Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
lunes, febrero 28, 2011
La segunda oleada de la revolución en Túnez
¡Abajo con Gannouchi - Todo el poder para el pueblo revolucionario!
Cientos de miles de personas marcharon hoy por las calles de las principales ciudades y pueblos de Túnez contra el Gobierno de Gannouchi y exigiendo una Asamblea Constituyente. Según la juventud revolucionaria que ha tomado la iniciativa de estas manifestaciones, en la capital de Túnez marcharon 250.000, y otros 100.000 en otras ciudades (ver video de la manifestación en Sfax). Una fuente policial en Túnez dijo que la cifra de manifestantes en la capital era de "más de 100.000". La Media Luna Roja dijo que se trataba de "la manifestación más grande desde la caída de Ben Ali".
Los manifestantes marcharon por la avenida Bourghiba y la explanada de la Kasbah, frente a las oficinas del primer ministro. De hecho, Gannouchi ha tenido que pasar al palacio presidencial de Cartago, perseguido por las constantes manifestaciones de la juventud revolucionaria, los trabajadores, los desempleados, etc. Una enorme bandera presidió la manifestación: "Sentada hasta la disolución del Gobierno". Las principales consignas gritadas por las masas eran "Gannouchi, dégage" (Gannouchi, lárgate), "RCD dégage", "Basta de farsas", "¡Qué vergüenza de Gobierno!". Revelando el carácter internacionalista del movimiento también había gritos de "Thawra Túnez, Thawra Masr, Thawra Thawra hatta'l Nasr" ("revolución en Túnez, revolución en Egipto, revolución hasta la victoria") y en apoyo de la revolución libia contra Gadafi.
Este es un resurgimiento extraordinario del movimiento que muestra que la gran expansión revolucionaria que derrocó al odiado Ben Ali el 14 de enero no se ha disipado. Inmediatamente después de que el pueblo revolucionario había logrado la primera victoria, que costó la vida de muchos mártires, la clase dominante y los políticos del viejo régimen comenzaron a conspirar detrás de las escenas con el fin de asegurarse de que, aunque el dictador se había ido, el régimen permaneciera intacto.
En realidad, el problema al que la clase dominante en Túnez se enfrentó –y todavía se enfrenta– es que Ben Ali no era solo un dictador, sino que su clan familiar dominó completamente todos los aspectos de la vida y particularmente gran parte de la economía. Una limpieza democrática a fondo del viejo régimen representa una amenaza para el conjunto del sistema capitalista.
En primer lugar, crearon un "nuevo" Gobierno de unidad nacional donde todos los ministros claves fueron ministros de Ben Ali, añadiendo unos cuantos partidos de la oposición oficial de "izquierda", un blogero y unos cuantos personajes sindicalistas para darle algo de legitimidad. Las masas, mostrando un fuerte instinto revolucionario, no cayeron en la trampa. En 24 horas, la presión desde abajo obligó al sindicato UGTT a retirarse de esta farsa de Gobierno. Una serie de huelgas generales regionales masivas obligaron a Gannouchi a retirar a la mayoría de los ministros de RCD del Gobierno el 27 de enero y luego anunciar la disolución de la propia RCD.
La burocracia de la UGTT después de esto aceptó este Gobierno, pero las masas, una vez más, se negaron. Gannouchi seguía siendo el primer ministro, pero era un destacado representante del viejo régimen. Para colmo de males, el Gobierno nombró nuevos gobernadores regionales con el fin de arrebatar el poder a los diferentes comités revolucionarios que habían surgido durante la revolución y que en la práctica había tomado el poder en las regiones. De estos "nuevos" 24 gobernadores, ¡19 tenían vínculos con el antiguo régimen! Manifestaciones masivas en su contra los obligaron a huir bajo la protección del ejército.
Estas movilizaciones fueron combinadas con una ola de huelgas, paros salvajes, la eliminación física de los gerentes y directores vinculados a Ben Ali en empresas estatales y ministerios, etc. La eliminación de Ben Ali abrió la tapadera de toda la frustración reprimida que se había acumulado durante décadas. La burocracia de la UGTT fue incapaz de detener esta ola de huelgas, pese a los repetidos llamamientos públicos de su secretario general Abdessalem Jerad, que había sido un partidario leal de Ben Alí hasta el final. Fue tan lejos que incluso llegó a decir que los que convocaban las huelgas eran "agentes de la RCD, con la intención de causar el caos" y amenazó con tomar medidas contra las federaciones sindicales que no siguieran las instrucciones de volver al trabajo.
La revolución tunecina comenzó con una combinación de las consignas democráticas, sociales y económicas. La juventud revolucionaria que provocó el movimiento estaba luchando por puestos de trabajo, pan, contra la represión y por dignidad. La eliminación de Ben Ali fue la primera victoria del movimiento, pero ahora quieren soluciones a sus reivindicaciones. Conversaciones vacías sobre una nueva Constitución redactada por un grupo de expertos, la reconstrucción del país todos juntos y los llamados "comités para la protección de la revolución" no les dará puestos de trabajo o pan. Lo que se vuelve especialmente molesto es que todos los símbolos del antiguo régimen siguen vigentes, empezando por el presidente Gannouchi, que el 20 de febrero declaró que todas las manifestaciones serían prohibidas.
El 20 de febrero hubo una manifestación masiva de decenas de miles que marcharon de nuevo a la Kasbah, donde un gran número de jóvenes decidió organizar un nuevo plantón (vídeo). Sus reivindicaciones son claras: una drástica ruptura con el antiguo régimen, la destitución del Gobierno de Gannouchi y una Asamblea Constituyente elegida por el pueblo para decidir el futuro del país.
Con el fin de tratar de desviar, una vez más, la atención de las masas, los líderes corruptos de la UGTT, junto con los partidos legales de "izquierda" y las asociaciones de la "sociedad civil" estaban metiendo presión para la formación de un "Consejo para la protección de los Revolución". A pesar de su nombre tan grandilocuente, el cual fue diseñado para intentar engañar a las masas, el objetivo de dicho comité era claro: "dar legitimidad al nuevo Gobierno", según Khalil Zaouia, líder del Foro Democrático para el Trabajo y las Libertades (FDTL –oposición legal bajo Ben Ali–). La pregunta que surge es, ¿Quién va a componer dicho comité y quién va a elegir a sus miembros?
La idea de los dirigentes de la UGTT y del FDTL era la de ejercer algún tipo de supervisión sobre el Gobierno Gannouchi a fin de que las masas creyeran que sus intereses estaban siendo protegidos. Increíblemente, los dirigentes del Frente 14 de enero aceptaron esta idea (a pesar de que incluía a algunas organizaciones que aceptan el Gobierno), e incluso aceptaron en el Consejo la presencia del partido islamista de derecha Ennahdha.
Inmediatamente, todos los partidos del Gobierno rehusaron tal idea. Ya existe un Gobierno, argumentaron, ¿Por qué debería haber otro cuerpo por encima de él o a su lado para supervisar su labor? El principal problema sigue sin resolverse desde el punto de vista de la clase dominante: ni el Gobierno ni la Comisión ni el Consejo tienen ninguna legitimidad entre las masas, sobre todo porque son completamente incapaces de resolver ninguna de las reivindicaciones urgentes de las masas que llevaron a cabo la revolución.
El Frente 14 de enero, una coalición de izquierda y organizaciones de izquierda nacionalista, el componente principal del cual es el Partido Comunista Obrero de Túnez (PCOT), ha sido incapaz de canalizar el creciente enojo contra el Gobierno de Gannouchi. Aunque el Frente tiene un programa avanzado, que exige la caída del Gobierno, una Asamblea Constituyente, la expropiación de los representantes del antiguo régimen y una Convención Nacional Revolucionaria, en realidad no ha tomado ninguna iniciativa de organizar un movimiento para luchar por estas reivindicaciones. El Frente incluso realizó una concentración masiva el 12 de febrero con 8.000 asistentes –un mitin muy impresionante y entusiasta, pero era sólo una concentración: no se decidió nada, no se propuso nada–.
El Frente 14 de enero ha amenazado con convocar una “Convención Nacional en Defensa de la Revolución”. Tal órgano, si se compusiese por representantes elegidos de los comités revolucionarios en las diferentes ciudades, regiones, lugares de trabajo y escuelas, podría sentar las bases para un Gobierno revolucionario que representara la voluntad real del pueblo. Sin embargo, el Frente, y el PCOT como su fuerza principal, simplemente ha hablado de ello, en lugar de realmente convocar dicha reunión. Alma Allende, que ha estado enviando regularmente crónicas de la revolución, describió el siguiente incidente. El 20 de febrero, cuando decenas de miles de personas llenaron la Kasbah y comenzaron la nueva sentada, dos miembros del Frente llegaron "para averiguar quién había organizado la ocupación". "La realidad se mueve más rápido que nosotros", admitieron miembros del Frente. Este es un estado de cosas lamentable. Un verdadero partido comunista debe demostrar que es digno de su nombre proporcionando liderazgo a las masas. Tener las consignas correctas es una parte importante de liderazgo, pero en una situación revolucionaria, una organización comunista también debe asumir el liderazgo práctico.
Lo más sorprendente es que en esta situación, el pueblo revolucionario, enfrentado a los intentos de todos los partidos políticos legales para engañar a las masas por medio de diferentes trucos, y al fracaso de la izquierda anti-gubernamental para ofrecer una alternativa práctica, haya mantenido semejante nivel de movilización. Esto demuestra un altísimo nivel de conciencia por parte de los trabajadores tunecinos y la juventud revolucionaria.
Empezando con la reocupación de la Kasbah el 20 de febrero, una nueva ola de manifestaciones se ha extendido por Túnez. La participación de los jóvenes ha sido clave, especialmente de los estudiantes de secundaria que han salido, día tras día, por decenas de miles, proporcionando la columna vertebral del movimiento. Todo este trabajo de distribución de panfletos, carteles, de boca en boca, coordinación por Facebook y Twitter (con grupos como Takriz jugando un papel fundamental), ha culminado en la masiva manifestación de hoy. Las manifestaciones han afectado a todo el país y durante la semana ha habido protestas casi diarias en Gabés (21 de febrero), Ben Guerden (21 de febrero), Monastir (21 de febrero), Sfax (22 de febrero), Redeyef (22 de febrero), Kairouan (23 de febrero), Sousse (23 de febrero), Djerba y muchos otros.
La disposición contra Gannouchi -por ser un representante del antiguo régimen- está muy extendida y arraigada. Una encuesta de opinión el 24 de febrero mostró que el 50,6% de la población estaba descontenta con el Gobierno (y sólo el 33% tenía una opinión favorable). La misma encuesta mostró que el 62% de la gente ponía al desempleo en el primer lugar de su lista de preocupaciones. Aún más revelador es el hecho de que más del 83% no se identifica con ninguna de las partes existentes. Esto demuestra el grado de descrédito de todos los partidos que eran legales bajo Ben Ali, porque la gente, con toda la razón, los identifica como parte de su régimen.
Es interesante notar que el partido islámico Ennahdha fue apoyado sólo por un 3,1% de la gente en esta encuesta, demoliendo la idea promovida por los comentaristas burgueses de que en estos países se trataba de un caso de apoyo a los dictadores pro-occidentales a fin de evitar la llegada del fundamentalismo islámico al poder. El sábado 19 de febrero también hubo una gran manifestación, con una fuerte presencia de mujeres, defendiendo el carácter laico de la sociedad tunecina.
La movilización de hoy fue impresionante, pero surge la pregunta: Y a continuación, ¿qué? El derrocamiento de Ben Ali no se llevó a cabo sólo con manifestaciones masivas, sino con huelgas masivas en todas las regiones. Lo mismo sucedió cuando el movimiento revolucionario obligó a la eliminación de muchos de los ministros de la RCD. Las manifestaciones masivas probablemente no serán suficientes para acabar con Gannouchi. Tienen que ser vinculadas a huelgas regionales que culminen en una huelga nacional que ponga en primer plano la cuestión de "¿Quién gobierna el país: el Gobierno ilegítimo o el pueblo revolucionario?"
El hecho de que la dirección de la UGTT aceptara al segundo Gobierno de Gannouchi no debería engañarnos. Las federaciones regionales y los sindicatos nacionales que representan a la mayoría de la UGTT votaron en contra de la decisión. Es la tarea de los militantes sindicales revolucionarios en todos los niveles del sindicato obligar a una revocación de esa decisión y también iniciar la tarea de limpieza de la propia UGTT de los agentes del antiguo régimen, empezando con Jerad mismo.
Otra cuestión importante que hace falta responder es: si el Gobierno cae, ¿Qué va a sustituirlo? Los comités revolucionarios que ya existen deben reforzarse, extenderse a todos los barrios, lugares de trabajo, escuelas y universidades, darse a sí mismos estructuras y funcionamiento plenamente democráticos, y vinculados a nivel local, regional y nacional a través de representantes elegidos y revocables. En las condiciones actuales, la convocatoria de una asamblea nacional de delegados a partir de los comités revolucionarios podría ser la base para un consejo revolucionario provisional que podría adoptar la tarea de convocar a una Asamblea Constituyente Democrática y Revolucionaria. Tal asamblea sería capaz de decidir el futuro del país de una manera plenamente democrática, barriendo a un lado todas las estructuras del antiguo régimen.
Estos comités revolucionarios, como ya ocurre en muchos lugares, deberían estar a cargo de dirigir la vida diaria y todos los asuntos públicos (prestación de servicios, orden público, movilización, información, etc.). En otras palabras, los comités, como los únicos representantes legítimos del pueblo tunecino, necesitan tomar el poder y echar al Gobierno ilegítimo de Gannouchi.
La tarea de la reorganización revolucionaria de la sociedad tunecina debería comenzar con la confiscación de la riqueza y la propiedad del clan Trabelsi y la renacionalización de todas las empresas privatizadas por el régimen de Ben Ali. Esta riqueza debería ponerse bajo el control democrático de los trabajadores y podría servir de base para un plan masivo de obras públicas, la construcción de hospitales, escuelas, carreteras e infraestructura, que empezaría a abordar los problemas del desempleo y la pobreza.
La revolución de Túnez ya ha servido de inspiración a la ola revolucionaria que se extiende por todo el mundo árabe. Si logra eliminar no sólo al dictador, sino también a todo el edificio del sistema capitalista al que sirvió, entonces su ejemplo sería seguido por millones de trabajadores y jóvenes que por fin eliminarían las cadenas de la explotación y la opresión que los han encadenado durante décadas y siglos.
¡Abajo Gannouchi!
¡Abajo el viejo régimen!
¡Limpieza revolucionaria de la UGTT!
¡Huelga general y manifestaciones masivas!
¡Por una Convención nacional de los comités revolucionarios para elegir a un Consejo provisional revolucionario!
¡Por una Asamblea Constituyente Revolucionaria!
¡Todo el poder para el pueblo revolucionario!
Las últimas noticias de Túnez son que después de las manifestaciones masivas del día de hoy [25 de febrero], el Gobierno Gannouchi ha anunciado que habrá elecciones "a más tardar a mediados de julio". Este es otro intento para desactivar el movimiento revolucionario de los trabajadores y la juventud. El actual Gobierno no tiene legitimidad para convocar a elecciones. Antes de que pueda haber cualquier elección democrática genuina, todas las instituciones del antiguo régimen deben ser dejadas de lado. Los trabajadores y jóvenes tunecinos tienen el derecho a decidir qué tipo de régimen quieren darse a sí mismos, a través de una Asamblea Constituyente Revolucionaria elegida democráticamente. El gobierno de Gannouchi, agitando con una mano la zanahoria de las elecciones, también ha utilizado el palo con el envío de la policía (la misma fuerza policial de Ben Ali) para disparar gases lacrimógenos contra los manifestantes frente al Ministerio del Interior y al ejército para tirar disparos de advertencia.
Jorge Martin
Ni la otan, ni Kadafi!
¡Oponerse a la intervención militar de la OTAN sin apoyar el régimen despótico de KADAFI!
El régimen de Kadafi es indefendible por su despotismo, corrupción, concentración de poder personal y cruenta represión.
Es indefendible a pesar de sus méritos iniciales consistentes en la nacionalización del petróleo, la retirada de las bases militares inglesas, el apoyo a procesos revolucionarios y liberadores de América Latina, el Caribe y el mundo, la solidaridad específica con las causas árabes y africanas, y las políticas sociales implementadas.
En verdad ese proceso, conocido como la “revolución verde”, degeneró en un poder personal aberrante, plagado de nepotismo, privilegios tribales y culto a la personalidad.
Incluso el anti-imperialismo desplegado por Kadafi se esfumó al pactar años atrás con EEUU y la Unión Europea, abandonando su radicalidad y reconciliándose con las grandes potencias capitalistas en detrimento de la solidaridad con la causa árabe-palestinas, estrechando además vínculos económicos y políticos con Italia.
Al paso de los años el régimen de Kadafi concitó mucho descontento interno, sobre todo en las tribus discriminadas y en los sectores democráticos de la sociedad Libia; descontento estimulado por los efectos de los levantamientos populares escenificados recientemente en Túnez, Egipto, Yemen y otros países del Medio Oriente; esto independientemente y en mayor medida que la infiltración y los planes desestabilizadores -siempre presentes- de Israel EEUU y otras potencias imperialistas.
En ese contexto es absolutamente inaceptable la intervención militar de EEUU y la OTAN, que persigue aprovechar la crisis y la masacre desatada por el agonizante régimen Livio para apoderarse del petróleo y los minerales estratégicos de ese país y compensar desde el punto de vista geoestratégico las derrotas de sus dictadores aliados Ben Alí(Túnez) y Mubarak(Egipto).
Además, ni EEUU ni la UE -responsables de grandes genocidios recientes en África, la ex-Yugoslavia, Irak y Afganistán- tienen calidad alguna para esgrimir el pretexto de la represión y el despotismo para intervenir.
Es al pueblo Libio que le toca definir su destino hacia la democracia y la justicia social con auto-determinación, sin la intervención funesta como de esas potencias imperialistas.
Narciso Isa Conde
Coordinador Movimiento Caamañista (MC)
27 de febrero 2011, Santo Domingo, RD.
La invasión imperialista cobra fuerza: EEUU anuncia la movilización de su ejército criminal en torno a Libia
El Pentágono ha informado de que el Ejército estadounidense está reubicando sus fuerzas navales y aéreas ante una posible intervención en el país africano.
Estados Unidos ha empezado a movilizar a su fuerza militar en torno a Libia. El Pentágono ha informado de que el Ejército estadounidense está reubicando sus fuerzas navales y aéreas ante una posible intervención en el país en los enfrentamientos entre el régimen de Gadafi y la oposición.
"Tenemos a varios planificadores trabajando y distintos planes de contingencia. Creo que es seguro decir que, como parte de esos esfuerzos, estamos reubicando nuestras fuerzas para poder ofrecer esa flexibilidad cuando se hayan tomado decisiones (...), para poder ofrecer distintas opciones y flexibilidad", ha declarado un portavoz, el coronel David Lapan.
"Seguimos con la planificación, pero habría que pasar a la fase de preparación para realizar cualquiera de esos tipos de misiones, ya sean humanitarias o de otra clase", ha indicado Lapan, que no ha querido dar detalles sobre el tipo de barcos o unidades que están siendo reubicados ni sobre cómo pretenden usarlos los comandantes estadounidenses.
"Aún no se ha tomado ninguna decisión", ha dicho. Actualmente, el Pentágono posee dos portaaviones en la región naval que incluye el mar Arábigo y el golfo Pérsico, pero no tiene ningún portaaviones en el mar Mediterráneo, según ha explicado el portavoz. Países europeos como Francia y Reino Unido también han dicho que no descartan la posibilidad de usar la fuerza para frenar la violencia en Libia.
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Pentágono reubica fuerzas navales y aéreas para estar en alerta por Libia
El Pentágono decidió “reubicar” fuerzas navales y aéreas en la región del Mediterráneo y el norte de África para estar preparado ante cualquier opción u orden que pueda tener que llevar a cabo de manera rápida por la rebelión en Libia, de acuerdo con la agencia EFE
El portavoz del Pentágono, el coronel David Lapan, indicó a la cadena CNN que el Departamento de Defensa está “reposicionando” algunas unidades de las fuerzas navales y aéreas en la región cercana a Libia por si se requiere su intervención, pero no reveló para qué podrían ser necesitadas.
Las Fuerzas Armadas de EEUU tienen una presencia regular en la zona. La sede de la Quinta Flota de la Marina tiene su sede en Baréin.
El Gobierno de EEUU ha dicho que “todas las opciones están sobre la mesa” para lograr que cese la violenta represión en Libia, por lo que también el Pentágono está trabajando en varias opciones y planes de contingencia.
Cubadebate
domingo, febrero 27, 2011
Ruídos de guerra imperialista: OTAN anuncia que está "preparada" para atacar Libia
La OTAN está lista para emprender una intervención militar en Libia, país gobernado por el presidente Muammar al-Gaddafi.
Hoy, el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Anders Fogh Rasmussen, aseguró que la alianza está “preparada” para invadir el país africano.
“El Consejo del Atlántico Norte se reunió esta tarde para analizar la grave situación en Libia, que afecta la seguridad e integridad de miles de ciudadanos, entre ellos de países aliados de la OTAN”, comentó el danés al finalizar la reunión.
Rasmussen señaló que la OTAN actuará en estrecha colaboración con la comunidad internacional, en especial de las Naciones Unidas y mantendrá consultas para monitorear la crisis.
En ese sentido, el funcionario no excluyó que la alianza pueda,previa autorización de la onU, establecer un bloqueo en el espacio aéreo de Libia lo que impediría el vuelo de aviones militares y de esa manera apuntalar a los mercenarios de Washington.
La OTAN tiene un largo historial de asesinatos de ciudadanos de que no son integrantes de su organización, en tiempos recientes se recuerdan los bombardeos a Serbia y las invasiónes de Irák y Afganistán que han arrojado un saldo de casi dos millones de muertos.
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Los imanes advierten en Bengasi que no aceptarán la intervención de otros países en la guerra contra Gadafi
El nuevo orden empieza a dibujarse en Bengasi, en el este del país. La revolución ha consolidado el control de la segunda ciudad libia y sus protagonistas intentan afianzar la nueva situación. Mientras los disparos todavía son los protagonistas en la capital, Trípoli, en Bengasi los imanes han tomado la palabra. En un acto celebrado en la plaza de los Mártires, decenas de miles de personas han escuchado el mensaje y la línea a seguir en el futuro. "No aceptaremos ninguna intervención del exterior, ningún país árabe, ningún país occidental debe entrar en nuestro país", ha dicho el imán a los congregados. "I Alá", ha terminado (por Alá). El funeral de tres personas fallecidas durante los enfrentamientos de los últimos días se ha incluido en el acto, tres mártires más en un cambio que parece imparable.
La sede del libro verde de Gadafi de Bengasi ha sido quemada durante la revuelta. El manual de política de tres volúmenes escrito por el dictador Muamar el Gaddafi entre 1975 y 1979 expone las ideas del pensamiento político del régimen, de un modo similar a como lo hizo Mao Tse Tung con su Libro rojo. Las cenizas del edificio son ahora el símbolo de una revolución que pretende acabar con la forma de gobierno actual, la Yamahiriya, la república de comités populares de Gadafi. Lo que vendrá después todavía es una incógnita. Una pancarta colgada en las ruinas del edificio del Libro verde es clara: "El sistema tiene que caer desde Gadafi".
Volver para luchar
Muchas esperanzas se han abierto para los libios que apoyan ahora la revolución. Suleimán es uno de ellos. Asegura que estudió Ingeniería en la universidad en 1996, pero que tuvo que abandonar la carrera obligado por el régimen. Ahora está dispuesto a todo para conseguir un cambio para su país. Ayman Naas ha llegado desde Alemania dispuesto a participar en primera línea de la revolución. No es el único. Mientras algunos huyen del país, otros han decidido volver desde otros países para luchar por el nuevo orden y contribuir a la reconstrucción del país.
La labor de los periodistas internacionales ha cambiado radicalmente en la zona controlada por los revolucionarios. El número de enviados especiales ha aumentado y la gente en general ayuda en todo lo que puede a los recién llegados. Una de las consignas de la revolución es que el mundo debe conocer lo que sucede y el triunfo que supone que la mitad del país (la población se concentra en la zona costera) haya conseguido alzarse contra Gadafi y sentar las bases para facilitar la salida del dictador del país
Marxismo y anarquismo. Un debate sobre la cultura entre Felipe Aláiz y Maurín
Felipe Aláiz
Aláiz era hijo de un militar retirado del ejército, vasco de origen y de una matrona versada en literatura, de la que heredó sus inclinaciones por la pluma. Pasó los años de su infancia en su localidad natal, pero hizo sus primeros estudios serios en los institutos de Lleida y Huesca. En este último centro conoció a Ramón Acín, al que le unió desde entonces una gran afinidad. En Huesca se inició en los menesteres literarios, dirigiendo durante un par de años la Revista de Aragón. Ortega y Gasset descubrió sus cualidades de periodista y le abrió las puertas de El Sol, el famoso diario liberal madrileño. Le siguieron unos años de bohemia literaria en los que tuvo amistad con Pío Baroja, al que acompañó en gira en de propaganda electoral por Aragón en el 1919. Este mismo año, Aláiz se estableció en Zaragoza, donde dirigió el periódico quincenal Voluntad. Ulteriormente se trasladará a Barcelona y allí entrará en relación con el movimiento anarquista, en el que quedó integrado; anteriormente había estado muy influenciado por Joaquín Costa.
En 192O se encontraba en Tarragona, donde formó parte de la redacción del periódico anarquista local. No tardará, llevado por su inquietud, en volver a Barcelona para ocupar el cargo de director de La Revista Nueva. En esta época fue detenido y confinado en la cárcel Modelo. Durante el terrible período del pistolerismo patronal y gubernamental, Aláiz trabajó como redactor de Solidaridad Obrera, y después se marchó, primero a Valencia y luego a Sevilla, donde seguirá trabajando en la prensa anarquista. En los años de la Dictadura de Primo de Rivera vivió haciendo traducciones, entre ellas, los folletines para El Día y de las obras de Max Nettlau.
En muchas ocasiones, y para huir de las persecuciones policíacas, Aláiz se refugió en un convento de monjas, en cuya comunidad habitaba una hermana suya. Tras la caída de la dictadura, en 1930, fue nombrado director de Tierra y Libertad y mantuvo desde los editoriales del periódico una lucha constante contra el pestañismo, considerado como reformista. En el período de los sindicatos confedérales de oposición, en 1932-1933, Aláiz fue director de Solidaridad 0brera. Una campaña contra los acontecimientos de Arnedo le valió una sentencia de un tribunal militar de cuatro años de cárcel, que llegó a cumplir en parte. Desde la cárcel donde se hallaba, y por discrepancias con el Comité Regional Confederal de Cataluña, dimitió de la dirección del periódico, al que volvió como redactor en 1934. Cuando estalló la guerra civil volvió a ocupar la dirección de Tierra y Libertad. En 1931 trabajó como redactor de Acracia,de Lleída.
Aláiz quedó al margen a toda actividad pública sindical, y hasta el final de la guerra dirigió en Barcelona el periódico Hoy, órgano de las industrias socializadas de la Madera. Con la caída de Cataluña se exilió a Francia, donde vivió con intensidad dramática las vicisitudes de la ocupación alemana. Asistió en París en 1945 al primer Congreso de reestructuración de la CNT en Francia y fue nombrado director del órgano de la organización fuera de nuestras fronteras, CNT, al frente del cual se mantendrá por espacio de varios años. En una carta a Peirats y citada por este, se describe ante todo como "una sola cosa por vocación y oficio: periodista. Esta es mi actividad esencial. Papelotes en mano puedo probar que mi obra de 25 años largos de periodismo sobrepasa en volumen o cantidad a la de dos periodíqueros trabajando normalmente con rendimiento corriente. Esto es comprobable: ayer lo fue, le es, lo será mañana. No hay que olvidar, pues, lo principal. El periodismo es una cosa suficiente para llenar una vida activa y para colmarla..."
Carrasquer considera a Aláiz como "el primer escritor anarquista español" cuya biografía "no tiene gran interés; sí en cambio su vida que traduce una filosofía moral, Una praxis de intelectual y una actitud de español del siglo XX; pero sobre todo su obra: maravilla más en potencia que de hecho, como fino detector, no obstante, de una época y de un medio ambiente humano de la mayor importancia histórica que Aláiz nos lega limpios de polvo y paja merced a ese ventilador que siempre fue su estilo". Empero, más adelante, el propio Carrasquer hace notar su naturaleza ajena al movimiento organizado y su desinterés por la teoría, y aunque fue utilizado para combatir el "trentismo" por su aversión a toda inclinación reformista, siempre se mantuvo bastante al margen de las luchas internas del anarcosindicalismo hispano. El trabajo de Carrasquer (Júcar, Madrid, 1981), es inexcusable para conocer a Aláiz. Incluye ensus páginas un ensayo biográfico amén de una extensa antología. Campo Abierto publicó en 1976 otra selección de sus trabajos con el título de Trayectoria de un libertario.
Reproducimos el artículo que Joaquín Maurín publicó con el tírulo de Marxismo y anarquismo. A propósito de la cultura, anotando que era “para Felipe Aláiz”, en La Batalla (23-mayo-1923), y apareció reproducido por Christopher H. Cobb, La cultura y el pueblo. España, 1930-1939 (Ed. Laia, Barcelona, 1980, p. 150).
Un artículo mío aparecido en la Correspondance Internationale de Berlín no fue del agrado de todo el mundo. Del agrado de Aláiz, tampoco, como es natural. Y Aláiz, en un artículo titulado «Comentario a lo inactual» publicado en la “Soli”(daridad Obrera), hermoso de forma como todo lo que Aláiz escribe, hacía apreciaciones sobre el concepto que yo pueda tener de la Cultura.
Hay una divergencia total de concepto de las cosas entre nosotros, los que tomamos siempre una fundamentación empirista y los que como Aláiz y los anarquistas se sitúan en el racionalismo, en el idealismo.
Toda la filosofía de todas las épocas se reduce a una o a otra Posición: realismo o idealismo El anarquismo ha tomado la segunda y el marxismo la primera. La discrepancia entre uno y otro es fatal, forzosa, en todas las cuestiones que se planteen.
Nosotros los marxistas, somos materialistas en el más amplio sentido de la palabra. Materialistas en religión, materialistas en Política. Los anarquistas no.
Son siempre idealistas navegan siempre por la región de las abstracciones. Para nosotros tiene interés una cifra, una estadística, para los anarquistas, Una fórmula
palabra una idea. Nosotros creemos en el hecho y sabemos que la realidad material dará origen a determinadas .formas espirituales, es decir nos basamos en materialismo histórico. Los anarquistas creen siempre en la idea, Confían siempre en la idea. Esperan siempre de la idea
El idealismo filosófico es la prehistoria de la filosofía. Por eso Aláiz incurre en una gran equivocación cuando dice que la filosofía anarquista ha muerto con la filosofía de Kant. Kant es un idealista como lo son los anarquistas. Kant no ha sido muerto por el anarquismo. Es este el que esta impregnado de Kant. ¿Proudhon que fue sino un vulgar imitador de la filosofía kantiana? ¿A través de toda la literatura de Kropotkin, no se ve la influencia del imperativo categórico?
Se empieza con el error si se cree que el anarquismo es una filosofía propia. No hay tal cosa. ¿Dónde están los filósofos del anarquismo? Stirner fue un plagiario de Feuerbach, Proudhon un imitador de Kant. Tolstoy fue un mujik místico que adapta a la época y a su temperamento el cristianismo, esto es, la filosofía más inmoral que haya aparecido en la historia. Bakunin ¿qué sabía de la filosofía Bakunin? Kropotkin fue un buen geógrafo, un erudito que llevó su candidez hasta aquella concepción infantil del «Apoyo Mutuo». ¿Dónde están los filósofos anarquistas? Sencillamente, el anarquismo no ha sido otra cosa que el idealismo filosófico aplicado a la economía, algo así como los dramas de Shakespeare destinados al cultivo de las lentejas.
El mundo hoy no gira en torno de postulados, de aforismos y de bellas fórmulas, sino alrededor de un imperativo económico que los anarquistas no quieren reconocer.
Es de esa distinta fundamentación básica que arrancan las diferentes interpretaciones que marxistas y anarquistas dan a los problemas y a las cuestiones. La filosofía idealista de los anarquistas es hija del racionalismo de los filósofos de la revolución francesa. De Rousseau a Kropotkin, no hay más distancia que la del tiempo. Por eso hay tantas reminiscencias de filosofía burguesa en el anarquismo.
Se habla de Libertad, de Humanidad, de Justicia, etc. Nosotros decimos: ni creemos en la Libertad, ni en la Humanidad, ni en la Justicia. Inmediatamente los anarquistas suenan con sus trompetas de frases hechas: « ¡Es la barbarie comunista! » Absolutamente la misma expresión que la que suelta la burguesía: «La barbarie comunista pretendiendo destruir los fundamentos de nuestra civilización». Libertad, humanidad, justicia, etc., son tópicos burgueses que nosotros no podemos aceptar. No creemos en la Humanidad, creemos en la clase, es decir, en una parte de la humanidad. No creemos en la Libertad, creemos en la libertad de los trabajadores cuando la explotación capitalista haya desaparecido. No creemos en la Justicia por igual razón. Libertad, Justicia, etc., no son absolutas. Lo que es libertad y justicia para el capitalismo es sumisión e injusticia para el proletariado Quien posee la fuerza incuba la moral, crea los valores morales. El afán anarquista de querer establecer categorías absolutas evidencia su pobreza filosófica. Desea que el mundo marche conforme a un plan trazado por la mente humana. Igual concepción era la de Ptolomeo cuando quería que el sol diese vueltas alrededor de la tierra. ¡Y el hombre es una cosa tan pequeña! A pesar de que los anarquistas crean otra cosa.
¡Cultura! ¡Cultura! dicen los anarquistas. Sí, sí, pero sepamos antes qué cultura ha de ser. La cultura de vegetarianismo tan en boga por ahí, la cultura neo-maltusiana de Emma Goldman y Berkman, no la queremos nosotros. Nosotros queremos una cultura verdaderamente revolucionaria Que el proletariado adquiera energía y moral de emancipación, y esa es la mejor cultura que pueda dársele. Es más formidable educador Espartaco que veinte profesores de moral. El ABC del proletariado debe ser el afán de romper la cadena que le oprime.
Nosotros creemos siempre que vivimos en plena guerra social y que la moral que debe formarse ha de ser la de la batalla. Nos interesa más que se conozca porque fue ocupado el Ruhr y las consecuencias que traerá consigo la próxima revolución alemana que toda la inmensa gama de frases hechas que puede suministrarnos la cultura anarquista. Queremos, sí, una cultura revolucionaria. Pero empezaríamos por preguntar: ¿Quién ha leído El Capital Financiero de Hilferding? ¿Quien conoce el Kautsky de la anteguerra y La concentración de capital de Rosa Luxemburgo? Nadie ¿verdad? Pues, para a Interpretación de los fenómenos revolucionarios la ignorancia de eso es como para la geometría el desconocimiento del postulado de Euclídes. Cultura revolucionaria es la que queremos por encima de todas las demás. Pero cuando se trata de esa cultura, los anarquistas la rehuyen porque es “demasiado materialista”, es decir, no es vaga y amena literatura.
¿Qué le vamos a hacer, querido Aláiz? Es una visión distinta de la acción, es una interpretación diferente de los deberes que se imponen a la clase trabajadora.
Aláiz recuerda cuando los dos enseñábamos en un mismo colegio francés, él y yo matemáticas. Entonces enseñamos a los niños y procedíamos como maestros. ¿Pero piensa Aláiz que siempre hemos de creer que estamos entre niños y siempre hemos de proceder como pedagogos de la infancia? El proletard0 no es una colección de niños, es una clase oprimida a la que hay que predicar constantemente la rebelión contra los opresores y a la que hay que enseñar —si esto es posible— cómo podrá romper el cerco que le oprime. Querer ampliar la escuela para coger dentro a la clase explotada será demasiado para la escuela y demasiado poco para los trabajadores.
Aristófanes para hablar de Sócrates y de su filosofía escribió Las nubes. Para Aristófanes, Sócrates se perdía en las nubes. ¿Sería equivocado hacer un plagio de Las nubes cuando hay que referirse a nuestros anarquistas idealistas, los de las bellas frases, los de los hermosos postulados, los de los principios inmaculados, los de las palabras retumbantes sonoras?
Pepe Gutiérrez-Álvarez
Libia entre la esperanza de la liberación y el riesgo de la «somalización»
Si la determinación del pueblo libio de liberarse del régimen sanguinario de Gadafi no ofrece ninguna duda; aunque una parte del ejército y una mayoría de las tribus se han puesto del lado de los insurgentes y la liberación de toda la región oriental de país de las garras de los milicianos auguran la próxima caída del régimen, cada vez más aislado en el interior y en el escenario regional e internacional, otras evoluciones podrían anunciar perspectivas menos venturosas.
Si reunimos todos los elementos del puzzle libio que conocemos hasta ahora, son posibles cuatro escenarios. El primero sería que Gadafi consiguiera matar la insurrección popular gracias a los batallones militares que le son leales y a las legiones de mercenarios extranjeros dirigidas por el exjefe de los servicios de inteligencia y actual ministro de Asuntos Exteriores, Moussa Koussa, y los hijos menores de Gadafi, Moatassim y Khémis. El segundo escenario, el más deseable, es que el pueblo libio siguiera los ejemplos de Túnez y Egipto. La intervención de lo que queda del ejército contra el clan de Gadafi y sus mercenarios permitiría al pueblo libio proyectar con más esperanza un período de transición democrática y pacífica.
El tercer escenario sería una intervención militar directa de la OTAN o de los estadounidenses solos, bajo la cobertura de la ONU, que vendría a reemplazar la pasividad o la impotencia del ejército libio frente a los milicianos pagados por el régimen. Finalmente, el cuarto escenario sería una división del país en una región oriental liberada y una parte de la región occidental bajo el control de las fuerzas pro Gadafi durante un período indefinido. Conviene examinar cada uno de los escenarios y sus implicaciones, tanto internas como regionales. Dejaremos de lado el primer escenario, ya que parece muy improbable a la vista de la evolución de los últimos días. Dado su enorme descrédito, el régimen de Gadafi no tiene ninguna oportunidad de recuperar el control total de país que tenía antes.
El segundo escenario
El segundo escenario, que el pueblo libio se liberase del régimen de Gadafi gracias a la combinación del levantamiento popular con la neutralidad condescendiente del ejército no es factible en las mismas condiciones. Por una parte, al contrario de Túnez y Egipto, el régimen libio no cuenta sólo, ni principalmente, con el ejército para acabar con la insurrección popular puesto que puede movilizar a miles de mercenarios entrenados desde hace años para ese trabajo sucio. Por otro lado, al contrario que los ejércitos de Túnez y Egipto, el ejército libio fue voluntariamente desarticulado, desorganizado y compartimentado por el régimen desde el intento de golpe de Estado de 1996, en particular por la instigación de los hijos menores Moatassim y Khémis y su instructor, el exjefe de los servicios secretos y actual ministro de Asuntos Exteriores Moussa Koussa. Aunque el cambio de bando de algunas unidades al lado de los insurgentes podría desempeñar un papel importante en el desenlace de la situación, es difícil evaluar las auténticas relaciones de fuerzas entre las unidades «leales» y las unidades «rebeldes» y su repercusión sobre el terreno.
Y es de este elemento del que depende en gran parte la realización de este segundo escenario. Nadie duda de que la determinación popular, la deserción de un número cada vez más importante de políticos y diplomáticos y el aislamiento cada vez mayor del régimen en el escenario regional e internacional podrían acelerar el cambio de las unidades del ejército que todavía no han tomado una posición. Pero el tiempo apremia. Si la situación perdura y las masacres a puerta cerrada prometidas por Gadafi continúan, ese escenario, que sería beneficioso para Libia, corre el riesgo de ser sustituido por otros escenarios menos venturosos.
El tercer escenario
En efecto, si el ejército libio, o lo que queda de él, no asume sus responsabilidades, existe un grave peligro de que las potencias extranjeras, que hasta ahora se mantienen pasivas y cómplices por razones geopolíticas inconfesables, se arriesguen a montar una operación militar bajo cobertura «humanitaria» que ciertamente liberaría a Libia del dictador pero que se limitaría a imponer un régimen «democrático» pro occidental. Este escenario no es totalmente improbable en vista de las últimas evoluciones diplomáticas.
El presidente Obama acaba de declarar que ha pedido a su administración que le presente todas las eventualidades y posibilidades en el marco de la gestión de la crisis libanesa. Se sobreentiende que los estadounidenses podrían proyectar una intervención directa. Los británicos han comenzado a sondear a su opinión pública declarando que no dudarán en organizar una operación militar dirigida a repatriar a sus ciudadanos que se encuentran actualmente en Libia.
Por supuesto la intervención militar estadounidense o de la OTAN, bajo cobertura de la ONU, no tiene que parecerse necesariamente a la invasión de Afganistán o Irak. Podría ser que los estadounidenses se conformasen con una incursión del tipo de la intervención aérea dirigida contra Serbia durante el conflicto de Kosovo. ¿Pero sería suficiente una intervención semejante para desalojar al régimen de Gadafi si éste sigue beneficiándose de la ayuda de sus mercenarios extranjeros? El presidente Obama también añadió que su administración está concertándose con sus aliados para coordinar los pasos a seguir. ¿Se refiere sólo a sus aliados de la OTAN? ¿O incluye también a sus «aliados» los Estados árabes vecinos, que están corriendo el riesgo de que les golpeen directamente las evoluciones de la crisis libanesa, y son tres: Egipto, Argelia y Túnez?
Si por desgracia no hubiera otro remedio para desalojar a Gadafi que la intervención estadounidense, las cosas deberían evolucionar de forma diferente a lo que sucedió en Túnez y Egipto. Si en esos países todavía no se puede prever nada sobre el futuro desarrollo de la transición democrática según las relaciones que instauren con las potencias occidentales, y con Estados Unidos en particular, está claro que una intervención estadounidense en Libia no dejaría ninguna –o muy relativa- oportunidad de desarrollo «independiente» a la joven república «democrática» libanesa que nacería de semejante escenario. Eso no augura nada bueno en la región.
Si ese escenario llegase a hacerse realidad, sería sencillamente catastrófico. Lo que no lograron hacer en Egipto –una transición «democrática» autoritaria bajo el control de su hombre, Omar Suelimán- y lo que no consiguen en Argelia –un Estado completamente sometido a su juego, es decir, liberado de la «duplicidad» diplomática de Buteflika- ¿Podrá conseguirlo Estados Unidos gracias a una crisis «humanitaria» en la que todo indica que podrían haberla deseado? ¿Será Libia la futura base de maniobras estadounidense en la región? Un país de 6 millones de habitantes pero que disfruta de un PIB de 100.000 millones de dólares, es decir el equivalente a dos tercios del PIB de Egipto que tiene 85 millones de habitantes podría, en efecto, marcar la diferencia tanto en un sentido como en el otro. En el plano estratégico el control de Libia no es en absoluto un asunto menor.
El cuarto escenario
Con o sin intervención estadounidense, ¿podría caer Libia en un escenario de tipo somalí? Es una perspectiva extremadamente grave, pero a la vista de cierto número de elementos, por desgracia no se puede descartar. La liberación de la región oriental, en la que numerosas ciudades empezando por Benghazi, Derna, Elbeida y Tobrouk han caído, en los primeros días, en manos de los insurgentes, y el hecho de que el régimen concentra sus últimas fuerzas en la región occidental, si esta situación se estabiliza sobre el terreno, augura un escenario de división de facto del país. Pero es cierto que el hecho de que una localidad como Mesrata, situada al oeste de Trípoli, haya caído en manos de los insurgentes constituye un feliz acontecimiento que favorece la preservación de la unidad nacional del país.
Pero las aventuras de un clan asediado que juega la última carta del tribalismo podrían favorecer el escenario de una posible «somalización». Ese escenario es tanto más probable en cuanto que no sólo existe una situación de hecho en la que ya cada uno de los protagonistas controla un territorio determinado. Más grave, ese escenario podría también alimentarse de un tribalismo que permanece como una realidad sociológica en Libia, un tribalismo que el régimen ha alimentado e instrumentalizado y que ahora quiere utilizar como su última oportunidad de supervivencia. Pero ese escenario sólo puede convertirse en realidad si las potencias extranjeras tienen interés en jugar esta carta si fallan otras.
El escenario de la «somalización», que no es deseable para el pueblo libio, no sólo constituye un grave peligro para Libia como sociedad y nación. También es un peligro para la seguridad nacional de los países vecinos: Egipto, Argelia y Túnez. ¡Algunas fuentes occidentales, muy interesadas, ya empiezan a comercializar información de un presunto «emirato» de al-Qaida en la región liberada de Derna! Es un escenario experimentado en otras partes por razones estratégicas y geopolíticas inconfesables. ¿Algunas regiones en Libia serán una copia de las regiones denominadas «tribales» en la frontera de Afganistán y Pakistán, con el fin de crear zonas de tensión propicias a todo tipo de maniobras militares y diplomáticas?
¿Conseguirá el pueblo libio triunfar sobre todos los manejos que se traman en secreto para vaciar la revolución de su contenido liberador, al tiempo que se desembaraza del odiado régimen de Gadafi? De todos los escenarios expuestos, ¿será capaz el pueblo libio de imponer el que corresponde a sus aspiraciones democráticas, a sus intereses nacionales y a los intereses nacionales de los pueblos vecinos? Si la culpable y escandalosa pasividad de los Estados vecinos sólo puede suscitar el asombro y la indignación, incluso aunque los fuertes factores estratégicos y diplomáticos podrían explicarla, es un hecho que la actitud de los pueblos anda muy lejos de estar a la altura de los desafíos que ahora tienen como escenario a Libia, pero que pueden influir gravemente en la paz y la seguridad de toda la región
Mohamed Tahar Bensaada
"Hablar de sociedad de consumo es una contradicción en los términos"
Santiago Alba from ATTAC.TV on Vimeo.
El escritor y filósofo Santiago Alba ofrece en una entrevista para ATTAC TV una visión antropológica sobre cómo actúa y qué es una sociedad de consumo y sus consecuencias en relación con el sistema capitalista. Además, explica también qué es el gag visual y los peligros que encierra, y ofrece su punto de vista acerca de las posibles alternativas frente al capitalismo. Por último, también nos da su opinión sobre la manera en que operan hoy en día los medios de comunicación y cómo la imaginación está siendo secuestrada por los grandes “fantasiosos” del sistema como puedan ser las grandes multinacionales y los mercados.
sábado, febrero 26, 2011
Kaddafi no es un anti-imperialista. La rebelión popular libia, contra Kaddafi y la invasión extranjera
Confusiones y claridades
Entre las confusiones mediáticas de la situación actualen Libia, hay elementos de sencilla claridad:
1.Hoy Muammar Kaddafi es un dictador y no es un revolucionario. Además es un traidor que en un pasado enarboló la bandera del pan arabismo, el socialismo, la democracia y la bandera anti-imperialista, pero en los años 90 se apartó para aliarse a los intereses imperiales. Después de la ejecución de Saddam Hussein, Kaddafi se sintió amenazado, y como buen parasito del poder, se alió al imperio. La orden fue privatizar todo, entregarse a la plutocracia del nuevo orden mundial, masónica, pro sionista. Su hijo Saif al Islam el sucesor (si sucesor), sostiene que la modernización de Libia pasa que a través de la privatización de sus recursos. Privatizar para permanecer en el trono con ayuda del imperio. También implicó ser un aliado en la lucha anti-terrorista, (soplon, sapo), entregar la base de datos de los revolucionarios de la OLP, IRA, ETA etc y etc. Es vox populis, escuchar entre los activistas políticos palestinos y jordanos que fue Muammar Kaddafi quien informo del paradero del venezolano Carlos Illich Ramírez, hoy encarcelado en Francia. En mi imaginación veo al barrio rescatar la espada del Libertador para que Kaddafi en un gran abrazo no se la clave en la espalda a Chávez.
2.Hay una rebelión popular en el mundo árabe ya que viven bajo dictaduras sanguinarias y reaccionarias protegidas por Estados Unidos, Europa y el sionismo. Esa guardia pretoriana de dictaduras árabes, a manera de metáfora son, la Gran Israel. La muchedumbre árabe se levanta y está ávida de cambio y debemos adherirnos para que esa rebelión desemboque en cambios revolucionarios. Tiene un digno efecto domino que puede hacer caer todas las dictaduras árabes, llegar hasta el fin de la más prostituta dictadura árabe islámica de Arabia Saudita.
Rebelión popular árabe
No perdamos el tren de la historia, esto es un asalto a la historia y creo que todos tenemos una cita con la historia. No podemos caer en el maniqueísmo; que detrás de lo de Egipto, Túnez y Libia es planeado en los laboratorios del imperio, eso es subestimar el valor histórico de las rebeliones populares. Claro…! que el imperio va a sacar provecho de la situación y querer secuestrarla…La lucha es dura. Cuál es nuestro plan ante esta coyuntura, la izquierda, el altermundismo y los gobiernos progresistas. No dejemos solos a esos pueblos heridos, humillados, hambreados, discriminados, satanizados, reprimidos. La lucha es global.
Que esas rebeliones están carentes de ideologías, ah caramba, a parte del hambre deben ser catedráticos marxistas o neo-gramscianos. Que cómodos somos, queremos la revolución con el combo completo, a la carta, tal cual restaurante. Eso es necedad intelectual. Es a nosotros y nosotras ideologizar esas rebeliones populares. Pero de algo podemos estar seguros y es que esas rebeliones están cargadas de panarabismo, anti-imperialismo y antisionismo. Y eso no es poca cosa…
Hay una rebelión popular árabe, el llamado es apoyarlos y el caso de Libia no es un montaje del imperio y el sionismo…es una rebelión popular real, justa, digna de un pueblo que se rebela contra un tirano y que nosotros tengamos claro que es un falso anti-imperialista.
Que en el camino se infiltraran todo tipo de agentes perturbadores, eso no es nada nuevo.
Que los niveles de miseria de Libia no sontan pronunciados como los de Egipto, eso no es argumento para dudar del clamor social del pueblo Libio.
Que no todos los escenarios son iguales, es lógico que no sean iguales y que existen características propias, no somos pueblos monolíticos…pero el clamor de cambio es latente y debemos trabajarlo hacia un rumbo socialistaya que es una oportunidad de oro.
No es coherente de nuestra parte, Izquierda, conmemorar las rebeliones egipcias, tunicinas y discriminar la rebelión popular Libia. Es decir que caigan unas dictaduras y otras no…
Solidaridad con mi pueblo árabe libio y no con el falso anti-imperialista que una vez expulsó de Libia a los refugiados palestinos en 1995…(se quedaron semanas en carpas estacionados entre la frontera de Libia y Egipto y otros permanecieron en aguas internacionales, nadie los aceptó y tuvieron que retornar a Libia). Sin negarque en sus inicios Kaddafi contribuyó enormemente con la causa palestina.
Intervención militar extranjera
Podemos ser tontos útiles
El claro peligro de la rebelión popular en el caso de Libia es que las fuerzas imperiales ven perfecta la ocasión para invadir el codiciado petróleo libio y se perdería la esencia de la sublevación popular, pasando a una lucha entre Kaddafiy las fuerzas imperiales. Una invasión sería lo ideal para el anti-imperialista de Kaddifi.
Una guerra civil está a las puertas de esta rebelión en la que se podría evitar si Kaddafi renuncia, aunque una guerra civil es beneficiosa para los Estados Unidos en su plan del Nuevo Medio Oriente, es decir despedazar las soberanías territoriales como buscan hacer en Iraq, ya es un hecho en Sudan, y Libia es una perla tentadora de gran expansión territorial, abundante petróleo liviano y de una ubicación mediterránea excelente.
La lucha libia se apunta contra dos frentes: Contra Kaddafi y la invasión extranjera.
Se le empantana la situación al pueblo libio, ya que debe hacerle frente a Kaddafi y a la invasión militar. Kaddafi justificará su no renuncia tomando como guarida la invasión extranjera. De su lado invasión extranjera buscará dividir al pueblo libio.
Caníbales hablando de derechos humanos
Esta invasión militar euroamericana contra Libia, para tomar su petróleo y dividir su territorio debe ir acompañada de una ilustrativa mentira. En el caso de Irak fue la seguridad (miedo), armas de destrucción masivas, pero ahora se apelará a la carta de los derechos humanos, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, que dicho sea de paso no hay imágenes puntuales del bombardeo y puede ser un gran invento.
Ahora vemos como se moviliza todo el aparato por el caso de Libia, pero el real canibalismo en Afganistán, Irak, Palestina, el Líbano no existe ningunas acciones. Esto no es más que el quiebre de la política internacional, mafia pura.
Un llamado en Venezuela
El lamentable hecho de una invasión militar en Libia no es motivo para aliarse con el impostor de Kaddafi y a su vez denegar la esencia popular de una rebelión que es parte de los levantamientos populares árabes.
Esas rebeliones son el camino para la liberación de Palestina, desde las bases populares, no el personalismo.
SusanaKhalil
Palestinians_natives@yahoo.com
viernes, febrero 25, 2011
Levantamiento en Libia: ¡Tiemblen, tiranos!
El poder se está deslizamiento rápidamente de las manos de Muamar el Gadafi, según las protestas contra el gobierno continúan extendiéndose por toda la nación africana a pesar de la represión brutal y sangrienta. Con una ciudad tras otra cayendo bajo el control de las fuerzas anti-Gadafi, su única base ahora es Trípoli. El este del país está controlado por los insurgentes y la mayor parte del occidente ha caído en manos de los rebeldes, incluyendo ciudades cercanas a la capital.
Hace poco más de una semana la primera gente que se alzó en rebelión fue en Bengasi, la segunda ciudad más importante de Libia. Desde entonces la rebelión se ha extendido a otras ciudades con la velocidad del rayo a pesar de los intentos brutales de las fuerzas de seguridad para sofocar los disturbios.
El número de víctimas es desconocido, pero sin duda se cuentan por cientos. Franco Frattini, el ministro de Asuntos Exteriores italiano, dijo que eran "creíbles" los informes de que al menos 1.000 murieron en la represión. Un médico francés calculó que tan solo en Bengasi había 2.000 muertos. Pero ni las balas ni las bombas han parado el movimiento, que ahora está barriendo el país de este a oeste.
Gadafi se comprometió a aplastar el levantamiento, independientemente del costo en vidas humanas. El martes por la noche pronunció un discurso incoherente en la televisión, declarando que moriría como mártir en Libia, y amenazó con purgar a los opositores "casa por casa" y "centímetro a centímetro". Culpó de la insurrección en el país a los "islamistas", y advirtió que un "emirato islámico" ya ha sido creado en Al Bayda y Derna, donde amenazó con el uso de la fuerza extrema.
Después de haber perdido el control de Bengasi, Gadafi ordenó a tres buques de guerra que atacaran la ciudad. Los informes indican que la tripulación naval estaba dudando sobre qué hacer. Este comportamiento es una receta acabada para empujar a más y más secciones de los militares a abandonar al Líder y alinearse del lado del pueblo revolucionario. Esto ya está ocurriendo.
Mercenarios
En un desesperado intento de aplastar la rebelión y crear un régimen de terror, Gadafi ordenó a su fuerza aérea que atacara a la gente, y dio rienda suelta a un ejército de mercenarios extranjeros sobre la población. The Guardian informa de las palabras de un oficial disidente del ejército libio:
"Un oficial de la Fuerza Aérea, el comandante Rajib Faytouni, dijo que él personalmente fue testigo de la llegada de hasta 4.000 mercenarios en aviones de transporte de Libia durante un periodo de tres días a partir del 14 de febrero. Dijo: 'Es por eso que nos volvimos contra el gobierno. Eso y el hecho de que había una orden de usar aviones para atacar a la gente'".
"Numerosos testigos en Bengasi han dicho que mientras que la artillería se utilizó contra los ciudadanos, los aviones de la Fuerza Aérea no hicieron fuego contra ellos allí. Sin embargo, según Faytouni, sí arrojaron dos bombas dentro de la base militar de Rajma para impedir que las armas cayeran en manos de las fuerzas anti-gubernamentales".
"'Los dos coroneles que desertaron en aviones MIG se habían negado a seguir órdenes de bombardear al pueblo', dijo, refiriéndose a un par de oficiales de la Fuerza Aérea que huyeron a Malta en sus aviones el lunes. Y agregó: "Había también dos helicópteros que volaron a Túnez".
En un incidente separado, los pilotos de otro avión se lanzaron en paracaídas y dejaron que su avión se estrellara en lugar de abrir fuego contra civiles. El diario español El País afirma que 17 pilotos de la fuerza aérea fueron ejecutados hoy por negarse a disparar contra la población civil. Un buque de guerra que había sido enviado para bombardear Bengasi ha desertado a Malta.
El pueblo armado
El intento de ahogar en sangre la rebelión ha fracasado. Una corresponsal de Al Jazeera, informando desde la ciudad de Tobruk, a 140 kilómetros de la frontera con Egipto, dijo que no había presencia de las fuerzas de seguridad: "Por lo que he visto, yo diría que la gente del este de Libia tiene el control", dijo Hoda Abdel-Hamid.
Ella dijo que no había funcionarios controlando la frontera cuando el equipo de Al Jazeera entró en Libia:
"A lo largo de la frontera no vimos ningún policía, no vimos a ningún soldado y la gente aquí nos dijo que [las fuerzas de seguridad] han huido o están escondidas y que la gente ahora tiene el control, lo cual quiere decir control desde la frontera, Tobruk, y luego todo el camino hasta Bengasi".
Periodistas occidentales que han entrado ahora en Bengasi informan que el aparato del Estado ha desaparecido por completo. El The Guardian describe la escena así:
"En todo Bengasi había indicios de que Gadafi ha perdido el control de la ciudad. Los militares ya no tienen en funcionamiento los puestos de control, que ahora están siendo operados solamente por un puñado de policías de tráfico. Todo símbolo físico del dictador ha sido quitado. Aunque no ha habido violencia en los últimos dos días, algunos manifestantes enojados están conduciendo por la ciudad disparando al aire con fusiles Kalashnikov, exigiendo que Gadafi ceda el control y salga del país".
La antigua bandera libia, que data de la lucha por la independencia, está ondeando encima de los edificios del Gobierno, saqueados, en el paseo marítimo. Los edificios de las fuerzas de seguridad han sido quemados y las armerías ha sido saqueadas. La gente ahora está fuertemente armada con lo que han tomado de estos arsenales. El The Guardian informa:
"Siendo la primera organización de noticias extranjeras informando desde la llamada Bengasi Libre, The Guardian fue testigo de tropas desertoras entrando en el patio de una comisaría de policía saqueada, llevando toneladas de armamento y municiones tomadas de un arsenal militar para impedir que fueran incautadas por las fuerzas leales al dictador libio".
"Los soldados trajeron cohetes y armas pesadas que habían sido utilizados en un asalto a ciudadanos en el centro de Bengasi el sábado, cuando Gadafi trató de mantener el control de la ciudad. Médicos en Bengasi dijeron que al menos 230 personas murieron, y otras 30 heridos están en estado crítico".
"También hubo una clarísima confirmación de que el régimen de Gadafi utilizó mercenarios extranjeros para tratar de sofocar la rebelión. Junto a la comisaría de policía, una gran multitud se reunió en otro patio. Más arriba, el The Guardian vio una serie de mercenarios, supuestamente traídos la semana anterior, siendo interrogados por abogados y oficiales del ejército".
Gadafi tuvo que usar mercenarios extranjeros porque no pudo confiar en sus propios soldados para disparar contra el pueblo. Son culpables de terribles atrocidades contra el pueblo. Su suerte se desconoce. Pero al menos serán sometidos a juicio por sus crímenes. El pueblo al que dispararon a sangre fría en las calles de Bengasi no tuvo dercho a ningún juicio. Y algunas bandas de mercenarios siguen en libertad, cometiendo nuevos asesinatos, como Al Jazeera informa:
"La gente me dice que también hay bastante calma en Al Bayda y Bengasi. Sin embargo, sí dicen que 'las milicias' siguen errando por ahí, especialmente de noche. Los describen como hombres africanos, dicen que hablan francés, por lo que creen que son de Chad".
El general Suleiman Mahmud, comandante de las fuerzas armadas en Tobruk, le dijo a Al Jazeera que las tropas dirigidas por él habían cambiado su lealtad. "Estamos al lado del pueblo", dijo. "Yo estaba con él [Gadafi] en el pasado, pero la situación ha cambiado. Es un tirano".
Al igual que en Túnez y Egipto, el pueblo revolucionario está estableciendo comités para tomar el control del funcionamiento de la sociedad. Reuter publicó una cita de una mujer en Bengasi que resume completamente la situación: "Somayah, un ama de casa en Bengasi, dijo: 'La ciudad está bien ahora, después de que un grupo de abogados y médicos, así como jóvenes voluntarios, formaron comités públicos y están manteniendo las cosas en orden'".
Engels explicó que el Estado está formado por grupos de hombres armados. En Bengasi y otras ciudades controladas por los rebeldes, el viejo Estado ha dejado de existir. Ha sido sustituido por el pueblo armado, las milicias revolucionarias, de las que Lenin dijo que eran el embrión de un nuevo poder estatal. Según un informe, los puestos de control militares entre Bengasi y Egipto hacia el este ahora están siendo atendidos únicamente por las milicias armadas. Los jóvenes que llevan Kalashnikovs someten a un camionero a un control con cierto desgano. "¡Pero si ya no hay Gobierno!", protesta el conductor. El argumento les suena a los jóvenes como bastante concluyente, y lo dejan irse con una sonrisa.
La caída de Misurata
Gadafi probablemente pensó que podía aferrarse a Trípoli y a la parte occidental del país y utilizar esto para aplastar a los insurgentes en el este. Pero los acontecimientos han reducido sus cálculos a cenizas. La revolución ya se ha extendido al oeste. Para el miércoles, el Gobierno había perdido el control de Misurata, la tercera ciudad más grande de Libia. Oficiales del ejército en la ciudad se han comprometido a "apoyar totalmente a los manifestantes".
Misurata es la ciudad más grande en la mitad occidental del país, que ha caído en manos de los insurgentes. Los enfrentamientos estallaron en los últimos dos días en la ciudad de Sabratha, al oeste de la capital. Ahora, Tajura, una ciudad a menos de 15 kilómetros de Trípoli, ha caído y la bandera rebelde está flameando sobre ella. Se informó de que la ciudad de Zwara, también al oeste, estaba en calma después de que el pueblo se hizo con el control. La gente se ha unido para patrullar las calles. Aquí también, sectores del ejército se han unido a los manifestantes.
Las masas en Bengasi están en la calle manifestándose en solidaridad con el pueblo de Trípoli. Es sólo una cuestión de tiempo antes de que la decisiva batalla de Trípoli tenga lugar. El País informa que en Tobruk el pueblo ha creado comités populares y que "un ambiente de revolución lo impregna todo".
Gadafi y el imperialismo
Como en el caso de Túnez y Egipto, los americanos y los europeos sólo pueden mirar con impotencia, mientras que la situación se escapa de su control. Tenían la esperanza de haber llegado a un acuerdo con Gadafi, con la apertura de esta nación rica en petróleo para los inversores extranjeros.
Alguna gente en la izquierda afirma que Gadafi es un "socialista" o un "anti-imperialista" de algún tipo. Esto es falso. De hecho, Gadafi ha abandonado cualquier pretensión de lucha contra el imperialismo, ha tomado acuerdos con EE.UU., el Reino Unido y otras potencias imperialistas y ha abierto el país a las multinacionales del petróleo.
El acercamiento entre Libia y el imperialismo se intensificó en 2003-04, a partir del reconocimiento de su responsabilidad por el atentado de Lockerbie. Los británicos liberaron al hombre libio acusado del atentado, ante la indignación de los americanos, pero para los británicos se trataba de acuerdos lucrativos con Trípoli. Como los romanos solían decir, el dinero no huele.
Los políticos reaccionarios como Tony Blair y Berlusconi cortejaron a Gadafi. Por su parte, el "anti-imperialista" Gadafi llevó a cabo privatizaciones y alentó a las empresas extranjeras a abrir sucursales en Bengasi y Trípoli. Tan recientemente como el pasado mes de noviembre, la revista The Economist publicó un elogioso informe sobre Libia, a la que comparó con Dubai. Ahora todos estos sueños están en ruinas.
Fueron precisamente estas políticas las que destruyeron los elementos de un estado de bienestar que existían anteriormente, las que crearon un enorme abismo entre la riqueza obscena de la camarilla de Gadafi y la pobreza de las masas, y las que desarrollaron un desempleo masivo. Cualquier característica progresista que el régimen pudo haber tenido en el pasado fue eliminada. Esta es la causa principal del actual levantamiento.
Ahora hay informes de que Gadafi ha ordenado el bombardeo de terminales petroleras. Las grandes compañías petroleras extranjeras como BP y Repsol han tenido que suspender sus operaciones en Libia. La mitad de la producción de petróleo de Libia ha sido cerrada. Las consecuencias para la economía mundial pueden ser dramáticas. Los precios del petróleo ya están en alza. Los mercados de futuros de Benchmark Brent ya han alcanzado los 110 dólares por barril. Los disturbios en el mundo árabe todavía podrían ser la ruina de la débil recuperación económica, añadiendo un nuevo giro a la crisis global del capitalismo.
Desintegración del régimen
Gadafi ha tratado de movilizar a sus partidarios para que salgan a la calle y muestren apoyo a su líder. Varios cientos de partidarios leales del Gobierno atendieron su llamado, y organizaron un mitin a favor de Gadafi en la plaza Verde de la ciudad de Trípoli. Pero el discurso de Gadafi poco ha servido para detener el flujo constante de deserciones de su lado. El mismo día se recibieron informes de disparos en la capital.
Hay indicios de que el régimen está entrando en un proceso de desintegración. A última hora del martes por la noche, el general Abdul-Fatah Younis, ministro del Interior del país, se convirtió en el último oficial del Gobierno que renunció, diciendo que había dimitido para apoyar lo que él denominó como "la revolución del 17 de febrero". Instó al ejército libio a unirse al pueblo y a sus "legítimas reivindicaciones".
El miércoles, Youssef Sawani, un alto asesor de Saif al-Islam Gadafi, uno de los hijos de Muamar Gadafi, renunció a su cargo "para expresar su consternación frente a la violencia", informó Reuters.
Anteriormente, Mustapha Abdeljalil, ministro de Justicia del país, había renunciado en protesta por el "uso excesivo de violencia" contra los manifestantes, y diplomáticos de la misión de Libia ante las Naciones Unida hicieron un llamado al ejército libio para ayudar a eliminar "al tirano Muamar Gadafi". Diplomáticos libios por todo el mundo han dimitido en protesta por el uso de la violencia contra los ciudadanos, o han dejado de reconocer el liderazgo de Gadafi, diciendo que están con los manifestantes.
Lo más ominoso para Gadafi ha sido que un grupo de oficiales del ejército ha realizado una declaración instando a los soldados a "unirse al pueblo" y a echar a Gadafi del poder. A medida que la soga aprieta, hay indicios de que sectores del ejército en Libia se están preparando para actuar contra Gadafi en un intento de evitar que el país se siga deslizando hacia el caos. Se rumorea que el comandante de la región de Tobruk, en el este, ha hecho un llamamiento para un golpe de Estado contra Gadafi y establecer algún tipo de comité que lo sustituya a él y a la camarilla que le rodea.
Este es el escenario que los imperialistas querían evitar en Túnez y Egipto a través de la oportuna salida de los "hombres fuertes". Mubarak salió cuando la situación ya estaba fuera de control. Sin embargo, por aferrarse al poder a pesar del levantamiento de masas, Gadafi ha empujado la situación a un punto de ruptura.
Su comportamiento contradice todos los dictados de la conducta racional. Ha ordenado a los militares que disparen contra el pueblo insurgente. Ha utilizado mercenarios para que lleven a cabo la matanza en su nombre. Su intención era aterrorizar a las masas, pero ha fracasado en su objetivo. Por el contrario, ha enfurecido a la gente, y también ha alienado a importantes sectores del ejército y la policía, que se han vuelto contra el Jefe.
Por último, parece que un atisbo de realidad ha comenzado a penetrar en los oscuros recovecos del cerebro de Gaddafi. Parece ser que a un avión que transportaba a su hija se le impidió aterrizar en Malta y fue obligado a regresar a Libia. El Líder ha comenzado a entender que el fin está a la vista. Pero él no se irá como Ben Ali. Después de todo, ¿Adónde se iría? Tiene la intención de quedarse y luchar hasta el final, incluso si esto significa hundir a toda la nación con él.
La caída de Gadafi es ahora sólo una cuestión de tiempo. Por negarse a rendirse, provocará un final de carácter catastrófico. Esto generará más ondas expansivas en los Estados del norte de África y del Oriente Medio que ya están tambaleándose por las crisis anteriores de Túnez y Egipto.
Con la caída de cada régimen reaccionario, las bases de todos los regímenes existentes se debilitan. Las masas están observando cada nuevo desarrollo y sacando sus propias conclusiones. La caída de Gadafi les muestra un nuevo mensaje. Si el régimen libio, con su enorme aparato represivo y su ejército de mercenarios extranjeros, no pudo soportar un levantamiento masivo del pueblo, ¿Qué posibilidades tiene ningún otro Gobierno árabe impopular?
Los gobernantes de Arabia Saudita odiaban a Gadafi. Ahora están rezando por él para que tenga éxito. Sus oraciones no serán escuchadas. El mensaje de las calles de Bengasi y Misurata es rotundamente alto y claro: ¡Tiemblen, tiranos!
Alan Woods
El Imperio pierde un publicista: epitafio de un ideólogo
El reciente fallecimiento de uno de los sociólogos estadounidenses más destacados, el profesor de Harvard Daniel Bell, y los grandes elogios expresados en las necrológicas que le han dedicado ponen de relieve la importancia de la utilidad ideológica por encima del rigor científico. Ejemplo típico de los medios de comunicación de masas y sus hagiografías es la necrológica que publicó el Financial Times (1), en la que afirmaba que "pocos hombres tienen el don de mirar hacia el futuro, pero Daniel Bell (...) era uno de ellos (...) con una precisión asombrosa". Más adelante, el mismo artículo laudatorio anunciaba que "pocos pensadores de la segunda mitad del siglo XX lograron captar los cambios sociales y culturales de la época con tanta amplitud y tanto detalle como Bell." Sin duda hay algunas razones importantes para que Bell reciba tan efusivas alabanzas, pero ciertamente ninguna de ellas es su comprensión de los cambios políticos, económicos e ideológicos que tuvieron lugar en Estados Unidos durante su vida intelectual.
El examen y el análisis de sus principales escritos revelan una “asombrosa” tendencia al error de base en sus análisis de la evolución ideológica y los rasgos fundamentales de la economía de EE.UU., su estructura de clases y su propensión a la guerra permanente y la profundización de la crisis económica.
Uno de los primeros y más influyentes libros de Bell, The End of Ideology (1960) (2), afirmaba que EE.UU. estaba entrando en un período en el que la ideología estaba desapareciendo como fuerza motriz de la acción política. Según su análisis, el pragmatismo, el consenso y el declive del conflicto social y de clases caracterizarían el futuro de la política estadounidense. The End of Ideology se publicó en una década en que la sociedad norteamericana se vio desgarrada por los movimientos antibelicistas y antiimperialistas, contempló la salida anticipada de un presidente de EE.UU. (Johnson) y tuvo a decenas de miles de sus soldados paralizados e inmovilizados en Indochina, lo que condujo a una movilización popular masiva en el país y erosionó cualquier idea de consenso político. Durante esta misma década, en cientos de ciudades del país estallaron importantes levantamientos urbanos y movimientos sociales afroamericanos, que produjeron en muchos casos enfrentamientos violentos y una fuerte represión por la Guardia Nacional y la policía, lejos de la construcción de cualquier tipo de "consenso". Las ideologías florecieron, entre otras el Black Power, el marxismo en muchas de sus formas, las diversas variantes de democracia participativa de la Nueva Izquierda, el feminismo y el ecologismo. En lugar de reflexionar sobre estas realidades de la década y replantearse sus equivocadas profecías, Bell, refugiado en las universidades de Columbia y más tarde (1969) Harvard, simplemente se burló de los protagonistas de las nuevas ideologías y los nuevos movimientos sociales. El renacimiento de la ideología como guía o justificación de la acción política no se limitó en absoluto a la izquierda y los movimientos ambientalistas: la estridente derecha de Ronald Reagan, con su ideológica neoliberal y neoconservadora, surgió hasta llegar a dominar la política en la década de 1980, redefiniendo el papel del Estado, protagonizando un asalto a gran escala sobre el estado del bienestar y la regulación empresarial, y justificando un resurgimiento masivo del militarismo.
Nunca un científico social ha interpretado tan erróneamente su momento histórico, ni ha hecho predicciones tan miopes que hayan sido refutadas en un plazo tan breve. Esta colosal desconexión con la realidad no impidió a Bell publicar un nuevo título con nuevas profecías: The Coming of Post Industrial Society (3). En él, Bell sostuvo que la lucha de clases y la actividad industrial estaban siendo reemplazadas por una nueva economía de servicios basada en los sistemas de información y en nuevos principios innovadores, nuevos modos de organización social y una nueva clase social. Llegó a argumentar que la lucha de clases estaba siendo reemplazada por una meritocracia basada en la educación y por políticas basadas en el interés individual.
Un vistazo siquiera superficial a la época nos revela que fue un momento de intensificación de la lucha de clases –esta vez desde arriba en vez de desde abajo– que supuso un violento y exitoso ataque de carácter político de los gobiernos de Reagan y las grandes corporaciones contra los derechos de los trabajadores, con despidos masivos y encarcelamiento de los controladores aéreos en huelga, además del inicio de una campaña nacional para hacer retroceder los salarios y la protección del empleo en las industrias del automóvil, el acero y otras industrias claves.
En segundo lugar, el relativo declive de la manufactura industrial y el surgimiento de la industria de servicios no se tradujo en el crecimiento de empleos de cuello blanco mejor pagados para los hijos de los obreros industriales desplazados: la gran mayoría de los nuevos trabajadores de servicios estaban mal pagados (con ingresos 60% inferiores a los de los trabajadores industriales sindicalizados) y encuadrados en trabajos manuales de baja categoría.
Lo que Bell calificó de sociedad postindustrial del conocimiento fue, de hecho, el predominio cada vez mayor del capitalismo financiero, que pudo definir cada vez más la utilización y las funciones principales de los sistemas de información: el desarrollo de nuevos softwares diseñados para los instrumentos financieros especulativos. En lugar del mérito como base de la movilidad social, especialmente en la franja social superior, es la conexión con los grandes bancos de inversión lo que ha venido sirviendo como principal vehículo hacia el éxito. Esta relación ha socavado la economía industrial y el empleo estable del país.
Las contribuciones conceptuales de Bell reflejan una asombrosa habilidad para acuñar eufemismos destinados a oscurecer el predominio de una clase financiera parasitaria y el etiquetado como meritocracia de sus abusivas prácticas.
Es difícil de creer que Bell, que fue redactor encargado de la sección de empleo de Fortune, la gran publicación de los negocios, no estuviera al tanto del desplazamiento masivo de capitales de la industria a las actividades financieras. Pero lo que hizo fue perfeccionar sus habilidades como publicista para acuñar frases simples y conceptos pegadizos, útiles para formar parte de la narrativa de unos medios de comunicación ansiosos por desviar el debate público de las características profundamente negativas de la embestida capitalista sobre la clase obrera a partir de 1980.
El último gran libro de Bell, The Cultural Contradictions of Capitalism (4) ha sido a la vez la celebración del capitalismo como gran historia de éxito, que sin embargo lleva en su seno, según nos advirtió, la semilla de su propia destrucción desde el momento en que el valor puritano del trabajo bien hecho había sido erosionado y sustituido por la gratificación instantánea, el consumismo y la contracultura, todo lo cual conduce inevitablemente a la crisis moral.
Una vez más, Bell desvía la atención de las contradicciones estructurales más evidentes, para centrarse en patrones de comportamiento marginales, en sí mismos subproductos de un poder global e imperial creciente. Las más flagrantes contradicciones que Bell ignoró son, por una parte, la que se produce entre la tradición republicana estadounidense, en vías de desaparición, y el impulso dominante hacia la construcción del imperio; y por otra, la contradicción entre el declive de la economía del país y el crecimiento del militarismo de ámbito mundial. La retórica postindustrial de Bell no tuvo en cuenta que la pérdida de empleo en la industria estadounidense no se debió a la conversión de las empresas en una supuesta economía de la información, sino más bien a su reubicación en el extranjero, (Asia, Caribe y México), bien mediante subcontratación, bien mediante inversión extranjera. En otras palabras, Bell atribuye el descenso de la economía interna estadounidense a la moralidad de la clase media y los consumidores de bajos ingresos del país, en lugar de presentar un análisis objetivo de las características estructurales y el comportamiento del capital globalizado en su servicio a un imperio en expansión.
De un modo aún más perverso, este "pensador excepcional y paradigma de nuestro tiempo", fue incapaz de captar la esencial profundización de las contradicciones de clase de nuestra época. Algunos estudios estadísticos comparativos han demostrado que EE.UU. tiene ahora las peores desigualdades de cualquier país capitalista y el peor sistema de salud de los cincuenta principales países industrializados. Por otra parte, al igual que muchos de los intelectuales ricos de Nueva York, con sus salarios de seis cifras, Bell no registró el hecho ineludible de que las desigualdades en Manhattan eran tan acusadas o más que las de Guatemala, Calcuta o Sao Paulo: menos del 1% de los residentes controlan el 40% de la riqueza de Nueva York.
Así son las contradicciones “culturales" de Bell: el contraste entre las declaraciones de nuestro insigne académico y la realidad existente en los márgenes del vergel académico.
Como intelectual, la contribución de Bell, fue por consiguiente mediocre, en el mejor de los casos, y carente de una perspectiva interesante, sobre todo en sus pretensiones proféticas. La notoriedad de Bell y su reputación, sobre todo en los medios de comunicación y revistas de prestigio académico, se debió a su capacidad inagotable para poner de moda eufemismos pegadizos diseñados para desviar la atención de los devastadores efectos socioeconómicos del capitalismo de finales del siglo XX. Bell proporcionó útiles conceptos a los publicistas y escribas de los negocios y las finanzas para que pudieran embellecer sus narrativas. Su gran reputación entre muchos académicos de escritor deseoso de abordar los grandes temas de nuestro tiempo para debatir y polemizar con los críticos situados a la izquierda, es una virtud menor dada su mediocridad básica y su mendaz defensa de lo indefendible.
James Petras
Traducido por S. Seguí
2/12-13/1, p. 5
El fin de las ideologías, Tecnos 1964
El advenimiento de la sociedad postindustrial, Alianza Editorial 2006
Las contradicciones culturales del capitalismo, Alianza Editorial 2010
El examen y el análisis de sus principales escritos revelan una “asombrosa” tendencia al error de base en sus análisis de la evolución ideológica y los rasgos fundamentales de la economía de EE.UU., su estructura de clases y su propensión a la guerra permanente y la profundización de la crisis económica.
Uno de los primeros y más influyentes libros de Bell, The End of Ideology (1960) (2), afirmaba que EE.UU. estaba entrando en un período en el que la ideología estaba desapareciendo como fuerza motriz de la acción política. Según su análisis, el pragmatismo, el consenso y el declive del conflicto social y de clases caracterizarían el futuro de la política estadounidense. The End of Ideology se publicó en una década en que la sociedad norteamericana se vio desgarrada por los movimientos antibelicistas y antiimperialistas, contempló la salida anticipada de un presidente de EE.UU. (Johnson) y tuvo a decenas de miles de sus soldados paralizados e inmovilizados en Indochina, lo que condujo a una movilización popular masiva en el país y erosionó cualquier idea de consenso político. Durante esta misma década, en cientos de ciudades del país estallaron importantes levantamientos urbanos y movimientos sociales afroamericanos, que produjeron en muchos casos enfrentamientos violentos y una fuerte represión por la Guardia Nacional y la policía, lejos de la construcción de cualquier tipo de "consenso". Las ideologías florecieron, entre otras el Black Power, el marxismo en muchas de sus formas, las diversas variantes de democracia participativa de la Nueva Izquierda, el feminismo y el ecologismo. En lugar de reflexionar sobre estas realidades de la década y replantearse sus equivocadas profecías, Bell, refugiado en las universidades de Columbia y más tarde (1969) Harvard, simplemente se burló de los protagonistas de las nuevas ideologías y los nuevos movimientos sociales. El renacimiento de la ideología como guía o justificación de la acción política no se limitó en absoluto a la izquierda y los movimientos ambientalistas: la estridente derecha de Ronald Reagan, con su ideológica neoliberal y neoconservadora, surgió hasta llegar a dominar la política en la década de 1980, redefiniendo el papel del Estado, protagonizando un asalto a gran escala sobre el estado del bienestar y la regulación empresarial, y justificando un resurgimiento masivo del militarismo.
Nunca un científico social ha interpretado tan erróneamente su momento histórico, ni ha hecho predicciones tan miopes que hayan sido refutadas en un plazo tan breve. Esta colosal desconexión con la realidad no impidió a Bell publicar un nuevo título con nuevas profecías: The Coming of Post Industrial Society (3). En él, Bell sostuvo que la lucha de clases y la actividad industrial estaban siendo reemplazadas por una nueva economía de servicios basada en los sistemas de información y en nuevos principios innovadores, nuevos modos de organización social y una nueva clase social. Llegó a argumentar que la lucha de clases estaba siendo reemplazada por una meritocracia basada en la educación y por políticas basadas en el interés individual.
Un vistazo siquiera superficial a la época nos revela que fue un momento de intensificación de la lucha de clases –esta vez desde arriba en vez de desde abajo– que supuso un violento y exitoso ataque de carácter político de los gobiernos de Reagan y las grandes corporaciones contra los derechos de los trabajadores, con despidos masivos y encarcelamiento de los controladores aéreos en huelga, además del inicio de una campaña nacional para hacer retroceder los salarios y la protección del empleo en las industrias del automóvil, el acero y otras industrias claves.
En segundo lugar, el relativo declive de la manufactura industrial y el surgimiento de la industria de servicios no se tradujo en el crecimiento de empleos de cuello blanco mejor pagados para los hijos de los obreros industriales desplazados: la gran mayoría de los nuevos trabajadores de servicios estaban mal pagados (con ingresos 60% inferiores a los de los trabajadores industriales sindicalizados) y encuadrados en trabajos manuales de baja categoría.
Lo que Bell calificó de sociedad postindustrial del conocimiento fue, de hecho, el predominio cada vez mayor del capitalismo financiero, que pudo definir cada vez más la utilización y las funciones principales de los sistemas de información: el desarrollo de nuevos softwares diseñados para los instrumentos financieros especulativos. En lugar del mérito como base de la movilidad social, especialmente en la franja social superior, es la conexión con los grandes bancos de inversión lo que ha venido sirviendo como principal vehículo hacia el éxito. Esta relación ha socavado la economía industrial y el empleo estable del país.
Las contribuciones conceptuales de Bell reflejan una asombrosa habilidad para acuñar eufemismos destinados a oscurecer el predominio de una clase financiera parasitaria y el etiquetado como meritocracia de sus abusivas prácticas.
Es difícil de creer que Bell, que fue redactor encargado de la sección de empleo de Fortune, la gran publicación de los negocios, no estuviera al tanto del desplazamiento masivo de capitales de la industria a las actividades financieras. Pero lo que hizo fue perfeccionar sus habilidades como publicista para acuñar frases simples y conceptos pegadizos, útiles para formar parte de la narrativa de unos medios de comunicación ansiosos por desviar el debate público de las características profundamente negativas de la embestida capitalista sobre la clase obrera a partir de 1980.
El último gran libro de Bell, The Cultural Contradictions of Capitalism (4) ha sido a la vez la celebración del capitalismo como gran historia de éxito, que sin embargo lleva en su seno, según nos advirtió, la semilla de su propia destrucción desde el momento en que el valor puritano del trabajo bien hecho había sido erosionado y sustituido por la gratificación instantánea, el consumismo y la contracultura, todo lo cual conduce inevitablemente a la crisis moral.
Una vez más, Bell desvía la atención de las contradicciones estructurales más evidentes, para centrarse en patrones de comportamiento marginales, en sí mismos subproductos de un poder global e imperial creciente. Las más flagrantes contradicciones que Bell ignoró son, por una parte, la que se produce entre la tradición republicana estadounidense, en vías de desaparición, y el impulso dominante hacia la construcción del imperio; y por otra, la contradicción entre el declive de la economía del país y el crecimiento del militarismo de ámbito mundial. La retórica postindustrial de Bell no tuvo en cuenta que la pérdida de empleo en la industria estadounidense no se debió a la conversión de las empresas en una supuesta economía de la información, sino más bien a su reubicación en el extranjero, (Asia, Caribe y México), bien mediante subcontratación, bien mediante inversión extranjera. En otras palabras, Bell atribuye el descenso de la economía interna estadounidense a la moralidad de la clase media y los consumidores de bajos ingresos del país, en lugar de presentar un análisis objetivo de las características estructurales y el comportamiento del capital globalizado en su servicio a un imperio en expansión.
De un modo aún más perverso, este "pensador excepcional y paradigma de nuestro tiempo", fue incapaz de captar la esencial profundización de las contradicciones de clase de nuestra época. Algunos estudios estadísticos comparativos han demostrado que EE.UU. tiene ahora las peores desigualdades de cualquier país capitalista y el peor sistema de salud de los cincuenta principales países industrializados. Por otra parte, al igual que muchos de los intelectuales ricos de Nueva York, con sus salarios de seis cifras, Bell no registró el hecho ineludible de que las desigualdades en Manhattan eran tan acusadas o más que las de Guatemala, Calcuta o Sao Paulo: menos del 1% de los residentes controlan el 40% de la riqueza de Nueva York.
Así son las contradicciones “culturales" de Bell: el contraste entre las declaraciones de nuestro insigne académico y la realidad existente en los márgenes del vergel académico.
Como intelectual, la contribución de Bell, fue por consiguiente mediocre, en el mejor de los casos, y carente de una perspectiva interesante, sobre todo en sus pretensiones proféticas. La notoriedad de Bell y su reputación, sobre todo en los medios de comunicación y revistas de prestigio académico, se debió a su capacidad inagotable para poner de moda eufemismos pegadizos diseñados para desviar la atención de los devastadores efectos socioeconómicos del capitalismo de finales del siglo XX. Bell proporcionó útiles conceptos a los publicistas y escribas de los negocios y las finanzas para que pudieran embellecer sus narrativas. Su gran reputación entre muchos académicos de escritor deseoso de abordar los grandes temas de nuestro tiempo para debatir y polemizar con los críticos situados a la izquierda, es una virtud menor dada su mediocridad básica y su mendaz defensa de lo indefendible.
James Petras
Traducido por S. Seguí
2/12-13/1, p. 5
El fin de las ideologías, Tecnos 1964
El advenimiento de la sociedad postindustrial, Alianza Editorial 2006
Las contradicciones culturales del capitalismo, Alianza Editorial 2010
Levantamientos populares: de Medio Oriente al Medio Oeste
Cerca de ochenta mil personas marcharon el sábado al Capitolio del estado de Wisconsin en Madison, como parte de una creciente protesta contra el intento del flamante gobernador republicano Scott Walker, no solo de acosar a los sindicatos de los empleados públicos, sino de desarticularlos. El levantamiento popular de Madison sucede inmediatamente después de los de Medio Oriente. Un estudiante universitario veterano de la guerra de Irak, llevaba un cartel que decía “Fui a Irak y ¿volví a mi casa en Egipto?” Otro decía, “Walker: el Mubarak del Medio Oeste”. Del mismo modo, en Madison circuló una foto de un joven en una manifestación en El Cairo con un cartel que decía “Egipto apoya a los trabajadores de Wisconsin: el mismo mundo, el mismo dolor”. Mientras tanto, en un intento de derrocar al eterno dictador Muammar Gadafi, los libios siguen desafiando la violenta ofensiva del gobierno, al tiempo que más de 10.000 personas marcharon el martes en Columbus, Ohio, para oponerse al intento del gobernador republicano John Kasich de dar un golpe de Estado legislativo contra los sindicatos.
Hace apenas unas semanas, la solidaridad entre jóvenes egipcios y policías de Wisconsin, o entre trabajadores libios y empleados públicos de Ohio, habría parecido increíble.
El levantamiento de Túnez fue provocado por el suicidio de un joven llamado Mohamed Bouazizi, egresado universitario de 26 años, que no podía encontrar trabajo en su profesión. Mientras vendía frutas y verduras en el mercado, en repetidas oportunidades fue víctima de maltrato por parte de las autoridades tunecinas que en un momento le terminaron confiscando la carretilla. Completamente frustrado se prendió fuego, chispa que encendió las protestas que se convirtieron en una ola revolucionaria en Medio Oriente y el Norte de África. Durante décadas, la gente de la región ha vivido bajo dictaduras –muchas de las cuales reciben ayuda militar de Estados Unidos-, ha sufrido violaciones de los derechos humanos, además de tener bajos ingresos, altas tasas de desempleo y prácticamente ninguna libertad de expresión. Todo esto mientras las élites amasaban fortunas.
En los conflictos que vemos hoy en Wisconsin y Ohio hay un trasfondo semejante. La “Gran Recesión” de 2008, según el economista Dean Baker, ingresó en su trigésimo séptimo mes sin señales de mejoría. En un documento reciente, Baker dice que debido a la crisis financiera “muchos políticos argumentan que es necesario reducir drásticamente las generosas jubilaciones del sector público, y a ser posible, no cumplir con las obligaciones de jubilaciones ya asumidas. Gran parte del déficit en el sistema de jubilaciones se debe a la caída de la bolsa de valores en los años 2007-2009”.
En otras palabras, los mercachifles de Wall Street que vendían las complejas acciones respaldadas por hipotecas que provocaron el colapso financiero, son quienes causaron el déficit en las pensiones. El periodista ganador del premio Pulitzer David Cay Johnston dijo recientemente: “El empleado estatal promedio de Wisconsin gana 24.500 dólares al año. No se trata de una gran jubilación; el 15 por ciento del dinero destinado a esta jubilación anualmente es lo que se paga a Wall Street por administrarlo. Es realmente un porcentaje demasiado alto para pagar a Wall Street por administrar el dinero”.
Entonces, mientras la banca de inversión recorta un enorme porcentaje de los fondos de jubilaciones, se sataniza a los trabajadores y se les pide que hagan sacrificios. Los que provocaron el problema, en cambio, luego obtuvieron rescates generosos, ahora reciben altísimos salarios y bonificaciones y nadie les pide responsabilidades. Si rastreamos el origen del dinero, resulta que la campaña de Walker fue financiada por los tristemente célebres hermanos Koch, grandes patrocinadores de las organizaciones que forman el movimiento conservador Tea Party. Además donaron un millón de dólares a la Asociación de Gobernadores Republicanos, que otorgó un apoyo significativo a la campaña de Walker. Entonces, ¿acaso resulta sorprendente que Walker apoye a las empresas al otorgarles exenciones impositivas y que haya lanzando una gran campaña contra los empleados del sector público sindicados?
Uno de los sindicatos que Walter y Kasich en Ohio tienen en la mira es la Federación Estadounidense de Empleados Estatales, de Condados y Municipales (AFSCME, por sus siglas en inglés). El sindicato se fundó en 1932, en medio de la Gran Depresión, en Madison. Tiene 1,6 millones de afiliados, entre los que hay enfermeros, personal penitenciario, personal de guarderías, técnicos de emergencias médicas y trabajadores de la salud. Vale la pena recordar, en este Mes de la Historia Negra, que la lucha de los trabajadores de la salud del local Nº 1733 de AFSCME hizo que Martin Luther King Jr. fuera a Memphis, Tennessee, en abril de 1968. Como me dijo el Reverendo Jesse Jackson cuando marchaba junto a los estudiantes y sus profesores sindicados en Madison el martes pasado: “El último acto del Dr. King sobre la tierra, su viaje a Memphis, Tennessee, fue por el derecho de los trabajadores a negociar convenios colectivos de trabajo y el derecho al descuento de la cuota sindical de su salario. No es posible beneficiar a los ricos, mientras se deja a los pobres sin nada”.
Los trabajadores de Egipto, formando una coalición extraordinaria con los jóvenes, tuvieron un papel decisivo en el derrocamiento del régimen de ese país. En las calles de Madison, bajo la cúpula del Capitolio, se está produciendo otra muestra de solidaridad. Los trabajadores de Wisconsin hicieron concesiones en sus salarios y jubilaciones, pero no renunciarán al derecho a negociar convenios colectivos de trabajo. En este momento sería inteligente que Walker negociara. No es una buena época para los tiranos.
Amy Goodman
Democracy Now!
Hace apenas unas semanas, la solidaridad entre jóvenes egipcios y policías de Wisconsin, o entre trabajadores libios y empleados públicos de Ohio, habría parecido increíble.
El levantamiento de Túnez fue provocado por el suicidio de un joven llamado Mohamed Bouazizi, egresado universitario de 26 años, que no podía encontrar trabajo en su profesión. Mientras vendía frutas y verduras en el mercado, en repetidas oportunidades fue víctima de maltrato por parte de las autoridades tunecinas que en un momento le terminaron confiscando la carretilla. Completamente frustrado se prendió fuego, chispa que encendió las protestas que se convirtieron en una ola revolucionaria en Medio Oriente y el Norte de África. Durante décadas, la gente de la región ha vivido bajo dictaduras –muchas de las cuales reciben ayuda militar de Estados Unidos-, ha sufrido violaciones de los derechos humanos, además de tener bajos ingresos, altas tasas de desempleo y prácticamente ninguna libertad de expresión. Todo esto mientras las élites amasaban fortunas.
En los conflictos que vemos hoy en Wisconsin y Ohio hay un trasfondo semejante. La “Gran Recesión” de 2008, según el economista Dean Baker, ingresó en su trigésimo séptimo mes sin señales de mejoría. En un documento reciente, Baker dice que debido a la crisis financiera “muchos políticos argumentan que es necesario reducir drásticamente las generosas jubilaciones del sector público, y a ser posible, no cumplir con las obligaciones de jubilaciones ya asumidas. Gran parte del déficit en el sistema de jubilaciones se debe a la caída de la bolsa de valores en los años 2007-2009”.
En otras palabras, los mercachifles de Wall Street que vendían las complejas acciones respaldadas por hipotecas que provocaron el colapso financiero, son quienes causaron el déficit en las pensiones. El periodista ganador del premio Pulitzer David Cay Johnston dijo recientemente: “El empleado estatal promedio de Wisconsin gana 24.500 dólares al año. No se trata de una gran jubilación; el 15 por ciento del dinero destinado a esta jubilación anualmente es lo que se paga a Wall Street por administrarlo. Es realmente un porcentaje demasiado alto para pagar a Wall Street por administrar el dinero”.
Entonces, mientras la banca de inversión recorta un enorme porcentaje de los fondos de jubilaciones, se sataniza a los trabajadores y se les pide que hagan sacrificios. Los que provocaron el problema, en cambio, luego obtuvieron rescates generosos, ahora reciben altísimos salarios y bonificaciones y nadie les pide responsabilidades. Si rastreamos el origen del dinero, resulta que la campaña de Walker fue financiada por los tristemente célebres hermanos Koch, grandes patrocinadores de las organizaciones que forman el movimiento conservador Tea Party. Además donaron un millón de dólares a la Asociación de Gobernadores Republicanos, que otorgó un apoyo significativo a la campaña de Walker. Entonces, ¿acaso resulta sorprendente que Walker apoye a las empresas al otorgarles exenciones impositivas y que haya lanzando una gran campaña contra los empleados del sector público sindicados?
Uno de los sindicatos que Walter y Kasich en Ohio tienen en la mira es la Federación Estadounidense de Empleados Estatales, de Condados y Municipales (AFSCME, por sus siglas en inglés). El sindicato se fundó en 1932, en medio de la Gran Depresión, en Madison. Tiene 1,6 millones de afiliados, entre los que hay enfermeros, personal penitenciario, personal de guarderías, técnicos de emergencias médicas y trabajadores de la salud. Vale la pena recordar, en este Mes de la Historia Negra, que la lucha de los trabajadores de la salud del local Nº 1733 de AFSCME hizo que Martin Luther King Jr. fuera a Memphis, Tennessee, en abril de 1968. Como me dijo el Reverendo Jesse Jackson cuando marchaba junto a los estudiantes y sus profesores sindicados en Madison el martes pasado: “El último acto del Dr. King sobre la tierra, su viaje a Memphis, Tennessee, fue por el derecho de los trabajadores a negociar convenios colectivos de trabajo y el derecho al descuento de la cuota sindical de su salario. No es posible beneficiar a los ricos, mientras se deja a los pobres sin nada”.
Los trabajadores de Egipto, formando una coalición extraordinaria con los jóvenes, tuvieron un papel decisivo en el derrocamiento del régimen de ese país. En las calles de Madison, bajo la cúpula del Capitolio, se está produciendo otra muestra de solidaridad. Los trabajadores de Wisconsin hicieron concesiones en sus salarios y jubilaciones, pero no renunciarán al derecho a negociar convenios colectivos de trabajo. En este momento sería inteligente que Walker negociara. No es una buena época para los tiranos.
Amy Goodman
Democracy Now!
jueves, febrero 24, 2011
Réplicas revolucionarias
En la naturaleza, un terremoto es seguido por réplicas. Estas pueden ser tan catastróficas en sus efectos como la explosión original. Lo que estamos presenciando es el mismo fenómeno en lo que se refiere a la sociedad y a la política. El terremoto revolucionario en Egipto y Túnez ha enviado sacudidas sísmicas a las partes más distantes del mundo de habla árabe. Argelia, Marruecos, Libia, Sudán, Bahréin, Jordania, Iraq, Yemen, Kuwait, Djibouti... la lista es cada vez más larga, no de día en día, sino de hora en hora.
En Bahréin, que está al lado de Irán y Arabia Saudita, el desesperado intento de la monarquía para aplastar con sangre el movimiento de masas ha fracasado. El pueblo revolucionario mostró una inmensa valentía frente a las balas de los mercenarios a sueldo del régimen. Como resultado de ello, las autoridades se vieron obligadas a dar marcha atrás y retirar a los matones de uniforme, lo que permitió a las masas tomar posesión de la rotonda de la Perla, que se ha convertido en el centro de gravedad de la sublevación, como la plaza Tahrir en El Cairo.
Las convulsiones en Bahréin también representan una chispa que potencialmente podría encender un barril de pólvora en la vecina Arabia Saudita, donde también hay una gran minoría de chiítas y una población cada vez más descontenta.
La crisis ya está empezando a afectar al reaccionario régimen saudí. La semana pasada, el Mufti de Arabia Saudita advirtió a la camarilla gobernante que, a menos que llevara a cabo reformas urgentes para mejorar el nivel de vida del pueblo saudita, podría enfrentarse a su derrocamiento como los regímenes de Túnez y Egipto. En una declaración sin precedentes, criticó a la familia real por su extravagancia, en contraste con la pobreza de las masas.
Es imposible subestimar la importancia de este desarrollo, ya que todo el régimen saudí se basa en un acuerdo entre la Casa de Saud y el clero. Una escisión entre ellos sería un presagio claro de una crisis revolucionaria en este bastión de la reacción en el Oriente Medio y el mundo islámico en general. Es algo que produce escalofríos en la espina dorsal de los imperialistas estadounidenses.
En Irán también hay indicios de que el movimiento de masas está reavivándose. Hay claras señales de divisiones en el régimen y en el Estado en que se apoya. Según un documento recibido por The Telegraph, varios oficiales de rango inferior de la Guardia Revolucionaria iraní (una milicia profesional compuesta de 120.000 individuos) han firmado un documento en el que declaran que no quieren disparar a los manifestantes. Como hemos señalado en Marxist.com, si este documento es correcto, marca un hito muy importante en el desarrollo de la revolución iraní.
La hipocresía de los imperialistas no conoce límites. Por un lado, se ven obligados a hacer ruido en público expresando su profunda solidaridad con el movimiento pro-democracia. Pero, por otro, la realidad es que han apoyado todos los regímenes reaccionarios de la región, entre ellos Bahréin, donde se encuentra la Quinta Flota, la principal fuerza naval de EE.UU. en Oriente Medio. Los británicos y los norteamericanos han armado a estos regímenes durante décadas en contra de sus propias poblaciones. El gas lacrimógeno, las balas de goma y otros símbolos de la civilización occidental democrática utilizados contra los manifestantes en la rotonda de la Perla vienen de Gran Bretaña, donde el gobierno está "reconsiderando" su política de venta de armas a lugares como Bahréin y Libia.
Iraq
A pesar de su poderío económico y militar, los imperialistas de EE.UU. son impotentes para intervenir directamente contra la revolución. Ya se han quemado los dedos de mala manera en Iraq. Nueve años, cientos de miles de muertos y mutilados, y miles de millones de dólares más tarde, Iraq no está más cerca de la "democracia" y la "libertad" que cuando George W. Bush derrocó al ex aliado de los EE.UU. en Bagdad. Irónicamente, la deuda contraída durante esta aventura ha sentado las bases para la agitación de masas en los propios Estados Unidos. A pesar de este derroche de sangre y dinero, los EE.UU. todavía no controlan ni pueden controlar Iraq. Por el contrario, los movilizaciones masivas y la presión de las masas han dado como resultado el derrocamiento de dos dictadores y habrá otros que les seguirán. Esto desenmascara la mentira de los imperialistas de que sólo ellos pueden llevar la "civilización" a los pueblos "atrasados" de la región, que fueron, no lo olvidemos, la cuna de la civilización humana.
La oleada revolucionaria que recorre la región muestra que, una vez que las masas se movilizan, no hay fuerza en la tierra que las pueda detener. Ni siquiera el poderoso Mubarak pudo sobrevivir. Si esto puede ocurrir en Egipto, puede ocurrir en cualquier otro lugar. Ahora, el descontento de masas ha estallado en el Kurdistán iraquí, amenazando el edificio tambaleante que los imperialistas han construido en un intento de reducir sus pérdidas, al tiempo que mantienen su influencia en los asuntos del país… y en el petróleo.
Túnez
En Túnez, decenas de miles de personas marcharon este fin de semana en las principales ciudades en contra del gobierno de Gannouchi y exigiendo la inmediata convocatoria de una Asamblea Constituyente. "La revolución de Túnez no ha terminado todavía" fue el mensaje común de estas manifestaciones. La mayor de estas manifestaciones tuvo lugar en la capital de Túnez el domingo 20 de febrero, donde decenas de miles marcharon hacia el edificio del Gobierno gritando consignas como "Largaos - Dégage" y "No queremos a los amigos de Ben Ali". La mayoría de los medios de comunicación trataron de minimizar el tamaño de esta protesta, pero los periodistas de Reuters que estaban presentes plantearon que la asistencia era de 40.000 personas. Este video muestra claramente que por lo menos había decenas de miles de asistentes (Vídeo). Marchas similares tuvieron lugar en Sfax (Vídeo), Kairouan (Vídeo), Bizerta (Vídeo), Monastir y otras ciudades con miles de manifestantes.
A pesar de la fuerte presencia policial y de los disparos al aire del ejército, los manifestantes –jóvenes y sindicalistas–, acamparon en la explanada de Kasbah, en las afueras del edificio del gobierno, de donde habían sido desalojados por la fuerza cuatro semanas antes. El lunes había informes de estudiantes de escuela saliendo a la huelga en diferentes ciudades y muchos de ellos marchaban para unirse a los manifestantes en Kasbah. Está claro que después de un corto período de reorganización, después de que la burocracia de la UGTT dio legitimidad al gobierno Gannouchi, el movimiento revolucionario de las masas de Túnez ha ganado fuerza renovada.
Libia
La oleada revolucionaria ha llegado a su punto de influjo más sangriento en Libia, donde la situación se ha vuelto incandescente. Situado entre Túnez y Egipto, muchos comentaristas (¡y el propio Gadafi!) se imaginaban que Libia de alguna manera podría evitar la conflagración general. Según los últimos informes, la insurrección se ha extendido desde el este de Libia a la capital de Trípoli. Anoche se oyeron tiroteos en el centro de Trípoli y en otros distritos. Al Jazeera calcula que el número de muertos en Trípoli es de 61. Otros informes sin confirmar dicen que los manifestantes atacaron durante la noche la sede de la televisión Al-Jamahiriya Dos y Al-Shababia, así como otros edificios del gobierno en Trípoli.
El Centro de Conferencias del Pueblo, donde el Congreso General del Pueblo (Parlamento) se reúne, fue incendiado, y comisarías de policía y otros edificios gubernamentales también fueron atacados, saqueados e incendiados. Esta es ahora una insurrección armada en toda regla. Los enfrentamientos se han sucedido entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad en las ciudades del este del país y en Bengasi en particular, donde la oposición al líder libio Muamar el Gadafi es más intensa. Pero esto se ha extendido hacia el sur y el este del país y a la propia ciudad de Trípoli.
Las protestas en Trípoli no se apaciguaron sino que se intensificaron después de un discurso televisado del hijo de Gadafi, Seif al-Islam. Prometió reformas políticas, sociales y económicas y dijo que el asesinato de manifestantes fue un "error", pero describió a los manifestantes como borrachos y drogadictos que seguían las órdenes de extranjeros. Prometió una conferencia sobre reformas constitucionales dentro de dos días y dijo que los libios deberían "olvidarse del petróleo y la gasolina" y prepararse para la ocupación por el "Occidente" y 40 años de guerra civil si no estaban de acuerdo.
El hijo de Gadafi intentó dibujar un contraste entre la situación en Libia y las revoluciones en Egipto y Túnez: "Libia es diferente. Si se producen disturbios, se dividirá en varios Estados", dijo. Pero lo mismo se dijo antes sobre Egipto, que se suponía que era diferente a Túnez y, por lo tanto, inmune al contagio revolucionario. Los eventos pusieron pronto de manifiesto la falsedad de estas afirmaciones. No había pirámides en Túnez y no hay ninguna en Libia, pero hay un descontento de masas en todos estos países, que buscan una salida. Cuanto más sean reprimidas, más violenta será la explosión cuando finalmente estalle.
El discurso insinuaba que el ejército y la guardia nacional reprimiría a los "elementos sediciosos" que estaban extendiendo los disturbios: "Podéis decir que queremos democracia y derechos, podemos hablar de ello, deberíamos haber hablado de ello antes. Es esto o la guerra. En lugar de llorar por más de 200 muertos, vamos a llorar por cientos de miles de muertos".
"Vamos a luchar hasta el último momento, hasta la última bala", dijo Gadafi. Pero la pregunta es: ¿para quién está reservada la última bala?
Guerra civil
Saif Gadafi admitió que algunas bases militares, tanques y armas habían sido incautadas y reconoció que el ejército, bajo estrés, abrió fuego contra las multitudes, porque no estaba acostumbrado a controlar manifestaciones.
Testigos en Libia han informado de que algunas ciudades, especialmente en el este, que se perciben como menos fieles a Muamar Gadafi, han caído completamente en manos de los civiles y los manifestantes. Después del discurso, los manifestantes en la calle comenzaron a corear consignas contra Seif al-Islam, así como contra su padre.
Ha habido informes de casos de deserciones del ejército en Bengasi y en Al Bayda en el este de Libia desde el 20 de febrero, y ahora los disturbios se están extendiendo a Trípoli el 21 de febrero. Esto sugiere que el régimen está perdiendo el control de la situación.
Marwan Bishara, importante analista político de Al Jazeera, dijo que el discurso Saif Gadafi parecía "desesperado".
11 de febrero, Tahrir. Foto: Ramy Raoof"Sonaba como un discurso desesperado de un hijo desesperado de un dictador que está tratando de utilizar el chantaje con el pueblo libio amenazándo con convertir el país en un baño de sangre", dijo Bishara.
"Eso es muy peligroso viniendo de alguien que ni siquiera tiene un papel oficial en Libia -por lo que en muchos sentidos, este podría ser el comienzo de un escenario de pesadilla para Libia si un líder despótico pone a su hijo en el aire con el fin de advertir a su pueblo de un baño de sangre si no hacen caso a las órdenes o a los dictados de un dictador".
Si el régimen libio trata de aferrarse al poder por la fuerza podría acabar como el régimen de Ceaucescu en Rumanía. Esta perspectiva es un escenario de pesadilla para los imperialistas y sus regímenes títeres por todas partes. Los últimos informes indican que la fuerza aérea y la marina de Libia están disparando a instalaciones militares rebeldes e, incluso, a civiles. Parecería que ahora ha estallado una guerra civil abierta en la medida en que Gadafi se aferra desesperadamente al poder, pero esta es una apuesta que puede que no gane.
Gran madurez de los trabajadores y falta de dirección
Dondequiera que se mire, toda la amplia extensión del norte de África y el Oriente Medio está en llamas. Regímenes que se consideraban estables e incuestionables hace sólo dos meses, están siendo sacudidos hasta sus cimientos. Las masas árabes, las cuales eran descritas en términos despectivos por los comentaristas burgueses, tachándolas de pasivas, ignorantes y apáticas, se han convertido en la fuerza más revolucionaria en el planeta. Este es un importante punto de inflexión no sólo en la historia de esta región, sino en la historia del mundo.
La Biblia dice que "los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros". Aquellos que durante tanto tiempo se consideraban como la "vanguardia" han sido pillados completamente desprevenidos y fuera de sintonía con el movimiento real de la clase obrera y la juventud. Aquellos que eran "avanzados" han resultado ser los elementos más atrasados y retrógrados en la ecuación. Y aquellos que se supone que eran "atrasados", ahora están en primera línea. Así es, y así ha sido siempre.
En 1917, durante la revolución rusa, Lenin dijo que la clase obrera es más revolucionaria que el partido más revolucionario. Los acontecimientos de 1917 demostraron que tenía razón. En las calles de El Cairo, Teherán, y Manama, la historia se repite. Los instintos revolucionarios de las masas han llevado el movimiento hacia adelante a pesar de todos los obstáculos. Han dejado de lado las balas y las porras de la misma manera que un hombre aplasta un mosquito. Lo único que falta aquí, y que garantizó la victoria final en 1917, es la presencia de una dirección y de un partido verdaderamente revolucionarios.
Lo que es sorprendente es el extraordinario grado de madurez revolucionaria demostrada por los jóvenes y trabajadores de estos países. Sin un partido, sin una auténtica dirección, sin un plan de acción preconcebido, han conseguido milagros. Traen a la mente el movimiento maravilloso de los trabajadores de Barcelona, quienes en 1936, armados sólo con palos, cuchillos y viejas escopetas de caza, irrumpieron en los cuarteles y aplastaron la contrarrevolución fascista. Traen a la mente a los trabajadores de la Comuna de París, que en palabras de Marx, "tomaron los cielos por asalto".
Es imposible predecir con exactitud cómo se desarrollará la revolución. Esto dependerá de una serie de factores, tanto objetivos como subjetivos. Pero en ausencia de una dirección auténticamente revolucionaria, es inevitable que la revolución se prolongue en el tiempo. Inevitablemente habrá alzas y bajas, flujos y reflujos, períodos de euforia seguidos por períodos de decepción, derrota e, incluso, períodos de reacción. Pero será imposible restablecer nada que se parezca a la estabilidad, siempre y cuando el sistema capitalista siga existiendo. Un régimen de crisis seguirá a otro.
Lo más importante, sin embargo, es que la revolución ha comenzado. Es imposible dar marcha atrás al reloj en ninguno de estos países. Y a través de todos los acontecimientos tormentosos que se están desarrollando y se desarrollarán durante un período de meses e incluso años, la clase obrera y la juventud aprenderán. Aprenderán qué partidos y qué líderes los han traicionado y en cuales se puede confiar. Al final, llegarán a comprender que la única forma de avanzar es una ruptura radical con el pasado y la eliminación completa, no sólo de este o aquel líder o régimen, sino de un sistema social esencialmente injusto.
El derrocamiento de Ben Ali y Mubarak fue el trabajo de las masas revolucionarias y, en particular, de la clase obrera y la juventud. Estas son las únicas fuerzas realmente revolucionarias en la sociedad. No puede haber solución a los problemas de estos países a menos que y hasta que, la clase obrera tome el poder en sus propias manos y expropie la riqueza de la oligarquía y el imperialismo.
Cuando la ola actual de lucha termine, cuando las nubes de gases lacrimógenos y de pólvora se levanten, los trabajadores y los jóvenes mirarán a su alrededor y verán que no están solos. El movimiento revolucionario ha ido más allá de las fronteras artificiales establecidas por el imperialismo en el pasado, fronteras que atraviesan todas las fronteras naturales y dividen el cuerpo vivo de los pueblos. El poder del imperialismo sobre los pueblos del norte de África y Oriente Medio se basa en esta división criminal. Para superarla, es esencial que los pueblos logren su libertad y se alcen a su verdadera altura.
El instinto de las masas es el de extender la revolución. Se está extendiendo y se extenderá aún más. Esto plantea la cuestión de la unidad de los pueblos de la región. La única manera de lograrlo es a través de una Federación Socialista del Norte de África y Oriente Medio, no como un objetivo utópico y lejano, sino como una necesidad ardiente y urgente.
¡Viva la Revolución!
¡Abajo el capitalismo y el imperialismo!
¡Trabajadores del mundo uníos!
Alan Woods
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