núcleo compacto y articulado de partidarios.
Ya desde un punto de vista político, literario o simplemente humano, su silueta fascina lo mismo en la cumbre del poder que en el destierro. Tiene el atractivo singular que ofrece todo riesgo. Aquí el margen de error en la caracterización, el riesgo de equivocarse al tratar de definir a un hombre de su talla, aparece aumentado por las propias dificultades inherentes a cualquier apreciación rotunda del problema ruso. Consignar dichas dificultades ha venido a ser una fórmula obligada común a cuantos escriben sobre Rusia. Generalmente se comienza haciéndolas constar, para olvidarse de lo dicho tan pronto como el prurito vanidoso del comentarista mata en él el primer impulso honesto a reducir sus impresiones a sus justos límites. Sólo la persistencia en el estudio del fenómeno ruso es susceptible de imponer la norma deseable de seriedad. Ahora bien; cabe entretanto, en un momento dado, brindar al lector ávido de conocer cuanto se relaciona con el país de los Soviets los datos a mano con el máximum de claridad posible, enlazados y situados de tal forma en el desarrollo general del proceso, que le ayuden a librarse un poco de la sensación caótica en que, intencionada o inconscientemente, le han expuesto a hacer caer informaciones tendenciosas o banales. Estimo que en el caso de Trotski los antecedentes personales reseñados a continuación pueden servir a ese propósito.
Uno de sus primeros actos de rebeldía, en la escuela de Odesa. El conspirador genial de después se anuncia ya en términos inequívocos. Dirige la pequeña revuelta de estudiantes con destreza inverosímil para su edad. Puesto que hay que escribir una carta de protesta a las autoridades académicas superiores, conviene redactarla de modo que envuelva a todos los escolares en la culpa, medio seguro de rendirla inefectiva, ya que una expulsión en masa supondría la clausura del local y la ruina del negocio. Cada letra será trazada de mano distinta para desesperación y desconcierto de los profesores calígrafos. No obstante, si no la huella concreta, es fácil descubrir al espíritu rector. Únicamente a aquel chiquillo de ojos vivaces, orgullo y terror a la vez de sus maestros, puede ocurrírsele golpe semejante. Los demás le disculpan bajo el influjo de la gracia. Pero el profesor de Historia, acaso agudizado el instinto por las dotes naturales de previsión que lleva consigo la asignatura, no deja de observar, contrariado:
—Este demonio de muchacho dará que hacer algún día.
(También el padre de Kerenski, en cuya escuela estudió Lenin, se quedó un cuarto de hora bien claro mirando fijamente al que un día iba a desalojar del Poder a su hijo.)
A Trotski se le destinaba para ingeniero. Pero él era de los llamados a trazarse por sí mismo su destino. Entre las veleidades de su adolescencia, dos inquietudes le dominan: la preocupación literaria, que no ha de abandonarle nunca, y el sentimiento de solidaridad con los oprimidos por el régimen zarista.
No es el último un sentimiento desmayado, sino dinámico en grado sumo. Tradúcese en acción al contacto con el primer par de camaradas propicios. Al principio, simples reuniones de estudiantes; luego, cada vez más cerca ya del pueblo, hasta llegar muy rápidamente al terreno en el cual la organización revolucionaria exigía, bajo las circunstancias de la Rusia de entonces, excepcionales cualidades de líder.
Max Eastman nos le evoca –en su reciente interesante obra La juventud de Trotski– en un rincón del Café de Rusia, de Nicolaiev, rodeado de iniciados, obreros la mayoría de ellos de las fábricas de la ciudad, hombres ya maduros sobre los cuales aquel muchacho de diecisiete años influía con la autoridad de su decisión y su talento. En pocos meses la organización secreta de Nicolaiev contaba con más de doscientos afiliados.
La carrera de ingeniero ha pasado a ser un ensueño paterno. Trotski no vive ya más que para la revolución. De día, estrechando los nudos de la red de células ilegales. De noche, inclinado sobre las cuartillas hasta el amanecer, como director y casi redactor único del periódico de combate Nuestra Causa.
Tras dos años de febril actividad organizadora, una nueva pausa para el estudio: el período de su encarcelamiento en la prisión de Odesa. Como los libros de fondo y de historia política y social que a él le interesan escasean, dedica buena parte de su tiempo al aprendizaje de lenguas extranjeras.
“Tenía –cuenta él mismo– el Nuevo Testamento en cinco idiomas: en ruso, alemán, inglés, francés e italiano. De ese modo aprendí el italiano. Por lo que toca al Nuevo Testamento, llegué a conocerlo admirablemente y podía recitar de memoria capítulos enteros.”
El aislamiento relativo dentro de la cárcel de Odesa le sirve para revisar sus ideas sobre el marxismo. Temperamentalmente opuesto a aceptar un sistema que contrariaba su recia individualidad –estado de ánimo juvenil que en los últimos años le ha sido echado más de una vez en cara por sus adversarios como prueba de una supuesta inclinación al caudillaje–, apenas su sentido analítico le descubre la firmeza de la concepción marxista, se entrega a ella sin reservas.
“Es en la prisión de Odesa donde comienzo a pisar firme terreno científico. Los hechos comienzan a encadenarse en un sistema. La idea del determinismo y de la evolución condicionada por el carácter del mundo material se apoderan de mí completamente.”
De Odesa a Siberia. Son también las páginas de Max Eastman las que nos ayudan a imaginárnoslo camino del destierro, unido en matrimonio y en sentencia a Alejandra Lvona Skolovski –su primera mujer, con quien años más tarde disputa vehementemente sobre el marxismo–, a través de paisajes de verano, interrumpidos por sus reclusiones temporales en las cárceles de Irkoust y Alejandrovsk.
1902. Congreso de Londres. Trotski es, a pesar de su juventud, una de las figuras principales del Congreso. Rapidez extraordinaria de concepción, realzada por su talento polémico y sus condiciones oratorias. Palabra cortante, directa, llena de convicción y de fuego. Anticipación del tribuno que iba a enardecer más tarde, en jornadas inolvidables, a las masas triunfantes de la revolución de octubre.
Al producirse la escisión dentro del socialismo ruso, cuando Lenin exige del partido que acentúe su carácter de lucha, excluyendo de sus filas a los meros simpatizantes románticos, a los idealistas pasivos, y se quede sólo con los núcleos militantes de choque, Trotski trata primero de evitarla, aboga por la unidad y termina poniéndose del lado de quienes querían oponerse a la ruptura.
1905. Año decisivo. Paso violento de un vago liberalismo, que culmina en la campaña constitucionalista de los zemstvos, al primer levantamiento en masa del pueblo ruso. Año de huelgas políticas en que el proletariado se sabe colocar en primer plano y arrastra tras de sí a los sectores más clarividentes de la intelectualidad radical y a las juventudes universitarias. Generosidad en los fines, más allá de las simples reivindicaciones sindicales. Perspicacia en la dirección del movimiento. Y al frente de él el Soviet de diputados obreros de Petersburgo, dónde Trotski despliega toda su energía de organizador formidable.
La víspera misma del estallido registra un decaimiento general y un escepticismo sin límites. “Es inútil perderse en ilusiones. La verdad es que en Rusia no se ve todavía por ninguna parte el pueblo revolucionario” –escribía el autorizado sociólogo Peter Struve en su diario Emancipación (publicado en el extranjero), el 7 de enero, y apenas los ejemplares de dicho número recibían las etiquetas de direcciones clandestinas y alcanzaban el correo, tan segura diagnosis era desmentida en las calles de Petersburgo por los núcleos de obreros y estudiantes que hacían frente a los cosacos.
Al asesinato policíaco se responde con la huelga. Propágase ésta con celeridad increíble, entre el asombro de todos. No sólo Struve, la mayoría de los intelectuales liberales, se preguntan de dónde ha resurgido aquel pueblo a quien se daba definitivamente por entregado al zarismo y con el cual hacía ya tiempo que no se contaba. En pocos días la huelga abarca más de un centenar de poblaciones, varias minas del Donetz y diez Compañías de caminos de hierro. Sacude de su letargia a las masas proletarias. Las enseña a ir a la lucha por sí mismas, incluso allí donde la organización casi puede decirse que no existía. Prueba para siempre cómo en movimientos de esta índole el sentido revolucionario que quepa y se sepa infiltrar a las masas es lo que decide, y no las previsiones ordenancistas y burocráticas del Secretariado.
Para algunos, aun de los cercanos a la ideología obrera, la finalidad de aquel levantamiento popular, desarticulado en el fondo, sin directivas claras, en muchos sitios sin acertar siquiera a formular un programa mínimo de demandas, se les escapaba. El lenguaje de Trotski, en cambio, era seguro. Dos semanas de comenzada la huelga escribía:
“Después del 9 de enero, la revolución no conocerá ni alto ni descanso. Ha salido a la superficie, a la luz del día, y se apresta a hacer un franco llamamiento a sus compañías, a sus regimientos, a sus cuerpos de ejército, para que se coloquen en línea de batalla. La fuerza principal de esta tropa la constituye el proletariado. El es el que va a la vanguardia, y de ahí que haya roto ya las hostilidades con la huelga.
“Una tras otra, las fábricas, las profesiones, los oficios abandonarán el trabajo. Como iniciadores del movimiento, los ferroviarios; los caminos de hierro, cual ruta de esta epidemia. Se formulan demandas económicas, llamadas a ser satisfechas en todo o en parte. Pero ni el origen de la huelga ni su término está absolutamente relacionado con las reivindicaciones presentadas. La huelga no comienza porque la lucha económica determine la formulación de estas demandas, sino que se las ha escogido porque se tiene necesidad de la huelga, por sus probabilidades de decidir a más núcleos obreros a ir al paro. Lo que necesitamos es saber con qué fuerzas contamos para la revolución. Los huelguistas, y aquellos que con ellos simpatizan, y los que los temen, y los que los odian, todos comprenderán que la huelga no actúa por sí misma, en persecución de un par de mejoras determinadas, sino que expresa la voluntad de la revolución, que la ha elegido como arma.”
Fiel a esta manera de concebir la lucha, Trotski prosigue su propaganda en pro de la huelga política, que en octubre del mismo año adquiere, bajo la dirección del Soviet de Petersburgo, su máxima tensión revolucionaria.
Doce años después, la revolución de octubre de 1905 veía sus esfuerzos y sacrificios coronados por la victoria.
La participación de Trotski en la revolución de 1917, su obra magna como creador del ejército rojo, son hechos más conocidos y que pertenecen a la historia reciente.
A través de vicisitudes adversas –a raíz de la paz de Brest-Litovsk, contra la cual se había pronunciado Trotski; luego, en el verano de 1919, al amenazar la caballería de Mamontov a Moscou desde Oriel; más tarde, durante la guerra con Polonia, cuyos peligros de que se extendiera a destiempo, parece que fue Trotski el primero en percibir–, su fama de organizador, de trabajador incansable, que penetra, dominándolos, en los problemas más diversos de la política interior y exterior, sin tener que renunciar por ello a escribir sobre literatura, a sostener una polémica con Kautsky, a dictar por teléfono a su secretario en Moscou, desde su tienda de campaña, docenas de artículos y proclamas, aumenta de día en día, hasta que, después de la muerte de Lenin, surge violenta la polémica interna del partido.
En el destierro, durante el tiempo que estuvo confinado en Alma Ata, a cinco jornadas de caravana de la estación de ferrocarril más próxima, y ahora en Constantinopla, él continúa dando muestras de su energía indomable, puesta al servicio de la idea de la revolución permanente, y convencido de la imposibilidad de instaurar el socialismo en un solo país, sobre todo si, además, está económicamente retrasado: los dos conceptos fundamentales del «trotskismo».

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Piratas insumisos con la bandera negra



La tradición del cine sobre las aventuras de la puratería (piratas, corsarios, bucaneros,…), asumió el planteamiento subversivo impuesto por lord byron con el El Corsario… El mismo que asumió nuestro Espronceda.
Ninguna película sobre la piratería ha alcanzado tanta popularidad como El capitán Blood, el más “libertario” de todos los piratas. Como podremos ver, en cada nueva tentativa de producir una película sobres piratas, se habla de ella. Son diversos los factores que contribuyen al mito. En primer lugar, se trata de una obra casi redonda, todo un modelo de melodrama aventurero. El principal mérito corresponde a Mihály Kertész, americanizado (aunque hablaba el inglés fatal, suya era la frase “Traigan los caballos vacíos” que dio el título a las memorias de David Niven) como Michael Curtiz, cuya ya larga trayectoria conocerá un nuevo comienzo en Hollywood, sobre todo a partir de esta película. Él fue el auténtico director de orquesta de un excepcional equipo. Curtiz, un cineasta “dotado de una alta creatividad visual y de gran sentido del ritmo, así como de un estilo tendente al expresionismo (que), se inserto en los cánones de la compañía” (Coma, 1994, 60), la Warner, la productora más reformista y popular de Hollywood.
Aunque el apartado de producción corresponde a Harry Joe Brown y a Gordon Hollingshead, el “alma mater” del proyecto fue el productor Hal B. Wallis, un verdadero coautor según los historiadores. Hal era un personaje inquieto, estaba muy preocupado por acercar las historias a los públicos más populares; así, por ejemplo, riñe con Curtiz por considerar que Flynn iba demasiado elegante para ser un pirata. Una muestra de esta inquietud la tenemos en el hecho de que estuvo detrás de la famosa serie de retratos filmados por William Dieterle, como La tragedia de Louis Pasteur, La vida de Emile Zola y Juárez, que señalan el cenit del radicalismo “liberal” y social del Hollywood clásico. Dieterle sería también el único cineasta que produjo una película abiertamente republicana durante la guerra civil española.
El talento del equipo se demuestra tanto por la calidad del producto como por el hecho de, tratándose de una producción mediana, conseguir que parezca una superproducción. En Captain Blood confluyen elementos tan diversos como la revelación de Errol Flynn, que había sustituido a Robert Donat al encontrarse éste enfermo, el primer papel de heroína para Olivia de Havilland y la consagración como secundario de primera de Basil Rathbone. Se crea una “marca” en la que se incluirá, entre otras, Robin de los Bosques (1938) y El halcón de los mares, amén de otras no menos vibrantes, como La carga de la brigada ligera (1936), pero mucho más reaccionarias. Se trata, pues, de un equipo que crea grandes productos con una línea de ambigüedad tal que permite lecturas diferente signos, tanto libertarias como otras más conservadoras. Desde luego, desde la platea fue rotundamente libertaria, como lo fueron los marineros que hacían de extras, que, para escándalo de Hal Wallis, levantaban los puños en las manifestaciones de júbilo de las victorias.
En esto tuvo mucho que ver el guionista Casey Robinson (King’s Row, Mientras Nueva York duerme...), que en unas declaraciones muy citadas afirmó que la cinta estaba “basada en un personaje histórico: el pirata Henry Morgan. Naturalmente, en aquellos tiempos la piratería era una actividad legal y patriótica que formaba parte de la guerra entre Inglaterra y España. Henry Morgan, que hizo toda clase de cosas —saqueó Maracaibo, se apoderó de Panamá- que no están en la película, fue nombrado gobernador de Jamaica como recompensa por su patriotismo. Esto es historia. Hasta dónde puedo saber, respetamos los datos históricos (…) Una de las cosas más importantes que hicimos en la versión protagonizada por Flynn fue dotar a la historia de una mayor dosis de humanidad. Adoptamos, no un enfoque más moderno, aunque en parte sea cierto, sino una táctica que consistió en profundizar en el personaje de un joven que trabajaba como médico en Inglaterra, que fue acusado injustamente de conspirar contra el trono, y que acabó siendo prácticamente un esclavo con plena conciencia de la injusticia que se le hacía. Esto nos lleva directamente al tema de la explotación del hombre por el hombre, ya que el protagonista no está solo, sino en compañía de muchos otros que también son transportados a las Indias… Este tema, ausente por completo de la novela de Sabatini, fue, en mi opinión, una contribución importante al éxito de la película. Humanizamos a todos los personajes. Sabatini describe a los personajes históricos de tal forma que, de haber sido trasladados fielmente a la pantalla, habrían parecido figuras de cartón piedra, títeres vestidos de época (…) También humanizamos a su padre y le hicimos bastante divertido (…) Recuerdo que incluí dos matasanos en la película, que, por supuesto, no estaban en la novela, y gracias a ellos conseguí escenas muy graciosas. En otras palabras, creamos entretenimiento (…) En conjunto fue una experiencia maravillosa porque, además de la frescura con que se abordaba el tema, estaba la frescura de la joven y hermosa pareja protagonista” (Latorre, 1995; 115-116).
Otras aportaciones de primera provinieron de otros exiliados europeos, como el músico Erich Wolfgang Korngold, que era un judío austrohúngaro que había llegado huyendo del fascismo a los Estados Unidos en 1934, que tuvo en esta película su primera acreditación, y que desarrolló “complejas y muy estructuradas partituras, a modo de sinfonías con profusión e interconexión de temas, para obras de aventuras” de la Warner (Coma, 1994, 113). También fue quizás el trabajo más reconocido del escenógrafo Anton Grot, nacido en Polonia y emigrado en 1884. Grot estudió escenografía y comenzó su dilatada carrera en el cine en la ignota Pirata Gold en 1920, trabajó para Douglas Fairbanks y ya se hizo notar en Robin de los Boques (1922). Contratado por la Warner, para la que hizo de entrada la célebre escenografía de Sueños de una noche de verano, la aportación más valorada de Grot fue la de Captain Blood, cuya “escenografía oscilaba entre abstracciones manifiestas y riquezas de pormenores, a la vez que recurría a elementos muy simples pero con elevado poder ambiental Su labor comportaba considerables economías y la necesidad de eventuales iluminaciones con gran rol de las sombras, por lo que surgió connaturalmente un tratamiento expresionista en buen número de secuencias” (Coma; 43).
La trama nos lleva directamente a la lucha contra la tiranía, una verdadera moda fílmica en los inquietos años treinta de Hollywood. Ésta obliga a Blood y sus amigos a rebelarse y dedicarse a lo único que les era posible: la piratería. Esto ocurre entre dos fechas históricas: 1865 y 1690. El mayor “villano” es un monarca que no aparece. Se trataba del Estuardo, Jacobo II (1653-1701), el último rey católico de Inglaterra, quien al parecer fue muy bien recibido en un principio (también lo fue Nerón). Su mayor gloria fue la conquista de Nueva Ámsterdam, cuyo nombre pasó a ser Nueva York en referencia al título de Duque de York que poseía. Sin embargo, una vez instalado en el trono, favoreció descaradamente a los católicos, y se mostró despiadado en la represión de la oposición; se negó además a convocar el Parlamento, de manera que acabó provocando en 1690 la segunda fase de la revolución inglesa, la llamada “La Gloriosa”. Ésta fue una singular revolución hasta cierto punto consensuada, que restablece la libertad religiosa y acaba con los privilegios de la Iglesia católica, y consagra los inicios de la monarquía parlamentaria con la Declaración de Derechos. La historia transcurre bajo la tiranía de Jacobo II y acaba con la segunda revolución inglesa, un final feliz que convertirá al pirata en gobernador. La revolución es dura y fuerte en sus comienzos, pero al final se queda a medio camino. No olvidemos que no es otra cosa lo que sucederá en Robin de los Bosques, ni tampoco que el mismo equipo se encontraría en Camino de Santa Fe (Santa Fe Trial, USA, 1941), un alegato sudista contra el “radicalismo” antiesclavista representado por John Brown (encarnado por un “villano” tan conocido como Raymond Massey), que –dice el personaje de Flynn- quiere por las malas lo que los del Sur quieren gradualmente, o sea, “a su manera”. Mala y de contenido esclavista “moderado”, y para colmo, sale Ronald Reagan.
Pero, al margen de tales o cuales matizaciones, Captain Blood (que se estrenó el día de Navidad de 1935) ofreció desde el primer día una lectura romántica (el barco pirata se llama “Arabella”, como la mujer que le compra un tanto por lastima y otro tanto porque comienza a enamorarse, y por la que llevará a cabo sus hazañas, la misma que será, finalmente, la culminación de sus logros). Pero el amor y la libertad son una misma cosa, y la libertad pasa por la lealtad a los derechos más humanos (a la exigencia elemental de atender a una persona herida), que es lo que convierte ipso facto a Peter Blood en un rebelde; lo contrario que sucede con los soldados que lo detienen y cuyo oficio es de orden natural inverso: tratan de hacer el mayor daño posible al “enemigo”, que deja de ser una persona. Los representantes de la corona inglesa en el film están enfermos, detalle que no puede ser más sustancioso: el juez que condena a Blood y al grupo de rebeldes padece una enfermedad pulmonar; el gobernador de Port Royal sufre de gota y tiene que caminar ayudándose de dos bastones. El doctor Blood se dedica a luchar contra un poder enfermo e injusto, al que desprecia públicamente en una frase memorable dedicada al hombre que le ha juzgado: “¿Cómo debe ser el que se sienta en el trono para permitir que un hombre como vos imparta justicia?”.
Al decir de Ramón Freixas y Joan Bassa, El capitan Blood fue una producción “para todos los públicos” cuyo contenido deja muy claro desde el principio quiénes son los buenos y quiénes los malos, unos abajo, otros arriba. Ni que decir tiene que conoció un enorme éxito en el pueblo antifascista español. Es su acción como médico (paradigma del bien social, está para curar a un herido sea quien sea) lo que le define frente a soldados que actúan arbitrariamente (el paradigma militar es inverso, se trata de hacer el mayor daño posible “al enemigo”), a la vez que rechaza una justicia enferma, y, por lo mismo, un reinado. Para ser libre, Blood tiene que rechazar el orden existente. La trama, pues, establece una intensa dialéctica entre libertad y rebeldía. Sobre ella se ha llegado a decir que ofrece “una firme requisitoria contra la injusticia y la barbarie, la explotación del hombre por el hombre, de un claro –también ingenuo- sustrato antitotalitario en clave populista, ajustado en la figura de Peter Blood, líder carismático, rebelde, que gobierna con consenso (más o menos) y acata acuerdos, que repudia la injusticia o la intolerancia e invoca la sublevación…” (2008; 70).
José Mª Latorre por su parte, abunda también en el mismo sentido: “El film está enteramente construido sobre el motivo argumental del repudio de la injusticia: la lucha contra la explotación del hombre, contra la degradante esclavitud. Si lo primero que aparece es la proclama instando a combatir al tirano Estuardo, lo que sigue es una continua invocación a la rebeldía: Blood se enfrenta verbalmente con el oficial que le arresta en el nombre de la corona y más tarde hace lo mismo con el juez que le condena; una vez llegado a Port Royal, Blood se rebela también contra el hecho de ser vendido como esclavo, burlándose del que pretende ser su comprador, el coronel Bishop (Lionel Atwill), pero se molesta y reacciona altivamente cuando Arabella, para ayudarle, lo compra antes de que sea comprado por el dueño de otra plantación con fama de cruel; así, del mismo modo, la reacción de Arabella…”(1995;116).
El film igualmente señala el apogeo de la versión romántica, byroniana y subversiva del pirata (imaginario, por supuesto). También se puede decir que resulta una cierta ilustración de una realidad democrática sobre la que Peter Linebaugh y Marcus Rediker han escrito: «El barco pirata de principios del siglo XVIII fue un ‘mundo vuelto del revés’, debido al convenio que establecía las normas y costumbres del orden social de los piratas: una hidrarquía desde abajo. Los piratas administraban justicia, elegían a sus oficiales, repartían el botín a partes iguales y establecieron una disciplina diferente. Limitaron la autoridad del capitán, se resistieron a aceptar muchas de las prácticas de la marina mercante capitalista y mantuvieron un orden social multicultural, multirracial y multinacional. Intentaban demostrar que los barcos no tenían que ser gobernados del modo brutal y opresivo que reinaba en los buques de la flota mercante y de la armada real (…) El barco pirata era democrático en una época no democrática. Los piratas reconocían a su capitán una autoridad incuestionable en la caza de navíos y en la batalla, pero en los demás casos insistían en que estuviera sometido al ‘gobierno de la mayoría’. Como señalaba un observador, ‘le permitían ser capitán a condición de que ellos pudieran ser capitanes por encima de él’. No le concedían la cantidad extra de comida, ni el rancho exclusivo, ni el alojamiento especial que reclamaban habitualmente los capitanes de la marina mercante o de la flota de guerra. Aún más, si la mayoría lo decidía, podía quitarle el puesto, y así se destituía a los capitanes por cobardía, por crueldad, por negarse ‘a capturar y saquear navíos ingleses’ o por ser ‘demasiado aristocráticos’”.
Otro buen ejemplo lo podemos encontrar en un documental del inquieto Michel Viotte titulado Los ángeles negros de la Utopía, que distingue en los “Hermanos de la Costa”, un sector de la piratería actitudes de “lobos solitarios, idealistas altivos”, a los que se les calificaba de “rebeldes contra la tiranía”, y “ángeles negros que soñaban con un mundo nuevo”, mito muy arraigado en el siglo XIX y sobre el que existen diversos estudios de especialistas como Christopher Hill que vinculan este fenómeno con el destino errante de los “niveladores” de la revolución inglesa, tan notablemente representados por Wistanley, considerado como un pionero del anarquismo, criterio que aparece subrayado en la magnífica película homónima…Se ha dicho muchas veces que algunos piratas fueron en no poca medida los anarquistas de los mares. No en vano hay una coincidencia en la bandera negra, la de la negación, expresión emblemática donde las haya del espíritu de revuelta. Hoy se sabe que su historia inicial existía un sustrato subversivo, posiblemente alimentado por levas de rebeldes y revolucionarios frustrados como lo fueron los que derrocaron a Carlos II e impusieron la República puritana de Oliver Cromwell…
Pero al margen de la verdad histórica, lo cierto es que, primero la literatura y luego el cine, le dieron un sentido romántico y liberador que quedaría expresado en no pocas películas, entre las que creo resulta sumamente representativa El temible burlón (The Crissom Pirate, USA, 1952), inicialmente escrita por el mismo guionista, el comunista Walt Salt, que empero fue eliminado de los títulos de crédito cuando fue denunciado por su antiguo camarada Budd Schulberg (guionista de La ley del silencio), y fue rescrita por el propio Burt Lancaster, ya convertido en una “estrella” intocable, y que volverá a trabajar con su compañero de circo Nick Cravat (mudo nuevamente por problemas de voz). Ahora la trama tiene como pivote el pirata Vallo (Lancaster), un sinvergüenza que en un principio solo busca el beneficio, pero que acaba liderando una revolución que derroca a los poderosos y corruptos. Nuevamente se trata de una revolución contada en un tono festivo y satírico y en la que tanto las clases dominantes como las normas sociales más tradicionales y sus representantes resulten ente vapuleados ante el regocijo de la platea.
Sería injusto no mencionar en estas notas una joya titulada Viento en las velas (A high wind in Jamaica, GB, 1965), la adaptación que el Alexandre Mackendrick realizó de la extraordinaria novela de Richard Hugues, un inquietante joya del cine “de aventuras” en la los piratas resultan ser unos pobres diablos al lado de los niños burgueses que habían raptado.

Pepe Gutiérrez-Álvarez