miércoles, agosto 31, 2016

Brasil: final anunciado



Los desafíos de la izquierda en la nueva etapa.

Como era previsible, el Senado brasileño votó la destitución de Dilma Rousseff. Su mandato será completado por Michel Temer, hasta ahora vice.
El martes, apenas un centenar de manifestantes se congregaron en Brasilia y otras 1500 personas se reunieron en San Pablo para apoyar a Dilma cuando compareció ante el Senado brasileño.
Esta raquítica presencia preanunciaba el capítulo final de la bancarrota del PT. La burguesía brasileña, largamente beneficiada durante más de una década de cogobierno del PT-PMDB, abandonó a Dilma Rousseff cuando se convenció de que ésta ya no tenía capacidad para pilotear el ajuste contra las masas que exige la crisis. Asistimos a un cambio de frente de la clase capitalista. El PT en el gobierno hasta último momento pretendió sobrevivir intentando llevar adelante la agenda que reclama la burguesía.
Desde un comienzo, Rousseff se adaptó mansamente a un proceso completamente viciado, habiendo podido desconocer el voto del Congreso y plantear un conflicto de poderes. Esto se funda, en buena medida, en el temor a abrir una brecha para una intervención de las masas que escapara de su control. Esto revela los límites insalvables de la experiencia petista, cuya función política más relevante ha sido la contención del gigantesco proletariado brasileño en una década de rebeliones populares en el subcontinente latinoamericano.
Pese a las exhortaciones a la resistencia, Rousseff circunscribe su accionar antigolpista al planteo de nuevas elecciones –que debería votar el mismo Congreso que la destituye– y a una apelación ante la Corte Suprema –y, llegado el caso, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, como señaló en una entrevista su defensor, el ex ministro José Cardoso (La Nación, 29/8).
Un verdadero monumento a la impotencia, pues no pasa de una resistencia simbólica. La capitulación del PT estaba cantada cuando parte de su bloque de legisladores apoyó la designación de Rodrigo Maia, un hombre aliado a Temer, como nuevo presidente de la cámara de Diputados, que votó a favor del juicio político contra Dilma. Con todas las fichas echadas, Rousseff intentó persuadir en su alocución a los senadores “indecisos”, los mismos que dieron curso al proceso de impeachment por amplia mayoría y, finalmente, votaron su destitución. Ha sido fiel hasta el final a las instituciones políticas podridas del país.

Giro político

Este desenlace está en sintonía con el viraje que reclama la burguesía. El golpe se inscribe en la tentativa de armar una nueva coalición de gobierno que apunte a modificar las relaciones entre las clases. Pasar de un gobierno de contención a un de ataque frontal contra las masas. Bajo esta perspectiva, la clase capitalista brasilera ha cerrado filas y colocado sus fichas detrás de Temer para encarar esta transición. El apuntalamiento del gobierno Temer ha sido acompañado con un acorralamiento mayor contra Lula, sobre el cual se viene cerrando un cerrojo judicial que puede terminar confinando entre rejas al líder del PT.
No se puede dejar escapar que las bases sobre la cuales se asienta el vicepresidente ahora en ejercicio de la presidencia son extremadamente frágiles: su popularidad está por el suelo y está salpicado por las denuncias de corrupción, al igual que la mayoría de los miembros del Congreso que destituyeron a Dilma. Temer no estuvo en condiciones de asistir –menos de hablar– al cierre de los Juegos Olímpicos, aleccionado por la silbatina que recibió durante la ceremonia inaugural. Al sancionar el alejamiento definitivo de Dilma, el establishment confía que este hecho ayudará a despejar la incertidumbre política reinante, darle oxigeno el gobierno interino y permitirle comenzar a encarar la vasta agenda de medidas que ha anticipado. El cerebro y el garante de esta agenda y figura clave del gabinete es Henrique Mereilles, ex presidente del Banco Central durante el gobierno Lula y hombre de confianza en los círculos financieros internacionales.

Lo que se viene

Consumado el desenlace del juicio político, uno de los primeros proyectos en la agenda del nuevo gobierno es el cambio del régimen de explotación de los yacimientos petrolíferos del pre sal, permitiendo que las petroleras puedan ser titulares del 100% de la misma sin necesidad de compartir su explotación –como ocurre hasta ahora– con Petrobras. Por otra parte, se eliminaría el obligación actual de contratar proveedores de origen local para el equipamiento y realización de las obras. En forma coincidente con las deliberaciones del Congreso por el juicio político, tuvo lugar la visita a Brasil de las máximas autoridades de Shell, a quienes Temer brindó precisiones sobre los planes del gobierno en la materia. El golpe forma parte de un plan ambicioso de desembarco y colonización imperialista, que se extiende al conjunto de América Latina. También es la señal de largada para poner en marcha los recortes que ya han sido aprobados en el Congreso y que afectan a sectores claves como la salud y educación (la inversión en Universidades bajará un 45 % en 2017). También está en la gatera una reforma laboral, que apunta a acentuar la precarización en las condiciones de trabajo, y una reforma jubilatoria que, entre otras cosas, contempla subir la edad jubilatoria, que ahora fluctúa entre los 55 y 60 años.
Este ataque de enormes proporciones pone a la orden del día la necesidad de una respuesta colectiva de los trabajadores. La izquierda clasista tiene una oportunidad de presentar un programa de conjunto frente a la crisis y de plantear una alternativa política de clase. Sin embargo, tiende a limitar sus perspectivas a las elecciones municipales de octubre.
Ingresamos en una nueva etapa política de carácter convulsivo. El nuevo gobierno deberá probar si es capaz de pilotear la crisis y doblegar a los trabajadores. Hay que abrir un debate para desarrollar la consigna “Fuera Temer” y la huelga general, en función de una crisis de poder con una posible irrupción de masas.

Pablo Heller

Fidel: 90 años en el corazón de la clase obrera



El 13 de Agosto el compañero Fidel Castro Ruz cumplió 90 años.

La clase obrera internacional hace llegar su saludo revolucionario a este gran combatiente marxista leninista, símbolo de firmeza ideológica y lealtad revolucionaria. El triunfo de la Revolución Cubana impactó en los jóvenes obreros adolecentes de mi generación como el acto más heroico sucedido en tierras americanas en el siglo XX. La Revolución Cubana nos ha dejado su huella imperecedera que algunos conservamos hasta hoy.

Hablar de la revolución es hablar de Fidel

Tanto en enero de 1959 como en abril de 1961, el genio militar revolucionario de Fidel se vio coronado con la victoria, el imperialismo sufrió su primera gran derrota militar en América Latina. Desde entonces quedó grabada en la memoria de la clase obrera internacional, así como en la conciencia de los sectores populares, que el imperialismo no es invencible, que se le puede derrotar, pero luchando contra él como en Nicaragua, El Salvador, Bolivia o Venezuela aunque se tenga reveces como los de Guatemala, Chile, Argentina y Brasil, asesinos como Pinochet y agentes como Henrique Capriles y Leopoldo López.
Con lo que abajo relato no pretendo destacar mi relación con el líder cubano sino traer a la memoria algunos recuerdos gratos que tuve con él donde conocí de su sencillez y a la vez de su grandeza, de su modestia tan lejos de la arrogancia que a veces da el poder, nada más. Tuve varias oportunidades de estar con él en mi condición de Secretario General de la CGTP y Secretario General adjunto de la Federación Sindical Mundial FSM.
En 1985, en la ciudad de Habana, se realizó la Primera Cumbre sobre la Deuda Externa, fui invitado en mi condición de Secretario General de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) en la cual participaron, representaciones gubernamentales de Nicaragua, Argentina, Brasil, expresidentes, ex ministros de varios países y personalidades políticas y organizaciones sociales y sindicales de América Latina y el Caribe. Más de 1,200 participantes de todas las tendencias políticas, no solamente de izquierda.
Durante la ceremonia de inauguración Fidel apareció a la hora señalada, en uniforme verde olivo sin adornos, condecoraciones ni galones, acompañado de personalidades del Presídium, dando por abierta la conferencia sin mucho protocolo. Al tercer día me tocó acompañarlo en el Presídium del evento. De pie nos saludó a cada uno. Le estreché la mano presentándome como representante de la CGTP. En una pausa, me le acerqué para obsequiarle la réplica de una cabeza clava de Chavín, tallada en piedra negra, al recibirla me preguntó: ¿es de los incas? Le dije no, es de Chavín; y replicó ¿Chavín, es antes de los incas? Si le respondí. El agregó “Perú tiene una riqueza cultural inmensa esos habitantes son los verdaderos americanos”. Me pregunto si militaba en algún partido, le dije que en el PC. “Ah, bien, te felicito” me dijo y me preguntó por Jorge Del Prado y Alfonso Barrantes.
En los años siguientes años tuve el privilegio de participar en diversos eventos internacionales en Cuba y conversar con el compañero Fidel. La que más recuerdo es la que tuvo lugar con ocasión de los actos centrales de un Primero de Mayo al finalizar los 80’, ahí tuve la oportunidad de ver nuevamente a Fidel y escucharlo en la Plaza de la Revolución ante la vigilante mirada de José Martí. Escuchar a Fidel infundía seguridad y confianza en las delegaciones internacionales que asistimos allí, principalmente en los dirigentes sindicales latinoamericanos. Fidel, en ese discurso, enfocó con transparencia los problemas centrales de la situación política del mundo, no dijo una sola palabra demás sobre el imperialismo, solo lo necesario; fue un acto de reafirmación revolucionaria.
Por la noche, luego de la condecoración a los héroes del trabajo se dio la recepción “oficial” en el palacio de gobierno, Fidel se acercó a cada uno de los invitados internacionales a saludar y conversar con ellos aunque sea corto tiempo. Todos querían saludarle personalmente, hablar y sacarse una foto. Fidel nunca rechazó a nadie. Luego Fidel nos invitó a su residencia a un grupo de sindicalistas latinoamericanos, nos recibió en la sala, la misma que parecía una oficina de trabajo y no de vivienda, lo hizo de pie, vestido con su verde olivo y con un habano encendido en la mano. Saludó a cada uno y sentado en nuestro delante nos dijo: “los he invitado para intercambiar algunas informaciones”. La conversación empezó 8.00, de la noche y terminó a las 6.00 de la mañana.
Lo expuesto por Fidel fue una cátedra magistral sobre política internacional y los procesos revolucionarios, las maquinaciones del imperialismo y el peligro de una guerra nuclear. Sobre este tema Fidel tenía una información muy actualizada acerca de costos bélicos, carrera armamentista y, sobre todo, de la situación política en América Latina y en África. Cuando hablaba sobre esto último Fidel lo hacía con gran conocimiento, siendo muy solidario con los pueblos de ese continente. Al parecer el sentimiento era recíproco pues en otros eventos internacionales en donde me ha tocado participar, los africanos sentían el mismo cariño y admiración por él lo mismo que nosotros, sindicalistas de todo el mundo, principalmente latinoamericanos, pues Fidel está en nuestro corazón.
Los posteriores encuentros con Fidel, especialmente los que siguieron a la desintegración de la Unión Soviética, marcaron a fuego a los revolucionarios de todo el mundo pues fueron los años más duros para Cuba y para nosotros. Sin embargo, sus discursos -no solamente por el Primero de Mayo- sino por otras causas y razones, dejaron percibir en él su lealtad, su firmeza, pundonor, nobleza e integridad al asumir el reto que la nueva situación le impuso. Así, pues, Fidel jamás bajó la cabeza ante el imperialismo ni renunció al marxismo leninismo.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS COMPAÑERO FIDEL, HASTA LA VICTORIA VENCEREMOS!

Valentín Pacho. Ex Secretario General de la CGTP y actual Secretario General Adjunto de la FSM.

Bolivia: gobierno vs. cooperativistas. La crisis de la minería de fondo



Reproducimos la declaración elaborada por el grupo Agenda Revolucionaria de Bolivia, difundida el 27 de agosto pasado.
El texto que presentamos a continuación fue publicado originalmente en https://agendarevolucionaria.wordpress.com/2016/08/27/gobierno-vs-cooperativistas-la-crisis-del-mineral-de-fondo/

Tres mineros y un viceministro (Rodolfo Illanes, viceministro del Interior), han muerto en el reciente conflicto suscitado entre cooperativas mineras y el Gobierno boliviano. El cuerpo de Illanes fue abandonado en la carretera luego de su deceso, que habría involucrado un derrame cerebral tras ser secuestrado y golpeado por los movilizados, en represalia por la muerte -a causa de impacto de bala- de tres mineros durante la represión policial desplegada por el Gobierno.

Aliados del Gobierno

El sector “cooperativista” minero, fue desde el principio uno de los aliados más sólidos de Evo Morales. Alineados al denominado “proceso de cambio”, los cooperativistas ocuparon importantes carteras dentro del aparato gubernamental (cargos en el ministerio de trabajo, viceministerio de transportes y directorios de la COMIBOL) y como parte de las listas del MAS obtuvieron casi una decena legisladores en la Asamblea Plurinacional. Eso explica que hayan sido uno de los sectores más privilegiados en diez años del gobierno nacionalista indigenista. No sólo se les otorgó créditos con dineros estatales, están exentos de pagar impuestos, se les amplió las áreas de explotación, proporcionándoles vetas abundantes en desmedro de la minería nacionalizada y se les permitió la transferencia de estas concesiones a privadas y transnacionales (durante el conflicto el gobierno sacó a la luz 41 contratos de concesión que las cooperativas tendrían con privadas, para explotar mineral por tiempo indefinido).
Incapaz de crear fuentes laborales y sin intención alguna de nacionalizar la minería, el gobierno de Morales optó por potenciar la expansión de las cooperativas mineras, que lejos de cumplir con los principios cooperativos de solidaridad y de asociación sin fines de lucro, no son otra cosa que empresas privadas en manos de un puñado de socios-accionistas que explotan a un ejército de más de 180 mil obreros mineros que no tienen derecho a la sindicalización ni beneficios sociales y son obligados a dar la vida por sus patrones, tal como ha sucedido en esta oportunidad con los tres mineros asesinados durante la represión policial.

Choques bajo la presión de la crisis del mineral

Las modificaciones a la Ley General de Cooperativas Mineras, previstas por la Asamblea Legislativa Plurinacional, son en apariencia las generadoras del conflicto y de la movilización de los cooperativistas, que entre sus demandas más importantes está el rechazo a que sus obreros puedan “sindicalizarse”- en realidad la ley solo habilitaba a las cooperativas de servicios-, el beneficio de tarifas diferenciadas de electricidad, la suspensión o disminución de las regulaciones ambientales para su sector y mantener la opción de negociar directamente contratos con privados y transnacionales.
Que el gobierno impulse tales modificaciones legislativas que chocan con los intereses de sus aliados más importantes, de ningún modo significa que esté dándole un giro izquierdista a su política minera, más al contrario: en un país que sigue siendo altamente minero, la política del Gobierno en el rubro fue apaciguar los pedidos de nacionalización a costa de alimentar el cooperativismo para debilitar al movimiento obrero sindicalizado y mantener la hegemonía de las transnacionales (el 72% de la minería está en manos de las transnacionales, 21% en manos de las cooperativas y sólo 7 % explotado por la Corporación Minera de Bolivia)
El choque entre cooperativistas y el gobierno se produce bajo la presión de la crisis, donde el precio de los minerales, al igual que los del petróleo, ha descendido. Se trata en el fondo de una pugna por la renta minera que, tanto gobierno y cooperativas, obtendrían a través de negociar áreas de explotación con las transnacionales. No en vano el ministro de Gobierno argumentaba que “La cooperativa no hace nada más que recibir su título (de concesión minera), lo entrega a una empresa privada y recibe un porcentaje de las utilidades por esa operación de intermediación entre el Estado y una empresa”. Sucede que en un panorama de crisis, donde los ingresos estatales han disminuido, el gobierno necesita de esos fondos que hoy van a manos de los cooperativistas (en un 19%) dejando al estado solo un 1% (Correo del Sur, 2014). Y no es que el gobierno tampoco se ha propuesto afectar a los contratos firmados con anterioridad entre los cooperativistas y empresas privadas, sin embargo, presionados por la crisis, los cooperativistas buscan incrementar sus áreas de explotación, seguir firmando contratos con privadas y no quieren ningún tipo de carga que siga afectándoles (se niegan a cumplir obligaciones ambientales y continuar al margen de las ley laboral).

Falsa defensa de los recursos naturales y giro derechista del MAS

Durante el conflicto, y de manera hipócrita, el gobierno se ha presentado como el defensor de los recursos naturales criticando al sector cooperativista devenido en empresa privada, aspecto que no se molestó en mencionar, sino más bien fortalecer, en sus diez años de gobierno. La supuesta empatía del gobierno con la sindicalización de los trabajadores en el seno de las cooperativas mineras, no fue más que un chantaje que utilizó el gobierno para frenar las demandas cooperativistas.
El conflicto no marca un inusitado y repentino “giro izquierdista” por parte del gobierno, se trata más bien de un paso más hacia la consolidación total de su giro derechista. Sucede que por su crecimiento exponencial en los últimos años, y por las características de trabajo de extracción de mineral, las “cooperativas” mineras, como cualquier empresa privada en el marco capitalista buscan su expansión. Pero no queda descartado que en época de crisis del mineral, esa fuerza que constantemente ha pugnado por invadir y presionar sobre la incipiente minería nacionalizada, ejerza presión también sobre la minería privada (con la que hoy tiene negocios) y en su afán expansivo atente incluso contra la nunca cuestionada minería privada transnacional. Estamos entonces ante un gobierno que se coloca de garante del gran capital (al cual se queda con el 80% de las utilidades mineras y no se lo ha tocado lo más mínimo), a fuerza de alejarse de su propia base social cooperativista tan ampliamente protegida y reforzada en pasados años. Es decir se consolida la alianza con el gran capital a costa de chocar con los cooperativistas. Y es que, en un escenario de crisis el gobierno se posiciona con los que realmente tienen el poder: las transnacionales.

Ni con los patrones cooperativistas ni con el gobierno represor y garante de las transnacionales

En resumen, las muertes no sólo confirman el carácter represor del gobierno masista – sin importar si se trata de sus propios aliados-, sino que son la expresión violenta de las rupturas y choques que se empiezan a producir marcados por la ausencia del colchón económico que significó el periodo de bonanza y que le había garantizado la “gobernabilidad” a Evo Morales. Sin embargo la política minera sigue intacta: no hubo nacionalización de la minería, la minería nacionalizada es parasitaria, se profundizó la primarización de la economía, el rentismo estatal y la hegemonía transnacional.
En ese marco, no se puede estar ni a lado de los “cooperativistas” explotadores de obreros, ni a lado del gobierno represor garante de las transnacionales. Se debe exigir un juicio de responsabilidades al propio Jefe de gobierno, por las muertes, y se debe plantear la nacionalización total de la minería, no sólo de las cooperativas mineras, bajo control obrero en la producción y la administración, y la urgente sindicalización de todo el sector “cooperativistas”.

Raquel Mila Matías (Agenda Revolucionaria)
La Paz, Bolivia

Paraguay: Un “Cóndor” Canciller

Las continuas agresiones de Paraguay contra Venezuela y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) tienen una explicación bien sencilla: el actual Ministro de Relaciones Exteriores de Asunción fue participe de la cruenta “Operación Cóndor” que regímenes dictatoriales ejecutaron en Latinoamérica por orden de Estados Unidos en las décadas de los años 70 y 80 de la pasada centuria.

El canciller Eladio Loizaga posee un voluminoso expediente sobre su implicación en ese plan maquiavélico y sanguinario fabricado y financiado por Washington, y que las oligarquías conservadoras de nuestra región aplicaron con rigor, especialmente en Sudamérica, para detener el empuje de los movimientos y procesos revolucionarios de entonces.
Solo para adelantar algunos datos acerca de Loizaga, porque otros saldrán a la luz en su momento, el ahora jefe de la diplomacia paraguaya inició su carrera como funcionario de relaciones internacionales durante la prolongada dictadura que imperó en su país en las últimas décadas del siglo XX.
Fue secretario del expresidente Andrés Rodríguez y uno de los principales promotores de la elaboración del “Acta Preparatoria del XII Congreso Anticomunista Latinoamericano”, celebrado en 1979.
También “resaltó” por ser un miembro activo de la “Liga Anticomunista”, avales que evidentemente lo catapultaron a ocupar hoy el cargo de jefe de la cartera de exteriores de Paraguay, promocionado de seguro por organizaciones encubiertas de Estados Unidos que operan nuevamente con total impunidad en varias naciones de la Patria Grande.
Recordemos que el actual presidente paraguayo Horacio Cartes llegó al poder luego de un golpe de Estado al exmandatario progresista Fernando Lugo, que ahora muchos denominan “golpe blando” pero que prefiero llamar “reciclado”, similar al que se gesta desde hace meses en Brasil contra Dilma Rousseff, con la complicidad y monitoreo directo de Washington.
El Pentágono y la Casa Blanca tienen en Cartes uno de sus nuevos monigotes, como Mauricio Macri, en Argentina, y Michel Temer, en Brasil, quienes actúan como puntas de lanzas para asediar a la Revolución Bolivariana y Chavista de Venezuela, a los gobiernos y pueblos progresistas de Nuestra América, y además demoler a las organizaciones integracionistas regionales, entre ellas MERCOSUR, la Unión de Naciones del Sur (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Paraguay y su Canciller “Buitre” es uno de los principales ejecutores de una nueva “Operación Cóndor” de Washington, por supuesto adaptada al siglo XXI, pero que poco se diferencia de la materializada en la pasada centuria.
El objetivo de ese plan es el mismo que el de aquella época: debilitar e impedir que las fuerzas de izquierda lleven las riendas de los países latinoamericanos, eliminar todo vestigio de cooperación y desarrollo en favor de los pueblos, y subordinar otra vez a la Patria Grande, en detrimento de su soberanía e independencia, a los intereses de Estados Unidos.
Es como si la historia procurara repetirse con el propósito más que evidente del Imperio de recuperar, a cualquier precio, su dominio al sur del Río Bravo.

Patricio Montesinos

"El plagio no es un error de estilo"

Entrevista a Víctor López Villafañe, uno de los autores plagiados por el presidente de México, Enrique Peña Nieto, para titularse como licenciado.

En un país en el que prevalece la corrupción y la impunidad, es poco probable que haya alguna consecuencia para Enrique Peña Nieto al evidenciarse que plagió 10 autores en la elaboración de su tesis de licenciatura, afirmó Víctor López Villafañez, investigador cuyo libro "La Formación del Sistema Político Mexicano", fue uno de los plagiados por el presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
Desde su punto de vista, el plagio no se justifica en ningún caso y mucho menos si involucra a funcionarios de alto rango, pero "desgraciadamente en México nos hemos acostumbrado a dejar pasar cosas muy graves de todo tipo y no pasa nada, hay una enorme impunidad".
Refirió que la Secretaría de Educación Pública (SEP) cuenta con un reglamento que prohíbe y castiga el plagio y México está suscrito a muchos tratados en los que se protege la propiedad intelectual, por lo que el hecho que el presidente haya obtenido su licenciatura gracias a una tesis cuya tercera parte fue plagiada, "es muy grave".
En ese sentido, descartó iniciar algún procedimiento legal en contra del presidente, pues "la institución más agraviada es la Universidad Panamericana, porque presentó un trabajo que aparentaba ser original, cuando en realidad fue un trabajo que mostraba enormes plagios. Entonces creo que la universidad, desde el punto de vista legal, es la que tiene la mayor responsabilidad".
Para López Villafañez, quién es profesor en la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), "sería prudente que el presidente asumiera su responsabilidad, aunque no se la puede pasar pidiendo perdón o disculpas con cada escándalo que se le acumula".
Comentó que en México ha habido casos de plagio similares y se han retirado los títulos, por lo que la Universidad Panamericana es la que debe proceder legalmente al ser engañada para obtener un grado, pero "en países como este no se ejerce la ley o el Derecho".
"El delito que no se castiga, se repite, y eso es lo que ha pasado en el país: desaparecidos, masacres, crímenes, romos al erario, y nadie es castigado. Hay mucha facilidad para ser corrupto y para hacer ese tipo de cosas en México".
Afirmó que "el plagio no es un error de estilo (como lo justificó la presidencia)" y en su caso, Peña Nieto reprodujo un fragmento del libro "La Formación del Sistema Político Mexicano" en el que aborda el tema del Presidencialismo.
En ese parte del libro, López Villafañez aborda el Presidencialismo como la cúspide de una serie de intereses que se formaron alrededor "de los que dominan este país desde hace décadas", y que el presidente, desde antes, era un personaje supeditado a los empresarios nacionales y extranjeros.
Al cuestionarse el motivo por el cual Peña Nieto solo plagió una página de su libro, dijo que una posible causa es que la tesis se orienta a la imagen del Presidencialismo en la que se percibe al presidente como alguien con total autonomía.
Describió su libro como una obra que ha resistido la prueba del tiempo, siempre ha sido muy citado y se encuentra en prácticamente todas las bibliotecas del país y en otras partes del mundo, incluso en la biblioteca de la Universidad de Harvard.
"Era un libro que no necesitaba publicidad, una obra con muchas ediciones, pero un efecto colateral de esta situación es que más gente tendrá acceso al libro y leer las ideas que hay en él. En ese sentido, le damos la vuelta a lo que hizo Peña Nieto, porque al final él mismo contribuye a la crítica de todo lo que está pasando en el país".
Informó que el libro "La Formación del Sistema Político Mexicano" data de 1986, pero recientemente ha lanzado una reedición que lleva el subtítulo "De la hegemonía posrevolucionaria a la hegemonía neoliberal" y que además cuenta con un nuevo prólogo, un nuevo capítulo y un epílogo.
Según expuso López Villafañe, el libro reeditado que ahora incluye "nuevos ingredientes como la inserción de los grupos criminales, de los cárteles de la droga y la violencia, como parte de esa nueva hegemonía neoliberal", será presentado en Zacatecas el 4 de octubre próximo y posteriormente en Monterrey, Nuevo León, el 27 de octubre, y la Ciudad de México el 8 de noviembre.
"Yo me animé a hacer una actualización de este libro por la gravedad de las cosas que pasan en el país, porque hay una enorme impunidad y nadie es castigado, y que por lo menos dentro de 40, 50, 80 o 100 años, haya otra generación de mexicanos que conozca el desastre que fue esta clase política para el país", agregó.
Al enterarse que uno de sus libros estaba entre las 10 obras que el presidente plagió en su tesis para obtener el grado de Licenciado en Derecho, dijo que le resultó paradójico que el escándalo haya coincidido con la reedición de su obra, además que el contenido refleja casi con exactitud el ascenso al poder de Enrique Peña Nieto.
También le pareció interesante la reacción de los medios de comunicación, porque hasta el momento no ha sido buscado por las empresas oficialistas como Televisa o Tv Azteca, solo por el equipo de investigación de Carmen Aristegui, Univisión, entre otros.
Por último, López Villafañe señaló que el escándalo se presentó "en sincronía perfecta con la aparición de mi nuevo libro, en el que hago una crítica de todo lo que está pasando", a la espera que la Universidad Panamericana retire el título de licenciatura al presidente, aunque "viendo cómo pasan las cosas en México, no creo que suceda".

Martín Catalán Lerma. Periodista, máster en Ciencia Política

El auge del negacionismo en la Argentina

Culpando a las victimas

El diario londinense “The Guardian” publicó un artículo donde cuestionó las declaraciones del presidente Mauricio Macri sobre la ultima dictadura civico militar y lo calificó como “negacionista”.
Los recientes comentarios del presidente dudando sobre la cantidad de muertos durante la dictadura militar afectaron a los militantes de DD.HH. y a los sobrevivientes de la dictadura militar. Por primera vez en democracia, una retórica “negacionista” entró en el discurso político dominante.
Entre todas las naciones que sufrieron matanzas brutales por parte de sus dictaduras, la Argentina fue la única capaz, no solo de poner tras rejas a sus torturadores, sino de construir un consenso entre todos los sectores políticos que el régimen militar de 1976-83 ejecutó un genocidio (con un estilo nazi de baja intensidad), sin ningún tipo de justificación moral.
El dictador Jorge Videla fue juzgado apenas dos años después del regreso de la democracia. Desde ese momento 1.000 militares fueron sentenciados, convirtiendo al a la Argentina en un país avanzando, en relación a los juzgamientos de otras dictaduras militares en Sudamérica. Chile tuvo una cantidad similar de condenas en relación a su dictadura pero Augusto Pinochet murió sin enfrentar un solo día en un tribunal. En Brasil y Uruguay, funcionó una amnistía para los rangos medios y se dio libertad a los torturadores para poder asegurar una transición democrática sin sobresaltos. En la Argentina el consenso de la gravedad de los crímenes de la dictadura fue destrozado por el presidente de centroderecha Mauricio Macri.
Hace unas semanas, Macri atacó la sensibilidad del movimiento de DD.HH. cuando dudó de la cifra histórica ampliamente aceptada 30.000 desparecidos respecto a la cantidad de victimas de la última dictadura militar. Cuando le preguntaron en la entrevista con Buzzfeed cuántas víctimas había dejado la dictadura, contestó: “No tengo idea. Es un debate en el cual no voy a entrar. Si fueron 9.000 o 30.000.”
Algunos simpatizantes de la dictadura históricamente dudaron sobre la cantidad de desaparecidos. Pero las palabras de Macri significaron la aceptación de una retórica negacionista por primera vez en el discurso político dominante.
El profesor de historia de la Universidad de Tres de Febrero, Mario Ranaletti, se especializó en la mentalidad de los grupos negacionistas del país. “Ellos consideran la represión militar como un acto bueno y moral incuestionable. Para ellos la guerra fría fue una guerra religiosa”, afirmó el Ranalleti. Inclusive actualmente el docente escucha algunos argentinos que argumentan, “tendrían que haberlos matados a todos.”
La cifra de 9.000 personas desaparecidas a la cual se refiere Macri es la lista de nombres compilados por la Comisión Nacional de Personas Desaparecidas (CONADEP), durante los primeros años de democracia, tras la dictadura. Esa cifra es utilizada por negacionistas como la única lista valida. Aunque la lista nunca fue final. Las mismas fuerzas armadas reconocieron a la inteligencia chilena 22.000 personas asesinadas, a mitad del 1978. Unos años antes, la dictadura ya había informado al Nuncio Papal en Buenos Aires que habían matado 15.000 personas. Todavía hay trabajos intentando reconstruir la identificación humana en fosas clandestinas comunes. La CONADEP no incluyo en la lista a las personas desaparecidas cuyos cuerpos fueron recuperados por las familias. Y la gran cantidad de casos de desaparecidos sin denunciar.
Tomando en cuenta estos factores, los organismos de DD.HH. estiman la cifra de 30.000 personas desaparecidas como una asunción razonable. Es una cifra perfectible por la búsqueda académica. Pero nunca cuestionada hasta las declaraciones del presidente.
Macri también uso el término de “guerra sucia” vinculado al pensamiento negacionista, que sostiene que lo ocurrido no fue genocidio sino una batalla interna entre dictadores y “terroristas”. Para frenar el avance de un progresivo negacionismo, la Corte Suprema de la Argentina falló en 2009 afirmando que las matanzas de la ultima dictadura militar entre el año 1976 y 1983 constituyeron “crímenes contra la humanidad enmarcados en un genocidio”.

APU

Traducido por Santiago Asorey

martes, agosto 30, 2016

A 50 años del cierre de los ingenios azucareros en Tucumán



En agosto de 1966 se efectivizaba la decisión del gobierno de Onganía que terminó con once ingenios, 50 mil desocupados, 200 mil migrantes.

“La calma tucumana es muy tensa. No se aprecian garantías de seguridad. Las protestas de los huelguistas derivan en desmanes y destrozos, saqueos y asaltos. Obstruyen caminos, incomunican a la ciudad, secuestran a funcionarios. La intervención policial es pasiva. La rebelión de los cañeros es apoyada por otras huelgas de cines, confiterías y diversas casas de comercio. ¿Habrá arreglo?”.
Con esas palabras la revista Gente, en su número del 24 de marzo de 1966, pintaba el panorama que vivía la provincia de Tucumán. La descripción no deja de ser tendenciosa pero refleja la convulsiva salida que tuvo 1965 y es el preludio de una decisión que agudizaría el conflicto social. A fines de agosto de 1966, la dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía ejecutaba su decisión “racionalizadora” que tuvo un saldo de catorce ingenios intervenidos, once de ellos fueron cerrados definitivamente.
El Onganiato consistió en una respuesta bonapartista a la crisis del dominio burgués en la Argentina. Con una base en el partido militar, se apoyó en los sectores del capital más concentrados y en el visto bueno del conjunto de los sectores dominantes. Inclusive, tanto Perón (quien ordenó “desensillar hasta que aclare") como la dirigencia sindical ofrecieron una “luna de miel” para que Onganía estabilice la situación política y social.
A poco de asumir tras el golpe, Onganía visitó Tucumán para los festejos del 9 de Julio, cuando se cumplían 150 años de la Declaración de la Independencia. Con un desfile militar que recorrió la avenida Mate de Luna, aseguró que se venían días felices para la provincia. Onganía se entrevistó con el secretario general de la FOTIA Atilio Santillán, con la CGT local y los industriales azucareros. Todos ellos realizaron declaraciones públicas de apoyo a la autodenominada “Revolución Argentina”. Incluso todavía se recuerda el grito “¡General, gobierne por veinte años!” propinado por un obrero y que ganó la aprobación general.

“Operativo Tucumán”

El 21 de agosto, por la noche, el ministro de Economía Jorge Néstor Salimei anunció que se tomarían medidas para terminar con esos ingenios que eran “foco de intranquilidad social”. Al día siguiente se firmó el decreto-ley 16.926 para la intervención de los primeros ingenios (Bella Vista, Esperanza, La Florida, Lastenia, Nueva Baviera, La Trinidad y Santa Lucía). Según el decreto, era momento de “sanear la economía distorsionada de la actividad azucarera”. Previamente, el 17 de agosto, trece aviones habían aterrizado en el aeropuerto Benjamín Matienzo con más de 400 efectivos de la Policía Federal para ocupar los ingenios que se cerrarían.
El “Operativo Tucumán” fue presentado como una avanzada contra el monocultivo, “isla de presente conflictivo y futuro incierto" (Salimei dixit), con promesas de diversificación, nuevas industrias de la mano de una “lluvia de inversiones”. Una buena síntesis de este discurso “racionalizador” se puede encontrar en Clarín. “El programa para Tucumán excede los límites de la provincia considerada porque apunta a un cambio profundo en la política nacional de inversiones. Por eso, solo puede ser interpretado como el punto de partida escogido por el Gobierno para una profunda revisión de la política economía seguida hasta la fecha”, afirma la editorial “Revolución para Tucumán”, de la edición del 24 de agosto.
¿Cuál fue el verdadero objetivo de este plan? Además de disminuir el personal público y “racionalizar” la administración estatal, el Onganiato tomó diversas medidas destinadas a favorecer a los sectores más concentrados del capital. En el plano de la industria azucarera lo que estaba en disputa era el destino de los cupos de producción asignados a cada ingenio.
La medida del cierre de once ingenios en Tucumán tuvo como fin favorecer la concentración monopólica en manos de los industriales “del norte” (en referencia a Jujuy y Salta, aunque también hubo beneficiados en Tucumán). Desde un primer momento, los beneficiarios fueron los industriales nucleados en el Centro Azucarero Argentino (CAA). Una Comisión Especial del CAA será la impulsora del cierre de los ingenios en Tucumán, para redistribuirse los cupos. La comisión era presidida por Fernando de Prat Gay (propietario del ingenio Leales en Tucumán, abuelo del actual ministro de Economía), Carlos Pedro Blaquier (del ingenio Ledesma, Jujuy) y los tucumanos Paz (del ingenio Concepción, uno de los mayores beneficiarios en la provincia), Ambrosio Nougués (ingenio San Pablo y Providencia) y Juan José Sortheix. Nougués también tenía lazos con los Patrón Costas, propietarios del ingenio El Tabacal en Salta. A su vez, Herminio Arrieta (Ledesma) había comprado el ingenio Mercedes y pretendía comprar el Bella Vista para, en alianza con los Nougués, controlar la producción de la zona de Lules, Famaillá y Bella Vista.
El lobby de los industriales del CAA puede retrotraerse fácilmente a 1965. Durante ese año, el gobierno de Arturo Illía analizó variantes para poner límites en la producción y comercialización del azúcar. En noviembre de 1965 se implementaron los cupos para la comercialización de lo producido en las zafras de 1966 y 1967. Y en abril de 1966, Illía avanzó en su intervención al fijar recorte del 30% de la producción para la provincia. Esto se tradujo en despidos y retiros voluntarios, salarios a la baja. Algunos autores consideran que en ese interregno –entre las medidas de Illía y el cierre de los once ingenios– se perdieron casi 20.000 puestos de trabajos.
El ingenio Santa Ana, propiedad de Clodomiro Hileret, cerró en 1966. Su chimenea, un símbolo, fue demolida en 1977.

Las consecuencias del cierre y la respuesta obrera

La “lluvia de inversiones” prometidas por el “Operativo Tucumán” nunca llegó. Y las consecuencias inmediatas fueron devastadoras. De los 27 ingenios que molieron durante la zafra de 1965, 11 fueron cerrados: Santa Lucía, Santa Ana, San José, San Antonio, San Ramón, Los Ralos, Nueva Baviera, Esperanza, Mercedes, Amalia y Lastenia.
Se estima que súbitamente en Tucumán aparecieron 50 mil nuevos desocupados en la agroindustria, 18 mil pertenecían a las fábricas y 32 mil al campo. El impacto social se agudizó con la mayor migración de la provincia: 200 mil tucumanos, que constituían casi un cuarto de la población total, se instalaron en las villas miserias de Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
El gobierno improvisó algunas medidas para intentar descomprimir la situación. Recurrió a trabajos como el mantenimiento de canales y trabajos municipales, fomentó la migración y no escatimó en promesas. Sin embargo nada pudo absorber a la mano de obra desocupada. Prontamente, las ollas populares se sucedían frente a la puerta de los ingenios o en los sindicatos.
1966 comenzó con una importante nivel de acciones obreras, que trascendían la industria azucarera (docentes y estatales era también importantes actores). Los sindicatos de ingenios azucareros habían convocado a un Comité Pro Defensa, que tuvo una importante reunión multisectorial durante abril.
Sin embargo, el “cerrojazo” anunciado por el Onganiato descolocará a la dirigencia de FOTIA. La dirigencia azucarera se limitó a discutir algunos puntos del decreto-ley 16.926, sin plantear un plan de lucha articulado. Atilio Santillán dirá luego que en un primer momento era lógico esperar ya que los anuncios de Salimei permitían pensar había un “plan coherente y serio”.
Con las semanas, la respuesta desde las bases obrera se hará cada vez más potente. Al calor de la resistencia en los pueblos (con ingenios cerrados o amenazados) se irán articulado los paros azucareros de octubre y el paro de nacional de diciembre.
A lo largo de los meses siguientes, pueblos como Bella Vista, Los Ralos, Santa Lucía protagonizarán importantes acciones con fuertes enfrentamientos con las fuerzas represivas. Será en una de estas acciones, en enero de 1967, que Hilda Guerrero de Molina será asesinada por la represión. Oriunda de Santa Lucía, era parte de las mujeres que organizaban la resistencia y se dirigían a Bella Vista para una manifestación coordinada con los pueblos de la zona.
El cierre de los ingenios fue un duro golpe para la clase obrera tucumana, con fuertes consecuencias en la vida de los pueblos. Representó uno de los desafíos más grandes a los que tuvo que responder en su corta pero rica tradición de luchas.
El proletariado azucarero fue uno de los primeros actores del movimiento obrero argentino que enfrentó a Onganía. A partir de su acción se nuclearán otros trabajadores, así como también alianzas con otros sectores, destacándose el movimiento estudiantil. En las calles se irá configurando la fuerza social que amenazó al dominio capitalista en la Argentina durante los 70.
Con desigualdades, los azucareros se irán recomponiendo al calor del combate a la “Revolución Argentina” y a partir de 1969 avanzará en una gimnasia huelguística a tono con el ascenso obrero en el país, abierto a partir del Cordobazo. Serán los protagonistas de la última gran huelga en 1974, desafiando al Pacto Social impuesto por Perón.
En 1975, las patronales beneficiadas con el “Operativo Tucumán” serán las que impulsen el “Operativo Independencia”. Ingenios y ex ingenios funcionarán como centros clandestinos de detención. Los Paz, Prat Gay y Nougués pondrán millones de pesos para financiar a los Bussi.
Aun así no pudieron borrar estos importantes capítulos en la tradición de la clase obrera. A 50 años del cierre de los ingenios, el mejor homenaje es continuar ese hilo rojo que recorre la historia.

Maximiliano Olivera
@maxiolivera77

Apuntes para una aproximación crítica a los Acuerdos de La Habana:¿Realmente se ha firmado la paz en Colombia?.

Con la orden dictada el pasado domingo desde La Habana por el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (Farc-EP), Rodrigo Londoño -Timochenko-, se hacía oficial el “cese al fuego definitivo” de la guerrilla y su transformación en “movimiento político”.Pero, ¿significará realmente esa declaración que ha 'estallado' la paz en Colombia?
Con la orden dictada el pasado domingo desde La Habana por el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (Farc-EP), Rodrigo Londoño -Timochenko-, se hacía oficial el “cese al fuego definitivo” de la guerrilla y su transformación en “movimiento político”.
La noticia del “Acuerdo de Paz”, que realizaba también unos días antes el presidente colombiano Juan Manuel Santos, ha sido acogida con parecido beneplácito tanto por los grandes medios de comunicación y gobiernos derechistas, como el de Mariano Rajoy en el Estado español, como por la mayor parte de la izquierda internacional.

RAZONES HISTÓRICAS DEL CONFLICTO

Existen, no obstante, algunos factores políticos de peso que, desde el punto de vista de los intereses de las clases populares colombianas y del conjunto de la región, obligan a cuestionar una visión triunfalista del acuerdo.
Ni que decir tiene que, obviamente, nadie está obligado a suicidarse si considera que mantener la lucha armada llega a ser una táctica sin posibilidades de éxito. Esa, entre otras, es la razón por la que estas breves líneas no constituyen ningún reproche hacia quienes, durante más de medio siglo, han protagonizado una resistencia heroica contra las políticas represivas del Estado colombiano. La nuestra es tan solo una reflexión que aspira a propiciar un necesario debate y la crítica constructiva en torno a este proceso.
En primer lugar, resulta preciso preguntarse qué paz se ha firmado realmente en La Habana, teniendo en cuenta que ninguna de las causas que dieron lugar al surgimiento de las guerrillas colombianas ha cambiado sustancialmente.
El conflicto que por más de más de 50 años enfrentó a las FARC con el Estado colombiano surgió como consecuencia de la grave situación de miseria y represión a la que se ha visto sometido el campesinado de este país, con una enorme concentración de la tierra en manos de una clase terrateniente . Una situación que hoy permanece intacta, del mismo modo que siguen reproduciéndose asiduamente los desplazamientos forzosos y la desaparición física de los campesinos. No es posible obviar que la “paz” firmada estos días tampoco contempla la tan necesaria e históricamente reclamada reforma agraria.

¿EL PRINCIPIO DE LA PAZ?

Del mismo modo, parece imposible no cuestionarse por qué debería ser diferente este pacto a otros de triste recuerdo que se firmaron en un pasado relativamente reciente y que ya nadie parece recordar. Acuerdos de pazsimilares al que ahora se ha firmado en Colombia, con el beneplácito de Washington, se dieron en el pasado en El Salvador, Guatemala, Sudáfrica o Nepal, con resultados que difícilmente se pueden considerar como positivos para las clases populares tal y como se prometíó en su momento.
La propia historia de Colombia nos muestra que los acuerdos con los Estados representantes de las oligarquías pueden ser una farsa con un final dramáticamente trágico. La aniquilación de la Unión Patriótica (UP), movimiento surgido del proceso de negociación de la década de los 80 entre el gobierno colombiano de Belisario Betancur y la guerrilla, es una muestra elocuente de ello. Entonces, el Estado colombiano se comprometió también oficialmente a “garantizar plenamente los derechos políticos a los integrantes de la nueva formación”, y prometió “una serie de reformas democráticas para el pleno ejercicio de las libertades civiles”.
En las últimas décadas del siglo pasado, y en lo que va del presente, las potencias imperialistas y sus aparatos de propaganda han puesto en práctica una perseverante estrategia destinada no solo a tratar de aniquilar los focos aún existentes de lucha armada revolucionaria, sino también a imponer la creencia de que esta vía para la emancipación humana resulta hoy una “utopía impracticable”, al tiempo que la violencia militar de los Estados Unidos y sus aliados continúa en aumento y se ceba contra cualquier movimiento, organización o gobierno que ose cuestionar el orden capitalista.

¿QUÉ DESAPARECE CON LA DISOLUCIÓN DE LAS FARC Y CUÁL ES LA CONTRAPARTIDA?

Lo cierto es, no obstante, que con la desmovilización de las FARC desaparece una poderosa fuerza militar y política que limitaba la represión del Estado colombiano en su defensa de los intereses de las clases hegemónicas. Un análisis frío de las consecuencias de este desarme obliga a concluir que, sin la oposición de la guerrilla, la capacidad represiva de la oligarquía colombiana y sus paramilitares se verá fortalecida.
Del mismo modo, la injerencia militar de los Estados Unidos en el país se podrá desarrollar a partir de ese momento sin ninguna resistencia. La tesis de que la desaparición de las FARC podría disminuir la presencia norteamericana en Colombia también se encuentra refutada por los hechos. El pasado mes de febrero, los presidentes Obama y Santos, junto al ex presidente Andrés Pastrana, celebraban en Washington la firma de una segunda fase del llamado Plan Colombia, impulsado por las sucesivas admnistraciones norteamericanas desde 1999 como vía para la intervención militar, la injerencia en la política económica del país y el refuerzo del control geoestratégico de su “patio trasero”, con la instalación de 7 bases en territorio colombiano.
A menos que existan datos sobre el acuerdo alcanzado que no se han hecho públicos, todo indica que estas concesiones se realizan sin ninguna contrapartida en forma de cambios esenciales de la estructura social y económica de Colombia. El Estado colombiano, por su parte, continúa hoy ejerciendo la violencia más brutal contra los movimientos sociales, sindicalistas y activistas populares, que han seguido siendo asesinados mientras se producían las conversaciones de “paz”.
Finalmente, cabe preguntarse qué sucederá con los dirigentes de las FARCque siguen presos en los Estados Unidos, entre los que destaca el comandante Simón Trinidad. ¿Serán liberados y podrán integrarse también en la vida política de su país o tendrán que morir en las cárceles norteamericanas por haber dedicado sus vidas a la causa revolucionaria?
¿Honradamente se puede afirmar, tan alegremente como hacen algunos, que existen razones fundadas para festejar la “paz” rubricada en La Habana?

Julio Andrés Capey

La sociedad de consumos, cultura de masas, manipulación mediática.

Cualquier sociólogo, cualquier periodista español, que tenga más de cincuenta años, puede reflexionar en términos biográficos acerca de los cambios de mentalidad sobrevenidos en nuestro país, al convertirse en sociedad de consumo. Son dos los hitos principales: el desarrollismo que empieza a mitad de los años cincuenta y la década de los ochenta. En el primero se produce la emergencia de las nuevas clases medias, el florón más granado del período franquista, que se introducen en la vieja escisión entre ricos y pobres de la España secular. Antes había, sí, artesanos, menestrales acomodados, empleados, modestos funcionarios, pero ni su mentalidad, ni mucho menos su número, les permitía considerarse a si mismos protagonistas y portadores de un nuevo estilo de vida. Con el desarrollo, las clases medias que emergen en España, como treinta, cuarenta años antes al otro lado de los Pirineos, hacen profesión de fe en el presente, y se enganchan a un nuevo mimetismo.
Antes, el paradigma social de la Europa sureña era, no tanto el rico como el hidalgo, una mezcla de patriota metafísico y terrateniente, ideológicamente ajeno al bienestar material y portador de un sentido de la vida largamente diseñado, y experimentado, en la cultura rural. El señorío era más valorado que la riqueza, entre otras razones, porque el tipo de riqueza que la clase media emergente tenía ante sus ojos era también una versión poco imitable, lejana, mientras que el código del señorío había sido largamente implantado en la conciencia colectiva, principalmente por la indoctrinación eclesiástica.
Las nuevas clases medias reciben de muchas maneras, a través de los turistas, de los emigrantes a Europa, por la televisión y las películas, el mensaje de fruición del presente que se hace posible, por primera vez en términos masivos, a causa de las nuevas circunstancias económicas europeas, y su impacto en España. Y es que el consumidor se hace, sobre todo, consumiendo. Decisiva fue, también, esa contundente americanización que nos sobrevino a partir de los pactos Franco-Eisenhower de 1953.
En búsqueda de lugares estratégicos para la “guerra fría” que empezó en Corea en 1950, Eisenhower fue persuadido por el almirante Sherman de que la Península Ibérica tenía las mejores condiciones para transformase en un “portaaviones del Pentágono” desde el que atacar a Rusia y , sobre todo, a su zona de influencia en el Oriente Medio. Al gobierno americano no le importó la catadura moral de Franco como no le había importado la de tantos otros dictadores, el Sha de Persia, Stroesner, Pinochet, Somoza que favorecían los intereses de las multinacionales americanas disfrazados de anticomunismo. Franco tenía probada fama de anticomunista y necesitaba la ayuda americana como contrapunto al aislamiento que los países europeos le habían sometido. Loa americanos organizaron un particular plan Marshall para España hecho de bases militares, inversiones de infraestructura que reanimaron la débil economía española de la época.
1953 fue el año de la suerte para Franco porque también consiguió en ese año la firma de un Concordato con el Vaticano, que iba a prolongar la legitimación eclesiástica de su régimen. Y fue precisamente un cardenal americano, Spellman, asistente al Congreso eucarístico de Barcelona de 1952, el que hizo uso de su influencia ante Eisenhower para ayudar al “católico Caudillo español”.
Paralelamente a la ayuda americana, y con el gobierno de los tecnócratas, se produjo el plan de estabilización que, con la emigración laboral a una Europa cada vez más próspera, sentaron las bases de la modernización capitalista en nuestro país, enviando el proteccionismo y la autarquía al baúl de los recuerdos.
Tres millones de españoles salieron del campo a las ciudades y al extranjero provocando la primera gran estampida humana del nuevo orden europeo.
América nos influyó también en otro sentido, el cultural, el de las costumbres. Ya Hollywood, la fábrica de sueños, se iba adueñando de nuestras fantasías desde su primera expansión en los años treinta. Pero a Franco le venía muy bien un cine desideologizado, películas de vaqueros e indios, comedias de amor, para divertirnos sin cuestionamientos críticos como parece que va evolucionando hasta hoy, en pleno régimen democrático, la industria del entretenimiento a la americana. Como consecuencia cambiaron nuestras costumbres sentimentales y sexuales, gracias también a la píldora anticonceptiva, aceptada a regañadientes por el estamento médico y el farmacéutico y prohibida, también hasta hoy, por el eclesiástico.
La creación social de la juventud, como etapa de moratoria de responsabilidad social y laboratorio de comportamiento, los electrodomésticos, el trabajo no doméstico de la mujer arrancan de entonces.
Precisamente de América nos llegó también, aquí como a tantos otros sitios, el personaje paradigmático de la sociedad de consumos, el ejecutivo agresivo, el hombre, y también la mujer, que creen en la gratificación intrínseca del trabajo, se sienten cómodos en una sociedad competitiva, que premia el esfuerzo, y están comprometidos en un proyecto de éxito biográfico que se proyecta en los hijos.
El segundo hito está ocurriendo ahora, en la España de los tres tercios, donde las clases trabajadores se funden ideológicamente con las clases medias, con prisa por dejar atrás, en los abismos de la marginalidad y la pobreza, a los que no están incorporados a las estructuras de producción y consumo. En los últimos años, esta sociedad de consumos se ha pervertido, porque también el modelo lo ha hecho. La revolución conservadora norteamericana ha dejado de proteger la competitividad y ha permitido, con la desregulación y el predominio del factor financiero, que se acrecienten las desigualdades y se pierda la fe en el mérito. De paso, pierde también ritmo la inversión pública a la europea, el famoso Estado bienestar compensatorio, que cede el paso a la tradicional estructura de poder político, favorecedora del poder económico más descarnado.
Los consumos se desquician, en su sentido más literal, al hacerse cada vez más irrelevantes, mientras decrece la cantidad y calidad de los bienes y servicios comunes, lo público, la calidad del trabajo, del aire, etc. El vídeo suplanta la convivencia vecinal, y apenas nace la idea de la calidad de vida, ésta se identifica con satisfacciones preferentemente privadas y domésticas. Los consumidores se asocian más por razones de interés específico que por razones generales, políticas. De ahí, entre otras razones, el descenso de la participación democrática. Pero, además, los consumidores ya no reciben el ejemplo social del ejecutivo sino el del especulador que, rescatando la vieja figura del pícaro, hace su dinero en las nuevas avenidas de los negocios rápidos y abstractos, y en especial, en ese dominio tradicional de la colusión de intereses públicos y privados, que es el inmobiliario. La fuerza del modelo es tan grande, y nuestro país tan pequeño, y tan recién llegado a los primeros consumos, que el gobierno apenas tiene energía para otra cosa que servir de catalizador de los nuevos modos y la España consumista sufre el impacto paradigmático de sus nuevos notables, en la banca, en la construcción, en los contratos del poder. En apenas cuarenta años, hemos pasado de un hidalgo que se ufanaba en las carreras de servicio público, a un ejecutivo que presumía de laboriosidad y preparación, a, finalmente, un pícaro, que sabe donde están los contactos. Y en los consumos, de la idealización de la sobriedad a las satisfacciones del bienestar, para concluir en la exaltación del dinero como pasaporte social. La última etapa es la subordinación del sector productivo al financiero, la implantación de la Bolsa como casino del azar y la manipulación y la claudicación y la corrupción del Estado a la americana ante casos como Enron en el Imperio y Gescartera en la colonia.
Pero la sociedad de consumos, pese a las violencias y a las sombras del capítulo actual, ha dulcificado viejas querencias, antiguas pulsaciones de la sociedad anterior, a fuerza de subrayar las satisfacciones tangibles. Un subproducto de la cultura patriótica, también veteada por la eclesiástica, es el militarismo, endémico en nuestro país, que se va debilitando, no solamente por las circunstancias internacionales, sino también porque los consumos pacifican al guerrero, que era, culturalmente, la versión bélica del hidalgo. La identidad tribal se debilita también a impulso de los consumos culturales, porque los jóvenes consumidores comparten los sones y los logotipos de la aldea global y su identidad social se fragmenta en los varios escenarios, reales o vicarios, que frecuenta.
Pero la principal consecuencia de la sociedad de consumos es que los nuevos españoles diseñan sus proyectos biográficos en términos subjetivos, se distancian de las lealtades enterizas y, al igual que van a un supermercado repleto de opciones materiales, van eligiendo, y descartando, maneras de pensar, de sentir. La mayor duración de la vida y la extensión espacial de sus experiencias fragmenta sus referencias y, una vez más, el modelo es la negociación perpetua, el toma y daca de la racionalidad mercantil, que permea las junturas de esta nueva forma de convivir que tiene apenas un lustro de historia y que se produce en el nuevo escenario del anonimato de la ciudad contemporánea..

Electores y consumidores

En la sociedad norteamericana, paradigma de la nuestra, se está produciendo un fenómeno digno de atención. Cuanto menos se molestan los ciudadanos en ejercer sus derechos políticos, el voto va descendiendo ininterrumpidamente elección tras elección, más activamente defienden los consumidores sus derechos. Ya dijeron los primeros analistas de la sociedad de consumos, Lefevre, Goffman, que las principales relaciones públicas de ese tipo de sociedad se iban a constituir en torno al mercado, en la relación de seducción y explotación entre compradores y vendedores, cuyo epicentro simbólico es la publicidad.
Las asociaciones de consumidores norteamericanas crecen tanto en robustez geográfica como en sectores y hasta realizan coaliciones de interés con otros frentes civiles, ecologistas, feministas, para defender sus intereses. Incluso crean líderes carismáticos como el sempiterno campeón de la lucha contra la corrupción industrial, Ralph Nader.
La despolitización de la ciudadanía es un viejo tema de los politólogos del país campeón de las democracias. Entre el poco interés del Establishment por fomentar el voto popular -es muy reciente la apertura de las urnas a negros e hispanos y bastante tercermundista la forma de organizar las elecciones, la participación activa de la gente se produce cada vez más en lo que el sociólogo Herbert Gans llama lo microsocial. Para Gans lo microsocial se distingue de lo macrosocial principalmente por nuestra capacidad de influencia. Uno, mal que bien, tiene cierto control en las relaciones con su familia, en el tiempo libre, con sus proveedores, mientras que lo macrosocial está principalmente en manos de quienes tienen poder, especialmente poder económico. Gans se apoya en los colegas que, como Wright Mills, han estudiado el control que los dueños del poder económico ejercen sobre los procesos políticos formales y basa en esa situación tanto lo difícil que le es el ciudadano medio influir en los procesos democráticos como el correspondiente declinar de la participación política.
En su libro "Middle American Individualism", Gans sostiene que la fuerza de los poderes fácticos ha logrado crear esa antinomia entre lo micro y lo macrosocial y convencer a más de la mitad del pueblo norteamericano a pensar que, para bien o para mal, lo único que está a su alcance, en lo único en que puede influir efectivamente es en la suma de relaciones personales que se producen en su vida doméstica, en su actividad consumidora. Según Gans, el tan traído y llevado individualismo de la clase media no es sino una reacción frente a la impotencia, una aceptación de que las gentes comunes pueden influir muy poco en las cosas importantes que les suceden. Se es individualista, no como una virtud, como una afirmación sino como un mal menor. Ya que no puedo controlar las cosas gordas de mi vida, por lo menos me voy a concentrar en las pequeñas. De ahí se puede deducir también la progresiva condescendencia de los poderes fácticos con respecto a las libertades individuales en la vida privada. Quizás el ejemplo más importante sea el crecimiento de la autonomía de la voluntad en el inicio y cese de las relaciones conyugales. El divorcio, denostado por los poderes tradicionales, es favorecido por los actuales y las cautelas legales que se constituyen como obstáculos al divorcio, al aborto son más que nada un modo indirecto para conseguir que la fuerza de trabajo siga siendo barata y abundante. Y si no lo es con la población nativa siempre queda el recurso de reclutar a emigrantes tercermundistas o llevar las industrias intensivas en capital humano a zonas más pobres.
En este escenario, la política se ha convertido en un ejercicio de ratificación periódica de los agentes de la coalición entre poder político y económico en el que la gente corriente participa poco, todo lo más mediante ese voto cada vez más escaso. Y mientras la clase marginada se desespera ante la inacción de los gestores macrosociales respecto a los grandes temas, empleo, vivienda, salud, educación, transporte, la clase media ha conseguido notables victorias, contra las empresas eléctricas, contra los bancos, por la vía de las asociaciones de consumidores. Por eso, algunos organizadores, algunos líderes sindicales están buscando transformar las viejas fórmulas, los partidos, los sindicatos en asociaciones parecidas a las de consumidores y romper así la necrosis del tejido político. Hay varias fórmulas en marcha, incluso cara a las próximas elecciones, aunque dudo mucho de que puedan alterar a corto plazo el viejo y sólido pacto de gobierno entre burocracias públicas y privadas. No hay que olvidar que la fórmula más eficaz de influencia privada en el poder político es el "lobby" pero éste no suele proteger al consumidor sino precisamente a los grandes grupos de poder económico que hoy tienen un apéndice mediático para subrayar su poder y transformar la cultura.

Globalización y americanización de los medios de comunicación

En la última década se ha reducido el número de las empresas multimedia al tiempo que se ha agigantado su tamaño. Paralelamente, las más importantes se han convertido en empresas transnacionales. Es el fenómeno de la concentración, hecho posible por la desregulación de los mercados y el predominio del factor financiero. De las diez multinacionales multimedia más importantes, seis son americanas, con importantes intereses en televisión, radio, prensa escrita, libros, música, cine así como en los soportes audiovisuales, telefonía, cable, satélite de todos ellos.
Una de las consecuencias más importantes de la americanización del fenómeno es el predominio de la publicidad, también transnacional, que subraya la función de entretenimiento de los medios en menoscabo de la información y la educación. La prensa escrita disminuye su importancia frente a los medios audiovisuales y ello debilita y transforma la naturaleza de los debates públicos. Las elecciones y otros procesos políticos se convierten en campañas publicitarias y hasta se ha llegado a hablar de que estamos entrando en una democracia mediática, en la que la mediación entre los ciudadanos y sus representantes se realiza de acuerdo a los intereses de los dueños de los “massmedia”.
El negocio de los medios de comunicación está no tanto en proporcionar información y entretenimiento a sus clientelas como en vender lectores y audiencias a los anunciantes. Eso explica la preponderancia actual del entretenimiento, el que las noticias, los comentarios, los programas tiendan a ser ligeros, amenos, incluso morbosos porque para alcanzar al mayor número de personas hay que descender al mínimo común denominador intelectual.
La influencia de la publicidad en nuestras vidas empieza cada vez, con mensajes publicitarios dirigidos a los niños en la televisión e incluso en la escuela. Una parte de la contracultura de los años sesenta fue el cambio pedagógico. "La letra con sangre entra" debía ser sustituida por el instruir deleitando. La educación basada en el sacrificio debía dar paso al aprendizaje placentero. Esta tendencia se basa en un mayor respeto por el menor, en un reconocimiento de sus derechos, incluidos el derecho a la espontaneidad, al goce de la infancia y la adolescencia. La contracultura educativa tenía otros componentes, la educación para la liberación política, para la democratización pero la parte que más caló en el curriculum occidental fue la primera.
Casi al mismo tiempo los menores comenzaron su largo aprendizaje televisivo. Primero en Estados Unidos y Japón y después en todo el mundo, empresas cinematográficas se especializaron en el entretenimiento infantil, tebeos convertido en telefilmes y remodelados para su mayor disfrute. La televisión empezó a competir con la escuela, a transformar los hábitos de aprendizaje y a quitar tiempo al trabajo de los alumnos. Aún no sabemos sus consecuencias aunque muchos expertos creen que se está generando un cambio cualitativo en la manera de aprender, de memorizar, de pensar, en razón de esa mezcla de entretenimiento e información que es el contenido habitual de los programas televisivos. La industria publicitaria ha entrado en la escuela con el proyecto Channel One. La empresa “Channel One” regala a las escuelas televisores y parabólicas a cambio de que los alumnos vean obligatoriamente un telediario de veinte minutos con tres de anuncios. Su expansión por el sistema educativo americano va en aumento y pronto llegará a Europa. Igualmene la empresa “Zap Me”, regala ordenadores con acceso gratuito a Internet pero el alumno no puede librarse de los anuncios de la página de acceso. Pero el asunto afecta también a los adultos.
A veces se acusa al mundo académico de tener una actitud despreciativa hacia el entretenimiento televisivo, como si fuera algo degradante para la condición humana. Y en ese sentido se le equipara al mundo eclesiástico con su juicio negativo del placer. La generación de la guerra y de la postguerra, crecidas en la economía de la escasez, recibieron el mensaje de que el sacrificio era fundamental y que una vida de sacrificio daría paso a otra de satisfacciones… después de la muerte. En realidad tal planteamiento iba contra el carácter risueño y vitalista de la cultura sureña, como una manera de disciplinarla para el trabajo. Los sureños han tenido mala opinión del trabajo. Se le consideraba una cosa inevitable, especialmente diseñada para los que carecían de medios y no podían organizar sus vidas en torno a la más distinguida cultura del hidalgo. Hizo falta que llegaran los americanos para que entre ellos y los estrategas del Opus convencieran a la clase media emergente española de la legitimación social por el trabajo, del orgullo de la tarea bien hecha, algo antes reservado a los artesanos y a los artistas. Pero, por debajo, la cultura popular sureña ha inventado muchas maneras de hacer frente a lo inevitable y organizar la fiesta como una alternativa a la obligación. O al menos como un escape de ésta. Cuando llega la televisión la cultura popular la incorpora como algo relativamente barato y que no requiere mucho esfuerzo. La televisión ha sido, además, la solución para los días y las noches de tantos mayores incapaces de otras actividades y ha significado un gran remedio a las escaseces del mundo rural.
Pero su riesgo es infantilizar a la gente, que los adultos la utilicen, al igual que los niños, como una experiencia vicaria, sustitutiva de la propia, una serie de imágenes e historias que nos evitan pensar o, más bien, nos hacen pensar sólo en distraernos. En ese sentido tiene ese referido efecto narcotizante y se convierte en el gran obstáculo para estar educados e informados para la vida adulta, en suma, para ejercer la ciudadanía.
La televisión, progresivamente, ha contaminado a los otros medios de comunicación. La información, hasta entonces elaborada en periódicos y revistas, se popularizó en la radio y se fue convirtiendo en entretenimiento cuando la televisión empezó a hacer más comerciales sus espacios informativos. La tradicional separación entre información y publicidad se rompió a impulsos de la búsqueda del beneficio a corto plazo.
La educación, la información y el entretenimiento son tres grandes industrias contemporáneas en expansión. La primera porque la escolarización empieza desde cada vez más temprano en la vida de las personas y se prolonga cada vez por más tiempo. A ello se une esa reconversión de habilidades que todos necesitamos una o varias veces en nuestra biografía profesional. La información es la primera materia prima de la economía contemporánea. Sin información no funcionan las máquinas ni los sistemas y la información es la base de cualquier estrategia política o mercantil. El conseguir información relevante forma parte de la condición ciudadana. El entretenimiento es la actividad colectiva que más ha crecido en los últimos quince años, habiendo superado a las armas como primera cifra de exportación de la economía norteamericana. Aumenta el tiempo libre, voluntario y forzoso, en el territorio OECD y la industria del entretenimiento, en sus diversas manifestaciones, subraya hoy el índice de vida de los países y de las personas.
Las tres industrias poseen un alto grado de innovación tecnológica lo que las hace muy propias para la inversión así como contenido preferido de las apetencias de las grandes corporaciones. Sesenta y ocho de las quinientas personas más ricas del mundo tienen inversiones en estos negocios y no hay grupo financiero importante que no participe en ellos. Bastantes empresas son activas a la vez en la información y el entretenimiento y participan, directa o indirectamente, en sectores de la educación, como el negocio editorial. Las luchas al respecto entre corporaciones y países, entre Europa y Estados Unidos tienen una connotación ideológica que recuerda la vieja contienda entre la Iglesia y el Estado por el control del pensamiento.
La educación, la información y el entretenimiento están recorridos por oligopolios de diversos perfiles y son susceptibles de las más variadas manipulaciones al servicio de los intereses que las patrocinan o apetecen. La principal manipulación, y la principal convergencia, entre los tres sectores es su paulatina transformación en un sistema global de información y entretenimiento, dominado por multinacionales multimedia, estratégicamente aliadas con los epicentros del poder económico y político.
La tendencia a la comercialización, la concentración y la transnacionalidad de los medios de comunicación tiene su centro estratégico en los Estados Unidos y desde ahí se difunde por el resto del mundo, debilitando cada vez más el sector público correspondiente y, por supuesto, su fiabilidad. La historia reciente en España nos prueba su subordinación creciente al modelo americano y a la hegemonía de los productos "made in USA" como fundamento de la cultura popular.
Los medios de comunicación son cada vez más parte del entramado económico, en un mercado cada vez más global y en el que el poder financiero impone sus reglas. Ello favorece un cierto modo de democracia, la democracia mediática, término que designa esa convergencia entre educación, información y entretenimiento que favorece la transformación del ciudadano en consumidor y convierte a las elecciones políticas en una oferta publicitaria, destacando los aspectos más personas y morbosos de la actividad pública.
Este sistema global favorece a los poderes de dos maneras. La primera es la función narcotizante de la televisión. Decía Berlusconi que bastante harta llega la gente a su casa, harta del tráfico, del trabajo, de sus jefes, para que nosotros le compliquemos la vida desde la pequeña pantalla. Y años después, Emilio Azcárraga, el poderoso dueño de Televisa, afirmaba: La mayoría de los mexicanos llevan una vida muy jodida y la va a seguir llevando. Por eso, nosotros tenemos que endulzársela”. El factor entretenimiento llega hasta los mismos telediarios.
“Cuanto más televisión ves, menos te enteras de lo que pasa”, es el título de un libro reciente. Con los medios audiovisuales tenemos un exceso de información sobre las cosas más inverosímiles… menos las verdaderamente importantes y, además, recibir tanta información y a tanta velocidad, nos impide su digestión, ponerla en un contexto esclarecedor. Hay mucha información pero cada vez menos análisis. Pero la segunda manera de favorecer a los poderes es la censura.
La censura siempre ha existido. Todos los poderes han querido no solo controlar la realidad sino su interpretación. Todos los poderes requieren, en algún momento de su ejecutoria, que se haga silencio sobre ella, como manera de conseguir esa impunidad que necesitan con harta frecuencia. Los poderes tratan de que no se publiquen las noticias que les perjudican, según el viejo principio de que “la información sobre nosotros la controlamos nosotros”. Y si no hay más remedio tratan de darles la vuelta, en ese arte del “spin”, del maquillaje de la información, que es hoy una asignatura de tantos curricula periodísticos. Tal y como funciona la manipulación mediática, más de la mitad de los licenciados consiguen trabajo en gabinetes de imagen, en relaciones públicas, en suma, en el arte de la manipulación. Y en las redacciones, se ha roto la separación entre información y publicidad, corrompiéndose, siempre en beneficio de ésta, el decir la verdad sobre productos y servicios, públicos y privados.
Hoy hay tres clases de periodistas, los mandarines, “pundits” en inglés, que forman parte del poder, se reúnen, comen y se divierten con los poderosos. Son su apéndice mediático. Luego están los redactores de a pié, con contratos cada vez más precarios, y en medio, los capataces de la redacción, especialistas en lo que se puede o no se puede decir en cada caso. Como muchas empresas son multimedia, el mensaje, las consignas, se guisan en un solo lugar y se trasmiten a cada medio. Semejante manipulación dificulta el periodismo de investigación, sobre todo en la información económica. Bastantes escándalos empresariales han estallado de golpe, en perjuicio de tantos inversores y clientes, sin que antes se halla dicho nada sobre cómo se estaban fraguando.
La manipulación mediática es la última versión del “panem et circensem” y convierte e los ciudadanos en consumidores, en sujetos pasivos. La democracia mediática forma parte del nuevo enfeudamiento que prefigura Aldous Huxley en su “Mundo Feliz”.
Se discute si todo este proceso de globalización mundial, y especialmente su versión mediática, es un simple efecto de la americanización progresiva de la sociedad occidental o simplemente una inevitable consecuencia del desarrollo tecnológico. Aun con matices, yo apuesto por la primera tesis porque las opciones políticas y culturales implícitas en las tecnológicas apuestan por el transporte privado, la vivienda en propiedad, el endeudamiento como modo de vida y otros desatinos de la organización de la convivencia que no ocurren de igual modo o con la misma intensidad en la tradición europea.
Su último capítulo, la reacción contra los sucesos del 11 de diciembre, ha exacerbado las tensiones globales hasta un punto peligroso para la convivencia y el equilibrio mundiales.
La guerra americana contra el terrorismo, en una situación internacional cada vez más crispada, ha vuelto a plantearnos aquellas discusiones que teníamos en los años sesenta sobre las luces y las sombras del Imperio.
El patriotismo americano se extiende hoy por el resto del mundo occidental y parece casi de obligada comunión, con su correspondiente satanización del antiamericanismo. Al fin y al cabo, dicen tantos europeos, a Estados Unidos le debemos nuestra supervivencia en la segunda guerra mundial y debemos estar a su lado en lo que ellos consideran la tercera. Estamos, como es natural, ante un caso de exacerbación de las emociones. Nunca se había televisado en directo un acto de terrorismo con tanta fuerza simbólica como el dirigido al epicentro del poder financiero y con tanto acompañamiento de muerte y sufrimiento. Los americanos se han enrollado en su bandera que usan con una asiduidad desconocida en otros escenarios y nos piden que hagamos lo mismo.
Proamericanismo y antiamericanismo tienen componentes emocionales y, por eso, ambos necesitan frialdad mental para analizarlos, algo escaso en tiempo de guerra. De esa frialdad dan muestra bastantes de los comentarios que están apareciendo en la prensa europea, incluso en la americana como para compensar la simplificación televisiva que ofrece mensajes más elementales. Más leer y reflexionar y menos ver televisión, podría ser la receta para entender lo que está pasando. Ya ocurrió en la guerra del Golfo en la que se decretó una desinformación televisiva que fue felizmente compensada por bastantes periódicos independientes.
Lo primero que hay que entender es el antiamericanismo y no asombrarse de su versión más dramática, más cruel. El Imperio americano, como los anteriores, ha desarrollado muchos enemigos, unos intelectuales, otros emocionales y algunos, mezcla de ambos, de los que proceden los operativos del terrorismo antiamericano.
El antiamericanismo intelectual nació en los años sesenta y fue una curiosa alianza de americanos y no americanos en torno a la guerra del Vietnam, por una parte y, por otra, contra los valores del capitalismo a la americana que exacerbó Ronald Reagan y ha llegado hoy a consecuencias extremas con la globalización de la desigualdad y la instauración de las fuerzas del mercado como principales actores de esta nueva civilización hipermercantilizada.
Los epítetos contra el modelo están ya escritos en todos los idiomas y desde todas las perspectivas, incluyendo la de intelectuales americanos como Noam Chomsky. Muchos pensadores europeos se duelen de que las nuevas generaciones del Viejo Continente hayan sido seducidas por esa prisa de correr por el “fast lane”, el carril rápido, desde un individualismo tan descarnado que reduce las relaciones laborales a un oportunismo de codicias y ajustes de cuentas a muy corto plazo. Es un neodarwinismo vestido de colores por la manipulación mediática que divide a la gente en triunfadores y perdedores.
El antiamericanismo emocional nace entre los afectados por las guerras del Imperio, unas más políticas, como la del Vietnam y otras más mercantiles, como las practicadas en América Latina donde Washington ha apoyado a los peores dictadores, a las fuerzas más antidemocráticas con la excusa de la guerra fría pero a favor de los intereses económicos de sus multinacionales y los aliados locales de ellas.
La cantidad de horror, de terrorismo de Estado que se ha guisado en los pasillos del poder americano y en las Academias de formación de militares latinoamericanos anticomunistas está empezando a aflorar en los documentos recién desclasificados por Washington. Sin embargo, ni las Madres de Mayo ni las victimas de Pinochet, Somoza, Stroessner, el Sha de Persia y tantos otros tiranos han necesitado tal información para mantener sus reclamaciones ante una justicia que todavía no es internacional porque Estados Unidos se niega a que se ponga en marcha el Tribunal correspondiente.
Las guerras civiles centroamericanas son la principal dislocación del Nuevo Continente, fruto de esa otra versión militante del Imperio que, no hace mucho, aterrorizó Panamá, produciendo miles de muertos por su urgencia en apresar a un viejo sicario de la Cia, que se había tornado, como tantos otros, en enemigo.
La confrontación entre Palestina e Israel y, en general, de todo lo que tiene que ver con el petróleo del Oriente Medio, ha producido otros horrores que han crispado a muchos musulmanes de donde parece que surge la versión más fanática del antiterrorismo americano.
Frente a ese antiamericanismo emocional y, sobre todo frente a la mezcla de ambos, las mentes frías recetan la restauración de la política y, sobre todo, la intervención de organismos internacionales pero Estados Unidos se niega a apoyar a la ONU, como se niega al establecimiento del Tribunal Penal Internacional y prefiere una versión militar de aliados occidentales comandada por ellos mismos. Los enemigos de los Estados Unidos son los enemigos de la civilización occidental.
No es difícil entender tanto el proamericanismo como el antiamericanismo y por ello es tan necesario no caer en sus trampas. La del primero es la lealtad indiscutida, la del segundo es la agresión como solución de conflictos. Los ciudadanos del siglo XXI necesitamos una segunda Ilustración para ponernos en guardia, una vez más, contra esos dos grandes peligros de la Humanidad, el extremismo patriótico y el extremismo religioso. No en balde decía Samuel Johnson que el patriotismo es el último refugio de los villanos.

Alberto Moncada

La Marcha sobre Washington de 1963: un movimiento racial integrado



Agradecemos a la Revista digital Huellas de la Historia, 28 de agosto de 2016, y a la autora de la nota su publicación en LID digital.

Finalizada la guerra, aproximadamente un millón de obreros negros se habían incorporado a la fuerza de trabajo industrial elevando sus ingresos.[ii] Muchos negros que habían conseguido trabajo en las industrias del centro en general los retuvieron mientras que otros continuaron la expansión a sectores de trabajo, particularmente en el área del gobierno, que antes estaban cerrados para ellos. Algunas políticas públicas, como las leyes antidiscriminatorias, y decisiones de cortes estatales parecían abrir aún más sus opciones. Pero, por otro lado, nuevas fuerzas económicas de la posguerra y los patrones de discriminación racial impusieron límites al avance negro. Las mujeres se veían obligadas a volver a sus puestos de trabajo en el servicio doméstico, los jóvenes encontraban enormes dificultades para asegurarse un puesto seguro en la nueva economía, las medidas estatales y federales contra la discriminación no tenían impacto práctico entre sindicatos y empresarios y, para el trabajo organizado de la AFL y CIO, el apoyo a la legislación por los derechos civiles contrastaba con el rechazo de los sindicatos a desafiar las jerarquías raciales en el proceso de contratación y en los mismos lugares de trabajo.[iii]
La militancia de los años anteriores y las mejoras obtenidas por muchos trabajadores negros parecían dar lugar a un aumento de la movilización contra las prácticas racistas, y muchos factores impulsaban esta idea. El crecimiento de la economía significaba que el avance de negros no tenía que ocurrir a expensas de los blancos, y el racismo “en casa” era utilizado por la Unión Soviética para atraer a las naciones de África y Asia resaltando el maltrato de los negros en Estados Unidos, con costos enormes en plena Guerra Fría.[iv]
Pero varios factores también jugaron en contra de una escalada del movimiento contra el racismo, tanto de los trabajadores como de los negros en general. Primero, para el final de la Guerra, la nación demandaba unidad y no división, y luego, la mayoría de los estadounidenses bregaba por la estabilidad y la armonía. Pocos podían aceptar acciones revolucionarias o políticas tendientes a promover el conflicto doméstico. Por otro lado, el contexto aparentemente favorable hizo creer a la mayoría de los negros que el progreso continuo sería automático, obviando la necesidad de la acción directa de masas negras[v].
El elemento más determinante fue, según Marable, la escalada del anticomunismo interno, que hacían imposible la existencia cualquier otro movimiento reformista por más válido que fuera [vi]. Además, los segregacionistas aprovecharon para vincular la lucha negra con la ideología y subversión comunista [vii], incluso cuando en la práctica, la mayoría del movimiento negro no era comunista. El Macartismo impregnó todos los sectores, incluidos algunos líderes negros como Randolph – anticomunista desde sus inicios – que fueron funcionales al sistema y atrasaron el movimiento negro.
Las masas negras redujeron su acción directa transfiriendo su lucha a los medios legales, y las organizaciones líderes como la NAACP (National Association for the Advancement of Colored People) se moderaron. Por su parte, el AFL y la CIO (unidas en 1955), comenzaron a identificarse con el movimiento por los derechos civiles. Sin embargo, entre 1947 a 1950 la purga de comunistas y radicales los desvió de su compromiso contra la discriminación racial [viii]. Y a la par, debieron enfrentarse a la resistencia blanca que provocaba este compromiso. En el Sur, miles de trabajadores, muchos de ellos miembros sindicales, se unieron a los “White Citizens Councils” y denunciaron a los líderes sindicales por su apoyo a los derechos civiles. Mientras tanto, el trabajo organizado también era criticado por los activistas negros que reclamaban más acción en la legislación por los derechos civiles.[ix] Randolph fue parte de estas duras críticas desde dentro de la AFL-CIO al punto de ser censurado por el presidente de la afiliación, Meany, generando una enorme decepción entre los trabajadores afroamericanos y a la larga, por su negativa a intervenir los sindicatos segregacionistas, contribuyendo a aumentar las tasas de desempleo negro.[x]
Para 1954, había un sentimiento generalizado de ambiciones y expectativas insatisfechas entre muchos negros.[xi] Ese año marcó, de alguna forma, el quiebre con la pasividad del movimiento por los derechos civiles, en particular por el caso Brown contra la Junta de Educación de Topeka, en el que la Corte Suprema determinó que la segregación en las escuelas públicas era inconstitucional. La decisión de la Corte aceleró el movimiento afroestadounidense por los derechos civiles, pero también recrudeció el movimiento de resistencia de los supremacistas blancos, lo que llevó a los años de mayor violencia racial de Estados Unidos. El movimiento por la desegregación iba en aumento y tomó la forma de sit-ins, Freedom Rides, boicots, piquetes, campañas masivas de inscripción de votantes, huelgas de inquilinos, arrestos masivos y marchas.[xii]
Pero el movimiento por los derechos civiles era un movimiento que incluía a todos los negros en general, y no solamente a los trabajadores, además de algunos blancos que lo apoyaban. ¿Cómo se inscribía la lucha de los trabajadores en este movimiento generalizado? Los logros de los derechos civiles en estos años no fueron siempre una victoria para los negros trabajadores: de qué servía “el permiso para sentarse en un anterior teatro para blancos o reservar un cuarto en un hotel que había sido segregado, cuando no tenían trabajo.” De que servía que “los niños negros entraran a escuelas para blancos, cuando sus madres no tenían dinero para sus almuerzos”.[xiii] Los negros comenzaron a demandar la inclusión de reformas económicas especiales entre los objetivos generales de la lucha por los derechos civiles. Randolph y los líderes de trabajadores negros, así como la AFL-CIO, siguieron considerando al movimiento trabajador como el elemento crucial para alcanzar la justicia racial y crear una sociedad más equitativa. La masa de los afroamericanos, según varias encuestas de opinión pública durante esta época, compartía esta visión del movimiento trabajador como un aliado esencial.[xiv]
En 1962, Randolph y Bayard Rustin propusieron una marcha con el objetivo de reclamar justicia económica para los negros, centrada en demandas por legislación de empleo justo y el pasaje a un aumento del salario mínimo. Pero su propuesta no tuvo apoyo de la totalidad de las organizaciones negras, como NAACP o NUL, por lo que Rustin la orientó hacia los derechos civiles más que a la legislación económica. A pesar de que se desviaba de su plan original, Randolph aceptó la nueva marcha – quizás porque era consciente de que las masas tenían efecto en las políticas de estado – y la llamó “la Marcha de Washington por los trabajos y la libertad” (March for Jobs and Freedom).[xv]
Para organizar la marcha, Randolph y otros líderes por los derechos civiles, se reunieron con el gobierno de Kennedy. Según la entrevista analizada, la preocupación principal era evitar la escalada de violencia, ya que se da a entender que la cancelación de la marcha era imposible. Recuerda Randolph: “No, we didn’t discuss that [the posible effect of the march on the then pending civil rights legislation in Congress].(…) They wanted me to state to them what methods we were going to be able to adopt to avoid violence.”[xvi]
Efectivamente, la Marcha de Washington de 1963 resultó un evento masivo y pacífico, el punto cúlmine de la movilización por los derechos civiles que había “despertado” el caso Brown. La Marcha de 1963 no era la marcha propuesta por Randolph en 1941, era más bien un “asunto festivo”, que buscaba promover el compromiso de Kennedy con los derechos civiles.[xvii] Tal vez por ello había resultado fundamental la reunión previa de los líderes negros con el Presidente. Como sostiene Sittoff, la marcha pacífica y el discurso de King hicieron a la revuelta negra aceptable para los blancos.[xviii] La consecuencia inmediata fue la “Voting Rights Act” de 1965, pero en la práctica, ningún voto cambió en el Congreso.[xix] La economía política seguía siendo profundamente racista[xx] y la moderación de la marcha fue el recrudecimiento de las divisiones posteriores del movimiento negro, divisiones de las que se lamenta Randolph en el contexto de 1968: “But we have this fragmentation; we have people with some queer and unsound concepts of a revolution”.[xxi] La Marcha de Washington de 1963 fue un logro para la mayoría de los negros en Estados Unidos, pero también fue la demostración de que la unidad racial había triunfado sobre la unidad de clase.

Lucía Gracey
Escritora de Huellas de la Historia

Citas y Bibliografia

[i] Transcript, op. cit., p.3.
[ii] W. Harris, op. cit., p.322.
[iii] R. H. Zeiger, op. cit., pp.139-140.
[iv] H. Sittoff, op. cit., p.16.
[v] H. Sittoff, op. cit., pp. 12 y 16-17.
[vi] M. Marable, Race, Reform and Rebelion, op. cit., p.18.
[vii] H. Sittoff, op. cit., p.17.
[viii] M. Marable, Race, Reform and Rebelion, op. cit., pp. 30-32
[ix] R. H. Zeiger, op. cit., pp. 165-166.
[x] M. Marable, Race, Reform and Rebelion, op. cit., p. 54.
[xi] Ibídem, p.38.
[xii] Valeria L. Carbone, “Racismo y raza: ¿el motor de la historia de Estados Unidos?”, en Pablo Pozzi y Fabio Nigra. Huellas Imperiales. De la Crisis de 1929 al presidente negro; Imago Mundi, pp- 290-293.
[xiii] M. Marable, Race, Reform and Rebelion, op. cit., p. 54-55.
[xiv] R. H. Zeiger, op. cit., pp.171-172.
[xv] H. Sittoff, op. cit., p.160.
[xvi] Transcript, op. cit., p.2.
[xvii] M. Marable, Race, Reform and Rebelion, op. cit., p. 74.
[xviii] H. Sittoff, op. cit., p.164.
[xix] M. Marable, Race, Reform and Rebelion, op. cit., p. 75.
[xx] Ibídem, p. 83.
[xxi] Transcript, op. cit., p.9.

El encuentro del Águila y el León



Apuntes sobre el encuentro de Trotsky y Breton en México en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, último exilio del revolucionario, donde más tarde fuera asesinado por un agente del stalinismo.

En marzo del año 1986, Gérard Roche publica en el número 25 de la revista Cahiers León Trotsky, un trabajo en el que relata el encuentro entre León Trotsky y el poeta fundador del movimiento surrealista, André Breton. El encuentro sucedió en 1938, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, en México, última morada en el exilio de Trotsky, donde un par de años más tarde, fuera asesinado por el agente del stalinismo, Ramón Mercader.
Determina Gérard Roche: “Pocos encuentros han arrojado una luz tan viva, al punto de entrar en la leyenda, como el encuentro entre Trotsky y Breton en México en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Aquel hombre del que un periodista mexicano describe el rostro “de trazos enérgicos”, la “abundante melena de león”, de quien emana una “dinámica interior”, está entonces en la cima de su madurez de poeta y de jefe incuestionado del movimiento surrealista, cuyas bases teóricas había sentado a principios de los años 20. Trotsky, la “joven águila” de la revolución rusa, según la expresión del crítico americano Edmund Wilson, el par de Lenin, el prestigioso jefe del Ejército Rojo, vive para entonces su último exilio, acorralado y amenazado cada día por los asesinos de Stalin. Es un hecho notable que en el momento más trágico de la entreguerra, cuando triunfa el fascismo y se perpetra uno de los más grandes crímenes de la historia con los procesos sangrientos de Moscú, pero también igualmente en el momento más negro de su vida personal, Trotsky se incline nuevamente hacia los problemas artísticos. En agosto de 1939, Trotsky escribe que “es bueno que sobre la tierra exista no sólo la política, sino también el arte. Es bueno que el arte sea inagotable en su virtualidad, como la vida misma”.
Breton y su compañera, Jacqueline Lamba, arribaron a México a mediados de abril de 1938 como corolario de un proceso político signado por algunos conflictos contra el pacifismo del Partido Comunista Francés (PCF) y con la Internacional Comunista. Así se acerca a Trotsky y a la Oposición de Izquierda que llamaban a pelar por un frente único contra el fascismo y la guerra. En el año 1934 se opone a la expulsión de Trotsky de Francia y rompe con el PCF. No obstante esto, el artista surrealista reivindica en el trabajo colectivo Du temps que surréalistes avaient raison (De la época en que surrealistas tenían razón), las ideas de Trotsky en sus escritos de los años 20 sobre arte y literatura.

México maravilloso

Cuando Trotsky recibe a Breton en la casa azul de Coyoacán, está informado de su evolución. Entiende rápidamente el interés que representa la llegada de este aliado e invita a los redactores de la reedición de la revista Partisan Review a entrar en contacto con el artista francés: “André Breton, la cabeza reconocida del surrealismo, está ahora en México. Como ustedes sabrán seguramente, tanto en el plano artístico como en el político, él no sólo es independiente del stalinismo, sino que le es claramente hostil. Tiene sinceras simpatías por la IV Internacional”.
A lo largo de su estadía en el México maravilloso, el León, que encontraba en su paisaje en la mezcla de razas “el lugar surrealista por excelencia”, en los encuentros con el Águila, discuten acuerdos y diferencias, autores, Nicolái Gogol, Emile Zola, Joris-Karl Huysmans, Louis-Ferdinand Céline, Jules Romains, William James, y cuántos más habrán sido.
Gérard Roche plantea que estas apasionadas discusiones, “no estuvieron exentas de escaramuzas ni de incidentes” y que, la divergencia más seria, “concierne al azar objetivo, concepto clave de la búsqueda surrealista”. Breton lo define como “la forma de manifestación de la necesidad exterior que se abre un camino en el inconsciente humano”, y Trotsky objeta esta definición de azar objetivo, “que no alcanza a conciliar con su propia concepción del materialismo dialéctico”, y teme que en Breton, desemboque en el misticismo:
- “Camarada Breton, el interés que usted le otorga al fenómeno del azar objetivo no me parece claro. Sí, sé perfectamente que Engels había hecho uso de esa noción, pero me pregunto si, en vuestro caso, no hay otra cosa. No estoy seguro de que usted no tenga la preocupación de mantener –(dijo) mientras sus manos delimitaban un pequeño espacio en el aire- una pequeña ventana abierta hacia el más allá”. No había terminado aún de justificarme, cuando él continuó: “No estoy convencido. Y, por otra parte, usted ha escrito en algún lado... ah, sí, que estos fenómenos presentaban para usted un carácter inquietante.
- Perdón, le dije, yo escribí: inquietantes en el estado actual del conocimiento, ¿quiere usted que lo verifiquemos?” Se levantó bastante nerviosamente, hizo algunos pasos y volvió hacia mí: “Si usted dijo... en el estado actual del conocimiento... no tengo más nada que responder”.

Manifiesto por el Arte Revolucionario Independiente

De este encuentro surge el MARI, Manifiesto por el Arte Revolucionario Independiente, escrito por Breton y corregido por Trotsky, aunque nació, de la discusión entre ambos y el artista Diego Rivera, en la perspectiva de reagrupar a los artistas que no querían quedar atados a las dos opciones que se presentaban frente al fascismo, que, justamente eran el régimen stalinista y el liberalismo burgués. El MARI, demostraría que la relación entre trotskismo y surrealismo en el marco de la proximidad de la segunda guerra, con el trotskismo perseguido por el stalinismo y el fascismo, aún estaba vigente.
No fue por un camino cercado de azahares y rosas que se llegó a esa instancia. Cuando Trotsky solicitó a Breton la redacción de un proyecto de manifiesto que pueda reagrupar a esa vanguardia, el artista, no logra hacerlo. Cuenta Gérard Roche, “En la ruta de Guadalajara, en medio del viaje, Breton es obligado a descender del auto que encabeza la caravana”. El retraso del León surrealista había provocado el enojo del Águila que, luego de unos días se apaciguó y repusieron la cálida relación, aunque sintió la necesidad de manifestarse acerca de su inhibición, en una carta a Trotsky, escrita en el barco que lo llevaba de regreso a Francia.
Sigue Roche, “El proyecto que Breton presentó finalmente a Trotsky, escrito en tinta verde, fue discutido y modificado en el curso de varias sesiones. Trotsky recortaba el manuscrito de Breton, pegaba en su propio manuscrito dactilografiado los pasajes que se habían seleccionado en la discusión, que él mismo corregía a mano”.

La mirada del águila

La última cita entre Breton y Trotsky, cuentan, fue muy cálida. La segunda guerra se aproximaba y Breton tenía en claro que podría ser reclutado no bien llegara a Francia. Jean Van Heijenoort, secretario, guardaespaldas y traductor del dirigente de la Revolución Rusa, relató los últimos momentos entre estos dos hombres apasionados: "Mientras estaban a punto de separarse en el patio soleado de la casa azul de Coyoacán, en medio de los cactus, los naranjos, las Santa Rita y las estatuas, Trotsky fue a buscar a su escritorio el manuscrito común del manifiesto y se lo dio a Breton. Breton se emocionó mucho. Era, por parte de Trotsky, un gesto inusual, único incluso durante todo el tiempo en que yo había vivido con él”.
Breton llega a Francia con el compromiso de poner en pie la Federación Internacional del Arte Independiente (FIARI). Rápidamente reúne hacia fines de septiembre de 1938, a unos sesenta intelectuales, artistas y escritores, que le dan su adhesión, aunque también hay ausencias. A la vez, Trotsky intenta acelerar el proceso en México, pero los resultados son pobres. Diego Rivera falta a la cita porque que está enfermo y deprimido. Las cosas se dilatan en los Estados Unidos, más una discusión triangular entre París, Nueva York y México, y diferencias entre algunos pasajes del Manifiesto, relacionados con el psicoanálisis, retardan el proyecto. Breton, es afectado por la ruptura entre Trotsky y Rivera.
A pesar que luego, Breton se alejará de las ideas de la IV Internacional, nunca renegó del Manifiesto y mantuvo su admiración por el Águila. Al cumplirse el 40º aniversario de la Revolución de Octubre en 1957, escribió evocando la mirada de Trotsky: "guardar fidelidad a una causa, la más sagrada de todas, la de la emancipación del hombre... Nada logrará extinguir a una mirada tal y la luz que de ella se eleva, de la misma manera que el Thermidor no pudo alterar los rasgos de Saint-Just".
“Es bueno que sobre la tierra exista no sólo la política, sino también el arte. Es bueno que el arte sea inagotable en su virtualidad, como la vida misma”. (León Trotsky)
Recomendamos la lectura de El encuentro de Breton y trotsky en México publicado por ediciones IPS-CEIP en venta en librerías, y en nuestra tienda online.

Gabriela Rub Boyadjian
@gabyrub_