miércoles, junio 29, 2016

Brexit: ¿Qué hay de Lehman Brothers?



La coyuntura y el largo plazo. Sobre los problemas más difíciles de prever. El escenario del Brexit y sus causas, lo que viene después. El lugar de Gran Bretaña. Efectos de la devaluación de la libra y fuerzas en pugna.

Aunque finalmente el Brexit captó el voto mayoritario en el Reino Unido, aún falta correr mucha agua bajo el puente. Los resultados inmediatos son conocidos: la libra esterlinase desmoronó tocando un mínimo desde 1985 –aunque la apuesta de Soros en 1992 la hizo caer de forma más pronunciada-, las bolsas del mundo registraron un viernes negro y en algunos mercados –como los monetarios o los de acciones bancarias europeas- los precios se movieron más dramáticamente que durante el “crash salvaje” de 2008, según Financial Times.
Algo de esto –bastante predecible en caso de un resultado favorable al “Leave”- habíamos anticipado en Petróleo, deudas, Brexit... Los movimientos descendentes continuaron el lunes y ayer las bolsas protagonizaron una toma de ganancias. Es imaginable también que en los próximos días, semanas y quizás meses, continúe una vasta agitación de los “mercados”. Y el problema es que cuando hablamos de meses, la coyuntura empieza a mezclarse con el mediano y largo plazo. Es cuando lo obvio y evidente le empieza a dar lugar a lo profundo y más difícil de prever: ¿Qué escenario inaugura el Brexit? ¿En qué medida podría dar lugar a una situación semejante a la caída de Lehman Brothers? La respuesta –quizá más que de costumbre- dista de ser sencilla.

El terreno y los sueños

En primer lugar es necesario reconocer el terreno. El escenario en el que tiene lugar el inicio del proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea es netamente más dramático que aquel en el que se produjo la crisis de 2007 en Estados Unidos y la posterior caída de Lehman a fines de 2008.
El “estancamiento secular” –como lo llaman los neokeynesianos- o dicho de otro modo, un crecimiento débil recargado de estímulos monetarios y tasas de interés históricamente bajas, tendencias deflacionarias, muy baja inversión y productividad estancada–a pesar de los grandes avances tecnológicos- combinado con tensiones financieras constantes, es el formato que adoptó la tenue recuperación pos crisis 2008/9 en los países centrales. Como expresamos en anteriores oportunidades, China –la contratendencia maestra de aquel entonces y pivote “real” de los estímulos financieros en el centro- desarrolló ya suficientes contradicciones internas y externas como para seguir cumpliendo en la actualidad, un rol semejante. La amenaza de una segunda temporada recesiva se desliza sobre la economía mundial.
Y la inclinación por el Brexit con su carga xenofóbica es, como planteamos desde esta columna, parte de la misma película. Junto con otros escenarios de polarización y crisis de los regímenes políticos como el fenómeno Trump y su contrapartida –Sanders- en Estados Unidos, Marine Le Pen y la oleada de huelgas y movilizaciones en Francia, o el crecimiento del movimiento Cinco Estrellas italiano entre varios otros, son consecuencia de ocho años en los que la Gran Recesión fue sucedida por un largo período de estancamiento. Cuestión que empeoró sustantivamente las ya deterioradas condiciones de existencia –en los “buenos” años neoliberales- de amplias franjas obreras en los países centrales. Deslocalización productiva, desindustrialización, crecimiento acelerado de la desigualdad, utilización perversa de la inmigración como mano de obra barata, son todos fenómenos que se arrastraban desde las décadas precedentes. Sin embargo se amplificaron y sus efectos alcanzaron un primer plano debido a la combinación del bajo crecimiento y las grandes limitaciones del acceso al consumo a través del crédito que había prevalecido como atenuante en décadas anteriores. Dicho de otro modo, todas estas condiciones dieron por tierra con el “sueño americano” -entendido genéricamente- en los países centrales.

Brexit ¿y después?

Para que comiencen a correr los dos años que –como mínimo- insume la salida del Reino Unido de la Unión Europea y se negocien las condiciones, el gobierno británico debe invocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, es decir, debe declarar su intención de abandonar la Unión. A pesar de la presión de la UE no está claro aún cuando se formalizará esta declaración y el saliente Cameron habría expresado su intención de dejar la tarea en manos del próximo gobierno que debería conformarse antes de octubre.
Menos claro por ahora es si como resultado de la negociación el Reino Unido seguirá formando parte del mercado único europeo o si intentará alcanzar un acuerdo de libre comercio. Permanecer en el mercado único –opción por la que prenden velas los partidarios internos y externos del Remain- les permitiría a los bancos con sede en Londres –en la City, en particular- mantener el “pasaporte de la Unión Europea”, esto es continuar operando en todo el mercado europeo sin restricciones. Una gran cantidad de entidades de todo el mundo como Morgan Stanley, Bank of America, Nomura, Lloyds, Barclays, Citigroup entre muchas otras, están instaladas en la City –en la que trabajan 300.000 personas- por este motivo.
La gran contradicción es que mantener el “pasaporte” implicaría aceptar las reglas de la UE, entre ellas el “libre movimiento de personas” cuando la oposición a este último aspecto resultó el argumento central del triunfo del Leave. Refiriéndose a los efectos del Brexit sobre la economía mundial, dice un artículo de The Economist que mucho depende del tipo de trato comercial que Gran Bretaña pueda negociar con la Unión Europea y de cuán rápido lo haga. Si Gran Bretaña lograra un acuerdo rápido sin demasiadas limitaciones en el acceso al mercado común, las peores derivaciones para la economía mundial podrían no hacerse realidad, señala. En principio, este escenario posible, no parecería el más probable en la opinión de los “mercados”, según el semanario.
Pero tampoco puede descartarse una salida bastante más retorcida. El editorialista de Financial Times, Gideon Rachman, recuerda que Boris Johnson -uno de los más prominentes instigadores de la campaña por el Leave- nunca fue un acérrimo “Leaver” y especula con que su objetivo principal habría sido convertirse en Primer Ministro. Rachman recoge las palabras del ultraconservador Johnson cuando hace unos meses decía “Sólo hay una manera de conseguir el cambio que necesitamos y es votar por salir, porque toda la historia de la UE muestra que sólo escuchan a un pueblo cuando dice no”. O sea, agregamos, una especie de “golpear para negociar” “a la griega” o mejor dicho “a la Tsipras” pero con bastante mayor poder de fuego. En la visión de Rachman no puede descartarse una negociación en la cual la Unión Europea le conceda al Reino Unido un “freno de emergencia” en materia de libre circulación de personas tras lo cual se convoque un nuevo referéndum por el Remain.
Es inútil desvincular esta posición de la campaña por la permanencia a la que adhiere fervientemente Financial Times, en su carácter de fiel representante del capital financiero, pero no deja de ser una variante posible. Más allá de cual sea finalmente la negociación, la “apretada” de la UE para apurar la salida tiene todo el aspecto de una contraofensiva sobre el punto débil de la contraparte. Veremos.

Volviendo al territorio

Por supuesto, las consecuencias sobre la economía mundial serán muy distintas según el tipo de solución que el asunto alcance. Pero la rueda ya empezó a rodar y lo hace –como se expuso más arriba- sobre terreno barroso. Es cierto que Gran Bretaña a pesar de ser la quinta economía mundial y la segunda de la Unión Europea representa, como señala un artículo de The Economist, el 3,9% de la producción internacional. No pueden por ello compararse los efectos del proceso del Brexit con las eventuales derivaciones de una conmoción similar, por caso, en Estados Unidos o en China. Sin embargo, como también señala el semanario, el asunto tiene lugar en el contexto de crecimiento lento en Estados Unidos y en el marco de grandes preocupaciones sobre la capacidad de China para escapar de la sombra de una montaña de deudas. Además y como también explica The Economist, la economía británica ocupa un lugar preponderante en Europa, es un “consumidor confiable” y un gran centro de “ahorro” del continente. Resulta lo suficientemente grande como para que una muy probable recesión tenga efectos significativos sobre una debilitada economía europea.
Pero por otra parte hay que tener en cuenta que Gran Bretaña representa la segunda plaza financiera del mundo -después de Estados Unidos- y sus bancos resultan los más afectados en este proceso. Asunto que se torna especialmente preocupante no sólo porque hablar de la cuestión bancaria en Gran Bretaña es hablar de la banca internacional sino porque –vale la pena recordar- los bancos personifican en la actualidad un eslabón particularmente débil de la economía mundial como tratamos hace varios meses en Conmoción bancaria y derrumbe petrolero: ¿qué hay detrás?. Es cierto que los “policy makers” y sus banqueros centrales aprendieron mucho desde 2008, como tranquiliza Gillian Tett desde Financial Times. Se trata de un bagaje –agregamos- que se sumó a las “lecciones” recibidas en 1929 en una “escuela” que duró hasta 1945… Pero también es cierto que al lado de las “finanzas” y las medidas monetarias, discurre la economía real. Y que esa economía real -o para decirlo más claro: alguna fuente extraordinaria de ganancias a la que puedan migrar enormes masas de capital fabricadas de manera ficticia en la bolsa y en las instituciones financieras- es condición necesaria para la eficacia relativa de las políticas monetarias.
Esto es lo que -como expresamos en múltiples oportunidades- empezó a fallar por razones que hablan del estado de la “economía real”. Cuestión que redunda en que si las medidas monetarias expansivas resultan imposibles de retirar, devienen a la vez una fuente de cada vez mayor inestabilidad. De allí las intenciones fallidas de la Fed de retornar a una “normalidad” imposible. Y de allí también el territorio totalmente desconocido para la teoría económica oficial de las “tasas de interés negativas” que empezaron a explorar Japón, la Eurozona y que –un poco esquizofrénicamente- suele insinuar Janet Yellen.
En este contexto las “lecciones aprendidas”, aunque no desdeñables, tienen poco para decir sobre el futuro y el Brexit –dependiendo siempre de la evolución de los acontecimientos, por supuesto- deviene una nueva fuente de alto riesgo.

La profecía

La devaluación de la libra esterlina tiene un efecto doble. Por un lado crea, naturalmente, presiones recesivas internas y puede provocar el desfinanciamiento de los grandes déficits corrientes británicos. Pero por otra parte conlleva la notable potencialidad de provocar los efectos no deseados de una eventual suba de las tasas de interés en Estados Unidos.
La devaluación de la libra genera salida de capitales del Reino Unido y una incertidumbre creciente que estimula la afluencia de los capitales internacionales hacia la plaza relativamente más segura: Estados Unidos. Este mecanismo revalúa el dólar y por doble vía –monetaria y de aversión al riesgo- arrastra a la baja el precio de las materias primas. Los dos aspectos repercuten negativamente sobre los dos puntos más sólidos de la economía “real” norteamericana: exportaciones y petróleo. Como señala Jeff Madrick, en The Nation, la valorización del dólar frente a la libra y el euro, suprime exportaciones norteamericanas provocando recesión en Estados Unidos. Por su parte el sector del shale oil y shale gas, constituye una fuente clave de atracción de la debilitada inversión norteamericana y la caída de los precios –lógicamente- contrae las ganancias y la inversión, como se observó durante los meses en los que el petróleo acumuló su peor caída. La revaluación del dólar asociada a una prolongada devaluación de la libra podría además tener consecuencias en China alentando la salida de capitales que también provocaría una devaluación del yuan y más presión sobre el dólar, empeorando a su vez la situación de las exportaciones del resto de los competidores.
De modo que de continuar la devaluación de la libra, los efectos que la Fed buscó evitar manteniendo las tasas de interés bajas, podrían desarrollarse de todos modos. Pensando un escenario extremo, se trataría del peor de todos: el riesgo financiero de tasas cero combinado con todas las presiones de una suba de tasas.
Por supuesto que como un alza de tasas en este contexto resulta impensable y que incluso una insinuación podría tener efectos muy poco deseados, Janet Yellen guardará su juego del doble mensaje al menos hasta que se tranquilicen las aguas en el Canal de la Mancha.
La indefinición en que se encuentra el futuro del Brexit impide por ahora un pronóstico más o menos acabado sobre como repercutirán efectivamente estos movimientos. De todos modos puede arriesgarse que cuanto más engorrosa, extensa y lejana del “Remain” resulte la resolución de la relación entre el Reino Unido y la UE, la devaluación de la libra logrará impulsar con mayor violencia las tendencias mencionadas. Por el contrario una solución más rápida y “conservadora” –de no ocurrir ningún hecho catastrófico en el medio- podría “limitar los daños”. Los precios del petróleo y la soja así como la dirección del flujo de capitales –factores claves que influyen sobre la economía Argentina- reflejarán seguramente gran parte de la dinámica de estas fuerzas en pugna.

Paula Bach

Reino Unido: los temblores en el Partido Laborista



Es claro que el ala derecha del laborismo está aprovechando el Brexit para ajustar cuentas con Jeremy Corbyn. Este martes un total de 172 diputados laboristas votaron en contra de él y perdió la moción de confianza .

Luego de la decisión del grupo parlamentario desde el punto de vista de los estatutos del Partido Laborista no hay ningún “procedimiento” para desplazarlo.
Corbyn podría renunciar, pero no parece que sea su intención. Se mantiene firme, bajo el argumento de que lo votó la base del partido.
Ahora bien, puede ocurrir que alguien le “dispute” la dirección. En los medios ingleses algunos especulan que puede ser su segundo, Tom Watson quien lo haga, que trata de mantener un perfil de “ala centro” para unir al partido, y ahí sí se convocaría a elecciones internas.
Supuestamente Corbyn se puede presentar a esta nueva contienda por la dirección, tiene la atribución de hacerlo como líder actual del partido. Sin embargo, no falta en oposición del laborismo gente que quisiera impedirlo.
Las últimas novedades son que seguramente Tom Watson o Angela Eagle se presentarán para disputarle la dirección del Partido Laborista (algunos dicen que Eagle es la candidata más fuerte).
La oposición a Corbyn quiere cerrar alrededor de un solo candidato (los une el sentimiento anti-Corbyn) para no dividir a la oposición interna. Ambas partes están buscando asesoramiento legal para ver si Corbyn se puede presentar como candidato o no.

Se vislumbran dos escenarios posibles:

Si Corbyn se puede presentar, lo más probable es gane por al voto de la base (aunque seguramente más debilitado y con menos votos que en la interna de septiembre) y que entonces el ala derecha (el grupo parlamentario) rompa con el partido. Tendrían entonces que constituir un nuevo partido, ya que no pueden usar el nombre ‘Labour’.
Si Corbyn no se puede presentar, entonces lo más probable es que rompa el ala izquierda del partido con el apoyo de los sindicatos. Esta es la perspectiva menos favorable para el ala de Corbyn.
Sea cual sea la variable, lo más probable es que veamos una ruptura del Partido Laborista en un futuro próximo.
El sector que apoya a Corbyn llamó un acto este miércoles en Londres con activistas y dirigentes sindicales.
Mientras tanto, el partido Tory en un sentido está más unido luego del Brexit; y el laborismo que estaba tan unido antes del referendum ahora pareciera el más dañado, teniendo en cuenta que el referendum fue una “criatura” de los Tories. La crisis sigue su curso….

Alejandra Ríos
Londres | @ally_jericho

Pie con bola. Meditaciones desde un partido de fútbol

El mundo y las patadas.

Hay mucho dinero en juego. Esa fascinación estrambótica que ejerce el fútbol sobre las sociedades contemporáneas rebasa voluntariosamente todas las intentonas que creímos suficientes para explicarnos los cómo, los por qué y los cuándo de ciertos magnetismos cancheros. Sociólogos, antropólogos o politólogos (entre otros muchos interesados) se devanan los sesos pretendiendo establecer límites, categorías, definiciones y estadísticas, capaces de poner en claro el conjunto de factores combinatorios que dan por resultado uno de los fenómenos colectivos más inextricables. Los monopolios mass media se relamen los bigotes. Nadie da pie con bola.
Deporte, espectáculo y arte preñados con performance popular, rito de congregación masiva, manipulación de masas… todo junto amontonado y revuelto. Catarsis de presiones históricas y parafernalia de fe, dogmatismo o fanatismo, que alcanzan extremos entre lo erótico y lo tanático. No hay psicoanálisis de las sociedades modernas, incluso con sus reduccionismos racionalistas, que sea capaz de valorar y redimensionar, en su conjunto, el papel del fútbol en el espíritu de la humanidad contemporánea. Con sus bondades y necedades. ¿Será que es tan complejo?
Cuando una trama de movimientos, estrategias, accidentes o absurdos desencadena en el espectador ese chicotazo emocional que lo castiga o gratifica, por él, para él, y hasta él, se confirman potencias, esperanzas, alegrías, desencantos o ritos profundísimos que habitan ya en el ser de las culturas como condición delirante para muchas de sus expresiones. Alienación al canto. Hay quienes lo ven sólo como negocio.
El fútbol es, también, una coreografía lúdica que se funda en el agón, el azar, el vértigo y la mimesis. Los jugadores danzan un rito del estallido y de la expansión que tiene como pretexto el control del cuerpo humano, del cuerpo esférico y del cuerpo colectivo, asociados para que toda su energía pase por una puerta arquetípica que casi siempre significa renovación donde se reinicia el ciclo. Quien inventó el fútbol, (persona, sociedad o secta) consciente o inconscientemente, puso sobre la rectangularidad del terreno un conjunto de piezas estremecedoramente parecidas a las que contiene la existencia toda. Eso seduce a los pueblos desde siempre. El fútbol pone en juego inteligencias geométricas, que sintetizan fuerza, aceleración, masa, probabilidades y curvas en un ejercicio estético cuyo arte, ritmo, armonía, y composición, manejan repertorios de imágenes abstractas, fijas en la mente del público y el jugador. Potencias resucitadas cíclicamente en la fantasía y maravilla del gol. Y a cobrar se ha dicho.
Por más que la palabra “gol” signifique meta, el fin último del fútbol no es el “gol”. Como en todo fenómeno lúdico siempre es más importante el proceso que el producto, aunque el producto sirva, o no, para cobrar sueldos, entradas, regalías y prestigios de comentaristas, cronistas, futbolistas, sucedáneos y conexos. Quien disfruta el "balón pie" afina su percepción sobre movimientos, acomodos, condición física, logísticas y destrezas de cada jugador y del conjunto. Pero, además, disfruta carismas, desafíos, heroicidades, suerte y destino individual o grupal, divisa-religión que magnetiza a sociedades enteras. Magia inefable que oculta sus secretos en las gavetas culturales más íntimas de los pueblos. Sirve para ocultar muchas cosas.
Los estadios exaltan con su circularidad y concentricidad tradiciones sagradas ancestrales del espacio y el tiempo. El público sobreexcita las redes emocionales de todo su ser, particular o colectivo, y se entrega a una contemplación, no pasiva, (contra lo que afirman algunos) que apetece desatar su lirismo sobre épicas renovadas en dramas conmocionantes. Desde la tragedia griega hasta el campeonato mundial del fútbol. Poco favor hacen, con su mediocridad, las crónicas masmedieras en transmisiones televisivo-radiales o impresas, que preñan con su ideología mercantil y su pobreza estética, el disfrute de aficionados y jugadores que, de cuerpo presente, siguen las acciones futboleras.
Es imposible explicar de dónde surgió esa estética grotesca del alarido artificial y de las voces ampulosas de locutor, narradores o cronistas que pretenden dar cuenta sobre los hechos en la cancha. La sobresaturación prefabricada con que se ponderan o critican los movimientos, el grito frecuentemente falso que canta goles, (grito medido para que alcance hasta la repetición de la jugada) y la moda del “tono solemne” con que se habla de la estupidez más intrascendente para analizar un partido, vuelve fastidiosa hasta el hartazgo la envoltura que manosea lo que a nivel del césped tiene otro sabor. Nadie puede objetar o prohibir las acometidas pasionales, lo reprochable es que mientan con el pretexto de que "así debe ser para que al público le guste". ¿Quién inventaría esos clichés? Y ocurre igual por todas partes.
Incluso esa moda de la exaltación sobreexcitada hace pirámides humanas, rasga vestiduras, produce carreras apocalípticas ante las tribunas y catarsis escénicas desmedidas, teatralizan o farandulizan algo que naturalmente no necesita performances vodevilescos. Payasada histérica. Es verdad que los rituales colectivos no necesitan recetarios ni reglamentos de nadie. Lo ofensivo es que se les tergiverse para que aparezcan como show de vanidades mediocres. El grotesco en pleno.
Ganar o perder son accidentes de una expectativa que siempre tiene imponderables. El fútbol posee variables muy amplias, como juego o como “arte”. Hay designios donde el azar impone sus caprichos. Especulen lo que especulen empresarios, anunciantes, funcionarios y apostadores. ¿Quién es el dueño del fútbol? ¿Quién es el dueño de los goles? Mafias a diestra y siniestra. Nunca la historia de la cultura imaginó que fuese posible concentrar el interés de tantos millones de almas en torno a un juego de pelota. En vivo o a distancia. ¿Avanzamos? ¿Retrocedimos? ¿Las dos cosas? Nunca se reunió bajo el pretexto de un espectáculo deportivo inversiones financieras, tecnológicas, políticas e ideológicas tan descomunales como las que hemos conocido en tiempos recientes. Jamás un acontecimiento cultural derivado del juego entre equipos futboleros ocupó tan desmedidamente espacios en televisión, radio o prensa, todos los días de todas las semanas en todos los meses. No parece haber límite. ¿Cuánto nos cuesta? ¿No hay otra cosa mejor en qué invertir?
El “Poder” del fútbol, de su ser industrial farandulero, que también es extra-futbolístico, ha llegado a conmover la “seguridad nacional”, ha logrado esconder la represión y el asesinato en varios países. Por las afluencias y por las violencias. Poder farandulero de clase que expresa también la degradación de su propia definición y que seduce desde la cancha a la mercadotecnia, de las porterías a las ideologías, de las tribunas a las urnas. Cuentan con un “público” mayoritariamente ignorante, indefenso, acrílico, fanatizado y secuestrado. Poder enamorado en las concentraciones humanas sólo si pagan boletos y transmisores, siempre amenazantes o promisorias, (según la etapa. Los móviles… el programa) concentraciones para dispersar la conciencia, canalizar la violencia… muchos piensa que pueden conquistar al mundo sólo porque juntan a muchas personas. Poder real que vive lujosamente[3] gracias a esa pasión futbolera descomunal e inmarcesible, violenta, salvaje y tragicómica ante la cual, virtualmente ninguna explicación da pie con bola. Porque no es fácil.
Vuelan a Diestra y siniestra los gargajos, los salivazos y los mocos. 90 minutos, más lo que agregue el árbitro. Un “espectáculo” que presenta como “glamour deportivo” la estética de la asquerosidad. Y nadie se lo traga.
No hay cifras exactas, no hay cálculos precisos pero en términos de litros por partido deben ser muchos los que se expiden multiplicado por 22 jugadores, tres árbitros y todo lo que alcance a sumar el público más próximo a las acciones futboleras. No se omitan los periodistas, locutores y camarógrafos que también, de tanto en tanto, avientan su óvolo de gargajos, infecciosos o no, al sacrosanto terreno de las patadas mercantilizadas.
El escupitajo futbolero es, para algunos, una especie de placer de “machos”. Especie de rúbrica babosa para cerrar jugadas intensas. No se ve en otros deportes. Una carrerita tras un balón comprometido, una barrida furibunda para dejar sentir la presencia, un choque de hombros a la altura de las circunstancias y un inefable gargajo. Unas veces acompañado de una peinadita de una miradita de reojo por si las cámaras para confirmar que las cámaras estén atentas. Un gargajo más… en público, en vivo y en directo, con transmisión internacional.
Sobre las camisetas que portan los colores de las identidades más fanatizadas suelen terminar estampados los gargajos de los contrincantes. No sólo porque muchos futbolistas gustan de convertir en gargajo lo que no pueden o quieren decir con palabras, sino porque al pasar muchos minutos tirándose al césped, revolcándose en él, levantan los escupitajos que generosamente lanzan propios y extraños. Es un mar de mocos ensalivados donde se humedece el glamour de las “estrellas” financiadas por monopolios y marcas multimillonarias. Y se les ve tan felices de revolcarse en esa porquería. Se parece tanto al capitalismo...
Parecería que todo el espectáculo de las patadas está pensado para diversión exclusiva de los árbitros. Ellos deciden todo, nos guste o no. El juego depende, no poco, de ellos. La historia del fútbol está inundada con lágrimas de jugadores que arrodillados o enfurecidos, reclaman al árbitro por una jugada mal apreciada o mal sancionada. También hay sonrisas de otros beneficiaros de las pifias arbitrales. Tiros directos e indirectos, saques de banda… y desde luego “penaltis” que jamás existieron o que jamás se marcaron… no hay poder humano que cambie lo que el árbitro pita. Con razón o sin ella.
El personaje del árbitro, algunos de ellos trabajadores honestos, comporta una contradicción añeja que se agrava con el tiempo. Son ejecutores de un esquema autoritario e intransigente. Todo el fútbol se ha modernizado, las técnicas atléticas de los jugadores, las tácticas de ataque y defensa, los sistemas de transmisión radio-televisiva, los uniformes, los estadios… pero los árbitros siguen siendo es institución añeja, autoritaria y desvencijada que deja en la responsabilidad de un criterio único el esfuerzo de un conjunto, la lucha de muchos colgada del hilo frágil de una apreciación particular. Y muchos árbitros corren peligros muy serios por aplicar leyes que ellos (y casi nadie) no pueden modificar bajo las condiciones actuales. Como el capitalismo. Y no hay discusión que valga.
En otros deportes la tarea de juzgar acciones o supervisar reglamentos, ha derivado en cuerpos de evaluación y sanción, que suelen o pueden consensuar decisiones para evitar que sus dudas, o sus certezas, pasen por encima de las de millones de personas. El árbitro del fútbol, joven o no tanto, cumple órdenes de corte fascista puestas ahí para representar, incluso aunque no les guste, uno de los perfiles ideológicos más intolerantes de toda la industria futbolera, al lado de la publicística, claro. Muchos son sospechosos.
Si el fútbol, como tantas cosas, impone leyes, vigilancia y castigos, bien pudieran idear un sistema democrático para que los aficionados, que sostienen con su dinero la industria de las patadas, pudieran elegir a los árbitros, las leyes que supervisan y las sanciones que aplican. Bien pudiera abrirse un espacio al pensamiento y participación para los millones de personas que siguen el fútbol y donde sus criterios tuviesen un lugar consensuado a la hora del partido. Intervención democrática que rompiera el cerco privilegiado de un sector envejecido y autoritario que puede torcer los resultados de cada encuentro al antojo de sus errores, (humanos y todo) o de sus intereses políticos y/o económicos, de equipos, de marcas o de de clase. Ya se ha visto muchas veces. ¿O el público sólo importa a la hora en que paga sus boletos?
Gritan unos y gritan otros, para bien o para mal, en contra o a favor. Alienados. La cosa es gritar hasta ensordecerse, la cosa es gritar hasta enmudecerse. Gritan los aficionados y las aficionadas, gritan los árbitros, los ayudantes, los entrenadores… gritan las luces, los flashes y las imágenes, grita la historia, grita el tiempo, gritan en Wall Street, grita el horror. ¿Quién escucha? La muchedumbre sale sedada, grito hipnótico.
La cantidad de los gritos no implica la calidad del griterío. ¿Da lo mismo? Veamos: un locutor grita a sueldo emociones programadas para la t.v. o la radio. ¿Hay en su grito alguna noción, así sea lejana, de dignidad histórica referida a los pueblos que financian la podofilia? ¿Hay en su grito algún remanente de la lucha de clases o sólo se trata de “adornar” con alaridos la ya sobre-saturada estética de la estridencia mercantil, a fuerza de “pasiones” ocasionales que lo mismo se exaltan con un equipo que con otro, es decir, por una marca que por otra…? ¿no será que a fuerza de gritos entramos al reino de los himnos mercenarios donde da lo mismo cualquier cosa, mientras se pague bien, mientras se venda todo? ¿No será que a fuerza de gritos nos embrutecemos, esmeriladamente, para la pachanga degenerada del capitalismo que acumula riquezas y acumula zombis rentables? ¿Quién escucha el grito de los torturados, de los muertos en las guerras comerciales, de los desaparecidos, de los perseguidos políticos de los encarcelados por pensar libremente?
Griterío sospechoso para que acaso no se escuchen los gritos de rebeldía, los gritos organizados para cambiar al mundo, los gritos del hartazgo, los gritos de la alegría revolucionaria. Que no se escuchen los gritos campesinos y obreros, los gritos de las masas que gritan su futuro con alma de rebeldes hastiados de la esclavitud y de la alienación. Eso no se escucha tan fácilmente. No hagamos simplismos. Eso gusta y gusta por algo, eso no lo hace intocable.
¿Para qué gritar tanto si la gracia es no escuchar? ¿Quién aprecia el griterío de las tribunas, quién dijo que eso es entusiasmo, quién amaestró a las “masas” para hacer la “ola”, para la alharaca circense, para el estruendo vocinglero? El show bussines llena sus pantallas y sus micrófonos con las escenografías acústicas de los aficionados. El show degenerado, que levanta dinero a mansalva, necesita el ruido de las tribunas para que no se escuchen las paladas de dólares y euros depositadas en los bancos suizos. Grita la muchedumbre, grita su alienación, grita y se desgañita para celebrar el triunfo de las marcas cerveceras, deportivas, mass mediáticas… grita el vulgo, grita la oligarquía parecen felices ambos, reconciliados en el fútbol, sólo si deja ganancias para los dueños. Y los pueblos ni se enteran ¿O sí? La miseria y la barbarie… a grito pelado.
Dicen que el campeonato mundial de fútbol es una “fiesta”. Dicen algunos que los aficionados tienen derecho a una “distracción” a un “entretenimiento”… que a nadie se hace daño cuando se mira un partido… que es un “desahogo”… una “fuga”. Ojalá haya partidos magníficos, ojalá que, al menos una, vez se juegue con inspiración y entrega, que participen las mejores habilidades y que luzca lo mejor de un juego colectivo que logra tener destellos maravillosos y registros estéticos extraordinarios. Que se juegue sin especulación mercantil, sin manoseo mafioso, sin lógica de mercado. Que se logre, al menos, un enfrentamiento intenso y creativo. Ojalá que se logre ver la mejor parte del fútbol, porque lo peor está a la vista… y nos cuesta muy caro. ¿Y si gritáramos los goles y eso no impidiera que nos organizáramos para acabar, de una vez por todas, con el capitalismo?

Dr. Fernando Buen Abad Domínguez. Universidad de la Filosofía

Des-arma la “Tele”

Las armas con que juegan los niños las compran los adultos

Esto no es una meditación puramente filantrópica ni un gesto humanitario para quedar bien con los esnobismos de ocasión. Esto es una iniciativa para un movimiento político urgente empeñado en hacer visible una de las mayores amenazas contra la especie humana, en particular contra niñas y niños, que se infiltra en nuestras vidas, incluso disfrazada de “entretenimiento”. Y nos llega por la “tele”. El fetichismo de la mercancía bélica.
Se suma ésta iniciativa a las muchas que ya existen no sólo para engrosar filas sino también para engrosar debates… internos y externos. El mapa ideológico de las muy diversas luchas por el desarme, especialmente por el desarme en y desde los medios de comunicación (usados ellos mismos como armas de propaganda macabra), oscila entre moralinas burguesas para nutrir organizaciones de élite y frentes sociales en los que se entiende con perfección la monstruosidad de las industrias de la guerra (que son la actividad económica más grande del planeta) empeñadas en dominar también la subjetividad de niños y niñas. Videojuegos, pistolitas, metralletas, granadas, bombas y lanzallamas. Counter Strike, Grand Theft auto, Call of Duty.
No hay escapatoria. Eso de usar la televisión (u otros medios concomitantes) como plataforma de seducción para que nuestros hijos consuman el ilusionismo morboso de las armas y todas sus parafernalias bélicas es una monstruosidad. Aunque sea muy “divertido”. Es una monstruosidad que recorre todas las escalas delincuenciales y todas las violaciones posibles a los derechos fundamentales de los niños y las niñas (y de sus madres y padres). Es una monstruosidad que se ha naturalizado en las pantallas de televisión y en los “juegos” tanto como en los supermercados, las escuelas y los centros comerciales de todo el mundo. Monstruosidad de la violencia más irracional que se desliza con disfraces lúdicos y de aventuras heroicas tanto por su objetivación cruda en las imitaciones de armas como en las destrezas criminales para que jueguen las niñas y los niños.
Y ya que las “convenciones internacionales”, las leyes, los reglamentos y la palabrería jurídica nada pueden hacer y nada han hecho… el camino único es la militancia contra los anti-valores macabros en semejante mensaje bélico que con sus intereses mercantiles avasallan las conciencias y los gustos de niños y niñas ante la complicidad (incluso involuntaria) de familias anteras alcahuetes de la violencia en los “medios”.
El muy concreto caso (y delito) del “gusto por las armas” impuesto a niñas y niños es una aberración tan alevosa y tan antihumana que su solo señalamiento debería levantarnos de nuestras sillas para emprender una y mil batallas implacables y dignificadoras de la vida y de la infancia. A toda costa. Pero no es así, para dolor y vergüenza de todos nosotros. El capitalismo nos ha anestesiado y enceguecido ante los daños más terribles que se comenten en nuestras narices y contra nuestros hijos. En “horario con protección” al menor.
Aunque nos hemos demorado absurdamente en reconocer los “Derechos Humanos” de niñas y niños, incluso con sus imperfecciones y ambigüedades, ya tenemos una plataforma con “avales” internacionales para impulsar una corriente social más desarrollada y útil a la crítica de la cultura de masas que necesitamos y útil a la crítica de las armas -así sean juguetes- que se venden adobados con irresponsabilidad mercantil e hipocresía de mercado bélico.
No claudiquemos en las cosas más importantes. Aunque en su vorágine la industria del consumismo haga lo inimaginable para imponernos conductas, valores, “visiones del mundo” y todo tipo de contradicciones con la lógica de la vida y su defensa… sobrepongamos con las fuerza de la crítica y con la claridad de la solidaridad capaces de defender a los niños de todas las incursiones alienantes, pagadas por los comerciantes de armas, para que nos hagamos adictos a lo macabro desde las edades más tempranas. No dejemos que nos derrote la tentación ni la indiferencia, no sucumbamos al plan seductor de los juegos y los juguetes portadores de muerte mercantil y narcóticos “mediáticos”. Niñas y niños están indefensos.
No vamos a arrodillarnos ante las biblias judiciales especializadas en demorar todo malestar y toda voluntad revolucionaria. No dejaremos a las puertas de las escuelas ni de las universidades los principios ni las obligaciones políticas que tenemos ante la infancia y contra todo lo que la acribilla en todos los sentidos. Por eso esta iniciativa debe ser acción política en su sentido más pleno y más cargado de sentido transformador. “Desarmar la Tele” debe ser una tarea obligada, una corriente crítica de la cultura, si queremos un Nuevo Orden Mundial para la Información y la Comunicación con Voces Múltiples… como lo quiso -y quiere- el Informe MacBride. Entre otras muchas herramientas.

Fernando Buen Abad Domínguez. Universidad de la Filosofía

Google elimina cuentas de organizaciones sociales vinculadas a la lucha en Rojava

La eliminación de los perfiles de Facebook y Google de Internacionalistas por Rojava y de cuatro miembros del Partido Marxista Leninista (Reconstrucción Comunista) son las primeras muestras del acuerdo entre la Comisión Europea y el gigante de las telecomunicaciones, que toma como guía el listado de organizaciones terroristas hecho por EE UU.
La semana del 16 de marzo, los perfiles en redes sociales de cuatro miembros del Partido Marxista Leninista (Reconstrucción Comunista) –PML (RC)– y el de Internacionalistas por Rojava fueron eliminados. Sus cuentas de Facebook personales desaparecieron. El código de conducta firmado entre la Comisión Europea y las IT Companies sobre la censura de informaciones u organizaciones vinculadas al terrorismo en redes sociales comienza a dejarse ver en España. La cuestión está en qué y a quién se considera como terrorista.
“La cuenta de Internacionalistas por Rojava fue cerrada hace tres semanas sin explicación alguna”, explica Fernando Martín, miembro del Comité de Solidaridad con Rojava y el Pueblo Kurdo, y militante del PML (RC), partido cuyas actividades han sido prohibidas durante un año por el juez Eloy Velasco. Su cuenta personal y la de tres miembros más también fueron eliminadas de la red social. El motivo que Facebook alegó para ello fue que habían infringido las políticas del servicio: “Hemos detectado que múltiples usuarios han denunciado tu cuenta por suplantación de identidad y ésta es una práctica que Facebook no tolera”.
El cierre tanto de la cuenta Internacionalistas por Rojava como de sus perfiles personales viene después de que Google anunciara su compromiso para eliminar de sus redes los perfiles de entidades que se incluyan en la lista de “organizaciones terroristas extranjeras” (FTO, según sus siglas en inglés), denominación usada por el Departamento de Estado de Estados Unidos para aplicar la etiqueta de terroristas. En el caso del Comité Internacionalista por Rojava, la organización con la que estaría vinculada, según Google, es el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), catalogada también como terrorista por la Unión Europea. Facebook procedió a cerrar las cuentas, sin dar ninguna explicación ni notificarlo: los contenidos no eran ofensivos para nadie ni se incitaba al odio o a promover la violencia. Simplemente, sus cuentas dejaron de existir.
El cierre de los perfiles fue precedido en España por la operación Valle, el 27 de enero, en la que se detuvo a ocho militantes del PML (RC) –que también fue ilegalizado durante un año– y a un ciudadano kurdo, también por su supuesta vinculación con PKK. Un año antes, la Policía detuvo a dos personas que habían acudido de manera voluntaria a Kurdistán para luchar contra el Daesh. “Estas personas reivindicaban la lucha de las YPG [Unidades de Protección popular] y en ningún momento han estado vinculadas al PKK”, explican desde la Plataforma de apoyo a los detenidos del 27E. El papel de las YPG en la lucha contra el Daesh es reconocida por la UE y hasta por Estados Unidos, que incluso une fuerzas con este ejército popular en algunos frentes, a pesar de las críticas desde el Gobierno de Turquía.
A la maraña de siglas se une la cuestionable inclusión del PKK en la lista de organizaciones terroristas elaborada por EE UU. Frente a ellas, organizaciones como Amnistía Internacional (AI) explican que no hay una definición de terrorismo consensuada de forma internacional. “Nosotros no utilizamos la denominación de terrorismo ni de banda terrorista para definir a ningún grupo armado de oposición porque no existe un acuerdo internacional sobre la definición del concepto de terrorismo”, señala Ana Martínez, periodista y activista de AI.
En la misma lista de supuestos terroristas también se incluyen el Frente Democrático para la Liberación de Palestina, el Frente Popular por la Liberación de Palestina y el Frente de Liberación Palestina. Desde organizaciones como Rumbo a Gaza o la campaña de boicot comercial y sanciones a Israel afirman que no tienen constancia de que se haya cerrado cuentas de organizaciones de apoyo a Palestina. Por su parte, Daniel Lobato, miembro de la Red Solidaria contra la Ocupación en Palestina, sí señala que, en octubre, “a activistas concretos se les ha obligado a reflejar en Facebook su nombre real completo”. Entre ellos, él mismo. “Hicieron una especie de ‘secuestro’ con mi cuenta hasta que puse mi nombre”.
En YouTube, las herramientas para denunciar el contenido de los vídeos también han aumentado: “Se ha indicado la opción de ‘promueve el terrorismo’ en la parte inferior de cada vídeo”, explica Anaïs Pérez Figueras, directora de Comunicación de Google España y Portugal. La compañía no ha ofrecido ejemplos de cuentas censuradas porque, según señalan, sus datos desaparecen al ser eliminadas.

Censura desde Turquía

“Desde hace dos años, en Turquía se ha vetado el acceso a nuestra página web y a la de Facebook”, relata Martín. Esta práctica se ha hecho habitual por parte del Gobierno turco, cuyo presidente, Recep Tayyip Erdogan, llegó a prometer en 2014 “limpiar Twitter, diga lo que diga la comunidad internacional”. En marzo de ese año, Erdogán bloqueó la red social por resultar “perjudicial” para la estabilidad del país. La plataforma fue reabierta por una sentencia del Tribunal Supremo. Según datos de Twitter, Turquía es el país que más solicitudes de bloqueo de contenido ha enviado durante 2014, y entre un 30% y un 50% fueron aceptadas.

Ataques a la campaña BDS por Palestina

“Ha habido muchos ataques a varias páginas webs relacionadas con el BDS [Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel]”, explica Jorge Ramos, miembro de la campaña en Valencia. Según detalla Ramos a Diagonal, boicotasrael.net y la de la Red Solidaria contra la Ocupación en Palestina (Rescop) son algunas de las que han recibido “ataques de una intensidad bastante alta”. Desde Rescop señalan que algunas entidades financieras francesas, alemanas o austríacas también han cerrado cuentas relacionadas con la campaña de boicot a Israel, sobre todo desde mayo.

Nueve personas acusadas y un caos de siglas

La policía detuvo, el pasado 27 de enero, a punta de pistola y en sus propios domicilios, a ocho militantes del Partido Marxista Leninista-Reconstrucción Comunista (PML-RC) y a un ciudadano kurdo, a los que acusaba de colaboración con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Era la operación Valle, ordenada por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco.
Los miembros del PML (RC) están acusados de vinculación con organización terrorista, cargos que supondrían una pena de más de 20 años de prisión. El juez ordenó prisión preventiva sin fianza para uno de los detenidos, Roberto Vaquero, secretario de organización de este partido, que fue puesto en libertad tras pasar cerca de dos meses en régimen FIES. Sin embargo, según afirma Fernando Martín, miembro del PML (RC) y del Comité de Solidaridad con Rojava y el Pueblo Kurdo, “nosotros hemos tenido relación en Oriente Medio con el MLKP, un partido que trabaja en Turquía y en el norte del Kurdistán junto a las YPG”. Hasta la fecha, el PKK no ha declarado nada sobre una relación con las YPG ni que esté dirigiéndolas. “El juicio en torno a nosotros se sostiene en que consigan demostrar algo que en realidad no es cierto, y es que las YPG están controladas por el PKK”, añade Martín.
Actualmente, no queda ningún detenido en prisión por la operación Valle, pero la situación diaria de los acusados es dura, ya que las consecuencias de las detenciones han afectado directamente a sus vidas. Además de la obligación de acudir a firmar cada 15 días a los juzgados y a la retirada de sus pasaportes, las informaciones publicadas por el diario La Razón, en las que se ha identificado a los acusados con nombre y apellidos, fotografía, domicilio y ocupación laboral, han pasado por encima de su presunción de inocencia. “Más de uno de los acusados ha perdido la casa debido a que con la detención le quitaron la fianza y alguno ha perdido el trabajo porque se les ha identificado en los medios”, cuenta Martín.
Los delitos por los que se imputó a los miembros del partido fueron pertenencia a organización criminal y colaboración con organización terrorista. A Vaquero, además, se le acusó de tenencia de explosivos. 39 días después del ingreso en prisión, Erlantz Ibarrondo, abogado de los acusados, pidió a la Policía ver los explosivos: estos resultaron ser un envase con azúcar del reparto de alimentos, un paquete de petardos de feria y un bote de fertilizante que había en el local registrado.

Daniel Menjíbar
Diagonal

Honduras: A siete años de un golpe que sigue doliendo

Se cumplen siete años del primer golpe de Estado triunfante del siglo en América Latina. Con el crimen de Berta Cáceres aún fresco en el inconsciente colectivo, se consolida en Honduras el modelo excluyente y represivo impuesto con el derrocamiento de Zelaya.
José Manuel Zelaya llegó a la presidencia en enero de 2006 desde el Partido Liberal –uno de los dos partidos tradicionales- pero con el tiempo se fue corriendo unos pasitos a la izquierda. Decretó el otorgamiento de tierras a campesinos, aprobó un aumento del 64% al salario mínimo e impulsó, en 2008, el ingreso de Honduras a Petrocaribe y a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
A mediados de 2009, propuso una consulta popular para decidir la colocación de una cuarta urna en las elecciones previstas para noviembre. Esa cuarta urna permitiría votar a favor o en contra de la instalación de una Asamblea Constituyente. El plebiscito, previsto para el 28 de junio, fue el detonante que puso en marcha la conspiración. En la madrugada de aquel domingo, Zelaya era secuestrado por los militares, trasladado en pijama al aeropuerto Toncontín y despachado a Costa Rica.
El golpe, apoyado por los poderes Legislativo y Judicial, se había cocinado en la base militar estadounidense de Palmerola (70 km al norte de Tegucigalpa), base instalada en los ´80 como plataforma de ataque contra el gobierno sandinista de Nicaragua y los movimientos revolucionarios centroamericanos.
Asumía el gobierno de facto Roberto Micheletti, hasta ese momento presidente del Congreso. Como contraparte, florecía un inédito proceso de movilización popular que daba nacimiento al Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), la mayor fuerza social y política de la historia hondureña reciente. Brotaba también una despiadada política de persecución y represión contra “La Resistencia”, que no se detuvo bajo la presidencia de Porfirio Lobo -surgida de las cuestionadas elecciones de noviembre de ese año que contaron con una abstención cercana al 70%- ni en el actual período gobernado por Juan Orlando Hernández.

Baño de sangre

Se estima que en estos siete años fueron asesinados más 300 militantes que luchaban contra el régimen de facto y los continuistas de Lobo y Hernández. Más de 100 víctimas son campesinos y campesinas. Es que el principal foco de resistencia se da en regiones de vasta producción de palma africana, donde las organizaciones rurales e indígenas libran una dura batalla por defender el territorio y los bienes naturales contra los terratenientes y los megaproyectos de las transnacionales.
El asesinato de Berta Cáceres, perpetrado por un grupo de sicarios el pasado 3 de marzo, no es un caso aislado. Pero sirve para evidenciar el grado de impunidad que reina en el país y la complicidad de todas las esferas del Estado, factores que abonaron el terreno para que se pudiera arremeter contra la vida de uno de los principales símbolos de la Resistencia hondureña, una lidereza ambientalista, indígena y feminista con destacada referencia internacional.
Otro blanco elegido por los golpistas han sido las y los trabajadores de la comunicación: desde 2009 se reportaron más de 50 casos de asesinatos a periodistas, convirtiendo al país en el segundo de América Latina (después de México) más peligroso para ejercer el periodismo. El informe “Situación de Derechos Humanos en Honduras”, publicado en febrero por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), confirma que antes de la alteración de la frágil democracia hondureña no existían asesinatos masivos de periodistas ni las altas tasas de mortalidad por homicidio que hoy imperan en el país.
La realidad política pos golpe abrió el camino, además, para que se disparara la violencia criminal. Según un estudio de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Honduras tiene el porcentaje de homicidios más alto del mundo: 90,4 por cada 100 mil habitantes, cuando la media mundial es de 8,8.
Estas cifras se explican además por el alto grado de impunidad. El propio gobierno ha confesado que sólo se investiga el 20% de los crímenes. Otro elemento que grafica el panorama es que Honduras se convirtió en una de las principales rutas del tráfico de drogas hacia el mayor consumidor mundial, Estados Unidos. En tanto, con un avance de la precarización y el desempleo, la situación laboral en el país no es menos preocupante.
Siete años después, el pueblo hondureño sigue pagando caro las consecuencias del golpe: el país se convirtió en el más violento de la región y uno de los más pobres (cerca del 70%), dos millones de personas han sido expulsados por la violencia y la miseria, 35 mil niñas y niños fueron arrojados a la red de trata y la prostitución infantil. Siete años después, Honduras sigue sumergida con niveles altísimos de corrupción, una economía quebrada y un sistemático proceso de persecución y criminalización de la protesta social.

Gerardo Szalkowicz

martes, junio 28, 2016

A 50 años del golpe de Onganía: el Gobierno del gran capital



El 28 de junio de 1966 comenzó la dictadura que se propuso el ataque más ofensivo, desde 1955, contra los trabajadores y el pueblo. Tres años después caería a manos del ascenso que abrió el Cordobazo.

Las lecciones de la historia de la clase obrera argentina se vuelven cruciales para comprender nuestra realidad y aprender cómo enfrentar los ataques de las clases dominantes, el Estado y el papel de la burocracia sindical y los partidos patronales. Dos trabajos de Ediciones IPS-CEIP, aportan a la comprensión de los años de la Resistencia y la década del 70, cuyo punto de inflexión fue la dictadura de la que se cumplen hoy 50 años.

“Desensillar hasta que aclare”

Esta fue la orden de Perón en el exilio y declaraba: “Para mí, éste es un movimiento simpático porque se cortó una situación que ya no podía continuar (…) si el nuevo gobierno procede bien, triunfará. Es la última oportunidad de la Argentina para evitar que la guerra civil se transforme en la única salida”.
El golpe de Onganía reunió el apoyo del conjunto de los sectores dominantes, de la burocracia sindical y del propio Perón. La CGT, en un comunicado afirmaba: “El movimiento militar que el 27 de junio tomó el poder constituye un hecho nuevo e históricamente asume una gran responsabilidad, ante la atenta expectativa que indiscutiblemente ha concitado en el país”. El mismo dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor, el referente entonces más destacado de la burocracia sindical peronista, asistió a la toma de gobierno.
Es que la autodenominada Revolución Argentina se proponía gobernar el tiempo que fuera necesario para imponer los intereses del capital más concentrado, un intento “bonapartista” que buscó disciplinar a las distintas fracciones de la clase dominante. Debía además derrotar la Resistencia obrera que venía obstaculizando los intentos de liquidar el conjunto de las conquistas obreras y populares; el peronismo y la burocracia, por su parte, le abrían un impasse para facilitarle esta tarea.

“Eficientizar” el Estado despidiendo trabajadores

Entre las primeras medidas que tomó el gobierno estuvieron las destinadas a “eficientizar” el funcionamiento del Estado y para esto se buscó disminuir el personal público y racionalizar la administración estatal. Además, una serie de medidas favorecieron a los sectores más concentrados como la disminución de la protección aduanera, las transferencias de tierras públicas a manos privadas, el aumento de las tarifas de electricidad y la privatización de emisoras radiales y televisivas.
La aplicación de la política de racionalización de la administración pública comenzó por afectar a los trabajadores azucareros de Tucumán, a partir de la intervención de ocho gremios. Aunque la respuesta popular fue notable, con sabotajes, paros, ocupaciones e incendios de cañaverales, no impidió los despidos y el cierre de la principal fuente de trabajo.
También sobre los portuarios impactó la política racionalizadora del gobierno. El objetivo era reducir los costos de las operaciones portuarias (por ejemplo, los haberes se reducían en un 50% al modificarse el cálculo de los jornales y los diferentes adicionales que componían el sueldo de un estibador). Estas medidas dieron lugar a un paro de alcance nacional, con el núcleo dinámico en el puerto de Buenos Aires y un importante grado de organización [2].
Los ferrocarriles fueron otro blanco del ataque del gobierno. Las medidas implicaban para los trabajadores, entre otras pérdidas, la reducción de las 10 horas mínimas de descanso a 5, la obligación de trabajar hasta 72 horas semanales si el servicio lo exigía, despidos masivos y traslados, cierre de estaciones y clausuras de ramales, privatización de talleres que pasarían a manos extranjeras [3]. La dirección de La Fraternidad y la Unión Ferroviaria terminaron finalmente acordando su participación en la gestión de las reformas y la intervención militar impuso parcialmente la racionalización del sector.

El plan que desatará la ofensiva obrera y popular

En marzo de 1967 asumió Adalbert Krieger Vasena como ministro de economía, un representante genuino del capital monopolista internacional, especialmente del imperialismo norteamericano, uno de los más de 30 empresarios que Onganía incorporó a su gobierno.
La política económica de conjunto implicó una redistribución de ingresos desde los trabajadores, los sectores medios y los sectores más nacionales de la burguesía, a favor de los sectores más concentrados y ligados al capital extranjero. En primer lugar, el nuevo ministro implementó una serie de medidas destinadas a aumentar la recaudación impositiva y reducir el déficit estatal aumentando las tarifas de servicios públicos y disminuyendo la cantidad de empleados del Estado. Para enfrentar la inflación se buscó frenar el aumento de los salarios congelando los sueldos y suspendiendo nuevas negociaciones de los convenios colectivos de trabajo.
Junto con esto se realizó una amplia integración con empresas transnacionales, que fueron llamadas a colaborar en la “modernización del país” mediante el aporte de capital y tecnología, en tanto el Estado emprendía inversiones para mejorar la infraestructura energética y vial, se renovaron los contratos con las firmas petroleras extranjeras y se renegoció un crédito con el Fondo Monetario Internacional.

La burocracia sindical frente al ataque

Por su parte, la burocracia sindical, manteniendo su actitud conciliadora con el gobierno, intentó presionar las negociaciones a través de esporádicas protestas. El gobierno respondió reforzando la represión en el marco del Consejo Nacional de Seguridad.
Tras saludar el golpe de Onganía y ofrecer todas las vías para una negociación, los dirigentes sindicales se encontraron en la disyuntiva de contener el descontento obrero ante la intransigencia del gobierno, evitando profundizar la crisis de credibilidad que comenzaban a sufrir. La cúpula sindical comenzó a resquebrajarse.
Estas divisiones tomaron forma en el surgimiento de la CGT Paseo Colón (CGT de los Argentinos) liderada por Raimundo Ongaro, del gremio gráfico. Perón, que comprendió la necesidad de preparar una organización que pudiera contener el descontento de las bases –al tiempo que contrapesar los objetivos políticos de Vandor al interior del Partido Peronista– ofreció su apoyo a Ongaro.
En este contexto de represión estatal, intentos de negociación y crisis de la burocracia, las acciones de los trabajadores se dieron en forma localizada, restringidas al ámbito de las unidades de trabajo y con escasa duración. Sin embargo, durante el año 1968 varios conflictos tuvieron relevancia, entre ellos los que se desarrollaron en YPF, en la gráfica Fabril Financiera y los que se produjeron en la industria automotriz.

El movimiento estudiantil enfrenta el ataque

El ataque de la dictadura se dirigió también a sectores de las clases medias; el plan económico del gobierno impactó en el deterioro del poder adquisitivo y, en perspectiva, de las condiciones de vida de amplios sectores.
El 29 de julio de 1966 el gobierno sancionó el decreto ley 16.912, por el cual se eliminaba el gobierno tripartito en las universidades, se anulaban los consejos superiores y se transformaba a los rectores y decanos en interventores subordinados a las autoridades del Ministerio de Educación.
La decisión de docentes y estudiantes de la Universidad de Buenos Aires de resistir la política educativa de la dictadura y sus consecuencias sobre la autonomía universitaria desencadenó, en julio de 1966, la represión del gobierno contra los universitarios que se conocería como la “noche de los bastones largos”. En los años siguientes las luchas estudiantiles darían un salto cualitativo.
Un amplio espectro opositor se estaba forjando contra el Onganiato abriendo la crisis del plan económico del gobierno, empujando a la pérdida del apoyo de amplios sectores medios al régimen. En marzo de 1969 se dieron movilizaciones estudiantiles en Rosario y Tucumán, estas fueron la puerta de las luchas obreras que desencadenaron el Cordobazo, que hirió de muerte al Onganiato, dando inicio al ascenso obrero-popular que se constituyó en el ensayo revolucionario más importante que vivió la Argentina.

Alicia Rojo
CEIP "León Trotsky"

La cultura es una cuenta bancaria



En la nota de Clarín “La ideología de la gratuidad”, el escritor y crítico musical Federico Monjeau se opone a que en el CCK se vean funciones de la Orquesta Sinfónica Nacional en forma gratuita.

La propuesta del artículo en cuestión parecería una discusión menor, pero se trata de una contribución más dentro de una serie de intervenciones que, desde el comienzo del gobierno de Mauricio Macri, configura una suerte de “guerra de guerrillas”, una “batalla cultural” de numerosos intelectuales y periodistas afines a Cambiemos o parte de la periferia ideológica “republicana” que se expresan en dicho diario. En esta misma tónica, desde hace rato periodistas como Lanata o Ricardo Roa se vienen expresando haciendo críticas sobre todo en el terreno de la educación y la cultura, cuestionando la gratuidad de la educación universitaria, la apertura misma de nuevas universidades, o la gratuidad parcial de distintos eventos o manifestaciones culturales.
Dice Monjeau: “Al principio podía pensarse que la herencia más difícil de sobrellevar del Centro Cultural Kirchner para la nueva administración era su nombre. Pero ahora empieza a verse un lastre un poco más complicado, y es una ideología. Es, por llamarlo así, una ideología de la gratuidad, que instaló en el área de Cultura el gobierno anterior ni bien asumió. A partir de ese momento todas las actividades provenientes de la Secretaría de Cultura de la Nación pasaron a ser gratuitas, también por supuesto las de la Sinfónica Nacional, que es el tema que concierne particularmente a esta columna. Es así como la Sinfónica Nacional se transformó en la única orquesta profesional del planeta en dar todos sus conciertos gratuitos”.
Se sabe que el macrismo hace una bandera de una proclamada “desideologización”, como antídoto a la partisana “batalla cultural” del kirchnerismo. No obstante, no todos quienes revistan dentro o en su periferia comparten esa táctica, y por el contrario proponen lanzar una lucha abiertamente ideológica pero de signo opuesto. Es lo que vienen haciendo Lopérfido y Lanata alrededor del tema de los desaparecidos y la defenestración del “setentismo” como parte de sacarse el lastre de la “pesada herencia”. Este artículo de Monjeau parece ubicarse en esa constelación. En todos los casos, el enemigo formal que se ataca es el kirchnerismo, ciertamente un contendiente a medida, una presa fácil. Sin embargo, no es casualidad que los temas en cuestión lo excedan, ya que se remiten a cuestiones popularmente sentidas, como es la posibilidad del acceso a la educación y la cultura.
“Ninguna orquesta pública ni privada se financia con la venta de entradas, pero ninguna, excepto la Sinfónica Nacional, deja de vender entradas. Todo tiene su precio. El valor eventualmente es más simbólico que económico, pero no puede prescindirse de él si se trata de formar un público interesado y un sistema de exigencias compartidas.” Es decir, Monjeau reconoce que no se trata de un problema económico, sino simplemente de una cuestión de lucha ideológica.
Pareciera que, a tono con la ideología amarilla del “emprendedorismo”, hay que inculcar que nada se regala, que todo se consigue con el esfuerzo individual(ista) y, menos que menos, nada que tenga que ver con la “alta cultura”. Uno siente que Monjeau está interpretando música compuesta por Macri, o tal vez, por qué no, compuesta por él mismo pero con una notoria influencia de aquél “maestro”. En la revolución de la alegría todos somos iguales, todos tenemos las mismas oportunidades, lo que nos diferencia es nuestro espíritu laborioso o nuestra holgazanería: “Estoy convencido de que el público que, en condiciones económicas de hacerlo, no está dispuesto a pagar el precio de una entrada de cine por un concierto de una orquesta, no es un buen público; no lo es al menos para el buen funcionamiento de una orquesta, que requiere de oyentes exigentes”.
Impresiona tanta preocupación suya por un tema puramente “ideológico”, económicamente intrascendente, pero puramente político, como es vetar una de las pocas posibilidades de acceso gratuito a la cultura, por medio de un arancel. La cualidad de “oyentes exigentes” sería proporcional al tamaño de la billetera. Es notorio que la Argentina supo tener a comienzos del siglo XX una “oligarquía ilustrada”, que sabía combinar muy bien el genocidio indígena y luego la represión al movimiento obrero, junto con el estímulo y el disfrute de las bellas artes. No parece ser la característica del actual gobierno CEÓcrata, cuyo personal político desciende, familiar o políticamente, de aquella rancia estirpe, pero cuyas opciones estéticas se inclinan más hacia un Tinelli o un Miguel del Sel.
Para Monjeau pareciera que una orquesta sinfónica es una máquina, un aparato que funciona a lo pay per view. Por eso lo más interesante no es lo que dice, sino lo que omite sobre la “calidad” de las orquestas: la precariedad laboral contra la cual luchan sus músicos, despidos, persecución política y sindical, sueldos impagos. Han sufrido esto orquestas notables como la del Teatro Colón o del Teatro Argentino de La Plata, así como orquestas municipales, o los programas de las orquestas escuela para niños de sectores populares, así como también la destrucción de la educación musical mediante el desfinanciamiento y el achicamiento de conservatorios y escuelas de arte. Todo esto llevado a cabo por gobiernos de los tres niveles en los últimos años, tanto del macrismo como del kirchnerismo. Pero no, parece que la culpa de todo es la gratuidad.
Cuando leo las palabras de Monjeau, pienso lo actual que es aquello que León Trotsky escribió hace 92 años, cuando planteaba que una tarea fundamental de la revolución será, en primer lugar, la apropiación por parte de los trabajadores de lo mejor de la herencia cultural de las clases poseedoras. Los “bárbaros” bolcheviques, en medio del hambre y la guerra civil, abrían las puertas de los antiguos teatros de la nobleza a las clases populares y construían otros nuevos. Nuestra burguesía “ilustrada” los destruye, mientras premia a lo más decadente salido de las cloacas de la cultura televisiva. Y, por si fuera poco, tenemos críticos que juzgan el gusto musical según nuestra cuenta bancaria…

Guillermo Iturbide
Ediciones IPS-CEIP

Un Nobel que vale una vida

Desconozco si existe algún libro sobre cómo “se hacen” los premios Nobel de Literatura. Porque los Nobel no se dan sin esfuerzo. No dependen de ser un gran escritor, aunque haya casos, sino de una serie de circunstancias que influyen en la Academia sueca que los otorga. Cuenta la personalidad del candidato, la circunstancia, el momento, la historia, el equilibrio… y por supuesto la política. (Winston Churchill fue Nobel en 1953 por sus volúmenes de memorias.) No podría ser de otra manera. El prestigio social, que no literario, que otorga el Nobel obliga también a la intervención del Estado.
En España, las “fuerzas vivas” de comienzos del siglo XX –expresión que nunca entendí, porque se refiere a la parte más muerta de la sociedad–, compuestas por la Iglesia, el Ejército y el propio rey Alfonso XIII, vetaron la candidatura de don Benito Pérez Galdós. Su hombre era José María de Pereda, el de la fábrica de jabones, Peñas arriba y un reaccionarismo incuestionable. Cuando el franquismo se enteró de que sin duda alguna Juan Ramón Jiménez sería premio Nobel en 1956, no sólo boicotearon al gran poeta y al gran exiliado, sino que propusieron como sustituto a ¡Don Ramón Menéndez Pidal! Sólo la retahíla de españoles en el Nobel daría para un libro entre cómico y patético. Desde Echegaray a Camilo José Cela.
Hay gente del oficio que prefiere siempre un autor conocido y traducido, sobre todo las editoriales. Tienen menos trabajo y mayor negocio. Y además está la vanidad, ¡a ese le he leído yo! A mí, que le den el Nobel a Vargas Llosa no me dice nada, ni quita ni pone en el ­terreno de la literatura. Si hubiera dejado de escribir hace diez o hasta veinte años, no se hubieran conmovido más que su patrimonio y el de su agente literaria.Yo prefiero a esos autores que gracias al Nobel enriquecen nuestro conocimiento literario y limitan nuestra ignorancia sacándolos del gueto de las literaturas nacionales. Recuerdo la trayectoria discreta hasta el silencio de la poeta polaca Szymborska (Nobel del 96), o del sueco Tranströmer (en el 2011).
El caso de Svetlana Alexiévich (Bielorrusia, 1946), Nobel del año pasado, una desconocida más entre nosotros, ofrece tal cantidad de facetas para que nos detengamos en ella y salvemos la ignorancia, con referencias a la nueva “guerra fría” que se está incubando y al papel de una literatura que se había eclipsado en los años veinte del siglo pasado y que ahora vuelve con una fuerza que arrasará muchos ombligos de narcisistas, imitadores de la literatura francesa de los años treinta, de la pérgola y el tenis, que hubiera dicho el poeta. Me estoy refiriendo a la literatura periodística.
Svetlana Alexiévich es el primer caso que conozco que se le concede el premio Nobel de Literatura a una periodista, con tres libros publicados. No me referiré a La guerra no tiene rostro de mujer, ni tampoco a las Voces de Chernóbil, sino al aterrador Los muchachos de zinc (Debate). O lo que es lo mismo, la experiencia de los soldados soviéticos durante los diez años ¡diez! de su relativa ocupación de Afganistán. Dudo que haya libro tan implacable sobre la fracasada guerra, que aún continua; ahora entre EE.UU. (la OTAN) y los afganos. No vamos a entrar en ese tema porque es sabido que tras la derrota soviética frente a los muyahidines y diversas tribus apoyadas por los norteamericanos, no se les ocurrió idea más brillante que sustituir a los rusos y arrasar el país, a la búsqueda de un hombre que vivía ¡en Pakistán! Ahí siguen, derrota tras derrota.
Que nadie espere cosas de ese tipo en este libro de Svetlana Alexiévich, crónicas humanas sin apenas referencias políticas. Es periodismo del bueno, de ese que ni cortándolo con un bisturí se puede separar de la literatura. ¿En qué se nota? En que los relatos parecen pequeñas narraciones de Tolstói; una vez terminadas de leer se tiene la convicción de que son verdades incontrovertibles. Apenas unos toques de montaje literario, como se hace con los documentales.
Recuerdo una secuencia en una vieja película de Pudovkin (cine mudo) en la que una campesina arrebatada por el dolor de ver a su hijo muerto, literalmente se desgarra la ropa y se queda desnuda –aseguran que es el primer y último desnudo de aquella época–. Su fuerza resulta tan conmovedora que paraliza al espectador, incluso con aquellos medios cinematográficos rudimentarios.
Aquí no. Aquí estamos ante decenas de relatos de unos muchachos, unas mujeres, unos hombres bragados por el destino, que apenas pisan tierra afgana tiene conciencia casi absoluta de que van a morir: “Cada vez más a menudo pienso: después de Chernóbil, de Afganistán, de los acontecimientos que llevaron a Yeltsin al poder, que nosotros no estamos a la altura de lo que nos ocurre. No analizamos nuestro pasado, siempre somos víctimas… Somos unos románticos de la esclavitud”.
Lo dice Svetlana Alexiévich en su impresionante declaración final ante los tribunales rusos que la juzgarán por antipatriotismo. Algunos testigos se arrepienten, otros la calumnian… Hay que tener mucho valor, las cosas muy claras, y una pluma afilada como un estilete. Svetlana, la periodista que vio y conversó con los supervivientes y sus familias tras la invasión soviética de Afganistán.
Soldados, viudas, oficiales, muchos mutilados, mucha mujer valiente asumiendo sus creencias hasta llevarlas a la práctica, ante la perplejidad de funcionarios corruptos; la famosa burocracia soviética. Y las madres. No conozco país donde la madre de un soldado sea una autoridad, y no precisamente porque se lo den como una concesión, sino porque lleva siglos entendiendo que si el hombre protesta muere, mientras que la abuela y la madre tienen cierto pase de riesgo. ¿Quién mata a la abuela de un soldado?
Estoy en la creencia de que el premio Nobel le dio a esta mujer el derecho de vida. Las víctimas se convertirán en un recordatorio ya permanente. Las soldadas cajas de zinc en que recibían las familias a sus muertos, precintados ya no podrán ser anónimas. Tendrán al menos la compensación de unos textos que quedarán mientras exista la cultura.
Svetlana Alexiévich ha dado el salto que confirma el periodismo en la literatura. Entre nosotros sólo Larra lo consiguió; los demás, son sucedáneos. En los grandes libros de Vasili Grossman está presente un gran escritor que hace periodismo. Aquí sucede lo contrario y esos señores de la Academia sueca han detectado dos rasgos tan llamativos como la incorporación del gran periodismo literario bastante más allá del reportaje o del cuaderno de viajes. Un hallazgo.
Pero además, si un premio te sirve de chaleco antibalas eso tiene parecida enjundia que la literatura. Si tuviera que hacer algún paralelo entre Los muchachos de zinc de Svetlana Alexiévich y alguna otra gran novela sobre la guerra, sobre sus secuelas, sobre el dolor, sobre la muerte, me viene a la memoria Los desnudos y los muertos, de Norman Mailer. Cuando la leí, hace muchos años, no fuí capaz de hacer el resumen que me habían pedido.
Lo único parejo son Los desastres de la guerra, de Goya. Donde los muertos no sólo se ven; también hablan. “Hoy sabemos –escribe Svetlana Alexiévich– que en aquella guerra sucia, nuestros soldados mataron inútilmente a más de un millón de afganos y perdieron a más de 15.000 de los suyos”.
Luego llegaron los norteamericanos, hasta la víspera aliados y suministradores de armas contra los soviéticos. Pero se ­derrumbaron las Torres Gemelas de Nueva York y siguió la pelea. Es difícil que surja literatura con la fuerza de Los muchachos de zinc. El periodismo se repite; en ocasiones es una obligación del oficio. Pero la literatura no.

Gregorio Morán
La Vanguardia

“¿Dónde está hoy el Palacio de Invierno?”

El Transnational Institute y FUHEM-Ecosocial publican el informe “Estado del poder. Democracia, soberanía y resistencia”

Los ciudadanos no eligen a los miembros de la Comisión Europea. “Los miembros del Consejo de Ministros y su encarnación al máximo nivel, el Consejo Europeo, sólo se eligen indirectamente y las leyes son elaboradas en secreto en el transcurso de sesiones a las que no se permite la entrada a la prensa ni al público”, afirma el periodista especializado en información de la UE, Leigh Philips, quien ha publicado crónicas en The Guardian, Nature, The Daily Telegraph o Red Pepper, y ha sido corresponsal en Bruselas del diario EUobserver. La única institución electa –el Parlamento Europeo- “no puede proponer ni aprobar leyes, sólo enmendar lo que la Comisión y el Consejo le remitan para su conformidad”. Tras rechazar Irlanda los Tratados de Niza y Lisboa, se les convocó a votar de nuevo. Después que los ciudadanos franceses y holandeses dijeran “no” a la Constitución Europea, se impulsó el Tratado de Lisboa (el mismo texto constitucional con otro nombre). Los estados miembros de la UE, no sólo de la eurozona, están sometidos al Pacto de Estabilidad y Crecimiento (1998), de carácter neoliberal y que impone sin concesiones la “disciplina fiscal”.
Leigh Philips da un paso más en el análisis, que le conduce a lo que denomina “estructuras internacionales de gobernanza postdemocráticas”, que hoy, afirma, “proliferan como la mala hierba”. Se trata en otros términos de un “intergubernamentalismo” sin elecciones. Se refiere al FMI, el Consejo de Seguridad de la ONU, el G-7, la OMC, el TTIP, la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, e incluso a la Comisión Ballenera Internacional. Con la crisis financiera de 2007, proliferaron los “G”: G-7, G-8 y G-20 y una miríada de clubes y comités (“intergubernamentales” no elegidos). Son agencias y organizaciones de la gobernanza global que regulan todos los ámbitos de la vida, desde las armas nucleares hasta la pesca del mero. Muchos ejemplos de esta tendencia global pueden extraerse de la Unión Europea, donde los tratados y contratos entre estados se sitúan por encima de la democracia. Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán, afirmó después del triunfo electoral de Syriza (enero de 2015): “Las elecciones no cambian nada”. “No cabe elección democrática en contra de los tratados europeos”, abundó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
La tesis del periodista figura en el artículo titulado “El orden global postdemocrático”, que junto a otros 10 textos y una entrevista al exministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, integran el informe “Estado del poder. Democracia, soberanía y resistencia”-2016. Publicado por el Transnational Institute y FUHEM-Ecosocial, la primera edición vio la luz en 2012 con el fin de convertirse en una “enciclopedia” del poder para activistas. La presentación, que tuvo lugar en las mismas fechas que el Foro Económico Mundial de Davos, resultó un éxito, hasta el punto que el informe y las infografías se hicieron virales. En 2014 y 2015 se realizó una convocatoria abierta para que jóvenes investigadores-activistas pudieran publicar sus ensayos. De algún modo, el informe “Estado del poder” trata de responder anualmente a la pregunta de la presidenta del Transnational Institute, Susan George: “¿Dónde está hoy el Palacio de Invierno?” Hilary Wainwrightn, también del Transnational Institute, destaca que la comprensión de “la tiranía empresarial y financiera es el punto de partida para desarrollar un contrapoder”.
La socióloga y profesora adjunta en la American University de París, Elaine Courn escribe sobre “La economía como ideología: desafiando el poder político de los expertos”. La investigadora adopta como punto de partida el lenguaje utilizado por los técnicos, especializado y casi esotérico, como en un titular del diario The Wall Street Journal (19 de noviembre de 2015): “¿Estará el BCE a la altura de las esperanzas Bing Bang de los mercados?” “El banco central -añadía el diario- se propone actuar en diciembre, pero ¿podrían los mercados acabar decepcionados?” La editora del libro “More Will Sing Their Way to Freedom: Indigenous Resistance and Resurgence” (2015) señala que en los círculos de economía aplicada no resulta extraño el uso de analogías. En el libro “Éxitos del Fondo Monetario Internacional: Historias no contadas de cooperación en el trabajo”, coordinado por dos exaltos responsables del FMI, Eduard Brau y Ian McDonald, se emplea la metáfora de “los médicos del FMI”. Tras afirmar que el “paciente” (Corea del Sur después de la crisis de 1997 en Asia) tiene algo que ver con la cura, el texto concluye que en general “las prescripciones médicas fueron las apropiadas”.
A ello se agrega la cuestión de género: en 2014 The Wall Street Journal informaba de que el 68% de los doctores en economía estadounidenses son hombres. Elaine Courn cita otros ejemplos. La American Economic Review emplazó en 2011 a seis economistas -todos ellos hombres blancos- a señalar los 20 artículos más influyentes de la revista científica en el último siglo. De los 30 autores citados, sólo en un caso era mujer (Anne O. Krueger, economista que desempeñó cargos relevantes en el FMI y el Banco Mundial). Actualmente son varones 23 de los 25 directores ejecutivos del FMI, y 21 de un total de 25 en el Banco Mundial. Además, los más altos responsables de las instituciones financieras globales se titularon en unas pocas universidades de élite estadounidenses y europeas. Cinco de los once directores ejecutivos del FMI, en escuelas elitistas francesas como la École Nationale de l'Administration (ENA) y la École des Hautes Études Commerciales (HEC) de París. La estadística se completa con los presidentes del Banco Mundial formados en Harvard (cinco de los últimos ocho). A los economistas considerados “heterodoxos” les puede ocurrir igual que a Joseph Stiglitz, destituido en el cargo de economista jefe del Banco Mundial en 1999 por sus críticas a las políticas de liberalización y desregulación.
En el artículo “Cambiar el corazón y el alma. Cómo las élites contuvieron el movimiento por la justicia global”, el doctorando en Sociología por la Universidad de California, Berkeley, y activista del colectivo Solidaridad de Trabajadores Filipinos, Herbert Docena, analiza el poder y su influencia en las luchas ecologistas. ¿Por qué razón el movimiento por una transformación radical del sistema se limita a espacios marginales, a medida que se agrava la crisis ambiental? Ésta es la pregunta que el autor trata de responder. El punto de inicio en el análisis es la década de 1970, cuando según el historiador ambientalista John McCormick, se produjo “una revolución en las actitudes ambientales”. Las luchas contra la contaminación, la energía nuclear o los pesticidas atravesaron un “renovado bloque anticapitalista”. Las reacciones se dividieron entre quienes rechazaron directamente las reivindicaciones (y los “problemas ambientales”) por considerarlos una amenaza contra sus empresas, y los que adoptaron posiciones “reformistas”. Estos se desmarcaban de la élite reaccionaria, eran “caballerosos abogados” y “cosmopolitas cultos” como Laurence y David Rockefeller, de la generación más joven de la dinastía; Robert O. Anderson, titular del emporio petrolero Atlántic Richfield o Robert McNamara, exdirector general de Ford Motor Company, exsecretario de Defensa de Estados Unidos y expresidente del Banco Mundial. En Europa, líderes como Giovanni Agnelli, presidente de FIAT o Aurelio Peccei, de Olivetti y del Club de Roma.
La Fundación Ford financió centros académicos, departamentos de investigación y redes como el Instituto Aspen, el Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED), el Instituto Brookings, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y varios “grupos de estudio” de la Comisión Trilateral. Herbert Docena también destaca el ejemplo de la Fundación Wolkswagen, que apoyó económicamente el estudio “Los límites del crecimiento” del Club de Roma. McNamara convirtió el Banco Mundial en el centro más importante del mundo para investigar el nexo entre medio ambiente y desarrollo. El primer director ejecutivo de esta institución financiera, Maurice Strong, situó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como un referente en la investigación del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Apellidos de alcurnia como Ford, Rockefeller y Anderson están detrás del apoyo económico a la constitución del Fondo para la Defensa del Medio Ambiente (EDF), el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NDRC) y otros grupos “moderados”. Ford, incluso, “financió organizaciones más críticas con las grandes empresas y más propensas a la justicia social”, matiza Herbert Docena. EDF y otros colectivos impulsaron la formación de la Red de Acción Climática (CAN), el mayor conglomerado de ONG dedicado a presionar a los gobiernos para que actuaran frente al cambio climático.
El informe “Estado del poder” dedica asimismo un apartado a la precariedad, concepto acuñado en la década de los 90 en la sociología europea y que popularizó el economista Guy Standing en el libro “El precariado: una nueva clase social”. En el artículo “Precariedad, poder y democracia”, el investigador Tom George destaca que en la prensa derechista británica se ha presentado como una clase “condenada” y “no respetable”, tal y como resume el siguiente titular de una encuesta: “Élite o precariado: ¿En qué clase te encuadras tú? ¿No tienes clara tu posición en la nueva jerarquía social?” “El Precariado es lo contrario de la Clase Media Técnica”, define Tom George. En la “Great British Class Survey”, una encuesta de población sobre estructuras sociales en el Reino Unido, el precariado figuraba como la última entre siete posibles clases sociales.
Tal vez los inicios se remonten a la industria estadounidense de trabajo temporal, que “vendió” la idea de que todas las personas empleadas podían resultar sustituidas por operarios eventuales. El modelo encarna en 1971 en la creación de la chica “Never-Never”, de la ETT estadounidense Kelly Services, INC. “Nunca toma vacaciones, nunca pide aumento de sueldo. Si no hay trabajo, no te cuesta nada (cuando el trabajo escasea, la despides). Nunca se resfría, ni tiene hernia de disco, ni dolor de muelas (¡al menos en horario de trabajo!)”. El autor cita como ejemplo de desregulación el contrato de cero horas, “una ventaja para individuos flexibles”. Se dirige a personas contratadas pero que sólo trabajan cuando el empresario las necesita. En septiembre de 2015 la Oficina Nacional de Estadística informó que 744.000 personas estaban contratadas en el Reino Unido mediante esta fórmula (el incremento en un año fue del 19%). Frente a esta realidad se han articulado nuevas formas de protesta. Desde el año 2005 el EuroMayDay congrega al Precariado como movimiento, en marchas que, sostiene Tom George, “han revolucionado las tradiciones del Primero de Mayo mediante la acción directa”.
El informe publicado por Transnational Institute y FUHEM-Ecosocial termina con un artículo sobre “alternativas” políticas en India (“El poder en la India: caminos radicales”), de Ashish Kothari, miembro del grupo ambientalista Kalpavriksh y de la red Vikalp Sangam; El coautor es Pallav Das, quien ha realizado como cineasta filmes sobre la violencia contra las mujeres y la amenaza del VIH-SIDA para los niños de la calle. Una de las experiencias citadas en el texto se desarrolla en la aldea de Mendha-Lekha (distrito de Gadchiroli, estado de Maharashtra), con una población de aproximadamente 500 indígenas (adivasisi gond). Hace tres décadas que toman las decisiones por consenso, sin que jefes o partidos políticos puedan sustituir a la asamblea. “Hay una campaña tribal de autogobierno en algunas zonas de la India, aunque pocas aldeas lo hayan conseguido de manera completa”, informan los autores del artículo. Para la aldea de Mendha-Lekha y decenas de pueblos, la lucha contra una presa en la década de los 80 mostró la importancia de la movilización popular. La acción directa se ha traducido en la conservación de 1.800 hectáreas de bosque del entorno, y recientemente también de los derechos de uso, gestión y protección de acuerdo con la Ley de Derechos Forestales de 2006.
Según Ashish Kothari y Pallav Dash, “no sólo la comunidad cubre sus necesidades básicas mediante, por ejemplo, el cultivo sostenible y la venta de bambú, sino que también ha revertido siglos de gobernanza forestal colonial y postcolonial”. En 2013 todos los dueños de tierras de la aldea las aportaron para el “bien común”, lo que en la práctica acabó con la propiedad privada al hacer uso de la Ley Gramdan, de 1964. ¿Cómo toma las decisiones la asamblea popular de Mendha-Lekha? Se apoyan en la información que suministran los Abhyas Gats (“círculos de estudio”), y “los aldeanos combinan sus conocimientos y sabiduría con los de entidades de la sociedad civil, académicos y funcionarios sensibles a su cosmovisión”. Sucede en India, donde el 10% más opulento concentra el 75% de la riqueza del país y el 1% superior de este estrato privilegiado acumula el 50% de la riqueza privada total (cerca de 1,75 billones de dólares). Actualmente, cerca del 33% de las personas más pobres del mundo viven en India. El informe “Estado del Poder”-2016 se completa con artículos de Walden Bello (“La tiranía de las finanzas globales”), Harris Gleckman (“La ofensiva corporativa hacia una forma de gobierno global”), Flavio Luiz Schieck Valente (“Nutrición y alimentación: cómo el gobierno de y para la gente se convirtió en el gobierno de y para las multinacionales”), John Postill (“Los internautas de la libertad y el futuro de la justicia global”) y Bernardo Gutiérrez (“La ciudad de código abierto como horizonte de la democracia radical transnacional”).

Enric Llopis

lunes, junio 27, 2016

No están solos: cientos de miles junto al magisterio en México



El domingo 26, cientos de miles de personas protagonizaron una nueva jornada de acción en solidaridad con el magisterio. Hicieron propia la lucha de la CNTE, y salieron a las calles de la ciudad a arropar a las y los maestros, mostrándole al gobierno que no están solos.

Un domingo de lucha contra la reforma educativa

Desde temprano, mucho antes de las 11 de la mañana, se hizo notar que la jornada de movilización no sería una más. Que seríamos cientos de miles los que nos manifestaríamos en las calles de la ciudad de México junto a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Y así, un río humano, conformado por maestros, trabajadores, amas de casa, jovenes, amplios sectores populares y de las clases medias recorrieron Paseo de la Reforma.
Miles y miles marcharon atendiendo a la convocatoria de MORENA y Andrés Manuel López Obrador, del Ángel de la Independencia a la Glorieta a Colon. Las bases de este partido, sus simpatizantes y votantes, se manifestaron solidarios con las y los maestros.
Miles traspasaron ese punto de concentración, y se dirigieron al Zócalo, incluyendo destacadamente contigentes de decenas y hasta cientos de escuelas. Se notaba en las calles la efervescencia política, la organización que surge desde abajo y que suma a nuevas capas de trabajadores y de jóvenes hartos del autoritarismo y el atropello de las conquistas laborales y democráticas.
Mientras tanto, frente al Antimonumento, otros miles, provenientes de distintos lugares del país, atendian a la convocatoria de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y se congregaban desde las 11 horas. Bajo un sol llameante, luego marcharon hasta la Procuraduria General de la República, exigiendo la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Los canticos eran contra Peña Nieto y Nuño y su mal llamada reforma educativa. Eran en solidaridad con los maestros y por la libertad de los presos políticos.
Quienes marchaban desde el Ángel de la Independencia, desoían las indicaciones de la dirección del MORENA de hacer una “marcha de silencio”: tronaban las consignas contra el gobierno y junto a los maestros.
En simultáneo, la multitud que los esperaba ante el templete en la Glorieta de Colón, demandaba justicia para los 43 de Ayotzinapa, exigian la libertad de los presos políticos y justicia para los asesinados en Nochixtlán.
Durante todo el día, esa zona neurálgica de la ciudad estuvo literalmente ocupada por los manifestantes. Nos hizo recordar a las jornadas del año 2006, cuando cientos de miles -y hasta millones- se levantaron contra el fraude que llevó a Los Pinos a Felipe Calderón. Y también nos recordó a las primeras movilizaciones por la aparición de los 43 compañeros normalistas de Ayotzinapa, cuando multitudes incontables recorrían las principales calles de la ciudad de México y tronaba el Fue el Estado. Y ahora, quienes salieron a las calles este domingo, sabían bien que en esta guerra contra el magisterio Fue el estado el responsable de los muertos y los heridos en Nochixtlán.

La fuerza de los trabajadores: la llave para derrotar al gobierno

De ese tamaño es el movimiento que se despertó en solidaridad con el magisterio, se expresó este día hasta donde alcanzaba la vista.
Si Peña Nieto quiso con la salvaje represión derrotar a los maestros e impedir la unidad con el resto de los trabajadores y el pueblo, está logrando lo contrario. Un ascenso en la protesta social, que no sólo recorre al magisterio a nivel nacional, sino que toca a la juventud estudiantil y a otros sectores de trabajadores -como en la salud-. Que se hace sentir desde Chiapas hasta el Paso del Norte, con las movilizaciones de trabajadores en Ciudad Juárez y San Quintín.
Este domingo se mostró, qué duda cabe, que hay condiciones para que el magisterio, con el apoyo de amplios sectores, retome la ofensiva.
Para eso hay que mantener en alto la bandera de echar abajo la reforma educativa, a medida de Washington y las trasnacionales. López Obrador, mientras llama a la movilización por los maestros y hace propias algunas de las justas demandas magisteriales, no menciona esta demanda fundamental que es compartida además por amplios sectores de trabajadores y jóvenes que lo votaron. Y en cambio se refiere a “reformular la reforma educativa para elaborar una de consenso, con participación de autoridades, maestros y padres de familia”.
Pero los y las maestras saben que toda discusión que no parta de la abrogación de la reforma, representa un gran peligro para la lucha magisterial. Ellos saben que no es posible “consensuar” con las autoridades. Estas quieren lo opuesto al magisterio: y porque lo saben EPN y sus secretarios, es que buscan imponerlo a sangre y fuego. Por eso las demandas de la CNTE, así como un dialogo verdaderamente público y que no sea una nueva trampa, sólo serán conquistados con la movilización en las calles. Hay que imponérselas allí a Peña Nieto, Aurelio Nuño y Osorio Chong.
Miles, que lo consideran como la verdadera oposición al gobierno, escucharon a Lopez Obrador proponiéndole a EPN “un gobierno de transición” hacia el 2018, “con un gabinete distinto, bajo la premisa del diálogo y la reconciliación”.
La realidad es que los trabajadores de la educación y el resto de la clase obrera y el pueblo, no pueden cifrar ninguna esperanza en el “diálogo y la reconciliación” con EPN y las instituciones responsables de la masacre de Iguala y las desapariciones de Ayotzinapa. Mucho menos en un hipótético “gobierno de transición” edificado en los marcos de este régimen político, bajo el que todos los días se atacan las conquistas laborales y sociales y las libertades de la población. Asumir esta política y confiar en la “reconciliación” con el asesino de Atenco, sólo nos llevaría a retroceder de lo que estamos conquistando.
Y lo que conquistamos es que -en las últimas semanas- cientos de miles estuvimos en las calles. Eso nos empieza a mostrar nuestra fuerza. Y que, si confiamos en esta fuerza, podemos pasar a la ofensiva.
Para eso, para golpear al gobierno y obligarlo a echar atrás la odiada reforma educativa, debemos contar con un plan de acción que profundice la movilización unificada contra Peña Nieto, con plena independencia de los partidos e instituciones al servicio de los empresarios.
Y lo que necesitamos, de forma urgente, es un verdadero paro nacional, donde se exprese la potencia de los trabajadores, poniendo en vilo todos los resortes de la economía del país.
Las centrales que se reclaman opositoras como la Unión Nacional de Trabajadores -que lamentablemente no estuvieron presentes en las ultimas acciones del 24 y 26 de junio- deben, en coordinación con la CNTE, ponerle fecha a esta medida de lucha.
Y además hacer un llamado público para que se incorporen a la misma los millones de trabajadores que en el sector industrial y de servicios se encuentran bajo el control de las centrales charras oficialistas. Hay que ir a las fabricas y centros de trabajo a sumar a estos grandes destacamentos de la clase obrera.
Como plantea la Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase aquí, es fundamental convocar, de forma urgente, a un Encuentro Nacional de Organizaciones obreras, populares y estudiantiles. Allí podrá discutirse democráticamente un verdadero plan de lucha que ponga el freno necesario al gobierno y sus planes de hambre y miseria.
Las últimas semanas enseñan que hay disposición en el magisterio nacional. Y que amplios sectores de los trabajadores y el pueblo están dispuestos a hacer acciones efectivas en solidaridad con los maestros y contra el gobierno de Peña Nieto. La mayor y más reciente muestra fue la movilización de este 26/6.
Lo que se necesita imperiosamente es un verdadero plan de acción que para que la clase obrera entre en escena con sus métodos de lucha, el paro y la huelga.

Pablo Oprinari
Ciudad de México / @POprinari

Las Invasiones Inglesas: cuando Buenos Aires fue colonia británica



Durante 1806 y 1807 se producen las Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata. El 27 de junio de 1806 los ingleses izaron la bandera británica y por el plazo 46 días gobernaron la ciudad de Buenos Aires.

Buenos Aires, una capital colonial

Buenos Aires fue designada capital del virreinato del Río de la Plata en 1776. De esta forma se convertía en un importante puerto vinculado a las acciones comerciales e intermediaria con el Alto Perú. En la actual Plaza de Mayo dos edificios marcaron la fisonomía de la ciudad colonial: el Fuerte y el Cabildo. El primero fue sede de los virreyes y gobernadores, estaba rodeado de muros con bocas para cañones, un puente elevadizo y un foso. El Cabildo fue la sede del gobierno: comerciantes, hacendados, funcionarios y el clero debatían los asuntos de la ciudad. En estos dos lugares, junto a las calles angostas cercanas al Río de la Plata, se desarrollaron los principales acontecimientos.

Planes británicos en América

Las disputas de las potencias europeas por las colonias americanas se enmarcaban en el proceso europeo de las guerras napoleónicas. Dos de las principales potencias (Francia y Gran Bretaña) se enfrentaban en el continente europeo y en las colonias. La independencia de las trece colonias americanas apoyada por Francia y España marcaron el inicio de estas disputas. Esta rivalidad fue leída por un grupo de latinoamericanos que solicitaron a Gran Bretaña su apoyo para la liberación de los realistas, entre ellos, el venezolano Francisco Miranda. El Plan Maitland de principios del siglo XIX y el encuentro de Miranda con Home Popham y el memorándum firmado en 1804 explicaban los planes acordados: un ataque para capturar los puertos de Buenos Aires y Montevideo y una invasión a Venezuela. Gran Bretaña garantizaría el libre comercio de las colonias liberadas.
La derrota de las tropas francoespañolas en Trafalgar (1805) por los ingleses fortalecieron los intereses británicos en las colonias españolas. Ante una Europa devastada por la guerra y los bloqueos que interrumpían el comercio, las colonias se convirtieron en botín de estas disputas. Mientras, Napoleón se consolidó en el continente con la anexión de Viena y la posterior organización de la Confederación del Rhin (1806-1813) que incluía 16 Estados alemanes bajo su poder.

La primera invasión a Buenos Aires

La preparación de la primera invasión inglesa (1806) se realizó en El Cabo (Sudáfrica). Al mando de Popham los británicos toman El Cabo y organizan desde ahí la invasión a Buenos Aires. Para esta tarea, Inglaterra envió un batallón de infantería ligera: el regimiento 71 de Cazadores escoceses (Highlanders). Al mando de la operación se designó a Guillermo Carr Beresford y la flota se completaba con 5 buques de guerra y 5 veleros; en ella viajaban 1.500 soldados y seis oficiales.
En Buenos Aires, el virrey del Río de la Plata, Sobremonte, desconfiaba de los rumores del ataque británico, pensando que sólo atacarían Montevideo. Por lo tanto, ante la presencia de las tropas inglesas intervino de forma improvisada.
El 24 de junio de 1806, la flota inglesa ya se encontraba en Punta Lara y un día después en Quilmes. El 26 de junio los ingleses dispersaron a las tropas al mando de Pedro Arce que intentó detenerlos en su marcha a Buenos Aires. Un día después, por la zona sur, Beresford cruzó el Riachuelo ingresando por el paso de Barracas. El virrey Sobremonte no presentó resistencia y se retira hasta Córdoba para organizar las tropas desde ahí.
El relato de que llevará consigo los tesoros reales en su huida, es parte de un mito. El tesoro que tenía en su poder fue entregado a pedido del Cabildo el 5 de julio. El Cabildo entregó el dinero a las tropas británicas y unos días después navegó por el Atlántico hasta que fue depositado en el Banco de Londres. Luego con el tesoro se pagó a los principales cargos británicos que actuaron en el Río de la Plata.
Cerca del mediodía del 27 de junio de 1806, Beresford se dirigió al fuerte y asumió el gobierno en nombre del rey Jorge de Inglaterra. Durante 46 días, la bandera británica flameó en Buenos Aires. A pesar de esto, decide mantener en funciones el Cabildo, la protección del obispo, las pertenecías de la iglesia y las garantías civiles.

Libre comercio y esclavitud

Entre las principales medidas que tomó, reglamentó el libre comercio y la dependencia inglesa. El Reglamento de Comercio establecía la abolición de los impuestos internos de exportación pero también garantizaba lo mismo para la importación (predominantemente británica). Esta medida afectó a los sectores monopolistas españoles, por esto, Martín de Álzaga será uno de los principales comerciantes españoles que organiza la resistencia.
Otro decreto se refiere a que los esclavos mantendrían su carácter reafirmando su condición de potencia esclavista: “permanecen en el mismo estado en que estaba, sin variación alguna, que deben estar sujetos a sus amos, obedecerlos en un todo con absolutista subordinación, y no andar ociosos por las calles, bajo las más rigurosas penas que tenga a bien imponer el Excmo. Señor Mayor General Británico” (1).

La defensa de Buenos Aires

“Fue sólo cuando Beresford indicó claramente que lo único que podía otorgar era el status de colonia inglesa en cambio del de colonia española, cuando el celo patriota consideró oportuno expulsar al intruso británico” (M. Peña, 1973)
La cita de Peña explica que el problema de fondo no fue que la clase dominante criolla estuviera en contra del protectorado inglés (aunque manteniendo su autonomía), sino que no estaba dispuesta a mantener la situación colonial.
La defensa de Buenos Aires contó con tres principales actores: el mencionado Martín de Álzaga, Santiago de Liniers y Martín de Pueyrredón. Liniers fue el comandante de la resistencia reclutando tropas en Buenos Aires y Montevideo. Si bien este aspecto es el más destacado en el relato histórico de impronta militarista; hay una combinación de distintak481s acciones: la organización de la recluta de gauchos y paisanos de la campaña y la formación de guerrillas populares urbanas (3 mil hombres y mujeres) entre la que destacó Manuela Pedraza.
Para la derrota de las tropas británicas se produjeron distintas acciones: luchas en la campaña y la ciudad, la entrada de las tropas de Liniers por el norte de la ciudad, las de Pueyrredón en las costas (donde participó Güemes), con importantes movilizaciones populares y la organización de los vecinos desde sus viviendas.
El 12 de agosto, Beresford se rindió acorralado por la multitud en el Fuerte. Luego, en las primeras horas de la tarde, entre los acordes de las gaitas escocesas, entregaron al Cabildo las armas y la bandera del regimiento 71. La defensa de Buenos Aires dejó un saldo de 49 muertos de las tropas británicas y 58 de los defensores.

Una salida medida por el Cabildo y militarista

Durante tres días se festejó la reconquista. Sobremonte pretendió arrogarse el triunfo a pesar de no haber participado, hecho que generó un amplio repudio entre los sectores que habían enfrentado a las tropas británicas quiénes pidieron su destitución. El 14 de agosto se celebró un Cabildo abierto, afuera una multitud de 4.000 pobladores pedía la renuncia del virrey. A pesar de esto, los cabildantes optaron por una forma mediada: Sobremonte continuó con el cargo de virrey, pero fue despojado del poder militar (otorgado a Liniers) y el político que recayó en la Audiencia.
La destitución del virrey hubiese significado la pronta organización de una nueva forma de gobierno y el predominio de los grupos burgueses que estaban adquiriendo más peso no solo económico sino militar. Es la elite criolla dominante (expresada en el Cabildo) la que otorgó a Liniers un rol protagónico (al menos por un corto tiempo). En sus facultades, convocó a todos los hombres de entre 16 y 50 años para sumarse a los distintos batallones que cuidarían a la ciudad frente ante posibles ataques de las potencias extranjeras. Se conformaron 10 batallones (5 de criollos y 5 de españoles). Además de los Cuerpos de Marina, Artillería, Caballería, Blandengues, Dragones entre otros. Otro agrupamiento como la Legión Patricia al mando de Cornelio Saavedra, es considerado como los antecedentes directos del Ejército Nacional.
El 7 de noviembre de 1806 los jefes de los cuerpos pidieron al Cabildo que ordenara que todos los que no se habían alistado lo hicieran en un plazo de 4 días sin excepción, sino serían sospechosos para la patria. De esta forma se efectúo un empadronamiento forzoso de los sectores populares que habían defendido a Buenos Aires de la invasión inglesa, para ponerlos al servicio de los intereses de los grupos dominantes.

Hernán Perriere

1. Miguel Lobo, Historia General de las Antiguas Colonias Hispanoamericanas. Miguel Guijarro: Madrid 1875.